Proverbio egipcio

“El reino de los cielos está dentro de ti; aquel que logre conocerse a sí mismo, lo encontrará” Proverbio egipcio

lunes, 3 de octubre de 2016

Aurora Otoya Rivera: Diotima: la adivinación en el descubrimiento de la verdad del Eros platónico

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La adivina Diotima cumple un rol fundamental en El Banquete, pues  instruye a Sócrates sobre la verdad del Amor platónico, al   que su oficio debe mucho. Paso a paso, ella va ascendiendo en su explicación, partiendo desde lo terreno, hasta alcanzar la perfección del Eros y así la manifestación del platonismo: El hombre, a través del amor, se eleva hasta lo divino.

Cuando uno lee ‘’El Banquete’’ de Platón, se encuentra con el enigmático personaje de la adivina Diotima, de quien Sócrates dice haber aprendido cuanto sabe del amor, lo cual comparte con sus compañeros del simposio.
Si Sócrates era reconocido tanto por Platón como por toda la antigua Grecia como un hombre de sabiduría y virtudes ejemplares, pudo bien haber sido originalmente él quien revelara la verdad del Eros. ¿Por qué Platón prefirió escoger a esta mujer y qué papel cumple la adivinación en todo ello?
Aunque no hay mayores pruebas de la existencia real de Diotima, -ya que es en El Banquete la única vez que aparece en la literatura griega [1]- casi todos los personajes encontrados en los diálogos de Platón corresponden a gente que vivía en la antigua Atenas, así que podemos suponer que se trata de un personaje real. Sea esto cierto o no, lo importante es el papel de reveladora que representa la adivina en la obra.
La adivinación en la antigua Grecia jugaba un papel sumamente importante pues era el medio para conocer la voluntad de los dioses en el presente y en el futuro respecto a negocios, batallas, y demás. Los métodos más válidos eran los de la adivinación inspirada, extática, mediante la cual una persona recibía directamente un mensaje de los dioses[2]. Para esta importante actividad se consideraba a las mujeres como criaturas especialmente dotadas para manifestar la presencia divina.[3]
Diotima se presenta entonces como una intermediaria de las comunicaciones entre los dioses y los hombres; y por ello, ‘’muy sabia respecto al amor, y a muchas otras cosas’’.[4]
Pero hay además, una razón por la que es justamente el amor aquello de lo cual Diotima es tan instruida.
La adivina comienza explicando a Sócrates que el amor no es bueno ni bello, y por lo tanto no puede ser un dios ya que estos no están privados de la bondad ni de la belleza. Pero esto no significa que sea feo o malo, ya que existe un medio entre estos calificativos. De esto deduce que el Amor es un ser intermedio entre lo mortal y lo inmortal, un demonio (daimon).
Diotima explica a Sócrates que la función del daimon Eros es la de transmitir los sacrificios y plegarias que los hombres hacen a los dioses, y a su vez comunicar los dones y órdenes que éstos últimos dan a los hombres.
Así vemos entonces que Eros también cumple, al igual que la profetisa, la función de mediador entre lo humano y lo divino.
Pero no debemos establecer esta relación de modo tal que Diotima sea sabia en materia de amor por ser adivina, sino al revés; es precisamente al Amor y demás demonios a quienes debe su oficio.
Ella misma explica: ‘’…gracias a ellos tiene lugar toda la esencia adivinatoria y el arte sacerdotal con relación a los sacrificios, a los misterios, a los encantamientos, a las profecías y a la magia’’.[5]
Así es como Platón muestra a la profetisa capacitada para revelar completamente la verdad sobre el Eros. Para ello, la hace partir desde la explicación de la naturaleza de este demonio, la cual viene dada por sus padres Poros (conveniencia) y Penia (necesidad), los cuales también son daimones. De su padre le viene el que siempre esté en busca de lo bueno y lo bello (porque como se dijo antes, no son propios a su naturaleza), y por lo tanto, esté filosofando (ya que la sabiduría posee estas características).
Aquí Platón hace ya una correspondencia -que sería desarrollada por filósofos posteriores[6]- entre los trascendentales de bondad y belleza, y decide utilizar este último como término abarcante para designar el objeto del amor.
Este amor a lo bello otorga dicha al hombre, y por ello éste lo desea poseer por siempre. El amor es entonces un anhelo por la inmortalidad.  Diotima empieza a esclarecer este asunto partiendo de un plano físico hasta elevarse al espiritual.
La inmortalidad respecto al cuerpo de la que se habla, es la que se refleja en la procreación, que viene a ser la perpetuación mediante la sustitución de un ser viejo por uno joven.
El siguiente plano corresponde ya al espíritu. El hombre que ama la belleza del alma y se preocupa por cultivar otra alma en la virtud, eterniza la sabiduría en una forma superior a la primera. Posteriormente habla del amor a la belleza del conocimiento, pero éste conocer alcanza su grado máximo en el siguiente peldaño.
Platón llega, en boca de la adivina, al último escalón en el que se  encuentra el eros perfecto. Éste es aquel amor hacia la belleza en sí misma, única, divina y eterna.
Aquí se termina de evidenciar completamente la concepción platónica del Eros al llegar a la Belleza como tal, siendo todas las demás ‘bellezas‘ presentes en este mundo sólo un reflejo de la verdadera.
En palabras de Diotima: ‘existe eterna y absolutamente por sí misma y en sí misma, como forma única que siempre es; de ella participan todas las demás bellezas, sin que el nacimiento ni la destrucción de estas causen ni la menor disminución ni el menor aumento en aquellas, ni la modifiquen en nada’.[7]
El hombre que llegue a entender este amor de sumo grado será quien alcance entonces la auténtica inmortalidad. Pero la profetisa dice al mismo Sócrates que éste es un camino difícil, e incluso duda de que él, a pesar de haber sido bien dirigido, pueda elevarse hasta las revelaciones más secretas.
Aquí se pone de manifiesto nuevamente su papel de intermediaria entre lo humano y lo celeste, pues reconoce que son peldaños difíciles de escalar para la comprensión del hombre, pero no para ella, quien es dotada de la capacidad de entender aquel lazo que une al todo.
Es así como Platón recurre, con razón, a  la figura de Diotima para reflejar su pensamiento e instruir a todos sobre el Amor. La naturaleza de este último y el don de la adivina se corresponden para que así ella logre ir ascendiendo en el discurso, acompañando al Eros hacia el conocimiento de lo divino.

[1] Rafael Argullol, ‘’Galería de espectros: Diotima ’’ en El Boomeran, blog literario en español, información obtenida en Julio de 2009 de http://www.elboomeran.com/blog-post/2/3421/rafael-argullol/galeria-de-espectros-diotima/
[2] El nombre mismo de Mantinea, la ciudad de donde proviene Diotima, es sugestivo, ya que comparte la misma raíz con mantiké, que en griego significa ‘’adivinación’’. Esa palabra se aplica con mayor precisión a la adivinación intuitiva, inspirada, pues parece pertenecer a la misma familia que manía (locura o éxtasis), es decir el estado de posesión divina en el que entraban las profetisas.
[3] Esto puede deberse al mito del Oráculo más antiguo, el de Dodona, el cual cuenta que fue fundado en un roble donde se posó una paloma que vino volando de Egipto. Con voz humana, la paloma invitó a los lugareños a levantar allí un Santuario en honor a Zeus. Esta ave alude más a una figura femenina, por lo que a pesar de haber también sacerdotes, eran las sacerdotisas quienes solían ser llamadas Palomas.
[4] ‘’…che in queste cose era sapiente e in molte altre’’ Giovanni Reale, Simposio: Testo greco a fronte, Milano, Bompiani Testi a Fronte, 2008, p.175.
[5] ‘’ Per opera sua ha luogo tutta la mantica e altresì l’arte sacerdotale che riguarda i sacrifici e le iniziazioni e gli incantesimi e tutta quanta la divinazione e la magia.’’ Giovanni Reale, Simposio: Testo greco a fronte, Milano, Bompiani Testi a Fronte, 2008, p.179.
[6] Sería Santo Tomás de Aquino quien estudiaría en su Summa Theologiae a los trascendentales de una manera más profunda, manifestando que el ser y la belleza se convierten, ‘’ens et pulchrum convertuntur’’ y refiriéndose particularmente al pulchrum como la ‘síntesis de los trascendentales’, por reunir armónicamente en sí al unum, verum y bonum.
[7] ‘’ …si manifesterà in se stesso, per se stesso, con se stesso, come forma unica che sempre è. Invece, tutte le altre cose belle partecipano di quello in un modo tale che, anche se esse nasono e periscono, quello in nulla diventa maggiore o minore, né patisce nulla.’’ Giovani Reale, Simposio: Testo greco a fronte, Milano, Bompiani Testi a Fronte, 2008, p.204.

Fuente: http://filosofiaudep.wordpress.com/diotima-la-adivinacion-en-el-descubrimiento-de-la-verdad-del-eros-platonico/

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