Anthony Sayer puede haber sido elegido
como el primer Gran Maestre de la Gran Logia en 1717, pero muy poco se
conoce acerca de su vida. Steven Smith se pregunta por qué y se asombra
de que los historiadores deliberadamente le hayan ignorado. (Steven
Smith es miembro de la West Essex Round Table Lodge, No. 9310).
Dice el autor:
Casi nada se sabe acerca de Anthony Sayer
por la sencilla razón de que poco se ha investigado acerca del primer
Gran Maestre. Una explicación podría ser que se le tuviera como una
persona común y de baja posición social y por lo tanto no se consideró
lo suficientemente importante como para estudiarle.
Sin embargo este enfoque choca contra la esencia misma de la francmasonería donde todos somos hermanos e iguales.
Anthony Sayer fue electo como primer Gran
Maestre por una mayoría de manos alzadas de los miembros de las cuatro
logias (algunos dicen que eran seis logias y otros agregan algún antiguo
hermano “libre”) que se reunieron en la taberna del Ganso y la Parrilla
en St.Paul´s Church Yard el 24
de junio de 1717. Las logias previamente habían tenido una reunión en
la Tree Tavern, de Covent Garden en 1716 y habían acordado reunirse en
Gran Logia.
El Dr. James Anderson en las primeras
Constituciones de 1723 anota que en esa reunión se resolvió que se
elegiría un Gran Maestre de entre ellos “hasta que tuvieran el honor de
tener a un noble a su cabeza”.
Anderson se refiere a Sayer como a “Mr.
Anthony Sayer, Gentleman”. La carencia de más información acerca de
quién era y a qué se dedicaba ha dado lugar a las especulaciones de
quienes sospechan que Sayer no contaba con medios financieros. Y
ciertamente se ha sugerido que al no ser una persona con algún contacto
con la aristocracia, por tanto debía de ser de baja posición social.
Caída en el descrédito
Todo el asunto ha quedado empañado por el
hecho de que Sayer efectivamente tuvo que solicitar asistencia
caritativa a la Gran Logia. Y esto quedó registrado en un cierto número
de ocasiones en las actas de la Gran Logia, así como en qué medida fue
asistido en algunas ocasiones. Las razones de Sayer para solicitar
asistencia no se conocen pero puede ser que sencillamente hubiera
quedado atrapado en el rayo más bajo de la rueda de la fortuna.
Está también registrado que se le acusó
de prácticas clandestinas e irregulares en relación al Oficio aunque más
adelante se pudo constatar que sus acciones no eran más que irregulares
por lo que fue debidamente amonestado.
Sayer acabó trabajando como Tyler (
cubridor) de su logia hasta su muerte, después de haber dejado el
sitial de Gran Maestre y en el interín fue también Primer Gran Vigilante
y Vigilante de su propia logia.
Esto se ha considerado como un
descrédito, en opinión de algunos comentaristas, con otros detractores
que afirman que fue un “nadie” incapaz de sostener su posición en el
Oficio, y que en efecto fue superado por quienes eran más nuevos que él.
La otra cara de la moneda
Si todos esos hechos son interpretados en
el verdadero espíritu de la francmasonería, con una mente abierta y
caritativa, el punto de vista contrario también puede ser cierto.
Puede argumentarse que Sayer se mantenía
en tan alta estima entre sus hermanos y compañeros que fue electo por la
mayoría de los hermanos presentes como la mejor persona para ese
trabajo.
Y al menos, si ese no hubiera sido el
caso, puede decirse que amablemente se ofreció para lo que
indudablemente fue un rol importante y difícil, supervisando el nuevo
concepto de unir y colocar todas las logias bajo un mismo paraguas-un
concepto que ha sobrevivido a la caída de poderosos imperios y a la
destrucción por efecto del tiempo.
Otro punto a considerar es la humildad de
Sayer. Cuando tuvo la necesidad de asistencia, no dudó en solicitarla.
De la misma forma, no se sintió menoscabado en trabajar en el puesto de
Tyler, cuando antes había sido Gran Maestre.
Su desgracia no lo hizo apartarse del
Oficio y bien podría decirse que Sayer debería ser tomado como un
modelo para la francmasonería actual.
Cuando dejó esta vida por la Gran Logia
superior, a fines de 1741, Sayer fue sepultado en la Iglesia de St.
Paul, Covent Garden, en enero de 1742.
Una prueba posterior de la estima en la
cual era mantenido por sus pares es el artículo registrado por un
periódico contemporáneo que consignó:
“Hace pocos días falleció a los 70 años
Mr. Anthony Sayer, quien fuera Gran Maestre de la Más Antigua y
Honorable Sociedad de los masones Libres y Aceptados en 1717. Su ataúd
fue seguido por un gran número de gentlemen de la mejor calidad de esa
Honorable Sociedad, desde la taberna Shakespears Head en la Piazza de
Covent Garden y decentemente enterrado en la iglesia de Covent Garden.”
Puede haber algunas razones para que el
linaje de Sayer no se haya podido trazar y una no menos importante es
que como los registros de la época no han sobrevivido, obliga a los
investigadores a considerar esto como un punto muerto.
Con todo, puede deducirse que si bien el
nombre de familia, “Sayer”, era bastante común en el sud de Inglaterra
para esa época, el de bautismo cristiano “Anthony” lo era menos y hasta
podría considerarse como más continental en sabor.
Podría haber sucedido perfectamente que
Sayer no hubiera nacido en Inglaterra. Muchas personas de aquellos
tiempos eran inmigrantes que al radicarse allí cambiaban sus nombres.
Y es notable que al menos dos personas
que están enterradas en la iglesia de St. Paul estaban dentro de esa
categoría: Grinling Gibbons( 1648-1721) y Sir Peter Lely ( 1618-1680).
Gibbons, un famoso escultor de madera
nació y se educó en Holanda en tanto que Sir Peter Lely nació en Holanda
donde originariamente se llamaba Pieter van der Faes y fue el
retratista de la corte de Carlos II.
Ambas personas habían llegado a
naturalizarse como ciudadanos de Inglaterra y ambos eran consumados
artesanos. Gibbons aparece en un retrato pintado por Sir Gorfrey Kneller
(1646-1723) sosteniendo un par de compases y contemplando las
proporciones de un busto clásico que representa la muerte.
Seguramente que hay otros hechos que
pueden descubrirse acerca de Sayer. Quizás los investigadores puedan dar
acerca de él una mirada profunda en el curso de la historia europea
antes de confinarlo a la historia masónica.
Quizás necesitemos comenzar otra vez con
los hechos que tenemos y volver a considerarlos con mente abierta y a
una nueva luz; por caminos de investigación que todavía no se han
recorrido. Ese enfoque podría eventualmente descubrir el verdadero “Mr.
Anthony Sayer, gentleman”, que en los ya cercanos 300 años de la Gran
Logia, quizás sea lo que más ha perdurado.
Más importante, es que no olvidemos los
valores que debemos sostener como parte de nuestro Oficio y recordar
cuales son las verdaderas razones para ser un masón.
Fuente: http://lautaro.org.ve/biblioteca/biografias/de-la-a-a-la-e/anthony-sayer/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario