Interior de una logia masónica en Pennsylvania
La mayoría de los firmantes de la Declaración de Independencia de
EEUU aquel 4 de julio de 1776 eran masones, entre ellos Ellery,
Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple.
Las logias masónicas de las trece colonias norteamericanas,
New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut, New York, New
Jersey, Pensilvania, Delaware, Maryland, Virginia, North Carolina, South
Carolina y Georgia, fueron el foco de la insurrección contra la dominación británica.
Tan importante para la historia norteamericana fue la masonería que la mayoría de los que firmaron la Declaración de Independencia de Estados Unidos, el 4 de julio de 1776, eran distinguidos hijos de la viuda,
tal como se conoce a los miembros de la hermandad, entre ellos Ellery,
Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple.
Lo cierto es que la masonería moderna ha ejercido una influencia
determinante en el establecimiento de la nación norteamericana, una
influencia que ha sido mayor que la ejercida por cualquier otra
institución en la historia de este país. Circunstancia que no parece
haber sido lo suficientemente reconocida, no ya por los historiadores al
uso, sino irónicamente, por los mismos masones.
Así, nueve de los trece delegados que rubricaron los artículos de la nueva confederación eran masones:
Adams, Carroll, Dickinson, Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y
Bayard Smith, y masones fueron también los hombres que firmaron la
constitución estadounidense: Bedford, Blair, Brearley, Broom, Carroll,
Dayton, Dickinson, Franklin, Gilman, King, McHenry, Paterson y
Washington.
La gran mayoría de los congresistas que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la hermandad masónica
y, por otro lado, la gran mayoría de los altos mandos del Ejército
republicano que se enfrentó a las tropas británicas estaba constituida
por iniciados en los misterios bajo la égida de la escuadra y el compás.
Tal fue la preponderancia de la hermandad mistérica en los inicios, y
en el desarrollo de la nación norteamericana, que la misma podría
calificarse como una nación masónica y, la verdad sea dicha, Estados Unidos ha encarnado como ninguna otra nación en el mundo los principios libertarios del ideal de los hermanos laborantes en las logias filosóficas.
Más allá de lo anecdótico, lo cierto es que la doctrina de la
hermandad podría haber motivado a una parte considerable de los miembros
de las logias, en el sentido de que los colonos se consideraban
víctimas de un complot para socavar sus libertades individuales y, en
consecuencia, ver las acciones de los británicos como oscurantistas,
tiránicas y opuestas a los principios de la razón y la justicia y, por
lo mismo, conllevar a que muchos masones se integraran activamente en la
faena independentista.
Así, elegir entre lealtad a la corona británica que exigía
subordinación a un poder situado allende los mares, visto como abusador,
y la defensa de una autonomía política y unos derechos individuales
salvaguardados por un poder local, pudo haber decidido a los masones a
declararse mayoritariamente a favor de la independencia. Todo lo cual,
hay que decir, venía a ser favorecido por el secretismo consustancial a
las hermandades juramentadas en lo iniciático; es decir, por la viabilidad para conspirar que otorgan las logias.
Obviamente, no todos los masones serían independentistas, pero no
está dentro de lo desacertado pensar que las ideas que aglutinaban a los
hijos de la viuda tendrían una participación, más o menos directa, más o
menos indirecta, aunque nunca abiertamente, en el desencadenamiento de
la revolución norteamericana, pues, como es natural, en aquellos que
derivaban en conspiradores a favor de la independencia, ese cuerpo del
pensamiento masónico debió haber aumentado sus celos y su convencimiento
de defender con las armas en la mano los derechos del individuo; del masón en tanto individuo por excelencia.
Así, si los hombres de la revolución norteamericana estuvieron
interesados en el papel de la virtud libertaria, como la historiografía
ha enfatizado hasta la saciedad, la masonería pudo entonces haber profundizado o exacerbado este interés libertario
y, naturalmente, profundizado o exacerbado también el sentido de la
responsabilidad para con la patria y la obligación de ayuda y protección
entre los que se sumaron y dirigieron el movimiento independentista en
contra del imperio británico.
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