Museo Masònico en Washington |
La nueva novela del autor de El código Da Vinci, Dan Brown ('El símbolo perdido', 2010),
ocurre en una ciudad fascinante en sus contradicciones. Hunde sus raíces
estilísticas en la antigüedad, pero sólo tiene 200 años de historia. Es
en sí misma un homenaje a la razón, pero se inspira en arcanos
simbólicos como las estrellas de cinco puntas y las cruces. El símbolo perdido es en sí mismo un mapa oculto de Washington, una ciudad diseñada por masones.
01 La Casa del Templo
Durante décadas, los amantes del ocultismo han utilizado el mapa de
la capital de Estados Unidos para trazar figuras esotéricas. La Casa
Blanca, unida a las rotondas que la rodean, forma una estrella de cinco
puntas invertida. En la misma calle de la residencia presidencial se
halla La Casa del Templo del Consejo Supremo Número 33, una logia
masónica construida a imagen y semejanza del mítico Mausoleo de
Halicarnaso.
Dos esfinges reciben al visitante. Una claraboya ilumina la sala
central, en cuyo centro se yergue un pedestal con los libros sagrados.
Aquí, en este escenario abierto al público, bebe la sangre simbólica e
iniciática el demonio Mal'akh, de un cráneo humano, en las primeras
páginas de la novela.
"El señor Brown estuvo aquí, documentándose para su libro", explica
Arturo de Hoyos, Gran Archivero y Gran Historiador de la logia. "El
libro es, sin duda, una obra de ficción, y en eso se queda. No hay
parecido con lo que es la realidad de los masones. Somos una hermandad
nacida bajo los principios de la Ilustración".
Como demuestra este lugar, los masones gustan de recargar sus templos
y monumentos de símbolos tomados de muchas tradiciones, la del Antiguo
Egipto sobre todo: las esfinges, las pirámides, los obeliscos.
"Enseñamos a través de los símbolos, creemos en la iluminación del alma a
través de estas alegorías", explica De Hoyos.
En la tradición masónica de Estados Unidos hay un personaje muy
respetado: el fundador de la patria, el general y primer presidente
George Washington. A su memoria, precisamente, se le dedicó uno de los
principales templos masones de Estados Unidos en Alexandria, a las
afueras de Washington. Fue construido en los años veinte del siglo
pasado, imitando al faro de Alejandría.
En Estados Unidos hay unas 35 logias masónicas. Entre los padres
fundadores de la patria había unos 18 masones. Y era masón el arquitecto
franco-americano Pierre L'Enfant, que diseñó esta ciudad en 1791 (un
proyecto que se extendería durante más de un siglo y cuya magnitud ha
quedado como uno de los últimos hitos del urbanismo). "Está claro que
hay cierto simbolismo masónico en el diseño de esta ciudad", explica
Thomas B. Allen, experto en historia local. "Los masones creen en la
armonía, en la importancia de que los edificios muestren un simbolismo y
una disposición entre ellos que refleje su fascinación por el
conocimiento y la sabiduría".
En el interior de este monumento, un mural muestra al general
Washington colocando la primera piedra del Capitolio en 1793, siguiendo
un pomposo rito masónico, ataviado con un delantal y luciendo otro
símbolo muy querido para esa hermandad: la escuadra y el compás.
02 El Capitolio
El Capitolio marca la vida de Washington. Es un complejo inmenso, con
sus propios restaurantes, su sistema de metro e infinidad de pasadizos
subterráneos. Acceder al edificio principal es posible a través del
Centro para Visitantes abierto el año pasado. Las diversas visitas
guiadas enseñan lugares memorables, como la Rotonda o el Salón de
Estatuas. Pero en este edificio hay secretos reservados para algunos
privilegiados.
Sólo a través de un congresista se puede acceder a la cúpula y a la
torre exterior que la corona, a 365 escalones de distancia. Primero,
esta escalera llega a la balconada circular del interior de la cúpula,
desde la que se ve la Rotonda en picado. Sólo entonces es capaz el
visitante de valorar la inmensidad de la bóveda, dentro de la cual cabe
la Estatua de la Libertad de Nueva York, con sus 46 metros de altura.
En las catedrales católicas, las cúpulas sirven para reflejar el
mundo celestial, el advenimiento de Jesucristo. La del Capitolio es
exclusivamente laica. En su techo, a Jesucristo le sustituye el propio
general Washington, sentado en los cielos, laureado por las diosas de la
Victoria y la Libertad.
"La arquitectura neoclásica está meticulosamente diseñada para evocar
la grandeza de la antigua Roma, cuyos ideales fueron la inspiración de
los fundadores de América cuando establecieron las leyes y la cultura de
la nueva República", según escribe Dan Brown en su novela. A través de
la balconada interior se accede a la torre que adorna la cúpula en el
exterior, desde la que se tienen unas impactantes vistas del distrito de
Columbia.
Desde esa torre se percibe el simbolismo religioso con el que los
fundadores masones de la patria diseñaron Washington. Los monumentos a
Jefferson y Lincoln, el Capitolio mismo y la Casa Blanca forman una
cruz, en cuyo centro se yergue otro de los puntos cruciales de la novela
de Brown: el monumento a Washington, el obelisco más alto del mundo.
03 El Obelisco
Admiradores de la arquitectura y el arte de la antigüedad, los
masones tomaron el símbolo del pilar como una representación de su
relación con la divinidad. Tal y como el experto masón Carl Claudy dijo
en su Introducción a la masonería, "los pilares son símbolos de
gran valor; el iniciado de la antigüedad veía en el obelisco el
verdadero espíritu del dios al que adoraba".
Se puede ascender hasta un mirador situado en la pirámide que corona
el monumento, a 169 metros de altura, con un ascensor. Para acceder a él
hay que retirar unas entradas gratuitas, muy preciadas en la ciudad,
que se reparten a las ocho y media de la mañana y se agotan en minutos,
en un centro de visitantes cercano.
Subir hasta esa pirámide significa estar en el punto más elevado de
la ciudad, en el nivel más elevado de cuantos se puede encontrar en esta
masónica ciudad. Dan Brown así lo entendió, y por eso le dio a este
punto, visible desde la Casa Blanca, el Capitolio y casi toda la ciudad,
un protagonismo merecido en su novela. Desde aquí se confirma lo que el
escritor observa en el libro: "Incluso desde el aire, Washington DC
exuda un poder casi místico".
Fuente: http://elpais.com/diario/2010/01/02/viajero/1262470092_850215.html
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