Tres siglos antes de su
independencia, se había iniciado en Latinoamérica un proceso sistemático de
destrucción del orden social y político de los pueblos originarios mediante una
conquista que no duró más de sesenta años, y sobre la que se construyó una
leyenda épica que narra como unos pequeños grupos de soldados españoles y
portugueses sometieron a grandes imperios y aguerridas alianzas tribales por
las armas, la diplomacia y la política, a todo lo largo y ancho de un
territorio dos veces más grandes que Europa. Muy lejos de lo anterior, la
realidad es que tres grandes acontecimientos posibilitaron esta rápida y
arrolladora conquista: el regicidio de los monarcas de los dos más grandes
imperios de América y diez pandemias simultáneas. A saber:
1) La tortura y
ahorcamiento del gobernante Cuauhtémoc, después de la toma de Tenochtitlan,
capital del imperio Azteca, el 30 de junio de 1521 por Hernán Cortés, en el
actual México, con la ayuda de 200.000 indígenas al mando de los señores de
Cempoala, Texcoco y Tlaxcala, aprovechando pugnas locales;
2) La emboscada y captura con engaños al Inca Atahualpa, emperador del Tahuantinsuyo, el 16 de noviembre de 1532, y posterior ejecución el 26 de julio de 1533, por parte de Francisco Pizarro, en Cajamarca, actual Perú; y
3) La muerte durante los 60 años de la conquista del 90% de los nativos por la viruela, el sarampión, la influenza, la peste bubónica, la difteria, el tifus, la escarlatina, la varicela, la fiebre amarilla y la tos convulsiva, que trajeron los españoles y portugueses, para las cuales el sistema inmunológico de los indígenas no estaba preparado. Consolidada la catástrofe, el asentamiento de los imperios español y portugués, y el sometimiento a las leyes de los conquistadores, la mayor parte de Europa se benefició de manera significativa con las riquezas de América, en especial con su oro y su plata, y se maravilló con sus productos, de los cuales el tomate, la papa, el tabaco, la quina y el cacao, son apenas unos cuantos ejemplos de los que tuvieron un enorme impacto en las economías y las costumbres europeas. A finales del siglo XVIII un pequeño rocío de Logias inglesas y francesas se esparció sobre el hemisferio occidental sin mayor trascendencia para Latinoamérica. Pero las gotas se hacen ríos a raíz de las abdicaciones de Bayona de Fernando VII, la posterior insurrección contra José Bonaparte y la aparición en España de Las Juntas “de Gobierno”, “Supremas”, “Revolucionarias” y “Provinciales”, así como de las “Cortes de Cádiz”, entre 1808 y 1812. A partir de allí, viajó al nuevo mundo un puñado de Masones con la misión especial de promover “Gritos de Independencias” que impidieran la circulación de bienes a la España bonapartista y juraran lealtad al "augusto y desgraciado Monarca Don Fernando VII", a quien en ese entonces llamaban “El Deseado”. De esta manera, se crearon entre 1808 y 1814 Juntas de Gobierno en los actuales países de México, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Argentina, Chile, Paraguay, El Salvador y Perú, por "Comisionados Regios", alguno de ellos Masones, integradas por miembros de una burguesía ilustrada y comercial mestiza local, que aunque al principio no fueron separatistas, bebiendo de las mieles de una mayor soberanía, buscaron la independencia total, para instaurar estados nacionales, también a la manera de los que se concebían en el viejo continente, encontrándose con la férrea oposición y el absolutismo de Fernando VII tan pronto recuperó el trono y a quien ahora llamaban “ El Rey Felón”. Entonces vino la sangrienta pacificación de las colonias americanas de 1814 a 1820 encargada al Masón Pablo Morillo, que dejó a su paso una larga estela de Masones americanos arrestados, fusilados y ahorcados y de Logias clausuradas. Al arreciar la rebelión, fue una suerte para los independentistas que el también Masón Rafael del Riego decidiera en 1820 no cruzar el Atlántico para enfrentar a los libertadores Simón Bolívar, José de San Martín, Etc., y en cambio se quedara en la península proclamando la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa” o “La Constitución de Cádiz”. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, fue ahorcado y posteriormente decapitado en Madrid, luego de haber caído prisionero por una traición. En este camino, los mejores socios que podían encontrar los sublevados eran los rivales comerciales de España, que para esas fechas eran los franceses y los ingleses. Ellos arribaron en sus navíos con dos nuevas clases de Masones que terminaron nucleando en nuevas Logias a las clases independentistas criollas, ya sea por interés económico o por vocación libertaria. En consecuencia, una vez consolidada la nueva alianza, los Masones en Latinoamérica, discurriendo como ingleses en lo económico y pensando como franceses en lo político, propugnaron por la adopción de medidas liberales sobre libertad de comercio, regímenes aduaneros, abolición de la esclavitud, tributación, presupuestos nacionales, empréstitos, Etc., que requerían la existencia de un estado, que poco a poco fue consolidándose hasta que, llegado el siglo XX, las dos grandes guerras mundiales y sus posteriores instituciones multilaterales, políticas y financieras, el desaparecimiento del imperio francés, la reducción del señorío británico, y la bipolaridad que le siguió, dibujaron un nuevo paisaje de endeudamientos impagables y agitación social, al que continuó la adopción del modelo neoliberal. Y en esas estamos. Brasil no ofrece una historia muy diferente a la de los Masones girando en torno a las luchas entre criollos y portugueses alrededor del tema económico, para luego tener un papel protagónico en la abolición de la esclavitud, la proclamación de la república y la independencia nacional, salvo que es el único país en la región que contó con dos Reyes como Grandes Maestros, al estilo de algunos reinos europeos. En este caso se trató de Pedro I de Brasil y IV de Portugal, quien independizó a Brasil de Portugal y se proclamó Emperador de Brasil. Se Inició el 5 de agosto de 1822 y se instaló a los dos meses como el segundo Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil. Dignidad que ocupó dos veces, y una vez más su hijo, Pedro II. Llama la atención que Pedro I eligió como nombre simbólico Masónico el de “Guatimozín”, que era el dado por los españoles a Cuautémoc, último gobernante azteca de Tenochtitlán, en México, a quien Cortez, apresó, quemó mojándole los pies y manos para luego prenderles fuego y finalmente ahorcarlo. Hoy el Gran Oriente de Brasil es una Obediencia masculina que cuenta con más de 97.000 miembros, repartidos en 2.400 Logias, y la presencia de la Masonería en Brasil está tan extendida, que entre antiguas, nuevas, masculinas, femeninas, mixtas, “regulares”, “liberales”, Etc., en sus veintiséis estados y un Distrito Federal deben existir por lo menos 200 Obediencias Masónicas. Mientras tanto, en México se presentan dos de los hechos más relevante que distinguen a la Masonería liberal, y que no han sido suficientemente reconocidos por la historiografía de la Orden, con frecuencia eurocéntrica: 1) Se constituye el Rito Nacional Mexicano bajo el Supremo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano el 22 de agosto del año de 1825 y se crea la “Gran Logia Nacional Mexicana "La Luz", que por primera vez en la historia ofrece la Iniciación Masónica en igualdad de condiciones a la mujer con el hombre. Se anticipó siete décadas a la Orden Masónica Mixta Internacional “El Derecho Humano”, y 2) En 1865, el Rito Nacional Mexicano deja de trabajar "A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo", y lo hace "Al triunfo de la verdad y al progreso del género humano". Siete años antes que lo hiciera el Gran Oriente de Bélgica y doce años antes que el Gran Oriente de Francia. Los lazos entre los Masones españoles y los latinoamericanos solo se reanudarían a partir de 1870 con la presencia de Logias del Gran Oriente Español en Cuba, Puerto Rico y Argentina, sobre todo, y se interrumpieron una vez más en el siglo XX por las dos Guerras mundiales y el franquismo. Pero serían ejemplares durante la dictadura de Franco (1939 – 1975) al brindar los mexicanos hospitalidad al Grand Oriente Español y al Supremo Consejo del Grado 33 para España en el exilio. Algunos Masones españoles se afiliaron a Grandes Logias mexicanas y algunos Talleres conformados por españoles no regresaron después de la “transición democrática”, como es el caso de la logia "Luz hispánica" que aún hoy sigue jurisdiccionada a la Gran Logia Valle de México. Actualmente Latinoamérica está pensando más autónomamente y un planteamiento de integración latinoamericanista muy crítico con los ejes doctrinales y diplomáticos del modelo Masónico anglosajón y con la geopolítica de la Orden se impone. En esta dinámica, las grandes distancias, el valor de las divisas y los altos costos de desplazamiento son retos internos que permanentemente hay que superar. Salvo el caso del Gran Oriente de Brasil, con unos 97.000 Masones, la Gran Logia de Cuba, con 12.000, la Gran Logia de Bolivia con 5.000, y algún otro país, la región no es escenario de Obediencias muy numerosas al estilo de las históricas de Inglaterra, Francia e Italia, ni de oficialmente multilingües como la Gran Logia Alpina de Suiza cuyas Logias trabajan oficialmente en cuatro idiomas dentro del mismo país. Tampoco ninguna ha defendido la monarquía como forma de gobierno. En este sentido, y a la manera propia de cada una, las Confederaciones Masónicas Latinoamericanas están buscando ser Talleres de pensamiento social dirigidos a repensar permanentemente la realidad regional con un enfoque claramente humanista. Ya sea en el ámbito de influencia anglosajona o en el de la Masonería progresista.
2) La emboscada y captura con engaños al Inca Atahualpa, emperador del Tahuantinsuyo, el 16 de noviembre de 1532, y posterior ejecución el 26 de julio de 1533, por parte de Francisco Pizarro, en Cajamarca, actual Perú; y
3) La muerte durante los 60 años de la conquista del 90% de los nativos por la viruela, el sarampión, la influenza, la peste bubónica, la difteria, el tifus, la escarlatina, la varicela, la fiebre amarilla y la tos convulsiva, que trajeron los españoles y portugueses, para las cuales el sistema inmunológico de los indígenas no estaba preparado. Consolidada la catástrofe, el asentamiento de los imperios español y portugués, y el sometimiento a las leyes de los conquistadores, la mayor parte de Europa se benefició de manera significativa con las riquezas de América, en especial con su oro y su plata, y se maravilló con sus productos, de los cuales el tomate, la papa, el tabaco, la quina y el cacao, son apenas unos cuantos ejemplos de los que tuvieron un enorme impacto en las economías y las costumbres europeas. A finales del siglo XVIII un pequeño rocío de Logias inglesas y francesas se esparció sobre el hemisferio occidental sin mayor trascendencia para Latinoamérica. Pero las gotas se hacen ríos a raíz de las abdicaciones de Bayona de Fernando VII, la posterior insurrección contra José Bonaparte y la aparición en España de Las Juntas “de Gobierno”, “Supremas”, “Revolucionarias” y “Provinciales”, así como de las “Cortes de Cádiz”, entre 1808 y 1812. A partir de allí, viajó al nuevo mundo un puñado de Masones con la misión especial de promover “Gritos de Independencias” que impidieran la circulación de bienes a la España bonapartista y juraran lealtad al "augusto y desgraciado Monarca Don Fernando VII", a quien en ese entonces llamaban “El Deseado”. De esta manera, se crearon entre 1808 y 1814 Juntas de Gobierno en los actuales países de México, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Argentina, Chile, Paraguay, El Salvador y Perú, por "Comisionados Regios", alguno de ellos Masones, integradas por miembros de una burguesía ilustrada y comercial mestiza local, que aunque al principio no fueron separatistas, bebiendo de las mieles de una mayor soberanía, buscaron la independencia total, para instaurar estados nacionales, también a la manera de los que se concebían en el viejo continente, encontrándose con la férrea oposición y el absolutismo de Fernando VII tan pronto recuperó el trono y a quien ahora llamaban “ El Rey Felón”. Entonces vino la sangrienta pacificación de las colonias americanas de 1814 a 1820 encargada al Masón Pablo Morillo, que dejó a su paso una larga estela de Masones americanos arrestados, fusilados y ahorcados y de Logias clausuradas. Al arreciar la rebelión, fue una suerte para los independentistas que el también Masón Rafael del Riego decidiera en 1820 no cruzar el Atlántico para enfrentar a los libertadores Simón Bolívar, José de San Martín, Etc., y en cambio se quedara en la península proclamando la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa” o “La Constitución de Cádiz”. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, fue ahorcado y posteriormente decapitado en Madrid, luego de haber caído prisionero por una traición. En este camino, los mejores socios que podían encontrar los sublevados eran los rivales comerciales de España, que para esas fechas eran los franceses y los ingleses. Ellos arribaron en sus navíos con dos nuevas clases de Masones que terminaron nucleando en nuevas Logias a las clases independentistas criollas, ya sea por interés económico o por vocación libertaria. En consecuencia, una vez consolidada la nueva alianza, los Masones en Latinoamérica, discurriendo como ingleses en lo económico y pensando como franceses en lo político, propugnaron por la adopción de medidas liberales sobre libertad de comercio, regímenes aduaneros, abolición de la esclavitud, tributación, presupuestos nacionales, empréstitos, Etc., que requerían la existencia de un estado, que poco a poco fue consolidándose hasta que, llegado el siglo XX, las dos grandes guerras mundiales y sus posteriores instituciones multilaterales, políticas y financieras, el desaparecimiento del imperio francés, la reducción del señorío británico, y la bipolaridad que le siguió, dibujaron un nuevo paisaje de endeudamientos impagables y agitación social, al que continuó la adopción del modelo neoliberal. Y en esas estamos. Brasil no ofrece una historia muy diferente a la de los Masones girando en torno a las luchas entre criollos y portugueses alrededor del tema económico, para luego tener un papel protagónico en la abolición de la esclavitud, la proclamación de la república y la independencia nacional, salvo que es el único país en la región que contó con dos Reyes como Grandes Maestros, al estilo de algunos reinos europeos. En este caso se trató de Pedro I de Brasil y IV de Portugal, quien independizó a Brasil de Portugal y se proclamó Emperador de Brasil. Se Inició el 5 de agosto de 1822 y se instaló a los dos meses como el segundo Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil. Dignidad que ocupó dos veces, y una vez más su hijo, Pedro II. Llama la atención que Pedro I eligió como nombre simbólico Masónico el de “Guatimozín”, que era el dado por los españoles a Cuautémoc, último gobernante azteca de Tenochtitlán, en México, a quien Cortez, apresó, quemó mojándole los pies y manos para luego prenderles fuego y finalmente ahorcarlo. Hoy el Gran Oriente de Brasil es una Obediencia masculina que cuenta con más de 97.000 miembros, repartidos en 2.400 Logias, y la presencia de la Masonería en Brasil está tan extendida, que entre antiguas, nuevas, masculinas, femeninas, mixtas, “regulares”, “liberales”, Etc., en sus veintiséis estados y un Distrito Federal deben existir por lo menos 200 Obediencias Masónicas. Mientras tanto, en México se presentan dos de los hechos más relevante que distinguen a la Masonería liberal, y que no han sido suficientemente reconocidos por la historiografía de la Orden, con frecuencia eurocéntrica: 1) Se constituye el Rito Nacional Mexicano bajo el Supremo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano el 22 de agosto del año de 1825 y se crea la “Gran Logia Nacional Mexicana "La Luz", que por primera vez en la historia ofrece la Iniciación Masónica en igualdad de condiciones a la mujer con el hombre. Se anticipó siete décadas a la Orden Masónica Mixta Internacional “El Derecho Humano”, y 2) En 1865, el Rito Nacional Mexicano deja de trabajar "A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo", y lo hace "Al triunfo de la verdad y al progreso del género humano". Siete años antes que lo hiciera el Gran Oriente de Bélgica y doce años antes que el Gran Oriente de Francia. Los lazos entre los Masones españoles y los latinoamericanos solo se reanudarían a partir de 1870 con la presencia de Logias del Gran Oriente Español en Cuba, Puerto Rico y Argentina, sobre todo, y se interrumpieron una vez más en el siglo XX por las dos Guerras mundiales y el franquismo. Pero serían ejemplares durante la dictadura de Franco (1939 – 1975) al brindar los mexicanos hospitalidad al Grand Oriente Español y al Supremo Consejo del Grado 33 para España en el exilio. Algunos Masones españoles se afiliaron a Grandes Logias mexicanas y algunos Talleres conformados por españoles no regresaron después de la “transición democrática”, como es el caso de la logia "Luz hispánica" que aún hoy sigue jurisdiccionada a la Gran Logia Valle de México. Actualmente Latinoamérica está pensando más autónomamente y un planteamiento de integración latinoamericanista muy crítico con los ejes doctrinales y diplomáticos del modelo Masónico anglosajón y con la geopolítica de la Orden se impone. En esta dinámica, las grandes distancias, el valor de las divisas y los altos costos de desplazamiento son retos internos que permanentemente hay que superar. Salvo el caso del Gran Oriente de Brasil, con unos 97.000 Masones, la Gran Logia de Cuba, con 12.000, la Gran Logia de Bolivia con 5.000, y algún otro país, la región no es escenario de Obediencias muy numerosas al estilo de las históricas de Inglaterra, Francia e Italia, ni de oficialmente multilingües como la Gran Logia Alpina de Suiza cuyas Logias trabajan oficialmente en cuatro idiomas dentro del mismo país. Tampoco ninguna ha defendido la monarquía como forma de gobierno. En este sentido, y a la manera propia de cada una, las Confederaciones Masónicas Latinoamericanas están buscando ser Talleres de pensamiento social dirigidos a repensar permanentemente la realidad regional con un enfoque claramente humanista. Ya sea en el ámbito de influencia anglosajona o en el de la Masonería progresista.
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Al recalar los vientos
de la Masonería en las playas del nuevo mundo se encontró con
estructuras socio – económicas diseñadas esencialmente para las colonias
españolas en América, y en ellas encontró un nicho para su dinámica.
A diferencia de Europa, Latinoamérica no transitó por la Edad Media ni
por el Renacimiento, ni vivió la experiencia de las Guildas y los
gremios de artesanos. Sus unidades productivas prehispánicas estaban
organizadas de manera diferente. Tampoco la historia de sus pueblos
originarios osciló al vaivén de peleas religiosas, de la Revolución
Industrial ni se fraguó en la Revolución Francesa. La Masonería, como
una noción surgida de las entrañas renacentistas de Europa, fue una idea
más de los importadas del viejo mundo que en muy poco se enriqueció con
nuestras herencias ancestrales.
Tres siglos antes de su independencia, se había iniciado en
Latinoamérica un proceso sistemático de destrucción del orden social y
político de los pueblos originarios mediante una conquista que no duró
más de sesenta años, y sobre la que se construyó una leyenda épica que
narra como unos pequeños grupos de soldados españoles y portugueses
sometieron a grandes imperios y aguerridas alianzas tribales por las
armas, la diplomacia y la política, a todo lo largo y ancho de un
territorio dos veces más grandes que Europa.
Muy lejos de lo anterior, la realidad es que tres grandes
acontecimientos posibilitaron esta rápida y arrolladora conquista: el
regicidio de los monarcas de los dos más grandes imperios de América y
diez pandemias simultáneas. A saber:
1) La tortura y ahorcamiento del gobernante Cuauhtémoc, después de la
toma de Tenochtitlan, capital del imperio Azteca, el 30 de junio de 1521
por Hernán Cortés, en el actual México, con la ayuda de 200.000
indígenas al mando de los señores de Cempoala, Texcoco y Tlaxcala,
aprovechando pugnas locales;
2) La emboscada y captura con engaños al Inca Atahualpa, emperador del
Tahuantinsuyo, el 16 de noviembre de 1532, y posterior ejecución el 26
de julio de 1533, por parte de Francisco Pizarro, en Cajamarca, actual
Perú; y
3) La muerte durante los 60 años de la conquista del 90% de los nativos
por la viruela, el sarampión, la influenza, la peste bubónica, la
difteria, el tifus, la escarlatina, la varicela, la fiebre amarilla y la
tos convulsiva, que trajeron los españoles y portugueses, para las
cuales el sistema inmunológico de los indígenas no estaba preparado.
Consolidada la catástrofe, el asentamiento de los imperios español y
portugués, y el sometimiento a las leyes de los conquistadores, la mayor
parte de Europa se benefició de manera significativa con las riquezas
de América, en especial con su oro y su plata, y se maravilló con sus
productos, de los cuales el tomate, la papa, el tabaco, la quina y el
cacao, son apenas unos cuantos ejemplos de los que tuvieron un enorme
impacto en las economías y las costumbres europeas.
A finales del siglo XVIII un pequeño rocío de Logias inglesas y
francesas se esparció sobre el hemisferio occidental sin mayor
trascendencia para Latinoamérica. Pero las gotas se hacen ríos a raíz de
las abdicaciones de Bayona de Fernando VII, la posterior insurrección
contra José Bonaparte y la aparición en España de Las Juntas “de
Gobierno”, “Supremas”, “Revolucionarias” y “Provinciales”, así como de
las “Cortes de Cádiz”, entre 1808 y 1812. A partir de allí, viajó al
nuevo mundo un puñado de Masones con la misión especial de promover
“Gritos de Independencias” que impidieran la circulación de bienes a la
España bonapartista y juraran lealtad al "augusto y desgraciado Monarca
Don Fernando VII", a quien en ese entonces llamaban “El Deseado”.
De esta manera, se crearon entre 1808 y 1814 Juntas de Gobierno en los
actuales países de México, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela,
Colombia, Argentina, Chile, Paraguay, El Salvador y Perú, por
"Comisionados Regios", alguno de ellos Masones, integradas por miembros
de una burguesía ilustrada y comercial mestiza local, que aunque al
principio no fueron separatistas, bebiendo de las mieles de una mayor
soberanía, buscaron la independencia total, para instaurar estados
nacionales, también a la manera de los que se concebían en el viejo
continente, encontrándose con la férrea oposición y el absolutismo de
Fernando VII tan pronto recuperó el trono y a quien ahora llamaban “ El
Rey Felón”.
Entonces vino la sangrienta pacificación de las colonias americanas de
1814 a 1820 encargada al Masón Pablo Morillo, que dejó a su paso una
larga estela de Masones americanos arrestados, fusilados y ahorcados y
de Logias clausuradas. Al arreciar la rebelión, fue una suerte para los
independentistas que el también Masón Rafael del Riego decidiera en 1820
no cruzar el Atlántico para enfrentar a los libertadores Simón Bolívar,
José de San Martín, Etc., y en cambio se quedara en la península
proclamando la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa” o “La
Constitución de Cádiz”. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, fue
ahorcado y posteriormente decapitado en Madrid, luego de haber caído
prisionero por una traición.
En este camino, los mejores socios que podían encontrar los sublevados
eran los rivales comerciales de España, que para esas fechas eran los
franceses y los ingleses. Ellos arribaron en sus navíos con dos nuevas
clases de Masones que terminaron nucleando en nuevas Logias a las clases
independentistas criollas, ya sea por interés económico o por vocación
libertaria.
En consecuencia, una vez consolidada la nueva alianza, los Masones en
Latinoamérica, discurriendo como ingleses en lo económico y pensando
como franceses en lo político, propugnaron por la adopción de medidas
liberales sobre libertad de comercio, regímenes aduaneros, abolición de
la esclavitud, tributación, presupuestos nacionales, empréstitos, Etc.,
que requerían la existencia de un estado, que poco a poco fue
consolidándose hasta que, llegado el siglo XX, las dos grandes guerras
mundiales y sus posteriores instituciones multilaterales, políticas y
financieras, el desaparecimiento del imperio francés, la reducción del
señorío británico, y la bipolaridad que le siguió, dibujaron un nuevo
paisaje de endeudamientos impagables y agitación social, al que continuó
la adopción del modelo neoliberal. Y en esas estamos.
Brasil no ofrece una historia muy diferente a la de los Masones girando
en torno a las luchas entre criollos y portugueses alrededor del tema
económico, para luego tener un papel protagónico en la abolición de la
esclavitud, la proclamación de la república y la independencia nacional,
salvo que es el único país en la región que contó con dos Reyes como
Grandes Maestros, al estilo de algunos reinos europeos.
En este caso se trató de Pedro I de Brasil y IV de Portugal, quien
independizó a Brasil de Portugal y se proclamó Emperador de Brasil. Se
Inició el 5 de agosto de 1822 y se instaló a los dos meses como el
segundo Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil. Dignidad que ocupó dos
veces, y una vez más su hijo, Pedro II. Llama la atención que Pedro I
eligió como nombre simbólico Masónico el de “Guatimozín”, que era el
dado por los españoles a Cuautémoc, último gobernante azteca de
Tenochtitlán, en México, a quien Cortez, apresó, quemó mojándole los
pies y manos para luego prenderles fuego y finalmente ahorcarlo.
Hoy el Gran Oriente de Brasil es una Obediencia masculina que cuenta con
más de 97.000 miembros, repartidos en 2.400 Logias, y la presencia de
la Masonería en Brasil está tan extendida, que entre antiguas, nuevas,
masculinas, femeninas, mixtas, “regulares”, “liberales”, Etc., en sus
veintiséis estados y un Distrito Federal deben existir por lo menos 200
Obediencias Masónicas.
Mientras tanto, en México se presentan dos de los hechos más relevante
que distinguen a la Masonería liberal, y que no han sido suficientemente
reconocidos por la historiografía de la Orden, con frecuencia
eurocéntrica:
1) Se constituye el Rito Nacional Mexicano bajo el Supremo Gran Oriente
del Rito Nacional Mexicano el 22 de agosto del año de 1825 y se crea la
“Gran Logia Nacional Mexicana "La Luz", que por primera vez en la
historia ofrece la Iniciación Masónica en igualdad de condiciones a la
mujer con el hombre. Se anticipó siete décadas a la Orden Masónica Mixta
Internacional “El Derecho Humano”, y
2) En 1865, el Rito Nacional Mexicano deja de trabajar "A la Gloria del
Gran Arquitecto del Universo", y lo hace "Al triunfo de la verdad y al
progreso del género humano". Siete años antes que lo hiciera el Gran
Oriente de Bélgica y doce años antes que el Gran Oriente de Francia.
Los lazos entre los Masones españoles y los latinoamericanos solo se
reanudarían a partir de 1870 con la presencia de Logias del Gran Oriente
Español en Cuba, Puerto Rico y Argentina, sobre todo, y se
interrumpieron una vez más en el siglo XX por las dos Guerras mundiales y
el franquismo. Pero serían ejemplares durante la dictadura de Franco
(1939 – 1975) al brindar los mexicanos hospitalidad al Grand Oriente
Español y al Supremo Consejo del Grado 33 para España en el exilio.
Algunos Masones españoles se afiliaron a Grandes Logias mexicanas y
algunos Talleres conformados por españoles no regresaron después de la
“transición democrática”, como es el caso de la logia "Luz hispánica"
que aún hoy sigue jurisdiccionada a la Gran Logia Valle de México.
Actualmente Latinoamérica está pensando más autónomamente y un
planteamiento de integración latinoamericanista muy crítico con los ejes
doctrinales y diplomáticos del modelo Masónico anglosajón y con la
geopolítica de la Orden se impone. En esta dinámica, las grandes
distancias, el valor de las divisas y los altos costos de desplazamiento
son retos internos que permanentemente hay que superar.
Salvo el caso del Gran Oriente de Brasil, con unos 97.000 Masones, la
Gran Logia de Cuba, con 12.000, la Gran Logia de Bolivia con 5.000, y
algún otro país, la región no es escenario de Obediencias muy numerosas
al estilo de las históricas de Inglaterra, Francia e Italia, ni de
oficialmente multilingües como la Gran Logia Alpina de Suiza cuyas
Logias trabajan oficialmente en cuatro idiomas dentro del mismo país.
Tampoco ninguna ha defendido la monarquía como forma de gobierno.
En este sentido, y a la manera propia de cada una, las Confederaciones
Masónicas Latinoamericanas están buscando ser Talleres de pensamiento
social dirigidos a repensar permanentemente la realidad regional con un
enfoque claramente humanista.
Ya sea en el ámbito de influencia anglosajona o en el de la Masonería
progresista.
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