Retrato de Rafael del Riego |
En
el Siglo XIX, tras la derrota de Napoleón y la regeneración monárquica, que
derivó de nuevo hacia las monarquías absolutistas, fue la masonería quien tomó
la iniciativa de derrocar a aquellos regímenes para implantar el revolución
liberal que, de entrada, reducía considerablemente el poder real para
depositarlo en el parlamento. España, que tantas veces se ha dicho que estaba
atrasada con respecto a las grandes potencias europeas, marcó los tiempos de la
Europa del sur e inspiró algunos movimientos en la del norte, y la Constitución
española de 1812 no sólo volvió a ser la referencia constitucional de España
sino también de Portugal, Nápoles, El Piamonte-Cerdeña y Rusia, inspirando
también la revolución griega contra el poder del imperio otomano, en lo que al
viejo continente se refiere.
La
revolución protagonizada por el teniente coronel Rafael del Riego, en Las
Cabezas de San Juan (España), el 1 de enero de 1820, que daría paso al llamado Trienio Liberal
(1820-1823), sería el ejemplo a seguir, pero la inspiración de ese movimiento
militar, imprescindible para llevar adelante los planes, serían fraguados en
las logias y talleres. En España se hizo famoso el Soberano Capítulo al que
pertenecían militares y civiles, famosos como los coroneles Argo Agüero, López
Baños, los hermanos Evaristo y Santos Fernández San Miguel, los civiles Antonio
Alcalá Galiano, Juan Álvarez Mendizábal y el médico Aréjula, considerado
entonces una eminencia. Al margen del protocolo y la parafernalia tan propia de
la francmasonería, al margen de la utilización de nombres simbólicos para
esconder la auténtica identidad, el objetivo era limitar el poder real y
cambiar el mundo, el orden de las cosas.
La
masonería de entonces utilizó como excusa los acuerdos adoptados en el famoso
Congreso de Viena (1815), donde Metternich, por parte austríaca, y el zar
Alejandro de Rusia restauraron las monarquías absolutas libres ya de la amenaza
de Napoleón; la Europa de la restauración monárquica absolutista tendría, no
obstante, que reunirse de nuevo en Troppeau, en octubre de 1820, y en Laybach,
entre mayo y enero de 1821, y definitivamente en Verona, en noviembre de 1822,
para frenar los intentos masónicos de sustituir a los monarcas plenos por los
liberales-parlamentarios, pero la orden que se identifica con los símbolos de
la construcción, la escuadra y el cartabón, que celebra sus reuniones en
talleres sumidos en el ocultismo, y esconde el rostro de sus maestros y
aprendices, y se mantiene en la sombra no cejaría su empeño desde entonces.
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