La
Masonería ha ejercido una influencia en el establecimiento y desarrollo de los
Estados Unidos mayor que cualquier otra institución.
La
influencia de la Masonería en el curso de la guerra de la independencia
norteamericana fue a la vez directa e indirecta, general y particular. En
algunos casos sirvió como vehículo para el desarrollo de actividades políticas
e incluso de naturaleza revolucionaria. Así por ejemplo, la Logia de St.
Andrew, en Boston, desempeñó un papel muy importante en el incidente del “té de
Boston“ y también, en la persona de John Hancock, aportó un presidente al
congreso continental. La Masonería impartió sus valores y actitudes al recién
formado ejército continental, y es posible que haya tenido alguna relación con
la designación de Washington como Comandante en Jefe. Y constituía, asimismo,
un vínculo fraternal con los voluntarios procedentes del extranjero, como fue
el caso de Steuben y Lafayette.
La
Masonería contribuyó a crear una atmósfera general, un clima o ambiente
psicológico que ayudó a conformar el pensamiento no solamente de hermanos
activos como Franklin y Hancock, sino también de personas que no eran masones.
Sin la Masonería del siglo XVIII, los principios arraigados en el mismo corazón
del conflicto – los derechos del hombre – no habrían tenido la influencia que
tuvieron. Es verdad que esos principios les debían mucho a Locke, Hume, Smith y
a los iluminados en Francia. Pero la mayoría de esos personajes, sino todos,
eran masones, se movían en círculos masónicos o estaban influidos por la
Masonería.
No
solo dio forma a los ideales que sustentaron la guerra de la independencia; no
solo afectaron al pensamiento de los políticos y gobernadores, los
planificadores de alto nivel y los que tomaban las decisiones; no solo influyó
en las actitudes de hombres como Howe, Cornwallis, Washington, Lafayette,
también impregnó a la tropa en la guerra; a los soldados que encontraban en
ella un vínculo unificador y un principio de solidaridad, sino que proporcionó
un vehículo particularmente eficaz para los colonos que no habían leído a
Locke, Hume, Smith y a los iluminados en Francia.
Fue
fundamentalmente a través de las logias, donde las corrientes de pensamiento
asociadas a esos filósofos se volvieron universalmente accesibles. Fueron en
sus trabajos, donde los colonos se enteraron de la existencia de esa excelsa
premisa llamada “los derechos del hombre”, y allí aprendieron el concepto de la
perfectibilidad de la sociedad.
Así el
7 de junio de 1776, el hermano Richard Henry Lee, propuso oficialmente que las
colonias se convirtiesen en “estados libres e independientes”. Para entonces,
la misión diplomática de Franklin en Europa había empezado a dar sus frutos,
Luís XVI de Francia había prometido un millón de libras en municiones y un
compromiso se consiguió por parte de España.
El 11
de junio, el congreso designó un comité para que redactara un borrador de
declaración de independencia. El texto de la declaración, redactado por
masones, fue enviado al congreso y aprobado el 4 de julio de 1776.
Cuando
se promulgó la Declaración de la Independencia, debió parecer sin duda un gesto
quijotesco, como una empresa desesperada. Sin embargo, los hermanos masones, se
dedicaron a incorporar sus propios ideales a las instituciones de la emergente
república y será en la redacción de la Constitución donde su influencia será
aún más visible.
J.A.D.B:.
Tomado de la cuenta de facebook de Josè Antonio Dìaz Batista
No hay comentarios.:
Publicar un comentario