Una reflexión sobre el significado simbólico de la
Piedra Bruta, sugiere una estrecha relación con un sistema moral que la
Masonería nos enseña en torno a la perfección del hombre, en la búsqueda
del desarrollo espiritual y hacia las conductas sociales basadas en
valores, el respeto, la fraternidad, la humildad, la tolerancia y los
derechos del individuo.
Este sistema moral es
representado por la piedra rudimentaria, que desde muy temprano, a nivel
de aprendiz, nos estimula a un incesante trabajo en torno a las
prácticas y doctrinas masónicas, en un vehemente deseo de buscar la
Verdad. De ahí la estrecha relación de sentido entre la Piedra y el
Cuarto de Reflexión, negro en su apariencia, donde sobresale la antigua
fórmula alquímica y hermética V.I.T.R.I.O.L,: "Visita Interior Terrae, Rectificando Invenies Ocultum Lapidem", (Visita al Interior de la Tierra, Rectificando Descubrirás la Piedra Oculta).
Pero
la búsqueda de la Verdad o el descubrimiento de un sentido superior de
la vida como respuesta a nuestra propia existencia, sólo es posible por
medio de una profunda indagación de nuestros sentimientos y la mejor
disposición a un verdadero trabajo interior. Es así cómo el trabajo
masónico consiste simbólicamente en perfeccionar la existencia humana, a
través de un permanente y sucesivo proceso de transformación. La "piedra bruta" constituye el símbolo del Aprendiz, la "piedra cúbica" simboliza al Compañero y la "piedra cúbica en punta"
al Maestro, las cuales en su conjunto, simbolizan el motivo central de
la superación permanente y constante en la búsqueda del pensamiento
independiente y de la perfección.
Esta
atribución de sentido simbólico al moldeamiento de la piedra como unidad
de toda construcción, se basa en el trabajo realizado por los antiguos
masones operativos, verdaderos albañiles. Los constructores medievales,
que erigieron grandes edificaciones y catedrales góticas, adornaron
bellamente a Europa, cuya obra se aprecia hasta nuestros días.
Organizados en una orden con tradiciones iniciáticas, basados en el
estudio del simbolismo, con un sistema conceptual del hombre, de la vida
y del universo, eligieron la piedra como el elemento más sencillo y
común, para legar la enseñanza más significativa y trascendente: que los
hombres son perfectibles.
En las construcciones
de Catedrales, la misma comenzaba materialmente cuando la piedra, en su
estado más natural, recién cortada de su veta era retirada de la
cantera, para ser sometida al trabajo de pulimento que el picapedrero
debía realizar, a fin de hacerla útil al plan constructivo a seguir,
dándole las debidas dimensiones y formas, además del necesario
pulimento. Ello implicaba una habilidad, un conocimiento, un arte y una
forma de vida.
Expresiva de esta percepción de
la existencia humana, el destacado Poeta y Alquimista Medieval, Clovis
Hesteau de Nuycement en su "Poema Filosófico de la Verdad de la Física Mineral" editado en París en 1620, citado por Fulcanelli en el "Misterio de las Catedrales", escribe el siguiente mensaje hermético:
"Ve por este camino, no por otro, te advierto.
Observa solamente las huellas de mi rueda
Y para dar a todo un calor igual,
No subas ni desciendas al cielo y a la tierra
Si demasiado subes, el cielo quemarás;
Si bajas demasiado, destruirás la tierra.
En cambio, si mantienes en medio tu carrera,
el avance es seguido y la ruta más segura".
Los
aprendices buscamos y escogemos las piedras que deben ser preparadas
para la construcción del templo y debemos empezar a moldearlas y darle
forma a golpe de cincel. Ello deberá ser continuo y pausado, con
inteligencia y disciplina, con paciencia y dedicación, con una precisa
fuerza que, golpe a golpe de cincel, moldee gradualmente las partículas
de la piedra hasta desbastarla. Según sea la resistencia de la piedra,
el uso de la fuerza deberá estar en equilibrio con el peso y la solidez
de las herramientas; el mazo y el cincel.
Es
esta alegoría, la que justamente encierra el motivo central de la
existencia humana, cuyo escultor es el propio Yo interno de cada uno
hacia el logro de la perfección, al fortalecimiento del espíritu,
aprender a disciplinar de manera constructiva todas sus facultades, al
conocimiento de uno mismo y de las circunstancias que lo rodean. El
logro de la perfección, simbolizada en el pulimento de la piedra,
consiste en desprenderse de errores, prejuicios, odios, desarmonías e
intransigencias, existentes en la vida interna, así como de aquellas
derivadas de las relaciones sociales entre los hombres, tales como el
"desorden profano", la oscuridad del fanatismo y la barbarie de la
intolerancia.
Lograr la trascendencia a un plano
más elevado es cumplir con el elemental compromiso humano de mejorar
cada día, en todos los aspectos de su existencia, modelando el carácter y
el desarrollo de la personalidad, de acuerdo a valores, como el
constante progreso, la pasión por la sabiduría, el conocimiento y el
repudio de la ignorancia, la virtud, la búsqueda de lo bello como
alternativa, así como el amor a sí mismo y a los semejantes.
De
acuerdo a esta atribución de sentido simbólico de la "piedra bruta",
existe potencialmente en cada persona, en su calidad de protagonista
primario de la historia humana y de su propia vida, un estado de
perfección inherente, latente en todas sus formas de expresión, la cual
es necesaria reconocer, educar y hacer explícita por medio del trabajo,
el estudio y de la obra que masónicamente simboliza el desbastamiento de
la piedra informe.
Ahora bien, desde nuestra
perspectiva de aprendiz masón, es en la "piedra bruta" donde se
representa la fortaleza y la moral del Primer Grado, en la actitud para
aprender, del esfuerzo y dedicación que en ello se ponga. Este es el
principio y el fundamento en que descansa todo progreso, toda vez que se
efectúa reconociendo, asimilando y dominando lo aprendido, a pesar de
las circunstancias de la vida y de la sociedad en que nos insertamos,
con las respectivas experiencias que se deriven de esta relación.
En
la historia de la humanidad, han existido distintas formas de concebir
la idea del perfeccionamiento y la búsqueda de la felicidad, expresado
en el cambio cualitativo, por un lado, en sus relaciones con los demás y
por otro, desde la perspectiva del crecimiento espiritual personal.
Así, desde el helenismo, el budismo, el cristianismo, el islamismo, el
renacimiento y la denominada modernidad, han significado para la
historia humana, distintos niveles y formas de interpretar la realidad
social, las relaciones entre los hombres y su concepción de lo
trascendente.
En la sociedad de hoy,
caracterizada por distintas crisis estructurales, económicas, políticas,
ideológicas y humanas, se manifiesta directa o indirectamenta, la
pérdida de una de las aspiraciones históricas entre los hombres: la
búsqueda de la felicidad.
Por el contrario, el
conjunto de las crisis han estimulado en la sociedad moderna, el
pesimismo, la decadencia de valores, la atracción por lo efímero, el
consumismo y la posesión material, el individualismo, el hedonismo y la
ausencia de sentimientos de solidaridad y fraternidad. La sociedad
actual nos muestra que el interés del individuo apunta al goce
inmediato, al usufructo de lo material como camino de la satisfacción
espiritual y a las relaciones sociales basadas en la vanidad, la
arrogancia, la prepotencia del poder y de la abundancia, precipitando al
hombre moderno hacia una constante deshumanización.
En
este contexto, la transformación interna del Aprendiz Masón, a través
del pulimento simbólico de la piedra bruta, debe crear en su conciencia,
la necesidad de superar las condiciones de arrastre de su materialidad
pasada y actual, producto de la vida profana. El trabajo de
transformación de la piedra bruta, significa simultáneamente para el
aprendiz, la transformación de sí mismo en su condición de masón.
Simbólicamente muere para nacer a una nueva vida. He ahí su fortaleza
moral, en el descubrimiento de su unidad y esencia interna, en la
conciencia de su propio ser y la estimulación de sentimientos nobles, lo
cual implica un doble proceso psíquico, en permanente equilibrio:
Por
un lado, la capacidad intelectual de razonar, de aprender de la
experiencia, de reflexionar en torno a ella e interpretarla, en miras a
establecer las formas de interacción entre la conciencia y lo externo a
ella. Por otro, el conocimiento intuitivo, emocional, en otras palabras,
el volcamiento al interior de la conciencia. Esta consiste en la faceta
espiritual del pensamiento humano, que facilita acceder a un
conocimiento superior, a través de tres etapas, según el filósofo
austriaco Rudolf Steiner, en su "Filosofía de la Libertad", a saber: la
preparación, que desarrolla el sentido interior; la iluminación que hace
brotar la luz espiritual; y la iniciación, que establece el contacto
con las altas realidades del espíritu.
Sin
embargo, para acceder a un conocimiento espiritual o superior, el
aprendiz deberá asimilar y experimentar en su conciencia, el sentimiento
de la enseñanza simbólica del pulimento de la piedra bruta, es decir,
la devoción, la vida interior y la calma interior. Sólo de esta forma
llegan a aflorar en la conciencia del aprendiz, los valores de
fraternidad, de caridad y de tolerancia, los cuales nos hará más dignos
de nuestra condición de masones.
Por último,
mientras más nos acerquemos a nuestro ideal de perfección, seremos más
humanos y, paulatinamente, iluminándonos con la luz de nuestros hermanos
para desbastar con certeros golpes la piedra bruta, algún día seremos
piedras cúbicas, trascendiendo a planos superiores, para satisfacción de
nuestros propios retos, para beneficio de la humanidad y para la gloria
de la augusta institución Masónica, como escultores de nuestros propios
templos y destinos.
Q:.H:. OCTAVIO TAPIA LU
Resp:. Log:. Unión Fraternal Nº 21 - Gran Logia de Panama
Fuente: http://rey-salomon.blogspot.com/
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