Francisco García de Hevia, Primer Venerable maestro de la Logia "Virtudes de Santa Ana Nº 7" adscrita a Inglaterra |
No todas las Sociedades
Secretas persistentes han surgido con una idea de ocultismo. Algunas de estas
formaciones han nacido bajo imperativos muy distintos a los que arribaron con
el pasar de los siglos. La Masonería es una de estas sociedades, agrupaciones
que surgieron de los gremios artesanales de la edad Media, pero
sus orígenes son más antiguos.
La primera Logia del que se
tiene noticia, según revisiones en antiguas bibliotecas masonicas del estado
Táchira sugieren el encuentro histórico de Don Antonio
Nariño, prócer de la independencia de Colombia, con el también prócer
de la independencia tachirense Don Francisco García de Hevia. El masón
estaba obligado a obedecer la ley moral y por consiguiente sus actos debían
ajustarse rigurosamente a su propia conciencia. Jamás podrían ser un ateo ni un
dogmático o religioso. La tolerancia y el amor a sus semejantes debían estar
presentes en todos los ángulos de su vida de relación. Debía ser
el masón un hombre activo, estudioso, amante de la verdad y justo en
sus conceptos y decisiones.
El masón está, pues, obligado a mantenerse alejado
de los vicios y a procurar su propio perfeccionamiento mediante el trabajo y la
superación de sus defectos. A nadie puede impedirse su ingreso a la
masonería por razón del credo religioso que practique, ni a nadie, después de
ser aceptado, se le obliga a cambiar de fe o a obrar en contra de las religiones
establecidas. "En el seno de esta institución se observa un culto ardiente
por la libertad y por ello los masones luchan contra la esclavitud en todas sus
formas". Así resume los principios de la masonería Américo Camicelli,
y tal fue el código de normas morales y políticas adoptado por la Gran Logia de
Londres, establecida en el año de 1717, inspirado inicialmente en los
principios mismos de la doctrina cristiana, algunos de cuyos postulados se
remontan también hasta la doctrina estoica, de raíz socrática, que reforzó sus
postulados filosóficos "con la afirmación de que todos los hombres son
iguales, libres y capaces de alcanzar la virtud argumentando que la única
esclavitud era la ignorancia y la verdadera libertad, el saber", como
señala Pedro Pablo Peña.
En La Grita se dio el
encuentro entre Nariño y García de Hevia, allí Nariño le expresó entre tantas
ideas que las puertas de la antigua Iglesia Matriz de La Grita le traian
recuerdos a las puertas del gran templo de Santa Ana de Nuestra Señora de
París. De allí que quien visita hoy la "Ciudad del Espíritu Santo" se
encuentra con variada simbología masonica en la ciudad, tanto en sus iglesias
como en varias casas claves de la La Grita. Nuestra primera Logia
llevaría el nombre de "Logia Virtudes de Santa Ana Nº 7" y estuvo
adscrita a Inglaterra (Aunque este dato aún no esta claro, pues esos
Archivos están desaparecidos, sólo impera tradiciones de la oralidad
en nuestra orden y algunos fragmentos escritos en la Biblioteca de un Q:. H:.
que se ha encargado de ser el depositario de varios documentos ineditos de la Orden,
y al cual he tenido acceso por mi alta investidura). La historia es conocida
luego y como nuestro primer Gran Venerable Maestro, nuestro Querido Hermano
Francisco Javier García de Hevia, héroe que murió con dignidad en Colombia.
Allí están los orígenes de nuestra Fraternidad en estas
tierras, en La Grita. La masonería había sido introducida en España por el
duque Felipe de Wharton, Gran Maestro de la Gran Logia de Londres en 1722,
nombrado ministro inglés ante el gobierno español, quien organizó el grupo en
la ciudad de Madrid, en abril de 1728, con el nombre de "Matritense".
Luego se fundaron células similares en Cádiz, Sevilla y otras ciudades
españolas, logrando infiltrar las altas esferas oficiales de la monarquía, como
ocurrió con don Pedro Rodríguez, Conde de Campomanes, miembro de una de las
logias de Madrid, nombrado fiscal del Consejo de Castilla. Más tarde, en 1767,
fue designado como jefe de la masonería española don Pablo Abarca y de Bolea,
décimo conde de Aranda, exaltado por Carlos III al cargo de presidente del
mismo Consejo y quien al parecer inspiró al monarca la Real Pragmática Sanción,
que expulsó a los jesuítas de todos los dominios de España.
Mandil masónico de segundo grado del siglo pasado. Museo del Siglo XIX, Bogotá |
Las logias masónicas se
extendieron rápidamente a través de la América anglosajona y sus postulados
fueron abrazados por la mayoría de los protagonistas que lucharon y lograron la
feliz culminación del movimiento libertario. Estos postulados y las doctrinas
del cristianismo inspiraron a Thomas Jefferson, en 1786, el famoso texto de la Declaración
de Independencia. Tres años más tarde, la masonería francesa tomaba parte
activa en el movimiento revolucionario, apoyando la lucha contra el feudalismo
y respaldando la implantación de los "Derechos del Hombre",
proclamados en agosto de 1789, acto que aseguró la instauración de un gobierno
democrático, documento que fue traducido por Don Antonio Nariño y que debió
haber sido traído por él a finales del siglo XIX a La Grita y divulgado en esas
tierras de montaña, dando pie a los movimientos comuneros de La Grita (1779) y
El Socorro (1781). El 29 de agosto de 1793 se declaró la abolición de la
esclavitud.
Tal era el mensaje político
y filosófico que llegaba a las colonias de la América española, a través de
publicaciones que se leían clandestinamente y de las sociedades secretas que
empezaban a surgir en la capital del Virreinato, como la establecida por Nariño
en asociación con su amigo el médico francés Luis de Rieux, masón, con el
nombre de Arcano Sublime de la Filantropía, que simulaba ser sólo una sala
de lectura que servía de tertulia a miembros distinguidos de la sociedad
santafereña. De su seno surgió, seguramente, la idea de la traducción y
publicación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Grabado
de Ricardo Moros Urbina. Museo del Siglo XIX, Bogotá. |
La segunda Logia tachirense
sería "Sol de los Andes Nº 46" nace en 1856, entre sus fundadores estará; Domingo Guzmán Escandon,
José Gregorio Villafañe y Carlos Rangel. En "Sol de los Andes Nº
46" pasarían hombres como: Espíritu Santo Morales, Juan Pablo
Peñaloza, Pedro María Morantes (Pío Gil), el panfletario José María Vargas
Vila. "Sol de los Andes Nº 46" desaparece en 1923 a la llegada de
Monseñor San Miguel. Es hasta 1930, que vuelve aparecer otra Logia, en este
caso "Sol del Táchira Nº 85". En la actualidad en la ciudad de San
Cristóbal y en Táriba funcionan las respetables logias: Sol del Táchira, Pío
Gil, Restauradores del Honor adscritas a la Respetable Logia de la República de
Venezuela; y Sol de Occidente, adscrita a la Gran Logia Suroriental de
Antiguos, Libres y Aceptados Masones.
Fuente: http://masoneseneltachira.blogspot.com/
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