Conocido
también como Eugenio Filaleteo, fue el primer traductor al inglés de los
manifiestos rosacruces la Fama y la Confessio, pues aunque circulaban ya en
manuscritos, esta versión de 1652, según ha podido constatar en su libro El
Iluminismo Rosacruz la historiadora Frances A.Yates, “fue un acontecimiento
verdaderamente memorable”, pues evidentemente esta versión en letra de imprenta
impulsó notablemente su difusión.
Fue discípulo y amigo del masón Sir Robert Moray, quien le entregó el
manuscrito del fondo de las colecciones de “papeles” que tenía su suegro, Lord
Balcarres.
Vaughan dice haber basado su traducción de los manifiestos de otra
escrita “por mano desconocida”. Se llamó a sí mismo “filósofo de la Naturaleza”
declarando ser seguidor de Enrique Cornelio Agrippa y de su obra La Filosofía
Oculta, así como de Platón, y se jactaba de tener cierta hostilidad hacía
Aristóteles y Descartes. Aunque no hay señales de su filiación masónica a una
logia específica, cosa bastante corriente en esa época de atmósfera secretista,
su relación con masones y su influencia sobre la Orden fue muy directa. Vaughan
estaba totalmente impregnado del pensamiento hermético y atento a la
orientación que estaba tomando el Conocimiento Tradicional, reconociendo estar
ligado intelectualmente al “Colegio Invisible” de la Rosa Cruz. Esto es lo que
escribió en la introducción que hizo a la traducción de los dos manifiestos
rosacruces:
La
atención que yo les presté primero fue despertada por sus libros, pues los he
reconocido como verdaderos filósofos... Sus principios están enteramente de
acuerdo con la antigua y primitiva sabiduría. (Sedir, Historia y doctrina de la
Rosa Cruz).
Fue un personaje principal que da testimonio de una época en la cual los
conocimientos humanos, la ciencia, la filosofía, así como las órdenes de
caballería, los colegios artesanales y en definitiva el pensamiento hermético
se replegaba y condensaba en la Francmasonería. La misma F. A. Yates nos
informa del reconocimiento público obtenido por los manifiestos la Fama y la
Confessio, síntesis de ese pensamiento, y anota una frase muy ilustrativa
tomada de una obra del teólogo John Webster en la que éste aconseja que:
la filosofía de Hermes resucitada por la escuela de Paracelso sea enseñada en
las universidades.
Se conserva un ejemplar de esta edición de los Manifiestos llevada a cabo por
Vaughan, que está depositado en la Biblioteca de la Universidad de Yale; se
trata del ejemplar que perteneció a Isaac Newton y que conserva anotaciones y
la firma del científico, ya que esta obra y otras de sabios hermetistas, como
Michel Maier o John Dee, constituían los principales libros de estudio de
Newton, lo cual nos permite observar las rutas de comunicación creadas por
una misma corriente de pensamiento, en este caso la tradición de Hermes.
A Vaughan (Eugenio Filaleteo) se le confunde a veces con Ireneo Filaleteo,
seudónimo que empleó otro adepto de la Tradición Hermética cuyo nombre parece
que fue George Starkey.
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