Para el hombre del mundo, tanto la política como la masonería pueden
tener diferentes acepciones o definiciones, dependiendo del espacio
donde se toque o discuta el tema. Es por ello que para desarrollar de
una manera sencilla y digerible las presentes reflexiones comenzaré por
definir ambas con un concepto bastante simple y aceptable por todos. Así
pues, defino la política como la forma de ejercer el poder
organizadamente en sociedad, buscando el bienestar de las mayorías,
intentando minimizar el choque de intereses que se producirá en ciertos
grupos que serán afectados, así no quieran ser parte de ella, por
encontrarse la misma en todos los ámbitos de la vida humana, incluso en
la masonería, la cual simplemente la concibo como una institución
esencialmente filosófica, filantrópica y progresiva, que tiene por
objeto la investigación de la verdad , el estudio de las ciencias y la
práctica de las virtudes, cuyo fin es disipar la ignorancia en los
hombres, combatir los vicios e inspirar el amor a la humanidad, teniendo
como principios el respeto mutuo y la tolerancia, siempre que esta
última no choque con la moral y las buenas costumbres, que reconoce la
existencia de un ser supremo al cual denomina Gran Arquitecto del
Universo, que proclama, aboga y defiende los derechos humanos, que no
rechaza a nadie por sus creencias u opiniones, que no da cabida en los
parlamentos masónicos a debates sobre politiquería y religión,
absteniéndose de tocar cuestiones partidarias o dogmáticas y cuya divisa
es Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Efectuadas las definiciones
correspondientes, nos percatamos de que la masonería no puede desligarse
de la política, pues ellas están indisolublemente unidas al buscar
ambas el bienestar del hombre y la sociedad. Tan es así, que desde sus
orígenes, la masonería ha establecido como una de sus políticas
primordiales la formación de hombres libres y de buenas costumbres, a
través del estudio de las ciencias y la práctica de las virtudes,
cobijando en su seno a hombres de distintas ramas del saber y actuar
humano, de diferentes estratos sociales, de diferentes partidos
políticos, de diferentes religiones, de diferentes y variadas
organizaciones, de diferentes edades y percepciones, de diferentes
profesiones y oficios, pero formados todos en los distintos grados de la
masonería para desempeñarse adecuadamente en los heterogéneos
estamentos sociales, políticos o religiosos del mundo, pero teniendo
siempre presente que la institución como tal le da las pautas al masón,
para que como individuo haga su trabajo en sociedad teniendo como norte
el bienestar de sus semejantes, forjando el bien sin hacer gala u
ostento de su condición de masón, siendo más bien discreto, pues respeta
el derecho ajeno y nos está exento de los padecimientos de la sociedad.
En
ese sentido, considero que se debe hacer una muy rigurosa
diferenciación entre política de actuación y política partidista, siendo
esta última, a mi modo de entender, contraria a los intereses y fines
de la institución francmasónica, pues si sus miembros comenzaran a
identificarse como tales, afectarían gravemente las sólidas bases que le
han permitido su permanencia en el tiempo a pesar de las diferentes
situaciones por las cuales ha atravesado la humanidad, sin olvidar que
el hombre masón, tiene el derecho de formar parte de organizaciones de
distinta índole y finalidad, como individuo, pero no en nombre de la
masonería. Ejemplo palpable de ello lo encontramos en nuestra historia,
en el proceso de independencia de Venezuela, en el cual masones
destacados como Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de
Sucre, José Antonio Páez, dieron lo mejor de sí como venezolanos, como
militares patriotas, pero que nunca aparecen identificándose o
realizando una acción en nombre de la masonería. Es el mismo caso de
militares españoles que vinieron en su momento al país a sofocar la
rebelión de la “provincia insurrecta”, que siendo masones, debían
combatir contra masones venezolanos. Tampoco ellos lo hicieron en nombre
de la institución.
Con este sencillo pero muy gráfico ejemplo
quiero finalizar esta exposición de ideas sobre política y masonería,
dejando claro que la masonería como institución tiene sus políticas bien
definidas desde sus inicios y tan bien concebidas que le han permitidos
mantenerse y crecer en el tiempo, que la adopción de corrientes
partidistas no es la línea de la institución, pues ella como tal
proclama la libertad de pensamiento, la libertad de conciencia de sus
integrantes, quienes escogen su militancia por propia voluntad y
criterio. Por ello, particularmente en este momento que vive Venezuela,
nuestra querida patria, los masones venezolanos deben hacer lo mejor
como individuos y sus creencias tanto sociales, religiosas y políticas,
usando los lineamientos que de buena fe nos ha proporcionado la
institución francmasónica, para y por el bienestar de todos.
“La luz nos hará libres y merecedores de la trascendencia”.
Fuente: http://www.el-nacional.com/opinion/Politica-masoneria-contrapuestas_0_956304481.html
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