Q:. H:. Aprendiz.,
Me pide usted unas cuantas palabras con ocasión de su ingreso a la
Masonería hace unos días, y aunque he querido contestarle rápidamente no
me ha sido fácil hacerlo.
La razón de esta demora, radica en que el método que practica la Orden
es rico en cauces, y no es sencillo elaborar un instructivo Masónico al
estilo de la “Guía para la Vida”, de Bart Simpson, como sería mi deseo.
Sin embargo, creo que debo comenzar diciéndole que en lo personal me
alegra la llegada a la Masonería de jóvenes de mentes abiertas.
Seguramente, acostumbrados a la vida académica, y diestros en los nuevos
adelantos tecnológicos de la sociedad de la información (Internet,
Escáner, Video Bean, wi–fi, celular, megapixel, e– mail, i-Pod, i-Pac,
DVD, Mp3, Palm, space, chat, USB, Pocket PC, bytes, mouse, blogs, vlogs,
podcast, spyware, adware, etc.).
Por lo tanto, no son ustedes ciudadanos que ingresan a la Masonería con
los escasos conocimientos con que lo hacíamos nosotros cuando no
existían las computadoras. Muy por el contrario, se trata de personas
que, antes de tocar nuestras puertas, pudieron investigar en la
Internet, en compañía de sus allegados, quienes somos los Masones,
quienes hemos sido, que hacemos, que dicen de nosotros nuestros
simpatizantes y que afirman nuestros malquerientes.
Naturalmente, esto nos crea el reto, frente a ustedes, nuevos compañeros
de ruta, de estar permanentemente actualizándonos acerca de las nuevas
corrientes de opinión y práctica de la Masonería en una época que se
llama a si misma la de la información. Es decir, que estamos obligados,
por imperativo de los tiempos que corren, a asumir simultáneamente el
rol de heraldos del progreso y guardianes de la tradición. Y eso no es
fácil.
La buena noticia, es que la experiencia ha demostrado que de estos
diálogos intergeneracionales la Masonería siempre emerge ratificando un
rol muy afín con la construcción de un mundo más humano y más sensible
al dolor ajeno que el que encontró. Un mundo más respetuoso de la
diferencia y la heterogeneidad.
Del mismo modo entiendo, que jóvenes como usted, que han optado por
dedicar su tiempo a la Masonería, se respetan a sí mismos, y también
respetan a aquellas personas que han escogido para ejecutar un proyecto
común, y con quienes obligatoriamente están analizando esta nueva
distracción de la vida familiar, así como su lugar en la vida de pareja.
Y si para ello, usted cancela una suma mensual de dinero que fácilmente
podría dedicar al disfrute de un buen libro, de un partido de fútbol, a
oír música de su gusto, charlar con su pareja, comer una rica pizza
(doble queso con piña, pollo y champiñones), o a degustar un excelente
congrio con un cabernet, en inmejorable compañía, o a cultivar con
devoción un pecado capital, eso me impone el máximo respeto por su
presencia entre nosotros.
Sentado esto, créame, Q:. H:., cuando le digo, que la promesa que le
hace la Masonería consiste en brindarle la posibilidad de dialogar sin
intermediarios con usted mismo, de confrontarse, y de elaborar en
consecuencia un argumento propio para incorporarlo a su biografía
personal. Es este el real carácter instrumental de los muchos textos y
psicodramas que conocerá entre nosotros. Es el “atrévete a pensar” que
Kant (otro Masón como usted) escribió en el frente de su casa.
La Masonería además le ofrece una catarsis. Es decir, en palabras del
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una “purificación
de las pasiones del ánimo mediante las emociones provocada por el
arte”. En nuestro caso, por el “Arte Real” de la construcción de
nosotros mismos y del de la construcción de la sociedad en que vivimos.
La Iniciación por la que acaba de pasar, en palabras de René Guenon (un
escritor Masón francés), no es más que “la transmisión de una influencia
intelectual”. Y en esta, como en cualquier otra transmisión, para que
sea funcional se requiere un emisor idóneo (la Masonería), un receptor
idóneo (usted) y un medio idóneo (lo llamamos Rito). Es decir, que
nuestros modos le imponen a usted mismo un gran peso en su construcción
particular, y no es caprichoso el diseño puesto que solo usted conoce la
exacta configuración del terreno en donde habrá de levantarse su
edificio.
La Orden Masónica cuenta, y ha contado siempre, con muchas formas y
estilos de decirle a sus adeptos: “se tú mismo”, “lo que tú haces te
hace”, “supérate”, “valora el honor, el saber y la virtud”, “estudia”,
“lucha contra la ignorancia y la ambición”, “no te dejes llevar por el
brillo de los metales”, etc. Cualquiera que sea nuestra forma personal
de transmitirlo, usted no pierda de vista el mensaje central.
No espere, ni busque, ni practique entre nosotros, proselitismos
ideológicos, políticos, metafísicos, o de cualquier otra índole, por que
estas corrientes de pensamiento corresponden a otros espacios más
específicos de adoctrinamiento. No obstante, debemos reconocer que todas
esas corrientes de opinión son legítimas en una sociedad plural, a cuya
pluralidad debemos incorporarnos con respeto. “He ahí el detalle”,
diría Mario Moreno, Cantinflas (otro Masón extraordinario).
Q:. H:. Aprendiz,
Al iniciar usted ahora el método de construcción personal que ofrece la
Masonería, mi invitación cardinal es al estudio. Hago votos por que las
expectativas que lo llevaron a tocar nuestras puertas sean colmadas a
entera satisfacción, y por que tenga una vida Masónica muy placentera.Bienvenido y mil éxitos.
Rey Salomón
Tomado del tuit de Otto Medina Villegas
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