Nació
en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán en el año de 1772 y murió en
Ciudad Victoria, Estado de Tamaulipas, México, en el año de l846. La
desventura, la angustia y el dolor lo saludaron desde que abrió los
ojos por vez primera. Al nacer quedó huérfano de madre y una tía sin
medios económicos a su alcance, se hizo cargo del recién nacido y supo
prodigarle cariño y atenciones, de tal manera que el huérfano llegó a
quererla de modos y formas entrañables. Los desvelos de esta tía-mamá
dieron los frutos más “optimus” para que su hijo adoptivo llegara a
convertirse en ati1dado literato, abogado de renombre, profundo pensador
y el único estadista que en sus tiempos tuvo esta tierra.
En un enfrentamiento familiar se impuso el criterio de la tía. El
cariño de la tía ganó la primera batalla. La tía admiraba grandemente la
inteligencia y la precocidad del sobrino, que para ella era su hijo
idolatrado. No había dinero para pagar la escuela; pero el infante
asistía a ella a título de gratuidad. No disponía de los libros
necesarios. Tampoco tenía la adecuada ropa para asistir a las aulas.
Entonces, el futuro Doctor vendía por las calles de la ciudad palomas
y otras aves, que un cazador mataba. Con las ventas de las aves
recibía algún beneficio que servía para ayudar a la bondadosa tía.
Ya bien avanzado en los estudios, el padre se opuso tajantemente a
que ingresara en la Universidad. Vinieron las protestas y las lágrimas
de la amorosa tía, pero el padre decidió definitivamente llevárselo al
campo a sudar las gotas gordas junto a él. El joven José Núñez de
Cáceres se llevó al campo los pocos libros que poseía. El padre lo vio
como a un verdadero haragán, como a un auténtico holgazán. Se dio cuenta
que a su hijo no le interesaba ni trabajar en la tierra ni cuidar a los
animales.
Con angustias hondas y penas vivas, el padre vio que su hijo rehuía
los quehaceres y se dedicaba subrepticiamente, a la lectura debajo de
los árboles y acariciado por la fresca brisa. El Padre decidió
prescindir de la compañía del hijo.
El joven Núñez de Cáceres volvió a la ciudad. Con alegría había
abandonado el campo y todo fue regocijo cuando llegó a la casa de su
adorada tía.
La madre adoptiva logró que ingresara a la Universidad de Santo Tomás
de Aquino. Estudió Derecho Civil, resultando un alumno brillante y a
los 23 años se graduó con las notas más altas, dando enseguida
notaciones palmarias del gran talento que poseía como abogado muy
prometedor. Un abogado que no quería saber de las chicanas, o bien sea,
de las mañas, artificios y tretas, que tanto gustan a los rábulas y a
los legu1eyos, de ayer••• y de siempre. Núñez de Cáceres era un togado
todo conciencia, pulcritud y decoro. A veces cuando no ganaba la causa a
su cargo no cobraba. Y cuando la ganaba tomaba en cuenta la condición
económica de su defendido, para cobrar. Él cobraba de acuerdo a las
posibilidades monetarias de su defendido cuando ganaba la causa•••
solamente. Fue nombrado por oposición profesor de la Universidad y
llegaría a ser rector de la alta casa de estudios. Cuando la parte
española de la isla de Santo Domingo fue cedida a Francia, en el año de
1795, por medio del Tratado de Basilea, el doctor Núñez de Cáceres, al
ser trasladada la Real Audiencia a Cuba, se fue a esa isla con el cargo
de Relator Ponente del alto tribunal.
En Cuba también se desenvolvía como público defensor y logró amasar
una pequeña fortuna. Aquí en 1809 se desarrolló el movimiento de Juan
Sánchez Ramírez, conocido como “La Reconquistata”, el cual puso fin a la
dominación francesa en Santo Domingo, decidiendo el doctor Núñez de
Cáceres regresar a su patria.
Don Francisco Javier Caro fue encargado de 1a organización de la
colonia. El Doctor Núñez de Cáceres fue nombrado Asesor de Guerra. En
ese cargo, por su forma liberal y civilizada de actuar, no duraría mucho
tiempo sin malquistarse con el intransigente don Francisco Javier Caro.
Cuando ocurrió 1a llamada “Revolución De Los Italianos”. También tuvo
que intervenir Núñez de Cáceres, frente al brigadier cotuisano don Juan
Sánchez Ramírez para tratar de humanizar los métodos del vencedor en
Palo Hincado, o sea para aminorar en algo la drasticidad del vencedor de
Ferrand.
A la muerte de Sánchez Ramírez, pidió el doctor Núñez de Cáceres que
lo nombraran Oidor de la Real Audiencia de Quito, pero no tuvo éxito
en su elevada petitoria. La Colonia de Santo Domingo pasó a ser
gobernada por el obtuso brigadier Carlos Urrutia y Matos, alias, Carlos
Conucos.
La efervescencia revolucionaria empezó a acentuarse a causa de las
torpezas de don Carlos Conucos. Ocurrieron algunas rebeliones, como la
de Pedro de Seda, la de Betances, la de Meaus y Fragoso. Y por igual, la
de Pedro Figueroa.
Estas rebeliones fueron escenificadas por hombres de piel oscura, que
pensaban en la igualdad de todos los hombres. Carlos Urrutia y Matos,
el tristemente célebre “Carlos Conucos”, fue reemplazado por el
brigadier Sebastián de Kindelán y Obregón. La efervescencia
revolucionaria siguió hacia adelante. Ahora el “Movimiento Separatista”
estaba encabezado por el doctor José Núñez de Cáceres.
Núñez de Cáceres se convirtió en revolucionario y hasta sostuvo
encendidas polémicas con los sacerdotes Bernardo Correa Cidrón, Manuel
Múrquez Y Rómulo Frómeta. El gobernador de la colonia, brigadier
Sebastián de Kindelán fue sustituido por el también brigadier don
Pascual Real.
Núñez de Cáceres se dedicó con más ahinco a un plan liberacionista y
conquistó para esos fines a Juan Vicente Moscoso, Manuel Carvajal, Juan
Ruiz, Vicente Mancebo y a Antonio Martínez Valdez. Para ese
movimiento separatista Núñez de Cáceres conquistó a algunos militares,
entre ellos de color negro como Pablo Alí , jefe del batallón de los
pardos. Y logró también la adhesión del coronel Amarante, de los
capitanes Manuel Martínez y Patricio Rodríguez y de los tenientes
Mariano Mendoza y Manuel Machado.
La separación de España o sea la fundación del Estado Libre de Núñez
de Cáceres, ocurrió el día primero de diciembre de 1821. La bandera de
España fue arriada y en su lugar fue enarbolado el pabellón de la Gran
Colombia.
La Gran Colombia era un doradosueño del
Libertador Simón Bolívar y estaba integrado por Venezuela, Colombia y
Ecuador. Los civilizados revolucionarios dominicanos rodearon de
garantías, hasta que se embarcaran, a las autoridades españolas
encabezadas por el que había ostentado el título de gobernador, el
brigadier don Pascual Real. Procedió Núñez de Cáceres a formar una Junta
de Gobierno.
Esta junta estaba formada por Núñez de
Cáceres, Juan Vicente Moscoso, Antonio Martínez Valdez, Juan Ruiz,
Vicente Mancebo, Juan Nepomuceno Arredondo y Manuel López Umeres.
El Estado Libre que se acababa de fundar
fue puesto bajo la protección de la Gran Colombia. Para Venezuela salió a
participar lo sucedido el doctor Antonio María de Pineda. A la sazón,
Simón Bolívar andaba en campaña por Ecuador. El doctor Pineda no logró
nada ni con Páez ni con Santander. Sencillamente Bolívar estaba bien
distante de Caracas y de Bogotá, y además el Libertador Bolívar no
estaba en conocimiento de lo que aquí se estaba tramando para proclamar
nuestra separación de España. En Haití, Jean Pierre Boyer, después de la
muerte de Petión y de Cristóbal, había logrado la unificación del Norte
y del Sur. Boyer, ni corto ni perezoso, le comunicó a Núñez de Cáceres
que debía proceder a arriar la bandera y enarbolar la de Haití, porque
de lo contrario, vendría él mismo a realizar el acto de enhestamiento.
Jean Pierre Boyer, el presidente de Haití, procedió a organizar
considerables fuerzas al frente de las cuales puso a hombres de pericia
militar y de su entera confianza como Borgellá, Bonnet, Prévost, Lebrumn
y Richet.
El 9 de febrero de 1822 fue ocupada sin
disparar un solo tiro, la ciudad de Santo Domingo de Guzmán. En la
capital fue arriada la bandera colombiana y en su lugar fue enarbolada
la haitiana. El doctor José Núñez de Cáceres y Albor se vio compelido a
entregarle personalmente las llaves de la ciudad al general Jean Pierre
Boyer. La entrega de las llaves se realizó en la Sala de Sesiones del
Ayuntamiento o Casa Consistorial.
En honor a la verdad, hay que decir que
Núñez de Cáceres era un buen orador y pro- nunció un valiente discurso
de vibrantes y encendidas palabras. Diciéndole a Boyer, entre algunas
cosas memorables, las siguientes: “Siempre ha sido influencia en los
políticos para la constitución de los Estados y para la transmutación de
diferentes pueblos en uno solo, la diversidad de lenguaje, la práctica
de una antigua legislación, el poder de las costumbres que han tomado
raíz en la infancia, y en fin, la desemejanza de éstas, de mantenimiento
y vestido”.
Añadiendo Núñez de Cáceres luego: “La
palabra es el instrumento natural de la comunicación entre los hombres, y
si no se entienden por el órgano de la voz, no hay comunicación. Veis
ya aquí un muro de separación, tan natural como insuperable, como puede
serlo la interpretación natural de los Alpes y de los Pirineos. En fin,
yo no discuto, porque los hechos también tendrán siempre más eficacia
para persuadir que las razones”.
Entonces Boyer le dijo a Núñez de Cáceres
que podía quedarse a residir aquí, donde contaría con una pensión
vitalicia. Con altivez y con altura el gran patriota rechazó estos
ofrecimientos. Pidiendo permiso para abandonar su patria. Todo lo que
poseía lo dejó abandonado y lo único que decidió llevarse fue una
pequeña imprenta que le pertenecía.
En Caracas dio a la publicidad el periódico
llamado “El Cometa”. Entonces para polemizar con el ilustre dominicano,
el inteligente Cristóbal de Mendoza fundó el periódico que llevó por
nombre “El Astrónomo”. Núñez de Cáceres dejó descendencia en Venezuela.
Posiblemente una de las mujeres de Juan Vicente Gómez, la hermosa dama
Amelia Núñez de Cáceres, fuera de su estirpe.
En Venezuela, Núñez de Cáceres cultivó la
amistad del general José Antonio Páez. Algunos hasta llegaron a decir
que el dominicano contribuyó en algo a la enemistad que surgió entre
Bolívar y Páez. Núñez de Cáceres vivió cinco años en Venezuela. Allá fue
reconocido justamente como un hombre de muchas luces y de gran
sabiduría. En el año 1827 decidió el gran dominicano, irse a México. Se
estableció en Ciudad Victoria, capital del Estado de Tamaulipas.
Diecinueve años vivió en México, ya que su fallecimiento ocurrió en el
año l846. Se distinguió en tierra mexicana como un gran abogado, notable
civilista, orador y periodista. Fue Fiscal de la Corte Suprema. Ostentó
el cargo de Senador Honorífico y lo declararon “Benemérito del Estado
de Tamaulipas”. Allá murió en el año 1846 y para el Centenario de la
República Dominicana en el 1944, a los noventa y ocho años de su muerte,
Rafael L. Trujillo trajo sus restos.
PRODUCCIÓN LITERARIA:
“A los vencedores de Palo Hincado” canción
patriótica; “Declaratoria de Independencia del pueblo dominicano”.
Discurso ante Juan Pedro Boyer al darle posesión de la ciudad de Santo
Domingo; las fábulas: “El Palomo”, “La paloma y la lechuza”, “El conejo,
el cordero y el pastor”, “El mulo y la acémila”, “El abejarrón y la
abeja”, “El lobo y la raposa”, “Los topos en consejo”, “La Araña y el
águila”, “La lechuza y la cigüeña”, “El camello y el dromedario”, “El
águila y el escarabajo”.
APUNTES MASÓNICOS:
El Respetable Hermano José Núñez de
Cáceres, fue miembro de la Logia Philantropía, fundada por el Brigadier
Pascual Real, Gobernador Colonial de Santo Domingo. Ostentó el Grado 18.
Tomado del escrito de José A.
Núñez Fernández que fue publicado en varias entregas en la sección
opiniones del periódico Hoy de fechas 25 de agosto, 29 de septiembre y
13 de octubre de 2011.
La fotografía del Escudo de la
Gran Colombia fue tomada del internet y la fotografia del Escudo del
Estado Independiente del Haití Español fue cortesía del Lic. Jail L.
Aurich, investigador histórico y genealogista.
Fuente: http://www.caballerosdelapatria.org/2012/07/21/dr-jose-nunez-de-caceres-y-albor/
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