Cuenta la leyenda que en el Arca Noé, los
ratones aparecían a miles y se multiplicaban de forma descontrolada,
hasta el punto de verse en peligro las provisiones, por lo que Noé pidió
ayuda del Señor, quien le dijo que debía acariciar tres veces la cabeza
del león. Noé hizo lo que Dios le dijo y al cabo de unos pocos segundos
el león estornudó, apareciendo de sus fosas nasales una pareja de gatos
que restablecieron de inmediato el equilibrio en la embarcación.
Desde que los
tiempos son tiempos, el ser humano de todas las culturas se ha
acompañado de alguna especie animal, no solo para su crianza o
explotación, sino que principalmente por cuestiones de afecto, ha
seleccionado al animal que le hará compañía a él y a sus congéneres más
próximos, generalmente en el mismo núcleo familiar. El estrellato en la
sub-categoría de mascotas, está compartido entre los felinos gatos y los
cánidos perros, aunque este estatus no siempre ha sido así. A lo largo
de los siglos, tanto unos como otros han vivido grandes vicisitudes y
también momentos de gloria suprema. Pero centremos estas líneas en los
gatos, y adentrémonos en algunos pasajes de la Historia para conocer un
algo más la trayectoria vital de estos animales.
Los gatos, esos independientes animales
que por su propia naturaleza son cazadores y solitarios, tienden a ver a
los seres humanos como compañeros de su jauría, con lo que tampoco ven
al hombre como presa. El gato es un animal que ha estado junto al hombre
en la mayor parte de las civilizaciones; podemos destacar por ejemplo,
el antiguo Egipto, época en la que fue considerado como animal sagrado,
siendo venerado e incluso embalsamado tras su misma muerte. Bastet o
Bast, era la diosa encargada de proteger el hogar y simbolizaba la
alegría de vivir, una deidad dedicada a la armonía y la felicidad. Se
representaba con la forma de gato doméstico o como una mujer con cabeza
de gato, acompañada de un sistro -instrumento musical con forma de
herradura, que lleva adosado unos pequeños platillos metálicos
insertados a través de unas finas varillas, que se hacía sonar
simplemente agitándolo-. Como curiosidad, aportar que los egipcios
inoculaban a los gatos algunas gotas de su propia sangre para
protegerlos de las enfermedades, plagas y cualquier mal espíritu. En
esos tiempos estaba prohibido matarlos, y si alguien se atrevía y era
descubierto, era condenado a pagar con su propia vida. Otra curiosidad
es la que apunta a que los egipcios, cuando se moría uno de sus gatos,
se afeitaban las cejas en señal de duelo. En 1890, durante unas
excavaciones, fueron halladas en la ciudad de Bubastis, enormes
necrópolis con más de 300.000 momias de gatos.
Fueron los griegos los que tras robar una
pareja de gatos a los egipcios -a pesar de su negativa- comenzaron su
crianza e iniciaron la expansión de la raza por toda Europa. Las
culturas musulmanas también mostraron a lo largo de los siglos su
especial cariño y aprecio por los gatos, debido a que el mismísimo
Mahoma les prometió a estos animales un puesto en el paraíso. En la
tradición Celta, se creía que los ojos de los gatos representaban las
puertas que conducían hacia el reino de las hadas. En la Galia, la
matanza de uno de ellos, era castigada con el pago de una oveja o
cordero, o con el equivalente a la cantidad de trigo necesaria para
cubrir completamente el cadáver del felino suspendido por la cola y con
su hocico rozando el suelo. Pero no todo en la vida histórica de los
gatos ha sido escrito en clave positiva; la imagen de estos pequeños
felinos ha estado asociada al mundo oscuro, al lado del mal,
relacionándose especialmente con la brujería. Se dice que los gatos eran
files compañeros de las hechiceras y brujas, teniendo estas últimas, la
capacidad de convertirse en uno de ellos -generalmente negro- para
asaltar a los incautos en los solitarios caminos, e incluso introducirse
en sus casas y causarles maleficios. Las brujas tenían como fieles
escuderos a los gatos, a quienes utilizaban como mensajeros.
EDAD MEDIA
Fue en la Edad Media (a mediados del
Siglo XIII) cuando nace la creencia de considerar a los gatos de color
negro como portadores de la mala suerte, ya que eran considerados
cómplices o mayordomos de las brujas. Y fue así como en esa época
comenzó una terrible persecución contra ellos, sacrificándose cientos de
miles bajo la acusación de simbolizar al diablo y ser brujas
transformadas. Fue tan brutal el aniquilamiento, que cuando la peste
negra azotó a Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco
millones de víctimas mortales, apenas quedaban gatos que lucharan contra
las ratas, propagadoras de la mortífera enfermedad. ¿Si no se hubiera
exterminado a los gatos durante las décadas anteriores, se hubiera
podido erradicar la peste con más rapidez?, la respuesta sin duda es un
rotundo sí.
PAPA CLEMENTE
En esos tiempos incluso el Papa Clemente,
en su obsesión por acabar con la Orden Templaria, se atrevió a acusar a
los caballeros de la organización, de homosexuales y adoradores del
demonio en forma de gato. No fue hasta el siglo XVIII cuando el gato
vuelve a recuperar parte de su esplendor anterior, convirtiéndose en el
protagonista de bellas pinturas y esculturas. Los armadores de los
barcos se hacían con algunos ejemplares felinos para acabar con los
ratones a bordo de sus naves. ¿Cuánto hay de verdad o mentira en todas
esas historias populares que adoptan como protagonista la imagen del
gato?
Conozcamos algunos ejemplos: Cruzarse con
un gato negro -como ya hemos dicho- se considera símbolo de mal agüero,
pero sin embargo su aparición en un banquete de bodas era señal de
matrimonio afortunado. En el juego, se cree que pasar el billete de
lotería por el lomo de un gato oscuro, es atrayente de la buena suerte.
En muchas localidades rurales del norte peninsular, se creía que tragar
pelos de gato negro servía para volverse loco, y si comías algo que
previamente hubiera lamido un gato negro, era motivo para enfermar de
por vida.
SUPERCHERÍA
Dicen los viejos de estos lugares, que
cuando un gato se lame las patas con insistencia y anochece, significa
que se acerca visita. Si una mujer joven pisa la cola de un gato aunque
no haya sido con intención, pasará hasta un año hasta que se pueda
casar. Si vemos a un gato saltar por encima de un ataúd, es señal de que
el difunto regresará aparecido para pedir por las cuentas pendientes.
Y no dejemos a un lado la superchería
relacionada con lo meteorológico; si un gato se agarra a la ropa de su
ama/o, no tardará en llegar tormenta. Si duerme con el lomo hacia
arriba, se acercan heladas.
Si se lava el hocico, es aviso de que las
lluvias están cerca. Sea como sea, y más allá de las tradiciones,
supersticiones e historietas populares, el felino doméstico está
viviendo actualmente una etapa tranquila junto al hombre (aunque gentuza
criminal siempre habrá capaz de maltratar a un animal).
Y es que bien mirado, el gato es el
perfecto compañero de piso, que va a lo suyo y solo viene a buscarte
cuando necesita cariño y algo de roce.
diariodeavisos.com
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