En ciertas zonas de la cordillera del Cáucaso,
ricas en minerales metalíferos, se produce tempranamente la invención de
la metalurgia, resultado directo de la invención humana. Al principio
se trataba únicamente de una transformación de pepitas de oro y de cobre, que permitía obtener puntas y filos de relativa dureza gracias al trabajo de martilleado o forja.
El predominio del cobre justifica que la primera edad de los metales
sea conocida con el nombre de Calcolítico o Edad de Cobre. La necesidad
de endurecer el cobre, muy blando a partir de cierto tamaño y peso,
llevó a la técnica de las aleaciones o mezclas de distintos metales,
básicamente estaño pero también otros (arsénico, plomo, etc.); se
considera que, con esta técnica de alteración físico-química de ciertos
minerales –óxidos y sulfuros de cobre, por ejemplo– a partir del IV
milenio a.C. en Anatolia y en el este de Europa, se dio paso a la Edad de Bronce.
El dominio de esta técnica tuvo una enorme incidencia en todos los
órdenes de la vida, dando lugar a una auténtica “revolución industrial”
prehistórica. Gracias a los nuevos útiles metálicos se produjo
un notable aumento de la rentabilidad agrícola, pues permitió
incrementar la expansión de las tierras de cultivo o para pastos, debido
sobre todo a la mayor capacidad para talar bosques con hachas y la
mayor profundidad en la roturación de los suelos con el arado provisto
de un rejón metálico, además del uso de hoces y otras herramientas.
Fuente: http://www.muyhistoria.es/prehistoria/articulo/metalurgia-la-primera-revolucion-industrial-691465543820
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