¿Puede
la Masonería servir como instrumento de análisis y de comportamiento de la
problemática sociocultural e individual de los hombres o mujeres actuales?
Estas o similares preguntas son -a mi entender- las preguntas que diariamente
debe hacerse un masón.
Masonería una asociación necesaria.
Para saber si la masonería puede, aún hoy, ser una
asociación necesaria, se precisa, aunque somera, una enumeración de los
problemas, no resueltos, que tenemos planteados en el inicio de este segundo
milenio. La crisis de valores se ha instalado prácticamente en todos los
pueblos y particularmente en el mundo occidental. El Hombre cada vez se
encuentra más solo, enfrentado a su entorno. La indiferencia ante los problemas
de los demás está cada vez más arraigada en nuestra conciencia.
Estamos echando
en falta un modelo, lo suficientemente flexible y pluralista, que armonice
nuestras necesidades con los demás. Ante esta actitud de soledad y
desorientación ante la vida, es necesario un desarrollo y una intensificación
de la ética masónica, basada en el respeto al individuo, la solidaridad, la
tolerancia y la fraternidad. Es preciso recrear un humanismo del respeto, de la
autenticidad, de la responsabilidad compartida, del amor al trabajo, de la
capacidad creadora, que libere la extraordinaria potencialidad que los hombres
y las mujeres llevamos dentro de nosotros mismos, para que nos pongamos a
laborar por un mundo mejor. La nueva ética que necesitamos, existe, en parte,
en la masonería, en ese profundo respeto del ser humano, tomado como individuo
y en sociedad. La solución a los múltiples problemas que sufre nuestra sociedad
(como son, entre otros, la falta de valores, la hipocresía social, la
indiferencia ante el dolor ajeno y un largo etc.), se puede encontrar, en
parte, en el espíritu masónico, que consiste especialmente en poner a trabajar
nuestra mente, nuestra voluntad y nuestra afectividad en función de la
sociedad.
VALORES PERENNES
Para que la mente individual y colectiva desarrolle
toda su potencialidad es necesario que esté liberada de todo dogmatismo, de
toda alienación, es decir, de todo aquello que le induzca a la pereza
intelectual y física. El Hombre de hoy no encuentra, en general, satisfacción a
sus necesidades de búsqueda de la verdad y fraternidad en la mayoría de las
instituciones que controlan actualmente la sociedad y las conciencias. Los
intereses de grupo, la oportunidad conyugal, las verdades y disciplinas
impuestas por el núcleo dirigente, los cuerpos doctrinales inamovibles (que
impiden ese desarrollo armonioso y creativo de la mente humana) conducen, con
frecuencia, al bloqueo de las conciencias e impiden la capacidad de
enfrentarnos con nuestras propias angustias y con los múltiples males que nos
afligen. Por su parte, la ética masónica favorece el gusto por la
investigación, el deseo de búsqueda de soluciones, el pensamiento crítico
poniendo un freno así al dogmatismo y a la intolerancia. Los múltiples valores
masónicos, aún vigentes y necesarios en nuestra sociedad, se encuentran
presentes en nuestra filosofía, cuando anunciamos, al unísono, el triple grito
de libertad, igualdad y fraternidad. Con estos tres vocablos estamos indicando
que nos pronunciamos solemnemente por la libertad de conciencia; por la
elección o no elección de una determinada filosofía o religión; por el respeto
a la originalidad individual y colectiva, siempre que no dañe la convivencia y
la libertad del otro; por la igualdad de oportunidades; por la libertad
creativa.
TOLERANCIA Y MASONERÍA
El comportamiento tolerante es un claro signo
de madurez y de paz interna. Es, generalmente, intolerante el que tiene miedo,
el que se siente inseguro, el que piensa que su verdad es la única existente.
La tolerancia masónica es fruto de la confrontación tranquila con la verdad del
otro. No confundamos tolerancia con apatía, con dejar de hacer, con
indiferencia, con resignación. La práctica de la tolerancia exige de nosotros
lucidez, coraje, ecuanimidad, para apartar toda manifestación de fanatismo y de
imposición, ya que todos los Hombres tenemos el mismo origen y el mismo destino
entre un punto de partida y un punto de llegada. Y así tenemos que ser, como el
fuego que está siempre ardiendo. Que sea muy difícil apagarlo. Incluso en los
peores momentos queda el rescoldo latente bajo las cenizas. Ahí se inicia el
volver a empezar. Es bueno hacerlo como el Ave Fénix. Así iniciamos un vuelo
superior, que no emprenden los que parece que vencen, sino los que saben
levantarse, aprendiendo cada lección de la vida en el día a día en el que nos
abrazamos con el mundo. Rectificando, cueste lo que cueste, y recordando que
siempre hay viento para el que sabe dónde va. Nosotros lo conseguiremos porque
navegamos por el mismo océano de la vida.
J.A.M.R.M. (GOdP)
Fuente: http://www.masoneria-liberal.com/2015/12/puede-la-masoneria-aportar-alguna.html
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