En su libro "La cruz en las aulas", el presidente de Europa laica, Francisco Delgado,
advierte de que "la enseñanza es el espacio más apetecido por todas
las religiones".
A pesar de la creciente secularización de la
sociedad española, la Iglesia católica, con la complicidad de una parte
importante del poder político, participa activamente en las instituciones del
Estado. Los centros educativos no son una excepción. Todo lo contrario; el
clero católico, donde más ejerce su influencia, es en el ámbito de la
enseñanza. 'La cruz en las aulas', de Francisco Delgado, presidente de Europa
Laica, trata de analizar y explicar cómo es esa presencia y cuál es su origen.
Salvo en el breve periodo de la II República, el peso católico en las
instituciones educativas ha sido una constante.
Cuando en el siglo XVIII,
Condorcet abogaba por un modelo laico de enseñanza en Francia, en España la Constitución
de 1812 institucionalizaba la catolicidad de la instrucción pública. Y hasta
hoy. Aunque la Constitución de 1978 proclama la no confesionalidad del Estado en
el ámbito de la enseñanza, se dejan –deliberadamente– muchas puertas abiertas
para que, tanto en materia simbólica como curricular, la Iglesia católica
mantenga, y aun prolongue, una endémica y poderosa presencia.
Cazarabet
conversa con Francisco Delgado:
Francisco, pero ¿todavía existen cruces,
presentes físicamente, en las aulas?
Francisco Delgado | El título
más que una metáfora algo llamativa para causar cierto impacto, fue sugerida
por la editorial y así se me lo encargó el director de la colección
AFONDO-AKAL: Pascual Serrano. La realidad es que en los primeros años de
la democracia (formal) se retiraron muchos crucifijos y otros elementos
religiosos de las aulas, (finales de los setenta y década de los ochenta del
siglo pasado) eso sí, dependiendo del talante de los equipos directivos y del
claustro de turno. Y lo hacían cuando retiraban los cuadros de Franco y José
Antonio, e instalaban el del rey. Pero sin embargo conforme ha ido pasando el
tiempo se han ido incrementando crucifijos y otros elementos ornamentales
católicos, en algunos centros, no en exceso pero sí significativamente por
presiones fundamentalistas de algunos sectores del profesorado y de las
personas designadas por los obispados para impartir religión confesional y
hacer proselitismo católico como objetivo básico. Al mismo tiempo que se han
ido poniendo de moda actos y folclore católico como belenes, procesiones,
advocaciones marianas, etc., sin que la administración educativa haya hecho
nada por evitarlo y la mayoría de los equipos directivos y consejos escolares y
claustros prefieren no tener “problemas” con la gente más fundamentalista
católica, ya sean profesorado o padres y madres. Recordemos que no hace mucho
tiempo de forma puntual a denuncias de profesorado o familias en distintos
ámbitos se iniciaba lo que algunos medios conservadores y católicos calificaban
(nada más y nada menos) que de “guerra de los crucifijos”, de “intolerancia”
laicista” que acababa -en algunos casos- en los juzgados. Ahí está, entre otros
muchos, el caso más llamativo del CEIP Macías Picavea de Valladolid,
con un largo proceso, en donde la judicatura dio una solución algo
”salomónica”, insuficiente para un Estado de derecho y no confesional. Aunque
desde hace años (años ochenta) que la administración educativa (MEC y
Consejerías) no envían en el pac del mobiliario a los centros ornamentos
religiosos, todavía existen en bastantes centros de enseñanza de titularidad
pública este tipo de simbología en aulas y espacios comunes. Pero sobre
todo que el Estado financia centros dogmáticos católicos, cuya simbología
religiosa (de todo tipo) forma parte la decoración principal.
De
todas formas digo y pregunto por las cruces presentes físicamente porque
subliminalmente sí que creo que, de alguna manera, se educa con esa cruz en las
aulas.
¿Cómo
y de qué manera?
Todavía existen en bastantes centros de
enseñanza de titularidad pública este tipo de simbología en aulas y espacios
comunes
Claro, los símbolos (himnos, banderas,
estandartes, bustos, cuadros de líderes políticos o jefes de Estado,
presidentes de república, cruces, imágenes..) significan pertenencia, grupo
identitario, poder, comunitarismo...etc. ya sea deportivo, religioso, político,
social... Eso lo saben muy bien los nacionalistas (de todo pelaje y color) y,
sobre todo, las corporaciones religiosas. Es una forma ideológica de ejercer poder,
ya sea de forma expresa o subliminal. Los símbolos que unen a todo un grupo o
colectivo mayor o menor, pueden tener un carácter público (de todos) nos guste
más o menos, y privado de quienes voluntariamente lo eligen y se identifican
con ello. Alguien entendería que un masón o grupo de masones mayoritarios en un
centro (sólo como un ejemplo) colocara en el aula y espacios comunes su símbolo
(la escuadra y el compás) en lugar preferente, o los seguidores de un partido
político el suyo y así sucesivamente. No, son asociaciones privadas y por
lo tanto sólo de ese ámbito. Los centros de titularidad pública (e incluso los
financiados con fondos públicos) son de todos, existen personas de
multitud de ideologías y convicciones, por ello no es adecuado colocar en
lugares preferentes símbolos ideológicos que son privados. Las religiones
(todas) son entidades privadas, en suma son asociaciones de creyentes de una
determinada fe, sólo eso, por muchas personas que estén adscritas a ellos.
Supongo
que en materia de laicidad, el Estado Español suspende desde las aulas...
Rotundamente: sí. La Constitución de
1978 expresa: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Sin embargo -en la
práctica- podríamos considerar que estamos en un Estado confesional católico,
ya que los privilegios simbólicos, económicos, tributarios, políticos y en
materia de Enseñanza y servicios sociales de los que disfruta la Iglesia
católica son enormes. El Concordato de 1953 y los Acuerdos con la Santa Sede de
1979, constituyen el cuerpo jurídico que permite esa situación.
Pero supongo que todo esto arranca de la
Educación bajo la bota de la religión, de la católica mayoritariamente.
Durante siglos la religión católica fue
la religión del Estado y eso genera un ADN político y social que lo inunda todo
Claro, durante siglos la religión
católica fue la religión del Estado y eso genera un ADN político y social que
lo inunda todo. Hasta hace escasas cuatro décadas (salvo en el brevísimo
periodo de la II República y en algunos pocos años liberales del siglo XIX) se
necesitaba la partida de bautismo y el libro de familia cristiana por poder
acceder a un centro escolar o empadronarse, por ejemplo, e incluso hubo
momentos que se necesitaba un certificado del cura párroco. En la última
dictadura (la franquista nacional católica) en los centros de enseñanza del
Estado, no sólo se enseñaba dogma católico, sino que se obligaba a ir a
misa, hasta muy avanzados los años setenta. Si nos remontamos años atrás,
durante siglos y hasta finales del XIX se exigía “pureza de sangre” (católica)
para poder ser maestro, profesor o ser funcionario del Estado. Certificado que
se exigía en los primeros años de la Dictadura de Franco. Hay que tener en
cuenta que mientras la laicidad de las instituciones se empieza a dar en Francia,
Gran Bretaña o EEUU, también en las independencias de Latinoamérica, producto
-básicamente- de la Ilustración, en España se aprobaba una Constitución liberal
católica y Fernando VII reestablecía -durante años- la Inquisición que había
sido abolida por Napoleón. Otras religiones fueron perseguidas hasta bien
entrado los años sesenta del s.XX, al igual que masones, ateos, etc.
¿Cómo
la religión católica se fue metiendo en las aulas?
De acuerdo con la pregunta anterior. La
Enseñanza es el espacio más apetecido por las religiones, esencialmente las
monoteístas o abrahámicas, el judaísmo, cristinas en sus cientos de
versiones y musulmanas en su diversidad. La católica en España ha sido la
religión de la Enseñanza estatal. La Institución libre de Enseñanza o la
Escuela Moderna o los Ateneos anarquistas, o las escuelas laicas desde finales
del siglo XIX y hasta 1939, surgieron desde la iniciativa privada laica. Porque
el catolicismo controlaba la gestión y el currículo de la Enseñanza del Estado.
Pasada la dictadura en 1977, con la Constitución de 1978, se establece una
cierta laicidad formal en la Enseñanza. Pero sin embargo los poderes públicos
han mantenido la religión confesional en el conjunto del Sistema, así como la
simbología y financian un alto porcentaje de enseñanza dogmática católica. La
mayoría de los libros de texto -de todas las materias- los elaboran editoriales
católicas. Las más de 15.000 personas designadas por los obispados para
impartir religión, ejercen de verdaderos delegados y delegadas diocesanas en
los centros cuya “misión” es hacer proselitismo religioso y tratar de
evangelizar la vida de los centros. Y ello nos cuesta a todos (creyentes o no)
más de 600 millones de euros. Ya fuera el PSOE o el PP en mayoría, han
mantenido y agrandado esos privilegios y el poder de la Iglesia en la
Enseñanza, desde 1979, hasta ahora.
¿Podremos
disfrutar, algún día de una escuela laica o esto se nos está escapando?
Nos estamos acercando, en cuanto a
secularización de la sociedad, a la media europea
La sociedad española se ha secularizando
muchísimo. Según el CIS último (julio 2015) el 69% se declaran católicos
(culturales). Pero hace algo más de tres décadas pasaban del 90%. De todas
formas, el CIS se refiere a encuestados de todas las edades. Hay gente que
tiene más de 70 años y se considera católica por tradición, pero no porque
vayan a misa o cumplan con los preceptos católicos. Si nos fijamos en una
franja de edad que bascule entre los 20 y los 40 años, las cifras descienden a
por debajo del 50% los que se dicen católicos. Esto significa que nos estamos
acercando, en cuanto a secularización de la sociedad, a la media europea. En
Europa (la comunitaria, por ejemplo), las personas que dicen pertenecer a una
organización religiosa son tan solo un tercio de media. España se está
aproximando a esa situación. Es más (y esto es lo importante) cuando preguntan
a ese 69% si cumple con los preceptos católicos, son algo más del 20% los que
dicen que van a misa habitualmente o que cumplen con dogmas habituales. Un indicativo,
muy fiable, son las personas que señalan la casilla en la Declaración del IRPF,
para que se financie la Iglesia católica, año tras año no pasan del 35%. Las
personas que se declaran ateos o agnósticos, ya superan el 25% y entre los
menores de 40 años superan el 40%. Otro dato interesante es que -según la
Conferencia Episcopal Española-, en 2013 se bautizaron sólo al 58% de los niños
que nacieron. A pesar de ser una especie de rito de paso, de manera pagana o
religiosa, ya hay más de un 40% de los niños que no se bautizan. Es un paso
importante, el de la secularización de la sociedad, que debe ser el precedente
de una auténtica separación entre Iglesia y Estado. El Estado debe ser laico y
no mezclarse en ninguna religión concreta. El Estado debe ser neutral ante las
convicciones. Si ello lo trasladamos a la Enseñanza, a pesar de las presiones
que se ejercen en los centros sobre las familias para que éstas matriculen a
sus hijos e hijas en religión. En el curso pasado 2014-15, el número de
alumnado que asistía a clase de religión en el conjunto de las etapas y del
Estado, en los centros de titularidad pública, no pasaba del 45%. Si nos
atenemos a toda la Enseñanza, incluida la católica las cifras aumentan,
lógicamente. Y si nos centramos en el alumnado de secundaria (cuando los
chavales pueden decidir por ellos mismos), las cifras descienden muchísimo. No
pasan del 25% de media en el conjunto del Estado y en la Enseñanza
pública. Ello nos conduce a dos reflexiones. Lo haga o no el poder
político. A religión cada vez asisten menos alumnos y alumnas. Luego tendrán
que sacarlo del horario lectivo por pura lógica. En cuanto a la enseñanza
cultural y curricularmente laica, para ello queda más tiempo y dependerá no
sólo de la presión de una sociedad secularizada, sino de unas mayorías
políticas que cumplan la Constitución y que entiendan que la enseñanza es
para saber y no para creer. Por ello la “Campaña por una escuela pública y
laica. Religión fuera de la escuela” que promueven más de 50 organizaciones
sociales y sindicales de todo el Estado, desde hace más de 20 años y cuyo texto
del último Compromiso, figura al final del libro.
¿Y
la actual crisis económica, financiera y de renacer potente de los
fundamentalismos, como está influyendo, cómo piensas que puede influir en
una Europa que debería viajar hacia lo laico?
El aumento de los fanatismos
nacionalistas, económicos y religiosos es un hecho en todos los Estados
europeos y de otras partes del mundo
Aunque a lo largo del libro se hacen
referencias continuas a los “nuevos peligros” que acechan a los sistemas
educativos públicos, no sólo al español, sino a los del otros países, el
capítulo VII del libro se dedica a reflexionar -muy brevemente- sobre ello,
cito un trozo de la página 127.“El neoliberalismo educativo se basa en la
teoría del capital humano, donde se prioriza a la educación, como un “bien de
inversión”, que se ajuste a los procesos de interacción de la economía, bajo
los esquemas de libre mercado y libre elección de centro.Bajo ese
concepto, la Educación que adquieren los individuos es asumida ideológicamente
por éstos y sus familias, también por un batallón de profesores al
servicio del neoliberalismo, como una norma que posibilita la mejoría del
precio relativo de la fuerza de trabajo, de los sujetos en el
mercado. Bajo la fórmula “costo-beneficio”, donde los trabajadores
maximizan su ingreso de renta real, debido a la inversión realizada en
“Educarse” para un determinado modelo de sociedad.Estas y otras teorías del
mercado están calando profundamente en el ámbito universitario y se traslada,
poco a poco, a la Enseñanza no universitaria, destruyendo el modelo soñado de
Escuela Pública y Laica. La “doctrina del miedo”, también afecta a la
Enseñanza. Consiste en lanzar mensajes sobre la falta de recursos, las
deficiencias del Sistema público, el fracaso escolar, la educación para la
competencia y a lo largo de toda la vida, la alienación con el modelo
capitalista y liberal, la inestabilidad del empleo de los docentes, la
burocracia y el control, las evaluaciones permanentes… “Y yo añado en esta
respuesta, también los fundamentalismos religiosos forman parte del “paquete”.
Las escuelas y universidades se convierten así en verdaderos laboratorios para
las religiones y otros grupos ideológicos, donde infundir odio al otro,
nacionalismos excluyentes, temor a Dios... Y sobre todo, aprovechándose de que
en las primeras edades del individuo, (en la enseñanza infantil y primaria) es
más fácil penetrar en sus mentes con estos mensajes y esas fantasías, ya que
sus conciencias (que nacen libres) se está conformando
todavía. Europa (comunitaria y no comunitaria) no se libra de todo ello.
Religiones oficiales (y sus lados más oscuros e integristas) y el capitalismo
depredador (y -también- su lado más liberal) utilizan la Escuela, pero también
las redes sociales y las tecnologías de la información, la televisión y otros
medios. Todo vale, para difundir “doctrina de alienación del ser humano” a un
determinado Sistema competitivo, de odio o temeroso de cualquier dios. El
aumento de los fanatismos nacionalistas, económicos y religiosos es un hecho en
todos los Estados europeos y de otras partes del mundo. Se levantan muros y
fronteras para los seres humanos (aunque no para el capital, ni la
religión). Por lo tanto, entramos en una nueva era, en donde los Derechos
Humanos (si casi su nunca se respetaron) comienzan a ser “papel mojado” para
Gobiernos y poderes facticos. De ahí que una renovada movilización social
internacionalista de clase, sería lo único capaz de reconducir esta situación,
si no estamos avocados a nuevas catástrofes aun mayores de las que ya tenemos y
tuvimos en siglos pasados. De todas formas nunca hay que perder la
esperanza, ni el coraje. Y para eso hay quienes luchan desde múltiples
trincheras, como lo hicieron siempre (desde hace siglos) mucha gente, de ahí,
de esa luchas, surgieron los pequeños avances en derechos y libertades,
emancipadores.. etc.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/cruz-aulas/20151123131633122700.html
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