“Una falsa laicidad en la forma de aconfesionalidad o
criptoconfesionalismo como el que tenemos ahora mismo” Jean Baubérot se ha
acercado a la laicidad desde un punto de vista sociológico, histórico y
dinámico. A él le debemos la tesis de las tres generaciones o umbrales de
laicización (seuils de laïcisation), según la cual, la laicidad se manifiesta
de diferentes formas o tipos según el contexto histórico, político, social,
etc., en el que se inserta en cada momento.
En Francia, el primer umbral
abarcaría desde la revolución francesa hasta el final del imperio napoleónico.
El segundo duraría hasta la mitad del siglo XX y se correspondería con las
leyes laicistas de finales del siglo XIX y, especialmente, con la Ley de
Separación del Estado y las Iglesias, de 1905. El tercer umbral comienza a
partir de los años 60 del siglo pasado: Concilio Vaticano II, mayo del 68,
fatwa contra Rushdie, globalización, etc. y llega hasta nuestros días. El
laicismo imperante en el primer umbral sería un laicismo anticlerical y
autoritario, opuesto a la hegemonía clerical de la iglesia católica (el
conflicto de las dos Francias). El laicismo del segundo umbral sería
separatista y de fe cívica, estableciendo una estricta separación entre
religión y política, y un Estado republicano basado en la asunción obligatoria
de los valores de ese laicismo, principalmente mediante la enculturación en
ellos a través de la escuela laica. El tercer umbral sería mucho más abierto a
las religiones, y se concretaría en un laicismo del reconocimiento, e incluso
de la colaboración, respecto de las religiones mayoritarias, aunque seguiría
siendo de fe cívica respecto de las minoritarias. El paso de uno a otro umbral,
y las transformaciones de la laicidad en cada uno, responderían a diversas
variables sociológicas, políticas, económicas, etc. Jean Baubérot Para Baubérot,
el paso del primer umbral al segundo fue posible gracias a lo que llama un
“pacto laico” (pacte laïque), que hay que entenderlo, no en el sentido literal,
sino como metáfora del consenso que permitió pasar del conflicto de las dos
Francias (la católica y la anticlerical) a un modelo de laicidad asumido por
ambas, y basado en la separación entre Estado y religión, claramente
delimitador de los ámbitos de cada una. En ese modelo, le correspondía al
Estado laico y republicano la responsabilidad de la educación de la ciudadanía
en los valores laicos del Estado, como forma de lograr la unidad y la cohesión
de esa ciudadanía en base a esos valores compartidos. Se mantiene así la
distinción del ciudadano y del individuo, análoga a la de los ámbitos público y
privado (y que ya aparece señalada en la primera declaración de derechos
humanos, la de 1789, que hablaba de los derechos del hombre –individuo,
privado- y del ciudadano –público-). Cada uno es un individuo particular, con
sus creencias y valores privados, protegidos en ese ámbito privado, pero además
en un ciudadano, con sus derechos y obligaciones cívicos como tal ciudadano. La
religión queda en ese ámbito privado y separada totalmente del ámbito público.
Como ciudadano, no me identifico con valores religiosos sino con los valores
laicos y universales del espacio público. De esta forma, se puede vivir la
unidad en la diferencia. Como decíamos, sería la escuela laica la encargada de
esa misión enculturadora y transmisora de valores comunes, laicos y republicanos
para la formación de la ciudadanía. Sin embargo, a partir de los años 60,
tienen lugar una serie de cambios que van a hacer insostenible ese modelo de
laicidad en Francia, según Baubérot, y que nos introducen en el tercer umbral.
Esos cambios están íntimamente relacionados con el pluralismo cultural y
religioso, debido a múltiples factores: globalización, migraciones, nuevos
movimientos religiosos, y también del cuestionamiento de los valores e
instituciones de la modernidad, entre ellos la propia escuela y la laicidad
separatista y republicana. El laicismo tradicional estaría hecho a medida del
contexto de su época, un contexto marcado por los límites del Estado-nación y
una religión mayoritaria y hegemónica. En ese contexto, la laicidad se propuso
como metas la protección de la libertad de conciencia y la igualdad frente al
principal peligro para ella: esa religión mayoritaria (el catolicismo en
Francia, el islam en Turquía, por ejemplo). Para Baubérot, esto implica la
necesidad de un nuevo pacto laico que se haga cargo de los cambios acontecidos,
y que esté a la altura de las circunstancias, para la efectiva defensa de la
libertad de conciencia y la igualdad, en este nuevo contexto pluralista del
tercer umbral. Los incidentes en Francia con respecto al islam serían, para
Baubérot, una prueba de la urgencia de ese nuevo pacto laico. Para este
sociólogo, la ausencia de ese pacto está dando lugar a una laicidad pervertida,
falsificada (laïcité falsifiée), que resulta en un “republicanismo integrista”
(intégrisme républicain) que discrimina a las religiones minoritarias (como el
islam) y las conduce al integrismo religioso como respuesta reactiva, a la vez
que coquetea con las religiones mayoritarias (el cristianismo) con diversas
formas de colaboración. Esa laicidad falsificada sería la que estaría
desarrollando la derecha francesa de la UMP desde Sarkozy y el FN de Le Pen. En
su lugar, Baubérot reclama otro tipo de laicidad, una del reconocimiento,
abierta a la religión, que relaje el principio de separación religión-política,
favorable a los acomodos razonables y, a su modo de ver, adecuada para el nuevo
contexto. Una laicidad que dé lugar, también, a un nuevo republicanismo, que
incluya lo que llama las nuevas libertades laicas: derechos de los homosexuales,
investigación con células madre, interrupción del embarazo, eutanasia e
igualdad entre hombres y mujeres. Estoy de acuerdo con gran parte del análisis
de Baubérot, pero no tanto con sus conclusiones. Es cierto que hace falta
repensar la laicidad en el nuevo contexto marcado por el pluralismo. También en
lo que apunta acerca de las nuevas libertades laicas. Pero no pienso que la
solución venga por relajar el principio de separación política-religión,
público-privado, sino más bien me parece que, si hay que hacerle cambios, serán
para reforzarlos, aunque la concreción del cómo o en qué sentido sea objeto de
otro texto. Baubérot también advierte que su modelo no es lineal ni universal,
sino que está centrado en Francia. Diferentes sociedades, con una historia distinta,
dan lugar a otros modelos de laicidad y desarrollos también distintos. Por
ejemplo, sociedades donde no ha habido una religión hegemónica, sino diversidad
de religiones distintas, han dado lugar a otras formas de entender la laicidad,
no necesariamente anticlericales, al no tener ese peligro de una religión
dominante a la que oponerse. El modelo de Baubérot es un modelo ideal, útil
para el análisis, pero que debe concretarse en cada contexto particular en el
que se aplique. Hasta donde yo sé, nadie ha estudiado la historia de la
laicidad en España con el modelo de Baubérot (ni con ningún otro). Así a trazos
gordos, podríamos decir que en España también hemos pasado por un primer umbral
que se correspondería con el siglo XIX y el primer tercio del XX, también
marcado por un conflicto entre dos Españas: entre una religión hegemónica, la
católica, y un laicismo anticlerical en su contra, pero cuyo resultado no fue
un pacto laico similar al francés, sino la victoria del lado más clerical y
fascista en la forma de la dictadura franquista. El fracaso de la IIª República
española, que podría haber significado para España ese segundo umbral de
laicidad, dio lugar a esa dictadura nacional-católica, y desde ahí pasamos al
tercer umbral, que en el caso español estaría marcado por la transición de
finales de los 70 y principios de los 80. El resultado sería una falsa laicidad
en la forma de aconfesionalidad o criptoconfesionalismo como el que tenemos
ahora mismo. El problema es que eso nos obliga a repensar la laicidad sin haber
pasado por la experiencia de una laicidad a la francesa, con todos los
problemas e inconvenientes que eso significa. No obstante, la necesidad de
lograr un Estado laico a la altura de los tiempos debe hacer que nos hagamos
cargo de este problema y servirnos para seguir trabajando por la libertad de
conciencia y la igualdad en el siglo XXI. Andrés Carmona Campo. Licenciado en
Filosofía y Antropología Social y Cultural.
Bibliografía
Baubérot, Jean (1990) Histoire de la
laicité en France. París: Presses Universitaires de France.
(2000) La laïcité, quel héritage?: De 1789 à nos
jours. Labor et fides.
(2006). L’intégrisme républicain contre la laïcité. La
Tour d’Aigues, Éditions de l’Aube (2007) Les laïcités dans le monde. París:
Presses Universitaires de France.
(2008). La laïcité expliquée à Nicolas Sarkozy et à
ceux qui écrivent ses discours. París: Albin Michel.
(2014) La laïcité falsifiée. París: La Découverte.
Baubérot, Jean y Micheline Milot (2011) Laïcités sans frontières. París: Seuil.Fuente: http://www.masoneria-liberal.com/2016/01/bauberot-y-los-umbrales-de-laicidad.html
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