En la cadena montañosa de los Pirineos se asentó una cultura que
practicó un culto cosmogónico íntimamente relacionado con las fuerzas de la
naturaleza
Las cuevas de Zugarramurdi se conocen con el sobrenombre de “catedral
del diablo”. Esta localidad pasó a la historia cuando entre 1608 y 1610 el
Tribunal del Santo Oficio español, liderado por el inquisidor Juan del Valle
Alvarado, procesó a más de 300 personas acusadas de brujería. Estas denuncias
incluían posesión demoníaca, celebración de misas negras, maleficios a campos y
animales, alteración del clima y practica de vampirismo y necrofagia.
La mayoría de los acusadas recibió penas de cárcel a perpetuidad después
de ser cruelmente atormentadas. Otras murieron en los mismos potros de tortura.
En los juicios decenas de ellas fueron condenadas a morir mediante el suplicio
de la hoguera como acto de purificación. Estos autos de fe se fundaban en
testimonios basados en intrigas, envidias y supersticiones que mantenían los
propios vecinos de la localidad de Logroño.
Orígenes
Hace miles de años, en la cadena montañosa de los Pirineos, se asentó
una cultura que, al igual que otros pueblos de la época, practicaron un culto
cosmogónico íntimamente relacionado con las fuerzas de la naturaleza. Estas
creencias fueron perfeccionadas por los druidas y los celtas tres mil años
antes de la llegada del cristianismo a estas regiones, donde durante los siglos
XV, XVI y XVII se produjo el fenómeno social de la brujería. Las ceremonias que
el cristianismo clasificaba como brujería eran los rituales del culto
cosmogónico original. Ésta fue una cultura autóctona, pagana y rural,
estrechamente ligada a los elementos de la madre naturaleza que la Iglesia
confundió, denostó y llamó brujería.
Este culto tenía su origen en el Sol, al que denominaron eguzi
(el astro centro del universo). El vocablo evolucionó hasta convertirse en euskaldunak,
que definía a una comunidad de adoradores solares. Los fenómenos de las
tormentas y las tempestades estaban representados por una diosa femenina
llamada Mari, la “Gran Madre”, deidad originaria que adoptaba la forma de una
bola de fuego. Estos grupos de “brujas primigenias” respetaban las leyes de la
naturaleza, como más adelante se representarían en los aquelarres.
Representación de la diosa Mari
El aquelarre
El aquelarre es una reunión de brujas. En Zugarramurdi se practicaba el
culto al macho cabrío, adorado en las noches de plenilunio. Esta ceremonia
tiene su origen en el dios de la caza Akerra, que se representaba como un
animal arrogante, con grandes cuernos y herbívoro. Esto último simbolizaba que
obtenía el alimento de forma directa de la tierra. Este ser se convirtió en el
protector de los animales del bosque y del ganado. De este dios deriva la palabra
"aquelarre" por Ake Larren. "Larrea” en la lengua vasca
significa “el prado del macho cabrío”.
El Akerra era colocado como tótem en una piedra desde donde presidía el
aquelarre
Estos rituales de adoración al dios Akerra eran fiestas comunitarias. En
ellas los ritos paganos se mezclaban con el baile y los excesos de todo tipo.
Los participantes adoraban al macho cabrío y le besaban los genitales y el ano
(osculum infame), se formaba una rueda de personas que giraba en torno a
una gran hoguera y proferían antiguos cantos paganos. Además se sacrificaba un
cabrito joven, del que bebían su sangre. En las cuevas existía una pila de agua
donde las brujas se purificaban mojando su cabeza antes del aquelarre. Este gesto
puede ser interpretado como elemento originario del bautismo cristiano. Los
celebrantes ingerían pócimas alucinógenas y plantas con propiedades
afrodisiacas. Asimismo cataban o bebían las orinas colectivas que se
recolectaban en amplias tinajas, con el objetivo de provocar la fertilidad de
las tierras y la perpetuación de la vida de los animales y de las personas.
El osculum infame era parte del ritual de
adoración del macho cabrío
Según los inquisidores españoles del siglo XVII, el aquelarre principal
se celebraba en el prado berroscoberro, que estaba muy cercano a la aldea,
aunque estos mismos inquisidores indicaron más de cuarenta lugares donde se
celebraban estas ceremonias. En Zugarramurdi se celebraba aquelarre tres veces
a la semana: los lunes, miércoles y viernes después de las nueve de la noche.
Se cree que estas prácticas duraron más de cuatro siglos antes de que sus
participantes fuesen ferozmente perseguidos y juzgados.
Los participantes
La convocatoria para brujos y brujas era obligatoria, y la inasistencia
se podía sancionar con dolorosos castigos físicos que incluían flagelaciones.
Los participantes recibían el nombre original de sorguiñak y se cree que
tenían la habilidad de adivinar el futuro o predecir la suerte. En estas
reuniones participaba gente de todas las edades y las brujas en su mayoría eran
hermosas, muy alejadas del estereotipo que el folclore, el arte y el cine a
veces han tratado de imponer. Algunos participantes llegaban desde el país
vasco francés y también de otros lugares lejanos de España o de Europa.
Participantes de un ritual pagano alrededor del fuego,
símbolo de la naturaleza
El “jefe” era la encarnación simbólica del Akerra. Éste tenía la misión
de impartir justicia a nombre de la naturaleza e iniciar a los nuevos miembros
por medio de relaciones sexuales. La bisexualidad no era un tabú en los
rituales paganos, principalmente si era una práctica que significaba una
crítica al canon cristiano sobre la sexualidad, sólo predicada entre un hombre
y una mujer. Este líder se representaba con piel de cabra colocada sobre su
cabeza y hombros. También estaba la “Reina del Aquelarre”, que era la
sacerdotisa de sexo femenino por su analogía de representar a la madre
naturaleza. Era un símbolo de vida y de fecundidad.
La realidad práctica
Las brujas no tenían ningún poder sobrenatural. Los habitantes vascos
que no practicaban estos rituales paganos las consideraban dotadas de poderes
mágicos por sus prácticas de adivinación, que se basaban en la lectura de
piedras, pétalos de flores, posición de la luna y otras manifestaciones de la
naturaleza. Las supuestas brujas también practicaban la botánica para curar,
hacer maleficios o provocar enfermedades.
Las brujas eran las curanderas de la época
En realidad, las brujas eran las sanadoras en el contexto de su época.
Asistían partos, sabían manipular sustancias anticonceptivas y atendían en
cualquier situación medica o sanitaria ante la carencia de médicos que no se
rebajaban a cuidar a pobres aldeanos que no contaban con medios económicos.
En la cultura popular
Las ejecuciones de las brujas vascas a comienzo del siglo XVII sirvieron
de inspiración al cineasta español Alex de la Iglesia para realizar la película
Las brujas de Zugarramurdi (2013), en la que la mezcla de comedia y de
terror sirve para narrar las peripecias de un trío de hombres que son
secuestrados por brujas navarras, quienes además son caníbales. También existe
una película española de 1984 llamada Akelarre, dirigida por Pedro Olea,
la cual hace hincapié en el choque entre la cultura católica castellana y la
cultura pagana vasca.
Fotograma de la película Akelarre (Pedro
Olea, 1984)
También en la localidad se inauguró en 2007 el Museo de las Brujas de
Zugarramurdi. Situado en un viejo hospital, en la salida hacia las cuevas del
mismo nombre, este espacio patrimonial se construyó con el fin de perpetuar la
memoria y vida de aquellas personas que fueron juzgadas por el caótico
extremismo religioso de la época.
Fuente: https://culturacolectiva.com/historia/historia-de-las-brujas-de-zugarramurdi/
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