La primera condición que se requiere es la Inteligencia, porque
la Francmasonería no quiere soldados ciegos o ignorantes que marchen a
impulsos de la voluntad ajena, ni cuando se les diga: Marchad!; los
adeptos de la Francmasonería no son máquinas, tienen una misión que
desempeñar, y es preciso que ellos la comprendan bien y que sepan si
pueden consagrarse a ella. No es el Fanatismo lo que valora la Orden; es
el sentimiento del deber apoyado sobre la Razón lo que debemos cultivar
para ser hombres útiles a la sociedad.
La segunda condición exigida es la Rectitud,
porque no queremos sendas tortuosas, ni actos que la conciencia pueda
reprobar; el fin es noble y grande, y es preciso marchar hacia él sin
titubear. No queremos capitulaciones con la conciencia, ni restricciones
mentales, debemos ser equitativos y rectos en todos nuestros actos,
pues la Francmasonería no quiere triunfos comprados por medios ilícitos;
queremos rectitud en la vida privada y rectitud en la vida pública,
regla invariable del iniciado en todas las ocasiones y en todas sus
circunstancias.
La tercera condición que debe tener el iniciado es el Valor.
¿Por qué hemos de ocultar a los adeptos los peligros a que pueden estar
expuestos, los odios que contra ellos se suscitan y las persecuciones
de que puedan ser objeto? En la lucha siempre viva, que algunas veces
tratan de sostener por sus ideales, se necesita valor para soportarla;
el Valor es indispensable.
La cuarta condición que se impone es la de la Prudencia,
pues si el Valor es siempre necesario, no lo es menos la Prudencia, no
es justo que al exponer su reposo, su fortuna y su vida expongan las de
sus hermanos por una indiscreción. La Francmasonería no quiere
fanfarronadas, ni demostraciones inútiles o vanidosas, ella necesita de
ese Valor reflexionado que va siempre a un punto trazado y sin arrojarse
locamente a empresas fútiles. La Orden quiere que se esparza el Ideal,
que se fecundice sin descanso ni treguas y cuando el momento de la
oportunidad se presente se haga triunfar, pero no quiere que suenen las
trompetas de la victoria sin haber llegado la hora de recoger los
laureles.
La quinta condición que ha de adornar al buen Francmasón es el Amor a la Humanidad, piedra angular del edificio que está obligado a levantar: ¡Amor a la humanidad! Es a ella a quien todo debe consagrarse, ¡Atrás el egoísmo! ¡Fuera los pensamientos de personalidad! ¡El Francmasón debe inclinarse ante el interés general!,
lección sublime en que se enseña a que todo sentimiento individual debe
absolverse en el amor a la humanidad y que el bienestar de los hombres
es el único objeto de los esfuerzos constantes del verdadero Francmasón.
Tomado del Libro: HISTORIA FILOSÓFICA DE LA FRANCMASONERÍA.
Fuente: http://www.logia245.org.ve/Articulos/Cinco-condiciones-para-recibir-el-beneficio-de-la-Iniciacion-Francmasonica
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