Proverbio egipcio

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martes, 27 de octubre de 2015

Edixon Ochoa Barrientos: El magisterio masónico del General Rafael Urdaneta

 EL MAGISTERIO FRANCMASÓNICO DEL GENERAL RAFAEL URDANETA
La fecha del 24 de octubre significa la sanación del Zulia emanada del Empíreo cuando la Causa Inteligente Universal agrega a nuestro suelo la semilla que germina en la figura del arcángel protector y defensor de una tierra portentosa.
Rafael Urdaneta fue la encarnación de la ecuanimidad, la constancia, la sinceridad, la valentía, la lealtad, la justicia, la responsabilidad, la humildad y la honradez. Todas éstas son virtudes proclamadas por la francmasonería. Seguro estoy de algo, y es que ninguno de vosotros, yo mucho menos, negaréis que nuestro Ilustre Hermano fue la viva representación, o mejor diré, fue un espléndido templo de virtudes coronado por el olivo de la grandeza ganada ante el sincero y placentero cumplimiento de los deberes en consonancia con el dictamen de su conciencia y apegado a las nutridas enseñanzas de nuestra Orden.
De allí que mi discurso signe la obra de Urdaneta como fruto de un magisterio francmasónico, porque su condición de masón y sus virtudes primigenias se adosaron para conformar el cayado que detentó en sus manos para presidir las proezas que emprendió como hombre de armas y hombre de estado.
No me detendré ni haré el más mínimo esfuerzo por ahondar en la trayectoria militar que Rafael Urdaneta abonara en su vida con la valentía de un guerrero hijo del Sol y del Lago y hermano de las palmeras, ya por todos es claramente conocida. Mil veces más prefiero ahondar en su labor como estadista y servidor público de la República civil, porque en ellas podemos descubrir los rasgos de su labor magisterial. Empero, si desea entenderse su labranza iniciática en los campos del civilismo, necesario será conocer cómo Urdaneta llega al seno de la francmasonería y hasta dónde progresó en ella.
La trayectoria masónica de Urdaneta debió comenzar entre 1815 y 1819. Se desconoce la logia en la cual se inició, pero se considera que pudo ser en una logia volante por cuanto ya era masón al momento de asistir al Congreso Constituyente de Angostura en calidad de Diputado.
Sobre esto ha de recordarse que las logias volantes o itinerantes se conformaron a partir de 1817 con la llegada a nuestro territorio de la Legión Británica y su incorporación a la causa independentista. Éstas consistían en logias nómadas que marchaban con el ejército republicano a lo largo de sus campañas, lo cual era una práctica generalizada en los tiempos de confrontación bélica. Muchos oficiales patriotas, los no iniciados en las logias lautarinas, se iniciaron como masones en las logias itinerantes, y al respecto reseña el prócer de la independencia e ilustre masón Diego Bautista Urbaneja: “Este grupo de masones que hoy estabilizan las columnas de la Logia Protectora de las Virtudes Nº 1, en el Oriente de la República, celebraron durante once años sus tenidas en los campamentos de batalla, o cara al enemigo en pie y al orden, sin otro mallete que el estampido del cañón, disparando en cada oportunidad las baterías de campaña en consigna permanente con el afianzamiento de la libertad y la justicia” .
Sin embargo, otros historiadores han asomado la presunción de que Urdaneta se haya iniciado en una logia neogranadina. De cualquier manera, sabemos que existe el testimonio de una carta fechada en 22 de agosto de 1819 donde Urdaneta comunica a Francisco de Paula Santander acerca de su reunión con Francisco González de Linares, comisionado del Mariscal Pablo Morillo para las negociaciones de paz y armisticio, y donde señala que dicho comisionado es masón. He aquí la cita: “Linares es Hermano y en la confianza de tal me ha hecho mil protestas, todas dirigidas a convencerme que vamos a ser reconocidos y me ha felicitado por nuestra firme resolución para que no lo engañen si prolongan los males de una guerra que no puede tener otro término que la independencia” . Un año después, se firmará el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra y se llevará a cabo la célebre entrevista entre Simón Bolívar y Pablo Morillo, ambos jefes de los bandos en guerra y francmasones.
Tiempo después, se reanudará la guerra tras el Pronunciamiento de Maracaibo, auspiciado por el propio Urdaneta, en 1821, y continuará con la Campaña de Carabobo que concluye en la magna batalla del 24 de junio, participando nuestro héroe en la primera, mas no en la segunda por razones de salud. Al año siguiente, en 1822, hallamos a Urdaneta en Bogotá, la capital de la ahora República de Colombia (La Grande) existente desde el 17 de diciembre de 1819, y estando en dicha ciudad se afilia a la Logia “Fraternidad Bogotana” Nº 1, siendo propuesto por Santander como miembro activo que era de dicha logia.
Llega el año 1823, y los masones venezolanos buscaron el apoyo del Supremo Consejo del Grado 33 de Estados Unidos de América, situado en New York, para constituir un Gran Oriente Nacional con sede en Caracas, ciudad donde la masonería era mayor en actividad y número de miembros. Es así como llega a esta ciudad Joseph Cerneau, Gran Comisionado del Soberano Gran Consistorio de Jefes de la Alta Masonería de Estados Unidos, e instala el 21 de abril de 1824 el Gran Consistorio “Carabobo”, donde 77 masones eminentes recibieron el Grado 33. Entre ellos estuvo Rafael Urdaneta, quien funda junto a estos insignes masones el Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Colombia el 24 de junio de 1824.
Ese mismo año, Urdaneta es nombrado Intendente y Comandante General del Departamento Zulia y se residencia en Maracaibo, donde la Logia de los Hermanos Regeneradores  (antes Escuela de Cristo , actualmente Resp:.Log Regeneradores No 6 ) se había reconstituido desde agosto de 1823. Al conocer de su presencia en la ciudad, los masones maracaiberos eligen en junio a Urdaneta como Venerable Maestro de la Logia para el período 1824 – 1825.
En julio de 1827 Urdaneta retornó a Bogotá al recibir el nombramiento de Jefe del Estado Mayor General y Comandante del Departamento de Cundinamarca. De nuevo en la capital colombiana, reanuda su asistencia a la Logia “Fraternidad Bogotana” Nº 1. Más adelante, fue Ministro de Guerra y Marina y debió ocupar la presidencia del Tribunal Militar para juzgar a los conspiradores de la Noche Septembrina (1828), demostrando así su franqueza, valentía y fidelidad al Libertador. Debe recordarse que, entre los conjurados se hallaban 13 masones, entre ellos, Santander, quien fue el autor intelectual de aquel horrendo intento de asesinato contra Bolívar.
Cuando Bolívar, gravemente enfermo, renuncia a la presidencia de Colombia ante el Congreso Admirable, en enero de 1830, es electo para el cargo don Joaquín Mosquera y para la vicepresidencia el General Domingo Caicedo. Ello no impidió la continuación de las diatribas y las intrigas, y así se desatan sublevaciones militares en todos los Departamentos de aquella nación, acrecentadas por los desmanes de Mosquera especialmente dirigidos contra la obra bolivariana. Dichas insurrecciones empujaron a Mosquera a abandonar el poder, y una asamblea reunida en Bogotá en septiembre de 1830 llama a Bolívar para nuevamente encargarse del mando, designando a Urdaneta como Encargado del Poder Ejecutivo mientras El Libertador retornaba a Bogotá.
Esta designación fue acogida con entusiasmo por los colombianos. Urdaneta trató hasta el último momento de mantener la unidad de la Gran Colombia, pero ésta se desintegró. Invocó al Libertador para que asistiera a la salvación de la república, pero éste lamentablemente sucumbió a la parca en aquella triste tarde del 17 de diciembre de 1830. No obstante, el prócer zuliano, en ejercicio de la primera magistratura, reorganizó el gobierno, procuró restaurar el orden público, no se amilanó ante la grave situación de la patria que ayudara a fundar junto a su fraterno Bolívar. Como buen masón, revelaba la semejanza de su tamaño a las situaciones y responsabilidades que siempre debió afrontar.
Finalmente, en abril de 1831, entrega el poder al General Domingo Caicedo y marcha al exilio con su familia a Curazao. No fue sino hasta 1833 cuando retornó a Venezuela. Con una nueva gloria se invistió en aquel año: el Supremo Consejo Unido para el Hemisferio Occidental de los Estados Unidos de América lo declara Miembro Honorario en consideración a sus meritorios servicios prestados a la Masonería. ¡Qué alto honor!, ¡qué incomparable dicha la de este francmasón que observa recompensados sus desvelos a favor de la patria y de la Augusta Orden por la sabiduría y complacencia de sus Queridos Hermanos!.
Hecha la narración cronológica de su carrera masónica, me corresponde expresar a vosotros la obra de Urdaneta como magistrado, estadista, político y diplomático por considerar que en la misma sobresale su magisterio como francmasón esclarecido, allende habernos adelantado al momento de explicar su labor como Presidente Encargado de Colombia en los párrafos anteriores.
En 1821 Urdaneta fue electo Senador del Congreso de Colombia por su tierra natal, llegando a presidir el senado entre 1823 y 1824. Desde aquella tribuna planteó leyes liberales, progresistas y justas, diseñó un plan de reconstrucción para Colombia y se preocupó por la instrucción pública, mientras atacaba la corrupción administrativa proponiendo una ley que obligase al funcionario público a rendir cuenta del manejo de los fondos públicos, y defendía empeñadamente la libertad de expresión al proponer un Ley de Prensa en favor del librepensamiento y en contra del amarillismo periodístico.
Al ejercer el cargo de Intendente y Comandante General del Departamento Zulia entre 1824 y 1827, restituyó el sistema de rentas y la aduana, organizó tres divisiones militares, fortificó la Barra de Maracaibo, contrató maestros para la enseñanza pública y de las tropas, atendió la salubridad pública, mejoró los hospitales y estimuló el ejercicio de la Medicina, organizó un plano divisorio de la provincia y un censo de sus habitantes y mantuvo personalmente el orden y la seguridad en la región.
Poco tiempo después de regresar a Venezuela, en 1834 (y nuevamente en 1838) fue enviado a Maracaibo para restaurar la concordia en la provincia ante los enfrentamientos entre Campesinos y Tembleques, empleando para ello sus vínculos masónicos con los primeros, en 1837 ocupó la senaduría por Coro, fue Secretario General de Guerra y Marina entre 1837 y 1839, cargo éste que volvería a ejercer en el período 1843 – 1845, gobernó la Provincia de Guayana en 1842 y restableció en ella el orden y la paz alterados tras el asesinato de su anterior gobernador, y por último, en 1845 es designado Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario para firmar con el Gobierno Español el Tratado de Paz y Reconocimiento entre Venezuela y España. Quizá la única misión que no logró cumplir al ser sorprendido por la muerte en París un aciago 23 de agosto de 1845.
 Es meritorio resaltar que muchas de estas labores (sin contar las hazañas militares) fueron cumplidas en momentos cuando la salud de Urdaneta se hallaba resentida, incluso en su última labor se vio afectado por la cruel enfermedad al punto de no completar la honrosa encomienda. Pero aquí denotaréis una muestra de lo que un hombre integral, un masón de pensamiento, palabra y acción consonantes entre sí, es capaz de hacer por amor y lealtad a su sagrada patria. ¡Qué otro tanto no habría hecho de haber accedido a la Presidencia de la República de Venezuela, por cuanto su nombre era apoyado para tan elevada magistratura mucho antes de su muerte!.
El orden y la disciplina fueron rasgos indiscutibles de su personalidad, pero también lo fueron la moral andragógica, el don de la instrucción, la hidalguía, la incorruptibilidad, el valor de la amistad preclara, fiel y consecuente, la organización, la firmeza y autoridad en el carácter, la valentía y espíritu de entrega y esfuerzo, la austeridad al momento de administrar la justicia, la solidez y la serenidad. Os pregunto a vosotros, HH.·.: ¿No son estos argumentos suficientes para probar que Rafael Urdaneta ejerció en su existencia un magisterio propio de un francmasón de altísima escala?. Yo os digo y proclamo que Urdaneta fue un ser humano, de virtudes y defectos como cualquiera de nosotros, pero fue un hombre que se hizo templo viviente y, al momento de su fenecimiento, templo inmortal y espiritual que acobija por siempre los centenarios postulados de esta sociedad. Fue, sin discusión alguna, un ejecutor del magisterio de la francmasonería universal. 
Edixon Ochoa
M:.M:.

Fuente: http://www.r6.org.ve/esl/La-Masoneria-en-la-Historia/EL-MAGISTERIO-FRANCMASONICO-DEL-GENERAL-RAFAEL-URDANETA 

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