El pavimento de mosaico es un antiguo
ornamento de nuestra Orden, ya mencionado en los primeros rituales del siglo
pasado. La Orla Dentada que lo rodea simboliza la línea, el piso la superficie
y la Estrella Flamígera,- que los domina desde el centro del Templo,- el
espacio.
Etimológicamente la palabra ‘mosaico’
proviene del latín ‘mosaicum y del griego ‘mouseion’ o sea propio de las musas.
Es el resultado de la mezcla de piedras, maderas, nácar y vidrios de colores.
Históricamente se reconocen tres tipos: el Opus Tesellatus en dos colores,
generalmente blanco y negro, el Opus Sectile formado por pequeñas teselas de
colores diferentes y los mosaicos multicolores en los que se desarrollaban
grandes composiciones utilizando mármol, esmaltes, pinturas y vidrios opacos.
Con la invasión de los bárbaros en los
siglos III al VI este arte desapareció de Europa Central, conservándose entre
los griegos y los bizantinos.
A través de los siglos fueron representados
en los mosaicos infinidad de temas reales,- como escenas históricas,
religiosas, teatrales o circenses,- o simbólicos, con imágenes mitológicas.
Muestras de ello pueden verse aun hoy entre las ruinas de distintas
civilizaciones: la maya y la azteca, la romana con su influencia sobre la
decoración interna de las iglesias cristianas, la bizantina con su adaptación
en los mosaicos árabes. En el Libro de Ester se hace mención a un rico
pavimento sobre el cual las piedras preciosas formaban un bello cuadro.
En el Templo Masónico
Su piso está compuesto por baldosas cuadradas
o por dobles triángulos rectángulos, simbolizando fundamentos de nuestra Orden
tales como la armonía y la igualdad, y afirmando la coexistencia de Hermanos
pertenecientes a diversos niveles sociales, razas, ideas políticas y creencias
religiosas, solo destacados por sus virtudes y capacidad.
La fe y la esperanza eran blancas entre los
antiguos. Blanco era el color de Júpiter, padre del día. Negro el de Plutón,
rey de las oscuras tinieblas: en Roma le dedicaban el segundo mes del año y
dentro de él, en su segundo día se realizaban los sacrificios. en las
ceremonias del antiguo Egipto los sacerdotes vestían de blanco.
Las baldosas del Templo reflejan la dualidad
de la vida: el día y la noche, el placer y el dolor, la virtud y el vicio, el
frío y el calor, el nacimiento y la muerte, el amor y el odio, las honras y las
calumnias. Estos contrastes acompañan al hombre por los caminos de toda su
existencia, y al masón en su Iniciación se le muestra por los dos sorbos de la
copa simbólica. Las columnas B. y J. representan dos pares opuestos: la primera
consagrada a la belleza (femenina) y la segunda a la fuerza (masculina). Su
dualidad se extiende a través del piso hacia el Oriente.
Según la teoría pitagórica del binario, es el
símbolo de la diversidad, de la desigualdad, de la división, de la separación y
de las vicisitudes que provienen del estado imperfecto en el que cae el hombre
cuando se desconecta de Dios.
El contraste entre el blanco y el negro
ligados por el mismo cemento, dan la imagen del bien y del mal que jalonan los
senderos de la vida. También recuerda la pureza del sentimiento o el alma pura
del iniciado intentando sobreponerse a los rencores, vicios y pasiones a que está
sujeto e profano. El negro no refleja los rayos luminosos y su oscuridad
despierta sentimientos de destrucción y muerte. El blanco, -unión de los siete
colores del espectro solar,- es luz, creación y vida, esencias del Gran
Arquitecto del Universo: ‘La sabiduría que emana de Dios, es la blancura
resplandeciente de la luz eterna’ canto el Rey Salomón.
M:.M:. Eduardo Marder
Resp:. Log:. Simb:.
LA FRATERNIDAD N° 62
Tel Aviv - Israel
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