Revolucionario,
republicano, masónico y monárquico. Aunque son adjetivos contradictorios entre
sí todos ellos hacen referencia a la misma persona: Manuel Becerra y Bermúdez
(Santa María de Otero, Lugo, 20 de octubre de 1820 – Madrid, 19 de diciembre de
1896). Puede que este poliédrico perfil ideológico no fuera bien visto en su
época y que se llegara a interpretar incluso como un «chaqueteo político». Sin
embargo, su nombre pasó a la historia por ser un ministro progresista que
impulsó medidas inéditas en media docena de gobiernos de regímenes opuestos.
Gran tirador de sable,
Becerra fue el principal promotor de la asignatura de gimnasia –hoy, Educación
Física– en los colegios. Durante el Gobierno de Prim, cuando sostuvo la cartera
de Ultramar, también trató de de abolir la esclavitud y de implantar la
libertad de culto en las colonias americanas, todo ello sin éxito.
Pese a esta amarga
experiencia, Becerra repite ministerio tres veces más durante el reinado de
Alfonso XII y la regencia de María Cristina y siendo jefe de Gobierno Sagasta
(1888-90, 1890, 1894). También será nombrado ministro de Fomento (Educación) en
1872-73, ya bajo el reinado de Amadeo I de Saboya, y en el primer gobierno de
la I República en 1873-74.
Matemático casi
autodidacta
Con su padre en la
cárcel, Becerra tuvo que hacerse cargo del sustento familiar desde joven. Su
día a día consistía en deambular por las ferias y casas de labriegos comprando
y vendiendo grano y recaudando para la Venerable Orden Tercera, como ya habían
hecho su abuelo y bisabuelo.
A los 20 años decidió
viajar a Madrid para tratar de obtener una plaza en la Escuela de Comercio.
José de Subercase, profesor de la Escuela de Ingeniero de Caminos, captó su
talento en seguida y decidió tomarlo bajo su protección. Él es quien le enseñó
todos los entresijos de las Matemáticas, la Física, Astronomía ... Este
profesor fue vital en su vida. Y así lo manifestó el propio Becerra en su
discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias el 16 de mayo de 1886.
La figura de Becerra
llegó a adquirir tintes de héroe literario. Tanto es así que incluso Benito
Pérez Galdós le incluye en su obra «Fortunata y Jacinta». Como personaje
representativo de la época que fue, no es de extrañar que la logia de los
Masones quisiera incluirle en sus filas. En la actualidad, solo una Plaza en
Madrid que lleva su nombre desde 1906 y una calle en su pueblo natal sirven de
homenaje póstumo a este demócrata chairego.
Fuente: http://www.abc.es/madrid/callejeando/20150521/abci-manuel-becerra-historia-calle-201505201216.html
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