… Utilizando el material preparado por (el masón) Pini, se adoptó la ley Crispi,
con la que desde 1888 la práctica de la cremación se introdujo oficialmente en
el derecho italiano...
La
cremación es un fenómeno en crecimiento en Occidente. Pero también lo es, y más
fuerte, lo de dispersar las cenizas en la naturaleza. Incluso en Italia, en
varias ciudades se quiere crear un “jardín de los recuerdos”, donde poder
arrojar las cenizas.
Sin embargo, muchas personas ignoran que esta moda es contraria al Rito de las exequias católico, que no admite la práctica de dispersar las cenizas en la naturaleza o de conservarlas en lugares distintos del cementerio. Esto es incoherente con la fe cristiana, pues supone una concepción “panteísta” de la naturaleza, o una forma de negar la creencia en la resurrección. Y tampoco es coherente conservarlas en casa, como si fueran un objeto (o peor, un objeto de culto).
Sin embargo, muchas personas ignoran que esta moda es contraria al Rito de las exequias católico, que no admite la práctica de dispersar las cenizas en la naturaleza o de conservarlas en lugares distintos del cementerio. Esto es incoherente con la fe cristiana, pues supone una concepción “panteísta” de la naturaleza, o una forma de negar la creencia en la resurrección. Y tampoco es coherente conservarlas en casa, como si fueran un objeto (o peor, un objeto de culto).
Según
el Catecismo de la Iglesia católica (n. 2301), el Código de Derecho Canónico
(can. 1176) y el Rito de las exequias, la Iglesia acepta la cremación siempre
que esta “no sea dictada por motivos contrarios a la doctrina cristiana”, y
especificando que se prefiere la sepultura pues es la forma “más idónea para
expresar la fe en la Resurrección de la carne, para alimentar la piedad de los
fieles y favorecer el recuerdo y la oración” por los seres queridos.
Ciertamente,
esta postura es más “suave” respecto a la contemplada en el anterior Código de
Derecho Canónico, el de 1917, donde en el can. 1203 se condenaba formalmente la
cremación, y en el can. 1240 se privaba de los Sacramentos y de las exequias a
quienes la pedían.
¿Por
qué tanta dureza? Para comprenderlo hay que hacer un poco de historia. Se trata
de una cuestión muy beligerante en el siglo XIX y principios del XX: la
cremación era el campo de batalla de la masonería, especialmente en Italia.
Fue
un masón, Salvatore Morelli, el que presentó el 18 de junio de 1867 en la
Cámara de los Diputados la propuesta de ley, con el fin de limitar cada vez más
el culto católico, sustituyendo los cementerios por hornos crematorios. Esta
propuesta venía con un prólogo de Giuseppe Garibaldi, quien alabó a cuantos se
atrevían “con audacia sin par a desafiar a los prejuicios de siglos”.
No
solo. En el programa de la masonería italiana de 1874 se lee: “La masonería
italiana, augurando que los cementerios sean exclusivamente civiles, sin distinciones
de creencias y de ritos [esto sí ha sucedido], se propone promover en los
municipios el uso de la cremación como sustitución del enterramiento”.
Poco
después, en 1878, otro masón, Gaetano Pini, fundó la primera Socrem, Sociedad
para la Cremación italiana. Muchas otras surgieron en varias ciudades, hasta el
punto de que se unieron en una Liga Italiana, dirigida por la masonería. Es
más: utilizando el material preparado por Pini, se adoptó la ley Crispi, con la
que desde 1888 la práctica de la cremación se introdujo oficialmente en el
derecho italiano.
Para
muchos se trata de una cosa del pasado. Sin embargo, algunos siguen haciendo de
la cremación una bandera ideológica o un sentimiento anticristiano. No es
casualidad que la UAAR, Unione degli Atei e degli Agnostici Razionalisti,
promociona en su web la inscripción a la SOCREM, al I.Di.Cen.– Istituto
Dispersione ceneri e cremazione y al ICREM, Istituto della Cremazione e
Dispersione Ceneri.
Es decir, para ellos la cremación y la dispersión de las cenizas en la naturaleza es una muestra de ateísmo, de negación de la fe en la resurrección. Es muy oportuno, por tanto, puntualizar la línea de la Iglesia sobre el tema.
Es decir, para ellos la cremación y la dispersión de las cenizas en la naturaleza es una muestra de ateísmo, de negación de la fe en la resurrección. Es muy oportuno, por tanto, puntualizar la línea de la Iglesia sobre el tema.
Adaptado del original italiano publicado por Il Timone
Fuente: http://www.aleteia.org/es/estilo-de-vida/articulo/por-que-a-la-iglesia-no-le-acaba-de-gustar-la-cremacion-5804186964852736
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