¿Fue
un científico o un místico? ¿O acaso fue un místico modelo del siglo XX? Lo
cierto es que el doctor Serge Raynaud de la Ferriere supo liderar causas
científicas e intelectuales en una Francia entreguerras, que en la I Guerra
Mundial había puesto más muertos que Gran Bretaña y EE. UU. De la Ferriere, que
nació en París, el 18 de enero de 1916, a lo largo de su corta vida (46 años)
fue capaz de escribir un centenar de libros, de viajar por el mundo como conferencista
e instructor, de ser reconocido en un gran sector académico y espiritual, y de
crear un movimiento internacional que pusiera sus ojos en un nuevo humanismo.
Hoy, ese movimiento celebra en varias ciudades del mundo el primer centenario
de su natalicio.
El lado occidental
Después
de haber sido un niño prodigio a los 12 años (ganó el premio Ernest Rousille
como mejor alumno de Europa) cursó desde los 14 varias licenciaturas y
doctorados en Bélgica, Francia, Inglaterra y Birmania. Fue ingeniero en minas,
arquitecto, filósofo, médico y teólogo. También dedicó tiempo a las artes
plásticas. Amén de practicar veinte idiomas. Pero el lado académico y artístico
no era lo suyo.
Resulta
que en la Biblioteca Central de Lovaina, Bélgica, inaugurada en el siglo XVII,
después que los alemanes la quemaron en 1914, se recuperaron textos antiguos de
ocultismo en los que De la Ferriere pudo escudriñar. Eso despertó un gran
interés en él. “Pronto me había instruido en el hermetismo al mismo tiempo que
estaba en la universidad para completar mi educación de ingeniero. Más tarde,
al estudiar medicina no la aceptaba más que como una documentación superficial
habiendo ya conocido los orígenes de este arte (la medicina) que provenía de la
antigua astrología; finalmente abordé la filosofía con un espíritu lo
suficientemente amplio para saber que antes que a los griegos el mundo había
tenido grandes sabios”.
Ya misionero
Así
cuando llega a América, en 1948, hablaba con igual pasmo desde la intelectualidad
y ciencia occidental como del yoga, astrología, cábala, medicina natural y
alquimia. Estuvo de paso en Guatemala dos meses estudiando la cultura maya, y
luego viajó a Venezuela a desarrollar su proyecto y fundar la primera comunidad
espiritual (ashram). Luego viajó a la India, Tibet y Australia.
A
partir de entonces (1948) De la Ferriere no solo abre una nueva forma de
pensar, proponiendo la realización de la síntesis (después de conocer la tesis
y la antítesis), a través del cuarto estado de la dialéctica: la matesis, sino
también plantea una reeducación humana, aspectos que impulsan la instauración
de institutos de yoga, escuelas de astrología, centros de estudios herméticos,
colonias espirituales, escuelas de arte blanco, centros naturistas y grupos de
‘karis’ (niños exploradores).
La
enseñanza real
Este
alto iniciado sabía que, “la enseñanza (iniciática) deja de ser un mero
aprendizaje de diversas materias para ganar dinero, dejando lugar a una
verdadera educación, donde la conciencia plena tenga su desenvolvimiento; no
una simple memorización teórica, sino una comprensión cabal del universo, donde
el hombre se vea claramente en el lugar en que se encuentra; no una vaga
percepción ilusoria de la vida, sino la realización completa de sí mismo”.
Sus
cerca de 100 textos científico-filosóficos incluyen títulos como, Los Grandes
Mensajes, Propósitos Psicológicos, Yug Yoga Yoghismo, El Libro Negro de la
Francmasonería, Arte en la Nueva Era, La Magia del Saber, Cultura Física y Judo
y El Libro Blanco. En ellos presenta una enseñanza que reúne, a la vez,
ontología, epistemología y ética, es decir, señala lo que es, cómo saber lo que
es y cómo vivir de acuerdo con lo que es.
Hoy,
el concepto que creó de Gran Fraternidad Universal, se ve representada en
grupos como Acción por la Unidad Mundial y la RED Cultural GFU.
Fuente: http://elperiodico.com.gt/2016/01/18/oculta/un-mistico-frente-al-siglo-xx/
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