Nada más ajeno al colorista reparto de espectros, dioses, espíritus y
almas en trance que pueblan el universo de la santería que el
materialismo histórico en el que se han educado generaciones de cubanos
desde el triunfo de la Revolución. Eso explica en parte que el culto sea
hoy residual y que sus seguidores apenas tengan influencia, por mucho
que las imágenes asociadas a sus prácticas sigan llamando poderosamente
la atención de todos aquellos que visitan la isla. «La santería es un
fenómeno marginal en la sociedad cubana contemporánea», sentencia
Ignacio Uría, autor del libro 'Iglesia y Revolución en Cuba'.
Uría, que es profesor de la Universidad de Navarra e investigador del
Proyecto Cuba Siglo XXI de la Universidad de Georgetown, reconoce que
el culto llegó a tener cierto arraigo entre las clases más humildes,
sobre todo gracias a su asociación con el catolicismo, la religión
dominante cuando la isla pertenecía a España. «Pero a medida que la
población se iba trasladando a las ciudades y la escolarización se
generalizaba, la santería fue perdiendo terreno hasta quedar reducida a
lo que es hoy, una práctica pintoresca que solo perdura entra la
población menos formada de las áreas rurales».
Los rituales asociados a la santería siempre han despertado
curiosidad y cierto morbo. Los sacrificios de animales, las danzas
convulsas, la ingesta de aguardientes diversos y la profusa imaginería
que hay alrededor del culto, con talismanes, amuletos y fetiches de todo
signo, conforman un universo espiritual muy atractivo a ojos de
occidentales en busca de experiencias más o menos insólitas. «La
santería -explica el profesor Uría- surge de la mezcla de la religión
que los esclavos trajeron de África con el catolicismo. Ellos adaptaron
sus divinidades a las del rito católico, que al fin y al cabo era el
único autorizado por la Corona cuando Cuba formaba parte de España. A
una diosa de la fertilidad la identificaron con la Virgen, a un dios de
la naturaleza con San Francisco y así sucesivamente, hasta conformar un
santoral que les permitía participar del culto católico manteniendo la
adoración hacia sus dioses».
La administración colonial y la jerarquía eclesiástica hicieron la
vista gorda ante el fenómeno. «Sabían de esa realidad, pero no la
consideraban una amenaza porque al fin y al cabo representaba un
consuelo en la vida de los esclavos y, además, creían que algo del
catolicismo se les pegaría de tanto pisar la iglesia y asistir a misa».
La santería, en efecto, se impregnó también de elementos del
cristianismo e incluso absorbió influencias de la masonería que llegó a
América desde el viejo continente. «Se conformó una corriente espiritual
que tiene algunos elementos en común con otros cultos que sobreviven en
las Antillas, pero es genuinamente cubana», resume el autor de 'Iglesia
y Revolución en Cuba'.
Muchos de los practicantes de la santería se sienten también
católicos y han acogido con expectación la visita que el Papa Francisco
realiza desde ayer a la isla. El programa del Pontífice es tan apretado y
tiene tal proyección política que no contempla ningún gesto oficial
hacia los seguidores del culto. Los santeros, sin embargo, no descartan
que rompa el protocolo. «Francisco está haciendo muchos cambios
favorables para la humanidad, entonces nos daría mucho placer y mucho
orgullo hacerle una actividad», dice José Manuel Pérez Andino,
presidente de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba y sacerdote santero.
Los yorubas son un grupo étnico con gran presencia en África
occidental, en especial en lo que hoy es territorio nigeriano. Fue en
esa zona donde los barcos negreros que abastecían de esclavos a las
plantaciones americanas realizaron sus mayores capturas, lo que explica
que su religión y su cultura llegasen a la otra orilla del Atlántico.
Adivinos y curanderos
En la santería prevalecen prácticas de la espiritualidad más
primitiva, entre ellas la adivinación del futuro o la sanación de
enfermedades. También las promesas de resolución de problemas en asuntos
de amor o de trabajo. «Es una espiritualidad humilde en la que los
elementos naturales, por ejemplo el agua, tienen un gran protagonismo.
Como en la naturaleza conviven los espíritus benignos y los malignos, la
santería persigue a través de sus ritos ahuyentar a los malos y atraer a
los buenos». Tiene algunos rasgos en común con el vudú que se practica
en Haití, pero también una diferencia fundamental: «La santería, al
contrario que el vudú, no es una espiritualidad de dominación».
La influencia de la Revolución no ha acabado con la dimensión
espiritual de los cubanos pero sí la ha dejado bajo mínimos. Se calcula
que el 60% de los habitantes de la isla ha recibido el bautismo, pero
solo un 2% de ellos es practicante y acude a la misa dominical. En el
país hay 305 parroquias, 357 sacerdotes y unos 776 religiosos, 585
mujeres y 191 hombres, pertenecientes a 96 comunidades. De la santería,
que ni está organizada ni tiene sedes (sus ceremonias se celebran en
casas particulares), no consta cifra alguna. No hay que dar pistas a los
malos espíritus.
Fuente: http://www.hoy.es/sociedad/201509/20/santos-inocentes-20150920001826-v.html
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