Los masones ocuparon, desde su aparición, un lugar
central en los principales hechos de la humanidad y de cada uno de los
pueblos en los que sus logias funcionan. Desde José de San Martín (Logia
Lautaro) y Manuel Belgrano (Gran Logia), como principales impulsores de
las campañas libertadoras en toda América latina, hasta Domingo
Sarmiento con la ley Nº 1.420 de educación universal, obligatoria,
gratuita y laica; los miembros de esa agrupación están inscriptos
también en la historia argentina. Sin embargo, fuera de las menciones
esporádicas en los libros, poco se conoce sobre las actividades de los
miembros de las logias. Un fuerte enfrentamiento de la Iglesia católica
con los masones generó que exista una gran cantidad de mitos respecto a
sus rituales y prácticas.
Días atrás estuvo en Santa Fe el gran maestre Nicolás
Orlando Breglia –la máxima autoridad nacional de los masones– y dialogó
con Diario UNO sobre el pasado y el presente de las logias, los
prejuicios que rodean a la masonería y el proceso de apertura a la
comunidad que están teniendo desde hace unos años.
El motivo de su visita fue encontrarse con las logias de
Santa Fe y Entre Ríos y participar de la presentación de “Logia Armonía.
Masones y librepensadores en la esfera pública. Santa Fe, 1889-1921”
(Ediciones UNL). “El libro trata fundamentalmente el desarrollo de la
política de la masonería que apuntó a la educación y el rol en la
fundación de la Universidad Nacional del Litoral y en la Reforma de
1918”, explicó.
La Nº 99 Armonía es una de las logias que funciona, en la
actualidad, en Santa Fe. Fue fundada el 25 de enero de 1890 y desde
entonces su trabajo ha sido ininterrumpido. Pero no es la única, también
están las logias Nº 21 Estrella del Progreso (que estuvo inactiva
durante algunos años pero fue reactivada) y la Nº 513 Nicasio Oroño.
A la Nº 21 perteneció Nicasio Oroño, quien durante su
mandato como gobernador santafesino impulsó, en 1867, dos leyes
fundamentales: la ley de Secularización de Cementerios, y la ley de
Matrimonio Civil. Medidas fieles al espíritu laicista y progresista de
la masonería. Fue el primer paso que se dio en el país.
Esas acciones no pasaron desapercibidas ni fueron bien
recibidas en los sectores más conservadores. El entonces el obispo José
María Gelabert se expresó abiertamente en contra y lideró una fuerte
oposición. De hecho, dijo que el mandatario santafesino debía ser
excomulgado.
Inicios y objetivos
Breglia se refirió a la misión de la masonería y a los
desafíos que han tenido que enfrentar en cada período de la historia.
También habló de los prejuicios que tiene parte de la población sobre
los integrantes de las logias, pero destacó que, pese a las posturas de
grupos conservadores, la apertura que tuvieron en los últimos años está
ayudando a cambiar eso.
“La masonería, fundamentalmente, es una escuela de conducta
y de conocimiento. Exige a sus miembros llevar una conducta ética y los
obliga a incorporar conocimientos hasta el final de sus días. Eso es
pulir la piedra bruta”, explicó Breglia.
Y agregó: “Si un masón llega a la función pública nosotros
garantizamos muchas cosas pero hay dos que son fundamentales. Primero el
conocimiento. Esa persona se va a cultivar y va a saber qué es lo que
hace. Y, lo segundo, conducta. Si nosotros vemos que se aparta de lo que
corresponde, los primeros que lo vamos a sancionar y expulsar somos
nosotros”.
El gran maestre explicó que una idea central que rige el
accionar de los masones es que “el fin no justifica los medios”. La
ideología es republicana, laica, democrática y social. “Buscamos una
sociedad igualitaria en libertad. Queremos que todo el mundo tenga
derechos y que esos derechos estén garantizados”, sostuvo.
“El perfeccionamiento, tanto intelectual como moral y
físicamente, se hace a través del trabajo. Y ese es un deber pero
también un derecho. La persona que no tiene trabajo tiene el derecho de
reclamarle a las autoridades que se lo den porque, de esa forma, va a
poder vivir con dignidad”, manifestó Breglia.
Aunque aclaró: “Nosotros no hacemos caridad. Sí,
filantropía. Si una persona necesita un pescado para comer y saciar su
hambre en el día se lo damos pero después le enseñamos a pescar. Para
que, con dignidad, se lo gane y pueda ir para adelante”.
Por otro lado, remarcó que los masones no son un partido
político y que no hacen, como institución, política. “Pero sí formamos
al ser humano y al republicano para que salga a la sociedad y pueda
asumir posiciones de liderazgo. Si el masón camina por los partidos
políticos o las organizaciones sociales para realizar su trabajo está
bien”, indicó.
En ese sentido, aclaró que dentro de las logias hay un
amplio espectro ideológico, que va desde la izquierda a la derecha, por
lo que pueden convivir respetuosamente. De todas maneras, resaltó que
para ser masón no se pueden sostener posturas extremistas. “Por ejemplo,
no puede ser masón un nazi, un fascista, un falangista o un
stalinista”, marcó.
El presente
Si bien en la historia tuvieron un medido reconocimiento,
los masones hoy pasan mucho más desapercibidos. Incluso hay quienes
creen que dejaron de existir y desconocen que sus prácticas y templos
siguen vigentes en distintos puntos de la ciudad.
—¿Dónde están hoy los masones?
—Los masones estamos volviendo a la sociedad. Tuvimos un
proceso de retroceso que comenzó lentamente a partir de la Revolución
del 30. Ahí aparecieron, por primera vez en Argentina, ideas de un
dogmatismo fascista que nos fue persiguiendo y acorralando. Un poco por
incapacidad de los masones del momento y, otro poco, por esa fuerte
presencia que se traducía en una alianza de los sectores más
reaccionarios de la Iglesia con los de las Fuerzas Armadas, nos fuimos
relegando para protegernos y cuidar a nuestras familias. A nosotros nos
fue muy mal en las dictaduras y muy bien en las democracias.
—¿Cómo fue, entonces, el proceso de las últimas décadas, a partir de la restauración de la democracia?
—A partir de 1983, decidimos salir a tener presencia en la
sociedad. Por eso nos abrimos. Empezamos a hablar con los periodistas,
que nos trataron muy bien, y con la dirigencia política. Advertimos que
había un espacio republicano, laico, librepensador y profundamente
social que buscara consenso y unidad nacional, no enfrentamientos, que
no estaba cubierto y que era defendido por la masonería. Creemos que la
historia argentina se construyó en base a definir los buenos y los
malos. Pero si continuamos con esa posición es imposible lograr la
unidad nacional, que no es unidad electoral. Lo que planteamos es
ponernos de acuerdo en determinados objetivos y desarrollar el país
integrándolo regionalmente para asumir posiciones de liderazgo a nivel
internacional.
Al respecto aclaró que la masonería enseña a despojarse de prejuicios. “Cuando hacemos eso nos damos cuenta de que las verdades absolutas no existen y que son propias de las dictaduras. Y las verdades relativas son parte de la democracia porque dependen de lo que cada uno privilegie. Hay que compatibilizar verdades y lograr objetivos comunes y nacionales. Por eso nos presentamos como un ámbito neutral de debate”, dijo.
Al respecto aclaró que la masonería enseña a despojarse de prejuicios. “Cuando hacemos eso nos damos cuenta de que las verdades absolutas no existen y que son propias de las dictaduras. Y las verdades relativas son parte de la democracia porque dependen de lo que cada uno privilegie. Hay que compatibilizar verdades y lograr objetivos comunes y nacionales. Por eso nos presentamos como un ámbito neutral de debate”, dijo.
—Antes mencionaba el enfrentamiento con la Iglesia
católica durante las dictaduras, pero ese vínculo no sanó aún, ni
siquiera en democracia. ¿A qué lo atribuyen?
—Con la mayoría de las iglesias tenemos diferencias porque
no aceptamos las verdades reveladas, tampoco el derecho divino de los
reyes. Nosotros decimos que la relación de mando y obediencia no la
determina Dios sino el pueblo. Y, desde ese punto de vista, introdujimos
la soberanía popular, algo por lo que también fuimos condenados.
“No estamos en contra de la Iglesia pero sí tuvimos muchos enfrentamientos con la jerarquía política de la Iglesia. Pero en el ámbito político, no en el religioso”, marcó.
“No estamos en contra de la Iglesia pero sí tuvimos muchos enfrentamientos con la jerarquía política de la Iglesia. Pero en el ámbito político, no en el religioso”, marcó.
Derribando mitos
Por último, el gran maestre respondió a los prejuicios más
comunes que aún hoy circulan entre los argentinos respecto al accionar y
los valores que defienden los masones.
—Entre los preconceptos que se escuchan habitualmente aparece que son una secta.
—No somos una secta porque no somos religión. Nosotros nos
desarrollamos en el ámbito terrenal y temporal. Y las sectas se
desarrollan en el ámbito espiritual y trascendente. Desde ese punto de
vista, no tenemos nada que ver. Nosotros nos ocupamos de la perfección
del ser humano desde que nace hasta su muerte.
—¿No aceptan las religiones?
—Hay muchas condenas en contra de la masonería. Ninguna por
no creer en Dios o por diferencias religiosas. Nos han condenado por
ser laicos, por creer en la separación de la Iglesia y el Estado, por
creer que todas las religiones tienen un nivel de igualdad. Nosotros
creemos en las religiones y las propiciamos. Decimos que los hermanos
pueden practicarlas pero para el masón todas las religiones son válidas.
Consideramos que hay un Dios único, que es de los judíos, de los
musulmanes y de los cristianos. Pero también aceptamos y respetamos a
los que no creen.
—¿Ven un cambio en la Iglesia católica a partir de que Jorge Bergoglio fue designado como Papa?
—No tenemos ningún enfrentamiento con Bergoglio. Al
contrario, el Papa aparece levantando nuestras banderas. Cuando sube
dice que es republicano, laico, democrático y anticlerical. Por todo eso
a nosotros nos sancionaron y excomulgaron. Si él levanta nuestras
banderas, después de habernos combatido durante tanto tiempo, me doy
cuenta de que la Iglesia está reviendo su posición.
—¿Y con el judaísmo y los musulmanes qué relación tienen hoy?
—Nosotros tenemos hermanos judíos y musulmanes. Y tenemos
buena relación con las organizaciones judías y con el centro islámico.
Nosotros creemos en una concepción realmente integradora y ellos nos
aceptan.
—¿Aceptan mujeres?
—Hay que entender el proceso de creación de la masonería.
Al principio es una masonería operativa integrada por hombres que eran
los que conocían el secreto de la construcción. En 1717, se transformó
en una masonería especulativa, que empezaba a trabajar el templo
interior e incorporó miembros de otras profesiones como filósofos y
políticos. Esas son etapas donde la mujer no tiene participación en la
sociedad, estaba marginada. Entonces, como toda organización, tiene
leyes a nivel mundial y es complejo cambiarlas. Por lo tanto, como la
presencia de la mujer es una realidad pero no podemos integrarlas, las
ayudamos a crear sus logias. En este momento hay dos grandes que
trabajan en todo el país.
En ese sentido, indicó que si una mujer ingresa a la web la
Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones
–www.masoneria-argentina.org.ar–para solicitar admisión es derivada a
las logias de mujeres; y que también les prestan los templos para sus
ceremonias.
“Ellas nos dicen que no quieren trabajar con nosotros
porque la mujer es más tenaz y disciplinada que el hombre. Hemos hecho
actos en Tucumán y Salta, donde hay logias femeninas, y es mucho más
grande la participación de las mujeres. De todas formas, creemos que en
un futuro no muy lejano es muy factible que nos integremos. Pero por
ahora tenemos que respetar la ley internacional, solo nos integramos en
las organizaciones paramasónicas”, marcó.
—¿También aceptan gays?
—Cuando subimos en 2008 lo primero que hicimos fue buscar a
un hermano al que habían echado por ser gay. Él nos contó que hacía 30
años que estaba en pareja y nos preguntó a qué habíamos ido. Le dijimos
que queríamos ofrecerle la presidencia de una logia. Ahora tenemos
hermanos que son gays. Luchamos contra todo tipo de discriminación y
apoyamos el matrimonio igualitario cuando se discutió en el Congreso.
—¿Por qué hay masones que no dicen abiertamente que lo son?
—El problema es de protección. Ahora hay una cierta
amplitud pero en la Argentina hay varias Argentinas. Hay una progresista
como en Santa Fe, Entre Ríos, la provincia de Buenos Aires, Mendoza o
Córdoba. Pero hay otras zonas que tienen gobiernos feudales donde ser
masón es un problema. Son perseguidos, los echan del trabajo. El
problema es que cuando viene la persecución no es solo al masón sino que
van también contra su mujer y sus hijos.
—Otro punto que genera mucha intriga y especulaciones son los rituales de iniciación.
—No tienen ningún riesgo físico, son todas alegorías del
pasado. El ritual es disciplina. A través de él aprendemos a escuchar,
algo difícil para el ser humano. Es un ritual que nos enseña que no hay
verdades absolutas y que podemos vivir con otras verdades. Es una
especie de bautismo. En la religión católica ese sacramento significa
muerte y resurrección. La muerte del pecado original y la aparición del
hombre virtuoso. Para nosotros la iniciación es la muerte de las
pasiones profanas, como llamamos a lo que está fuera del templo, y el
ingreso a una nueva cosmovisión donde impera la verdad y el derecho a la
palabra. Se invita al masón a combatir la ignorancia, la hipocresía y
la ambición.
Por Victoria Rodríguez / Diario UNO Santa FeFuente: http://www.unosantafe.com.ar/santafe/Masoneria-el-resurgir-de-una-sociedad-que-ha-hecho-historia-20150405-0008.html
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