Imagen tomada en junio de 1937 de mujeres en el templo masónico de Caxton Hall, Westminster |
Como cada mes recibo en mi correo electrónico una invitación a comer con las mujeres de El Club de las 25,
el colectivo femenino que con buen ojo dirige la periodista Karmele
Marchante. Lo abro y leo de qué nos hablarán en esta ocasión: con letra
destacada en negrita nos cuentan que la temporada se inicia con una
charla de Rosa Elvira Presmanes, antropóloga, masona, fundadora de la Gran Logia Femenina de España y autora de varios libros sobre la institución y también sobre feminismo. Hablará de “la convergencia entre el feminismo y la masonería”.
Cierro
el correo y anoto el día en la agenda. Ojalá pueda acercarme. Sigo a
mis tareas. Al rato, reparo en que es una asociación que no he hecho
antes. ¿Masonería y feminismo? ¿Mujeres masonas? ¿Logias femeninas? ¿Puedo hablar con la invitada antes de la charla y publicarlo?
Puedo.
Presmanes me cuenta que, en su libro La Masonería Femenina en España, narra como “la
participación de las mujeres en la masonería ha sido paralela a la
lucha por alcanzar la igualdad no solo legal, que ya la tenemos, sino de
real, de facto, para que la falta mucho. Si la masonería
estaba perseguida en el sur de Europa por las fuerzas totalitarias,
imagínate la idea de masonas femeninas. Pero en España, como en tantos
países, muchas mujeres destacadas de su época fueron masonas y lucharon
por los derechos y libertades de las mujeres tanto dentro de la
masonería como en la sociedad”, relata Presmanes al otro lado del
teléfono.
Intento que Presmanes me cuente cómo se accede. “Te presenta alguien o te postulas y se valora a través de entrevistas personales”. Tambén que hable de la iconografía masónica y sus ritos. Más allá de mencionar la escuadra y el compás no consigo que me cuente nada.La experta ríe cuando recordamos la tirria que Franco tenía a la institución –a la que se refirió como “el contubernio judeo masónico” en un discurso poco antes de morir– pero aclara que “ha sido perseguida desde mucho antes y en más lugares. La libertad de pensamiento y la idea de que la religión debe permanecer en la esfera privada y no en la pública ha estado siempre perseguida por los totalitarismos“.
Aunque
las mujeres nunca han sido denostadas entre los masones y de hecho,
desde hace dos siglos ya hubo logias mixtas tuteladas por las
masculinas, no fue hasta mediados del siglo XX cuando comenzaron a
fundarse las primeras logias estrictamente femeninas. “En España
las logias soberanas, independientes y exclusivamente femeninas nacen
durante la transición, auspiciadas por la Gran Logia Femenina de Francia
y de otros paìses europeos. En la actualidad existen nueve en
todo el país y trabajamos en los tres sentidos habituales de las logias:
el simbólico, el filosófico y el social. En nuestras reuniones
compartimos estudios y reflexiones sobre cómo mejorar la humanidad que
siempre ha sido el mandato esencial de la masonería”.
Intento que Presmanes me cuente cómo se accede. “Te presenta alguien o te postulas y se valora a través de entrevistas personales”.
Tambén que hable de la iconografía masónica y la importancia de los
ritos en las reuniones mensuales llamadas “tenidas”. Pero, más
allá de mencionar la escuadra y el compás, distintivos masones por
excelencia, no consigo que me cuente qué símbolos caracterizan las
logias femeninas.
Imagino –cosas del hemisferio derecho–
túnicas de seda con capuchas enormes que enmarcan sus caras y salas, en
su terminología “templos”, oscuras, raras y dispuestas con un orden que
me es ajeno. Ella insiste en que hablemos de masonería y feminismo. Al
final, consigo que me cuente que acuden “discretas y adornadas con los adornos de cada oficio y grado”.
Leo
que, como otras sociedades iniciáticas –esto es, que se rigen por
rituales de ingreso y en las que hay escalones de progreso– las logias
poseen una serie de ceremonias pensadas para estructurar el trabajo
colectivo y favorecer el trabajo introspectivo de cada masona. Porque
eso es lo que se hace una logia masónica: pensar y compartirlo. “Mujeres de todas las condiciones y edades reflexionan sobre cómo mejorar el mundo.
Desde hace dos siglos, primero desde las logias mixtas y luego desde
las femeninas, se ha perseguido la igualdad de las mujeres respecto a
los varones y prácticamente todas las mujeres importantes en la historia
del feminismo han sido masonas: Carmen de Burgos, Clara Campoamor, Emilia Pardo Bazán, Teresa Claramunt, Ángeles López de Ayala…
Nuestros principios, que beben de la Ilustración, han sido claves para
conseguir el voto femenino y esta concomitancia entre la masonería y los
valores ilustrados hizo que importantes mujeres se abrieran paso en un
mundo de hombres donde lo tenían muy difícil”, cuenta con entusiasmo.
Leo
también que en el tiempo de las mujeres que menciona, la pertenencia
femenina a la masonería cumplía con el objetivo de muchos masones
varones de “alejarlas de la influencia clerical del confesor y la iglesia”.
Y que pronto esas primeras mujeres librepensadoras que se sentían
emancipadas de la España caciquil y encorsetada que les había tocado
vivir comenzaron a reivindicar en su vida personal y en el discreto
espacio que conquistaron de la vida pública más autonomía para sus
congéneres, más libertad y una regeneración social que implicase salir
de la esclavitud que implica la ignorancia.
“Hoy, en pleno siglo XXI, los retos de la masonería y del feminismo son otros. Las mujeres ya tenemos igualdad formal y legal pero hay muchísimos problemas para que esa igualdad sea real.
Como masonas, lo que intentamos es dar el contexto para que cada una
trabaje estos valores en su vida privada y también en la profesional,
que haga lo que esté en su mano para transmitirlos”.
Nada
de lo que dice me sorprende, pero sigo sin entender qué hacen con el
conocimiento que surge de las reuniones, así que insisto. Pregunto
de otra manera. Vuelvo a insistir. El sonido se corta. Rosa Elvira
habla deprisa y yo escucho ladridos y fuera, una galerna. Sigo sin ver por dónde tiraré al escribir. No logro hacerme una idea de cómo eres si eres masona.
Llevamos
hablando más de una hora. Abandono la idea de ir pensando qué escribiré
mientras la entrevisto y me esfuerzo en escuchar lo que me dice
mientras tecleo sus palabras. A final, como si la verdad de una
misteriosa sociedad secreta se me hubiera revelado, comprendo. “Hacerse
a una misma, con verdadera vocación de mejora personal, creer en la
libertad y en la igualdad, hacer todo lo posible para avanzar en esa
dirección, construir un fuero ético fuerte que mejore el mundo y lo haga
más justo. Y compartir esa opinión con verdadero respeto sin decirle a la otra que “esto no es así o no es de otra manera”. Sin
juzgar, solo expresando cada opinión sabiendo que en frente puede haber
una mujer con una ideología que no es la tuya, con otra experiencia,
otra edad, otra vida. Eso es lo que hacemos las masonas”. Ahora lo entiendo: eso, y no otra cosa, es lo que hacemos las feministas.
Fuente: revistavanityfair.esTomado de: http://eju.tv/2016/09/asi-son-las-logias-masonicas-femeninas-en-espana-en-2016/
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