El
poema ‘Muerte sin fin’ de José
Gorostiza está basado en la Cábala mística, pero el autor lo calculó
perfectamente para no delatarse escribiendo esa palabra, mediante el uso de
metáforas que para los entendidos sí son claras y expresan un solo concepto; por
ello, el análisis de esta obra revela que el autor conoció y estudió el Zohar, un libro en hebreo de tema
cabalístico, que tradujo al inglés Samuel MacGregor Mathers, fundador en 1888
de la Orden Hermética del Alba Dorada.
Al
ofrecer la conferencia ‘La Cábala en el poema Muerte sin fin de José Gorostiza’, dentro del ciclo ‘La biblioteca
esotérica de Ernesto de la Peña’ convocado por el Centro de Estudios de
Historia de México Carso, la poeta, narradora y ensayista explicó que los
miembros del grupo Los Contemporáneos al que pertenecía Gorostiza, tenían
estilos muy diferentes pero todos compartían una preocupación importante: la
creación, tanto del mundo, como la que produce un ser humano, es decir, la idea
de ellos mismos como poetas.
Estos
intelectuales estaban convencidos de que una fuerza mayor creó el Universo y
otra dio vida a la creación humana, en especial a la poesía.
Siendo
muy joven, Gorostiza publicó ‘Canciones para cantar en las barcas’ y ya desde
entonces participaba en las reuniones donde Los Contemporáneos discutían esta
creación humana o divina; en su obra poética siempre está presente el Diablo.
Los
integrantes del grupo supieron relacionarse y consiguieron viajar a Europa;
Gorostiza se fue a Londres como empleado de la embajada de México, tenía 25
años y se interesó por conocer a los literatos e intelectuales británicos, pero
también le atrajo el ocultismo, por lo que durante algún tiempo estudió los libros
y teorías de Madame Blavatsky, escritora, ocultista y teósofa rusa que entonces
estaba de moda, y a quien después consideró una charlatana.
Pero
su atracción por la Cábala surgió al conocer la Orden Hermética del Alba
Dorada, una fraternidad de magia ceremonial depositaria del saber hermético,
cabalístico y alquímico del gnosticismo cristiano y la tradición rosacruz, la
cual estaba formada por intelectuales, explicó la investigadora de la UNAM.
Añadió
que rosacruces y masones se basaron en la Cábala, por lo cual el fundador de la
Orden Hermética tradujo el Zohar al inglés, libro que por cierto forma parte
del acervo de la Biblioteca Ernesto de la Peña, en cuya sede tuvo lugar la
charla. Mansour señaló que a Gorostiza le fascinó la filosofía de la Creación
en la Cábala y la estudió a fondo; por ello su poesía revela su conocimiento
sobre esta escuela de pensamiento esotérico.
Especialmente ‘Muerte sin fin’, cuyo principio dice: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga…”. Este concepto es contrario a las religiones occidentales, en las que el hombre está lleno de Dios, con mayúscula.
Especialmente ‘Muerte sin fin’, cuyo principio dice: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga…”. Este concepto es contrario a las religiones occidentales, en las que el hombre está lleno de Dios, con mayúscula.
En la
Cábala hay un espejo que permite ver algo más que a Dios en la filosofía de la
Creación, pues esta teoría se pregunta qué emana primero de Dios, y su
respuesta es: la sabiduría y la inteligencia. El árbol de la vida -que en
proyectó la conferencista en una pantalla- es uno de los símbolos cabalísticos
más importantes del judaísmo y en su parte más alta tiene a la corona (kether),
seguida hacia abajo en ambos lados por la sabiduría (chokhmah) y la
inteligencia (binah).
De
acuerdo con la Cábala, la cara de Dios (de un solo perfil), el árbol de la vida
y del conocimiento, son la base para entender la Creación; existen 32 caminos
del conocimiento que los humanos pueden recorrer para llegar a la Divinidad. En
este sentido, los antiguos místicos y eruditos judíos identificaban tales
caminos con las 22 letras del alfabeto hebreo (senderos) y con las diez esferas
o ‘Sefirot’ (emanaciones o números) que componen los símbolos del árbol de la
vida. La Cábala desarrolló este concepto como un modelo realista que representa
un ‘mapa’ de la Creación y se le considera su propia cosmología.
‘Muerte
sin fin’ está compuesto por diez poemas y algunos tienen tres o siete partes,
es decir, siempre está basado en la Cábala; aquí Gorostiza habla todo el tiempo
de los eslabones y del dios (con minúscula) inasible. Escribe el vate: “mi
consciencia derramada…”, y de acuerdo con la Cábala, algo derramado no tiene
conciencia, no es nada, argumentó la catedrática universitaria.
La
metáfora principal de todo el poema ‘Muerte sin fin’ es la del vaso y el agua,
porque el agua sin vaso no es nada y el vaso sin agua tampoco. Cuando el agua
está contenida en el vaso, adquiere forma. Cada vez que se crea algo, con ello
surge lo nuevo e inseparable; para crear, las cosas anteriores deben morir y
eso equivale a una muerte sin fin, una creación sin fin. La inteligencia es
como una semilla y está como metáfora en el poema de Gorostiza, fundamentó la
doctora Mansour.
Dios
nos amolda como el vaso amolda el agua. La manifestación de este dios creador
en la Cábala es el azul. El azul es este dios que nos está amoldando el alma
para darnos forma, por ello no es fortuito que Gorostiza escriba: “…en una
transparencia acumulada que tiñe la noción de Él, de azul”.
Este
dios podrá ser un minuto que se enardece hasta la incandescencia; en este
momento se da la creación del mundo, porque antes no había tiempo. La creación
es como un sueño y empieza una alegría, un gozo y un amor por lo que ha creado,
explicó también.
En el
tercer poema de ´Muerte sin fin’ se
expone que el enamoramiento de lo creado puede llevar al ser humano al
infierno, en el extremo opuesto. Esta creación requiere el ritmo para estar
equilibrado en un juego sinfónico, dice Gorostiza. Cada vez que se crea algo
nuevo se muere lo anterior, “muerte sin fin de una obstinada muerte…”, escribe
el poeta. La muerte sin fin es una creación sin fin de una muerte sin fin.
Y es
que en la filosofía de la Cábala, la inteligencia sola no crea, no sirve,
necesita la sabiduría, dijo Mansour. Esta parte del poema de Gorostiza es la
redención; volver a crear el mundo para regresar a esa ausencia, es decir, el
fin del mundo… “y solo ya, sobre las grandes aguas, flota el Espíritu de Dios
que gime…”, sostiene el poema de Gorostiza.
En la parte final, el autor habla del diablo como metáfora de que no se puede volver a la nada, se tiene que seguir creando hasta el infinito; así rompe con la Cábala en la estrofa final: “Desde mis ojos insomnes mi muerte me está acechando, me acecha, sí, me enamora con su ojo lánguido. ¡Anda putilla del rubor helado, anda, vámonos al diablo!”.
Tomado de: http://todotexcoco.com/noticias?NT=37431#sthash.ywzIQtTH.dpuf
En la parte final, el autor habla del diablo como metáfora de que no se puede volver a la nada, se tiene que seguir creando hasta el infinito; así rompe con la Cábala en la estrofa final: “Desde mis ojos insomnes mi muerte me está acechando, me acecha, sí, me enamora con su ojo lánguido. ¡Anda putilla del rubor helado, anda, vámonos al diablo!”.
Tomado de: http://todotexcoco.com/noticias?NT=37431#sthash.ywzIQtTH.dpuf
El
poema ‘Muerte sin fin’ de José Gorostiza está basado en la Cábala
mística, pero el autor lo calculó perfectamente para no delatarse
escribiendo esa palabra, mediante el uso de metáforas que para los
entendidos sí son claras y expresan un solo concepto; por ello, el
análisis de esta obra revela que el autor conoció y estudió el Zohar, un
libro en hebreo de tema cabalístico, que tradujo al inglés Samuel
MacGregor Mathers, fundador en 1888 de la Orden Hermética del Alba
Dorada.
De manera que si el lector desconoce que Gorostiza se basó en la Cábala mística, no podrá entender el final del poema, explicó la doctora en letras Iberoamericanas por la UNAM, Mónica Mansour, quien ha estudiado a fondo la vida y obra del tabasqueño (1901-1973), al que considera uno de los grandes poetas de México y de Latinoamérica.
Al ofrecer la conferencia ‘La Cábala en el poema Muerte sin fin de José Gorostiza’, dentro del ciclo ‘La biblioteca esotérica de Ernesto de la Peña’ convocado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso, la poeta, narradora y ensayista explicó que los miembros del grupo Los Contemporáneos al que pertenecía Gorostiza, tenían estilos muy diferentes pero todos compartían una preocupación importante: la creación, tanto del mundo, como la que produce un ser humano, es decir, la idea de ellos mismos como poetas.
Estos intelectuales estaban convencidos de que una fuerza mayor creó el Universo y otra dio vida a la creación humana, en especial a la poesía.
Siendo muy joven, Gorostiza publicó ‘Canciones para cantar en las barcas’ y ya desde entonces participaba en las reuniones donde Los Contemporáneos discutían esta creación humana o divina; en su obra poética siempre está presente el Diablo.
Los integrantes del grupo supieron relacionarse y consiguieron viajar a Europa; Gorostiza se fue a Londres como empleado de la embajada de México, tenía 25 años y se interesó por conocer a los literatos e intelectuales británicos, pero también le atrajo el ocultismo, por lo que durante algún tiempo estudió los libros y teorías de Madame Blavatsky, escritora, ocultista y teósofa rusa que entonces estaba de moda, y a quien después consideró una charlatana.
Pero su atracción por la Cábala surgió al conocer la Orden Hermética del Alba Dorada, una fraternidad de magia ceremonial depositaria del saber hermético, cabalístico y alquímico del gnosticismo cristiano y la tradición rosacruz, la cual estaba formada por intelectuales, explicó la investigadora de la UNAM.
Añadió que rosacruces y masones se basaron en la Cábala, por lo cual el fundador de la Orden Hermética tradujo el Zohar al inglés, libro que por cierto forma parte del acervo de la Biblioteca Ernesto de la Peña, en cuya sede tuvo lugar la charla. Mansour señaló que a Gorostiza le fascinó la filosofía de la Creación en la Cábala y la estudió a fondo; por ello su poesía revela su conocimiento sobre esta escuela de pensamiento esotérico.
Especialmente ‘Muerte sin fin’, cuyo principio dice: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga…”. Este concepto es contrario a las religiones occidentales, en las que el hombre está lleno de Dios, con mayúscula.
En la Cábala hay un espejo que permite ver algo más que a Dios en la filosofía de la Creación, pues esta teoría se pregunta qué emana primero de Dios, y su respuesta es: la sabiduría y la inteligencia. El árbol de la vida -que en proyectó la conferencista en una pantalla- es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo y en su parte más alta tiene a la corona (kether), seguida hacia abajo en ambos lados por la sabiduría (chokhmah) y la inteligencia (binah).
De acuerdo con la Cábala, la cara de Dios (de un solo perfil), el árbol de la vida y del conocimiento, son la base para entender la Creación; existen 32 caminos del conocimiento que los humanos pueden recorrer para llegar a la Divinidad. En este sentido, los antiguos místicos y eruditos judíos identificaban tales caminos con las 22 letras del alfabeto hebreo (senderos) y con las diez esferas o ‘Sefirot’ (emanaciones o números) que componen los símbolos del árbol de la vida. La Cábala desarrolló este concepto como un modelo realista que representa un ‘mapa’ de la Creación y se le considera su propia cosmología.
‘Muerte sin fin’ está compuesto por diez poemas y algunos tienen tres o siete partes, es decir, siempre está basado en la Cábala; aquí Gorostiza habla todo el tiempo de los eslabones y del dios (con minúscula) inasible. Escribe el vate: “mi consciencia derramada…”, y de acuerdo con la Cábala, algo derramado no tiene conciencia, no es nada, argumentó la catedrática universitaria.
La metáfora principal de todo el poema ‘Muerte sin fin’ es la del vaso y el agua, porque el agua sin vaso no es nada y el vaso sin agua tampoco. Cuando el agua está contenida en el vaso, adquiere forma. Cada vez que se crea algo, con ello surge lo nuevo e inseparable; para crear, las cosas anteriores deben morir y eso equivale a una muerte sin fin, una creación sin fin. La inteligencia es como una semilla y está como metáfora en el poema de Gorostiza, fundamentó la doctora Mansour.
Dios nos amolda como el vaso amolda el agua. La manifestación de este dios creador en la Cábala es el azul. El azul es este dios que nos está amoldando el alma para darnos forma, por ello no es fortuito que Gorostiza escriba: “…en una transparencia acumulada que tiñe la noción de Él, de azul”.
Este dios podrá ser un minuto que se enardece hasta la incandescencia; en este momento se da la creación del mundo, porque antes no había tiempo. La creación es como un sueño y empieza una alegría, un gozo y un amor por lo que ha creado, explicó también.
En el tercer poema de ´Muerte sin fin’ se expone que el enamoramiento de lo creado puede llevar al ser humano al infierno, en el extremo opuesto. Esta creación requiere el ritmo para estar equilibrado en un juego sinfónico, dice Gorostiza. Cada vez que se crea algo nuevo se muere lo anterior, “muerte sin fin de una obstinada muerte…”, escribe el poeta. La muerte sin fin es una creación sin fin de una muerte sin fin.
Y es que en la filosofía de la Cábala, la inteligencia sola no crea, no sirve, necesita la sabiduría, dijo Mansour. Esta parte del poema de Gorostiza es la redención; volver a crear el mundo para regresar a esa ausencia, es decir, el fin del mundo… “y solo ya, sobre las grandes aguas, flota el Espíritu de Dios que gime…”, sostiene el poema de Gorostiza.
En la parte final, el autor habla del diablo como metáfora de que no se puede volver a la nada, se tiene que seguir creando hasta el infinito; así rompe con la Cábala en la estrofa final: “Desde mis ojos insomnes mi muerte me está acechando, me acecha, sí, me enamora con su ojo lánguido. ¡Anda putilla del rubor helado, anda, vámonos al diablo!”.
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De manera que si el lector desconoce que Gorostiza se basó en la Cábala mística, no podrá entender el final del poema, explicó la doctora en letras Iberoamericanas por la UNAM, Mónica Mansour, quien ha estudiado a fondo la vida y obra del tabasqueño (1901-1973), al que considera uno de los grandes poetas de México y de Latinoamérica.
Al ofrecer la conferencia ‘La Cábala en el poema Muerte sin fin de José Gorostiza’, dentro del ciclo ‘La biblioteca esotérica de Ernesto de la Peña’ convocado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso, la poeta, narradora y ensayista explicó que los miembros del grupo Los Contemporáneos al que pertenecía Gorostiza, tenían estilos muy diferentes pero todos compartían una preocupación importante: la creación, tanto del mundo, como la que produce un ser humano, es decir, la idea de ellos mismos como poetas.
Estos intelectuales estaban convencidos de que una fuerza mayor creó el Universo y otra dio vida a la creación humana, en especial a la poesía.
Siendo muy joven, Gorostiza publicó ‘Canciones para cantar en las barcas’ y ya desde entonces participaba en las reuniones donde Los Contemporáneos discutían esta creación humana o divina; en su obra poética siempre está presente el Diablo.
Los integrantes del grupo supieron relacionarse y consiguieron viajar a Europa; Gorostiza se fue a Londres como empleado de la embajada de México, tenía 25 años y se interesó por conocer a los literatos e intelectuales británicos, pero también le atrajo el ocultismo, por lo que durante algún tiempo estudió los libros y teorías de Madame Blavatsky, escritora, ocultista y teósofa rusa que entonces estaba de moda, y a quien después consideró una charlatana.
Pero su atracción por la Cábala surgió al conocer la Orden Hermética del Alba Dorada, una fraternidad de magia ceremonial depositaria del saber hermético, cabalístico y alquímico del gnosticismo cristiano y la tradición rosacruz, la cual estaba formada por intelectuales, explicó la investigadora de la UNAM.
Añadió que rosacruces y masones se basaron en la Cábala, por lo cual el fundador de la Orden Hermética tradujo el Zohar al inglés, libro que por cierto forma parte del acervo de la Biblioteca Ernesto de la Peña, en cuya sede tuvo lugar la charla. Mansour señaló que a Gorostiza le fascinó la filosofía de la Creación en la Cábala y la estudió a fondo; por ello su poesía revela su conocimiento sobre esta escuela de pensamiento esotérico.
Especialmente ‘Muerte sin fin’, cuyo principio dice: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga…”. Este concepto es contrario a las religiones occidentales, en las que el hombre está lleno de Dios, con mayúscula.
En la Cábala hay un espejo que permite ver algo más que a Dios en la filosofía de la Creación, pues esta teoría se pregunta qué emana primero de Dios, y su respuesta es: la sabiduría y la inteligencia. El árbol de la vida -que en proyectó la conferencista en una pantalla- es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo y en su parte más alta tiene a la corona (kether), seguida hacia abajo en ambos lados por la sabiduría (chokhmah) y la inteligencia (binah).
De acuerdo con la Cábala, la cara de Dios (de un solo perfil), el árbol de la vida y del conocimiento, son la base para entender la Creación; existen 32 caminos del conocimiento que los humanos pueden recorrer para llegar a la Divinidad. En este sentido, los antiguos místicos y eruditos judíos identificaban tales caminos con las 22 letras del alfabeto hebreo (senderos) y con las diez esferas o ‘Sefirot’ (emanaciones o números) que componen los símbolos del árbol de la vida. La Cábala desarrolló este concepto como un modelo realista que representa un ‘mapa’ de la Creación y se le considera su propia cosmología.
‘Muerte sin fin’ está compuesto por diez poemas y algunos tienen tres o siete partes, es decir, siempre está basado en la Cábala; aquí Gorostiza habla todo el tiempo de los eslabones y del dios (con minúscula) inasible. Escribe el vate: “mi consciencia derramada…”, y de acuerdo con la Cábala, algo derramado no tiene conciencia, no es nada, argumentó la catedrática universitaria.
La metáfora principal de todo el poema ‘Muerte sin fin’ es la del vaso y el agua, porque el agua sin vaso no es nada y el vaso sin agua tampoco. Cuando el agua está contenida en el vaso, adquiere forma. Cada vez que se crea algo, con ello surge lo nuevo e inseparable; para crear, las cosas anteriores deben morir y eso equivale a una muerte sin fin, una creación sin fin. La inteligencia es como una semilla y está como metáfora en el poema de Gorostiza, fundamentó la doctora Mansour.
Dios nos amolda como el vaso amolda el agua. La manifestación de este dios creador en la Cábala es el azul. El azul es este dios que nos está amoldando el alma para darnos forma, por ello no es fortuito que Gorostiza escriba: “…en una transparencia acumulada que tiñe la noción de Él, de azul”.
Este dios podrá ser un minuto que se enardece hasta la incandescencia; en este momento se da la creación del mundo, porque antes no había tiempo. La creación es como un sueño y empieza una alegría, un gozo y un amor por lo que ha creado, explicó también.
En el tercer poema de ´Muerte sin fin’ se expone que el enamoramiento de lo creado puede llevar al ser humano al infierno, en el extremo opuesto. Esta creación requiere el ritmo para estar equilibrado en un juego sinfónico, dice Gorostiza. Cada vez que se crea algo nuevo se muere lo anterior, “muerte sin fin de una obstinada muerte…”, escribe el poeta. La muerte sin fin es una creación sin fin de una muerte sin fin.
Y es que en la filosofía de la Cábala, la inteligencia sola no crea, no sirve, necesita la sabiduría, dijo Mansour. Esta parte del poema de Gorostiza es la redención; volver a crear el mundo para regresar a esa ausencia, es decir, el fin del mundo… “y solo ya, sobre las grandes aguas, flota el Espíritu de Dios que gime…”, sostiene el poema de Gorostiza.
En la parte final, el autor habla del diablo como metáfora de que no se puede volver a la nada, se tiene que seguir creando hasta el infinito; así rompe con la Cábala en la estrofa final: “Desde mis ojos insomnes mi muerte me está acechando, me acecha, sí, me enamora con su ojo lánguido. ¡Anda putilla del rubor helado, anda, vámonos al diablo!”.
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