El Universo se creó hace 13.500 millones de años, y las primeras
galaxias y estrellas surgieron en el primer período de 500 millones de
años. Actualmente se piensa que esas primeras galaxias eran pequeñas y
que fueron colisionando unas con otras hasta dar lugar a
las galaxias grandes como la nuestra, la Vía Láctea, aunque no se ha
podido determinar el tiempo que hizo falta para que estas galaxias se
fueran formando.
Gracias al telescopio de rastreo VISTA, del Observatorio Europeo Austral
(ESO),que cuenta con un espejo de cuatro metros de diámetro, se ha
descubierto un grupo de galaxias masivas que estaban ocultas y
existieron en la infancia del universo. Gracias a este hallazgo, los
astrónomos han podido estudiarlas y determinar cuándo surgieron estas monstruosas galaxias.
Los investigadores se han encontrado con que en los primeros 1.000 millones de años ya había galaxias grandes.
José Miguel Mas Hesse, director del Centro de Astrobiología CSIC-INTA)
afirma que los astrónomos "han determinado que la mezcla de las galaxias
pequeñas que dieron lugar a las grandes se hizo en los primeros 1.000
millones de años del universo". Y 3.000 millones de años después del Big Bang ya se habían formado todas las galaxias grandes que vemos a nuestro alrededor.
Sin
embargo, contar el número de galaxias en una zona del cielo se vuelve
una tarea complicada cuando los astrónomos se intentan centrar en las
galaxias más distantes y más débiles, ya que son bastante numerosas cuanto más penetran los astrónomos en el pasado del universo, pero son muy difíciles de detectar.
Estas
nuevas galaxias han salido a la luz gracias al equipo de astrónomos
dirigido por Karina Caputi, del Instituto de Astronomía de Kapteyn, en
la Universidad de Groninga, gracias al empleo de imágenes del sondeo
UltraVISTA, que rastrea el cielo en longitudes de onda del infrarrojo
cercano. Han conseguido hacer un censo de 574 galaxias masivas nuevas de una época en la que la edad del universo estaba entre los 750 y los 2.100 millones de años.
El equipo combinó las imágenes del UltraVISTA, que ha estado tomando desde diciembre de 2009 instantáneas de la misma zona del cielo de
un tamaño de casi cuatro veces el de la Luna llena, con las del
Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, que sondea el cosmos en
longitudes de onda del infrarrojo medio. Mas Hesse explica que, cuanto
más lejos está una galaxia, más se desplaza la luz hacia el rojo. "Para
medir la edad de las galaxias, se mide cuánto está su luz desplazada
hacia el rojo, y al estar el Universo expandiéndose, cuando más lejos
está la galaxia, su luz se mueve más hacia el infrarrojo".
Obtener imágenes del espacio en longitudes de onda infrarrojas ha permitido al equipo ver objetos creados en la infancia del universo,
que están oscurecidos por el polvo y son muy distantes. Este polvo, que
se encuentra dentro de las galaxias, se forma cuando las estrellas
masivas evolucionan y explotan como supernovas. Según sostiene Mas
Hesse, en los primeros tiempos del universo esta cantidad de polvo sería
pequeña.
Los astrónomos del equipo también descubrieron que el número de galaxias masivas era más elevado de
lo que se había pensado, ya que las que estaban antes ocultas suponen
la mitad del número total de galaxias masivas presentes cuando el
Universo tenía entre 1.000 y 1.500 años. Estos resultados se oponen a
los modelos actuales de evolución de galaxias en el universo temprano,
donde no se contempla la existencia de galaxias tan grandes en épocas
tempranas.
Este tipo de galaxias que están al comienzo de los
tiempos serán el objetivo primordial del Telescopio Europeo
Extremadamente Grande, el E-ELLT de ESO, de 39 metros de diámetro, que permitirá realizar observaciones con gran detalle de las primeras galaxias.
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