"Creemos que la sociedad Argentina precisa ambientes de discusión
neutra, alejados de la agenda inmediata. Es así que decidimos salir a
ofrecer ese lugar de disenso y consenso", señaló hace unos días Nicolás
Breglia. Lo hizo en el marco de los festejos por los 120 años de
existencia de la Masonería en Pilar, que organizó la Logia Masónica
Unión del Pilar, en una conferencia que colmó la capacidad del lugar. Es
que Breglia es el "Muy Respetable Gran Maestre", es decir uno de los
más importantes masones de la Argentina, el de la Gran Logia de la
Argentina de Libres y Aceptados Masones.
Tradicionalmente, la masonería sufrió acusaciones de cualquier tipo, y
su historia fue vinculada bizarras leyendas mitológicas. Que todo masón
tenía un fervor inmoderado por la intriga –es decir, por la afición en
influir en secreto en los sectores más influyentes de la sociedad, y a
menudo en provecho propio-, que en los ritos había sangre y sexo, "y
muchas otras pavadas. No es así en absoluto", sostiene Breglia. "Hay
filmes, hay novelas que relacionan a los masones con oscuros intereses
económicos o políticos. Pero no son más que ficciones que tratan de
venderse más, y lo consiguen."
Tiempo Argentino
llegó hasta la sede central de la masonería argentina, la Gran Logia de
la Argentina, un gran edificio decimonónico sobre la calle Perón al
1200, que ostenta una fachada neoclásica. Apenas se ingresa, dos bustos
recibirán al visitante: a la izquierda el de San Martín. A la derecha
,el de Sarmiento.
Requisito
para ser masón: "Ser hombre libre y de buenas costumbres, tener una
edad mínima de 18 años, poseer inteligencia y cultura necesaria para
comprender y practicar las virtudes masónicas".
La historia de la masonería está ligada a la historia del desarrollo
de las ideas en Occidente. En nuestro país, viajeros,
comerciantes, militares, intelectuales procedentes de Inglaterra,
España, Francia y Portugal, difundieron las logias en América del Sur.
En Buenos Aires, como explica a este diario Breglia, las primeras
noticias de esta "hermandad" se remontan a fines del siglo XVIII. La
primera logia en territorio argentino fue la Logia Independencia, con
autorización, en 1795, de la Gran Logia General Escocesa de Francia.
"Pero claro, en este existe una gran dificultad para fechar con
exactitud los orígenes de manera fehaciente. Esto es por la propia
naturaleza de las sociedades cerradas o secretas, a lo que se suman las
políticas represivas."
Son cerca de unos 6 millones los masones en el mundo. En la
Argentina, unos 12 mil, de los cuales 5000 se congregan regularmente. En
la actualidad, existe un movimiento revolucionario dentro de la
masonería, y es dejar el histórico afán por el secreto de sus
actividades.
"Yo diría más bien que queremos forjar un lugar de debate público.
Pero el proceso viene desde hace tiempo. Existe una apertura que empieza
a partir de la reinstalación de la democracia en la Argentina. A la
masonería le va muy bien en las democracias y muy mal en las dictaduras
porque hemos sido perseguidos", añade Breglia.
Tienen mucho que decir los masones en el ámbito de la política, la
cultura y la sociedad". Si se repasa la historia, se ve que lo han
tenido siempre .
"Lo único que exigimos es ser un hombre libre y de buenas costumbres,
lo que quiere decir llevar una conducta ética", dicen los masones. Eso y
llenar un manuscrito.
¿Y la presencia de las mujeres? "Es un tema por el que estamos
luchando. Cuando se conformó la masonería tal como la conocemos, en el
año 1717, la mujer no tenía prácticamente participación en la vida
política y social de los pueblos. Entonces se constituyó una masonería
de hombres. No hay un Vaticano de la masonería porque todas las grandes
logias son autónomas entre sí, pero existen normas que tenemos que
cumplir. Por ahora no está emitida la incorporación de la mujer bajo
nuestra gran logia."
"Pero lo que hemos hecho -concluye- es patrocinar la masonería
femenina, les prestamos los templos. Tienen logias aparte. Llegará el
día en que trabajemos en forma conjunta", dice Breglia.
Distintos frentes de ataque
Las logias tuvieron enfrentamientos históricos con la Iglesia
Católica. Pero hoy, según Breglia, apoyan al papa Francisco, por todo lo
que está promoviendo. A la larga lista de grandes figuras de la
historia argentina que fueron masones, aseguran que incluso Juan Domingo
Perón estuvo ligado a la masonería.
Para Breglia, la masonería tuvo participación en todos los hechos
trascendentes de la política argentina, y en dos sobre todo: en el
proyecto de salud –los hospitales públicos de la ciudad de Buenos Aires,
en su mayoría, llevan nombres de médicos masones–. El otro es el
proyecto educativo que Domingo Faustino Sarmiento preparó para Chile
pero que el presidente chileno rechazó porque quería una educación
estratificada para aristócratas y obreros. Sarmiento presenta el
proyecto en la masonería. Se forma la logia docente presidida por
Vicente Fidel López. Convocan a los grandes pedagogos del país y
trabajan en el congreso pedagógico de 1882. Y se logra la sanción de la
Ley 1420, que se denomina "de los guardapolvos blancos" porque iguala y
da la posibilidad a todos, sin distinciones de clases sociales, de
incorporar conocimiento. Ese proceso va culminar en 1918 con la reforma
universitaria. Si se lee el manifiesto liminar del año 1918, es una
definición masónica sobre el libre pensamiento y el laicismo. Sucede que
la masonería fue revolucionaria: nace para enfrentar a factores de
poder que creían que eran inamovibles. Y los combate. En las primeras
masonerías de artesanos en la Edad media ya se trabajaba con horarios
diarios no mayores a ocho horas, nunca de noche, etcétera. Hubo que
esperar siglos –explica Breglia– para que los principios de la masonería
se aplicaran en Occidente, con la Revolución Francesa.
Cómo convertirse en masón
"Ser hombre libre y de buenas costumbres", exigen las logias del aspirante. Y "tener una edad mínima de 18 años.
Poseer inteligencia y cultura necesaria para comprender y practicar las virtudes masónicas."
¿Qué significa: hombre libre y de buenas costumbres? "Hombre libre es
aquel que tiene libertad para expresar sus pensamientos. El que carece
de vicios que lo esclavicen.
Para ser hombre de buenas costumbres deberá obedecer las leyes del
país en que reside, venerar a su patria, y honrar a su familia; ser
tolerante y respetuoso con las ideas políticas y religiosas de sus
semejantes. Imponerse la seriedad de los conceptos, el decoro de las
formas y observar una conducta moral y la ética en su vida privada y
pública."
¿Cómo se solicita el ingreso? Puede ser por invitación de un masón
que se reconozca como tal, o por propia decisión. Si es por propia
decisión podrá hacerlo por escrito (usando el correo postal o el correo
electrónico o el formulario en linea en www.masoneria-argentina.org.ar.
También puede hacerlo en forma personal presentándose ante la
Secretaría de la Gran Logia. En cualquier caso el candidato deberá
llenar una solicitud con sus datos personales. "Luego la Logia, a cargo
de su solicitud, realizará con discreción y delicadeza las indagaciones
que crea conveniente, para preservarse de candidatos que, por su
reprochable conducta moral, privada o pública, no merezcan pertenecer a
la Orden. De no surgir objeciones para su ingreso se le comunicará la
fecha de su iniciación."
Una historia que no es nueva
Los inicios de la masonería, en términos de institución, no se
remontan a Adán y Eva, como hay quienes lo sostienen, sino al XIII,
cuando puñados de albañiles (en francés, maçons) comenzaron a
independizar sus gremios de la tutela de los benedictinos.
Los nuevos gremios, algo así como los sindicatos de la actualidad,
monopolizaban la construcción de las catedrales y los castillos, que a
su vez eran los proyectos más lucrativos de la época. Para descansar se
reunían en chozas o talleres (en francés, loges) en donde a su vez
llevaban a cabo sus juntas y reuniones.
Como era común en esos años, los gremios adoptaron ceremonias y
rigurosos procesos de admisión y selección para proteger sus técnicas y
conocimientos de albañilería y construcción del gótico. Asimismo, los
conocimientos eran impartidos de acuerdo a su jerarquía en las obras:
maestro, compañero o aprendiz.
Dada su relación con la Iglesia, basaron todos sus ceremoniales en la
Biblia, y dado que eran constructores, recurrían frecuentemente al
único pasaje bíblico que detalla un proceso de construcción: la
construcción del Templo de Salomón.
Con el tiempo los gremios fueron creciendo y diseminandose en varias
ciudades. Como no existían los certificados ni las membresías,
comenzaron a adoptar palabras que les permitían comprobar su jerarquía
en otra ciudad.
Hacia el siglo XVIII los miembros dedicados a la construcción habían
pasado a ser la minoría y los intelectuales habían asumido el control de
la organización.
Fuente: http://www.infonews.com/nota/250358/los-masones-se-alejan-del-misterio-y-abren-sus-puertas-a-la-sociedad
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