Proverbio egipcio

“El reino de los cielos está dentro de ti; aquel que logre conocerse a sí mismo, lo encontrará” Proverbio egipcio

viernes, 8 de mayo de 2015

La Lanza Longinos de Hitler

Batalla de Poiteirs entre cristianos y musulmanes, supuestamente
ganada por los primeros porque el Caudillo Carlos Martel portaba la Lanza Longinos
Santa Lanza o “Lanza Longinos” fue el arma que atravesó a Cristo una vez hubo fallecido en la Cruz. Muchas leyendas nacieron a partir de entonces con esta lanza, asegurando que quién la poseyera tendría el poder de levantar imperios. Aunque algo así despertaría los apetitos de muchos conquistadores, también albergaba una maldición, augurando que aquel que perdiese la lanza encontraría una muerte segura.
Origen de la Lanza Longinos
1ª Leyenda:
Los primeros datos conocidos de la Santa Lanza se remontan al llegar a las manos del comandante tebano San Mauricio alrededor del siglo III o IV d.C, aunque apenas se sabe nada de su relación. Realmente el primer personaje importante en poseer la Lanza Longinos fue el Emperador Constantino de Roma, que sostuvo la pieza como talismán en la Batalla del Puente Milvio justo en el momento en que se apareció la cruz cristiana sobre el cielo, obligando su líder a pintarla en los escudos de sus tropas antes de la inminente victoria.
A continuación el caudillo franco Carlos Martel portó la Santa Lanza en la Batalla de Poiteirs en el año 732, donde los cristianos consiguieron uno de sus primeros triunfos militares contra los invasores musulmanes. Carlomagno se hizo con el objeto en el siglo IX, llevando consigo la lanza a lo largo de 47 campañas y triunfando en todas ellas victoriosamente; pero como decía el mito acabó víctima de la leyenda, pues tras perder la lanza al dejarla caer accidentalmente en Aix-la-Chapelle, murió en el año 814. La Santa Lanza esta vez pasó a Heinrich el Cazador o Enrique el Pajarero, fundador de la Casa de Sajonia; reliquia que perteneció durante cinco generaciones a dicha família hasta llegar a los Hohenstauffen de Suabia. Federico Barbarroja se apropió entonces de la Lanza Longinos que le proporcionó la victoria en la conquista de Italia y en la abdicación del Papa, algo que le facilitó el formar un gran imperio; sin embargo cometió el mismo error que Carlomagno, pues la lanza se le cayó en 1190 mientras vadeaba el Río Cidno en Asia Menor, precisamente perdiendo la vida allí mismo al perecer ahogado.
2ª Leyenda:
Inicialmente la Santa Lanza fue descubierta en Antioquía (Turquía) durante el año 1098 en la Primera Cruzada a Tierra Santa. La leyenda cuenta que los cruzados quedaron cercados en la ciudad por tropas sarracenas con imposibilidad de escapar. Después de estar tres semanas resistiendo sin comida ni agua, comprendieron que sólo les quedaba la opción de rendirse y morir cautivos o aguantar hasta el final. Inesperadamente entonces, un campesino llamado Pedro Bartolomé, tuvo una visión milagrosa de San Andrés indicándole donde se encontraba la Santa Lanza. El campesino acompañado por tropas entró en la iglesia de San Pedro y juntos excavaron en el lugar señalado. Asombrosamente allí encontraron una lanza mohosa que identificaron como el arma que atravesó a Jesucristo. Sorprendentemente los cruzados enarbolando la Lanza Longinos rompieron el cerco y vencieron a los sarracenos.
La Lanza Longinos y la II Guerra Mundial
Cuando Adolf Hitler era un joven pintor vendedor de postales que vagabundeaba por Viena, se fijó por primera vez en la Lanza Longinos en 1909 durante una visita al el Museo Hofburg. La lanza pertenecía en aquellos momentos a la Casa de los Habsburgo, es decir, la monarquía de Austria liderada por Francisco José I. Desde entonces y muy frecuentemente el joven Adolf Hitler empezó a visitar el museo, quedándose horas embelesado mirando aquella lanza.
El sueño de Hitler de poseer la lanza se hizo realidad cuando en 1938 el Tercer Reich se anexionó Austria. Entonces el Führer ordenó trasladar la Lanza Longinos a Alemania. La Santa Laza fue colocada en el Museo de la Guerra de Nuremberg, aunque poco después se la instaló en la Cripta de Santa Calina, lugar tradicional de las batallas clásicas protagonizadas por los Maestros Cantores de Nuremberg en la Edad Media. La Lanza Longinos fue puesta bajo custodia de un grupo selecto de hombres armados de las SS al mando del doctor Ernst Kaltenbrunner, cuyo elevado rango era el jefe de la seguridad alemana. Únicamente la entrada a la Cripta de Santa Catalina estaba permitida a la Sociedad Thule que se había incorporado a la Oficina de Ocultismo SS del Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, siendo uno de los invitados de honor al recinto el doctor y astrólogo Karl Haushofer.
Sin dudarlo Hitler inició el uso de la lanza para formar su imperio en la Segunda Guerra Mundial. Bajo el ambicioso plan de tener bajo su órbita e influencia a todas las naciones el mundo, Alemania invadió Francia, Polonia, Checoslovaquia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Grecia, Yugoslavia, Ucrania, Letonia, Lituania, Estonia, Luxemburgo, Bielorrúsia, Egipto y Rusia Occidental, entre otros. Según la leyenda, sin la Lanza Longinos esto no hubiera sido posible.
Pero como era tradición Hitler acabó igual que sus antecesores Carlomagno o Federico Barbarroja. El 13 de Octubre de 1944 aviones norteamericanos bombardearon duramente la ciudad de Nuremberg, destruyendo una bomba ese día parte de la cripta donde se hallaba la Lanza Longinos. Hitler ordenó que la lanza fuera trasladada a los sótanos de una escuela en Panier Platz. Durante el traslado el 30 de Marzo de 1945, los soldados alemanes confundieron la espada de San Mauricio con la Santa Lanza, por lo cual la reliquia no fue evacuada. Mientras tanto el III Ejército de Estados Unidos al mando del general George Patton había rodeado la ciudad de Nuremberg, conquistándola los americanos el 20 de Abril. La Compañía C del 3º Regimiento liderada por el teniente William Horn se le encargó la sagrada misión, por orden de Patton, de encontrar la Lanza Longinos en Nuremberg. Para confundir a la Compañía C los alemanes manifestaron que la reliquia había sido lanzada al Río Zell en Salzburgo, sin embargo el 30 de Abril de 1945, el teniente Horn entró en la Cripta de Santa Catalina y encontró la Lanza Longinos en un lecho de terciopelo rojo. Asombrosamente el mismo día de la pérdida de la lanza, Adolf Hitler se suicidó en su búnker de Berlín ante el cerco de las tropas soviéticas, cumpliéndose de ese modo la profecía.
Cuando el devoto católico general Patton se hizo con la Lanza Longinos, aquel fue el instante en que salió a luz el conocimiento de la bomba atómica que daría el poder total a los Estados Unidos, volviéndose de nuevo la leyenda en realidad a favor de los norteamericanos. Precisamente aquel año se lanzaron las bombas atómicas en Japón sobre Hiroshima y Nagasaki que dieron la victoria absoluta en la Segunda Guerra Mundial a Estados Unidos. Al comenzar la postguerra, la Austria independizada pidió al nuevo gobierno provisional de Alemania el retorno de la Lanza Longinos, pero los alemanes se negaron. Dwith Eisenhower, comandante en jefe de las fuerzas de ocupación en Europa, zanjó la cuestión obligando a Alemania a devolver la Santa Lanza a sus antiguos dueños. Con la incorporación de la Lanza Longinos de nuevo al Museo Hofburg de Viena, Patton se quedó sin poder disfrutar más de la sagrada reliquia, muriendo poco después en un accidente de coche. Aquella fue la última vez que se cumplió la maldición oscura de la lanza que atravesó a Cristo.
Décadas después de la Segunda Guerra Mundial, la Lanza Longinos se quedó en el Museo Hofburg de Viena en el mismo sitio donde Hitler la vió de joven por primera vez, estando a la espera de ser su poder utilizado para cobrarse la siguiente víctima.

Bibliografía:
Jesús Callejo, Hitler y la Lanza de Longinos, Más Allá Monográfico (2001), p.62-65
Tomado de: -http://www.eurasia1945.com/varios/mistica-e-investigacion/la-lanza-longinos-de-hitler/

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