La masonería es discreta, no secreta, dice Jesús Joaquín Álvarez de Oviedo, máxima autoridad de la Gran Logia de Guatemala. Tiene 89 años de edad, 59 de vivir en Guatemala y 74 de ser masón. Aún habla con el acento cubano, por sus raíces de nacimiento. Actualmente es el Respetable y Gran Maestro de la Masonería Guatemalteca y presidente de la Muy Respetable Gran Logia de Guatemala.
Álvarez de Oviedo recibió a Prensa Libre en su oficina, situada en el
segundo piso del edificio administrativo en las instalaciones del
templo de La Gran Logia de Guatemala, ubicado frente al Gimnasio del
Deporte, en la zona 5 de la capital. Vestido de traje negro y corbata
del mismo color, con la insignia de la masonería, el compás y la
escuadra, bordada en hilo plateado, espera atento y sereno la primera
pregunta.
Mucha gente en el mundo piensa que la masonería tiene mucho
dinero. Tal vez sea así en Estados Unidos, porque ellos hacen mucha
obra social.
En Guatemala, la masonería es una institución dedicada a hacer
el bien por el bien mismo, por lo que no dispone de grandes cantidades
de dinero.
Es una asociación civil que sobrevive con el pago de las cuotas de
todos sus miembros y de donaciones que se reciben de instituciones
amigas.
Si un millonario desea ingresar al movimiento, entonces presenta
su solicitud; se investigan sus calidades morales y humanas y si reúne
los requisitos necesarios se le acepta, si no, aunque tenga mucho
dinero, no se acepta.
Se dice también que no creen en Dios. ¿Es así?
Hay mucha desinformación de lo que es la masonería. Creemos en la
Causa Primera, fundamento de la investigación científica, que es
exactamente igual en todo el mundo. A esa fuerza divina no le llamamos
Dios, sino Gran Arquitecto del Universo, para diferenciarlo del Dios de
los romanos o de Jehová.
Una de nuestras creencias fundamentales es la inmortalidad del
alma. La filosofía de los masones se basa en la independencia de la
razón humana, por ello dejamos que cada uno interprete su creencia y
viva su fe personal, sin imponer criterios ni dogmas. A la masonería
son bienvenidos los católicos, protestantes, evangélicos, hindúes o
espiritistas, pero no los ateos.
Pero juran sobre la Biblia. ¿Por qué razón?
La aceptamos y leemos los Salmos, porque en el mundo occidental es
el libro que representa la fe de casi todos los países. En Israel se
usa La Tora y el Antiguo Testamento; en India, los libros Vedas.
¿Son una organización secreta?
Yo diría discreta, no secreta. Si dice que tenemos palabras
secretas, pero todas están en la Biblia. La diferencia es que la
masonería las toma de sus tradiciones ancestrales.
La gente tiene esta idea porque existen ritos y ceremonias que
solo conocen los masones, pues solo a ellos conciernen e interesan.
Son una serie de signos y palabras exclusivos del iniciado en
una logia regular y los practica con otros masones para ser reconocidos
por los demás hermanos en cualquier parte del mundo.
Por ejemplo, el comandante Neil Armstrong, el primer astronauta
en caminar en la Luna, era masón. Al descender y colocar el primer pie
en la superficie lunar lo hizo de forma similar a como los masones
entran al templo, estos movimientos fueron identificados rápidamente
por los iniciados, aunque la mayoría de la gente no lo notó.
¿Cuántos masones hay en nuestro país?
En Guatemala hay 700 masones, integrados en 30 logias: 16 en la
capital, cuatro en Quetzaltenango y otros lugares como Mazatenango,
Retalhuleu, Coatepeque, Escuintla, Puerto Barrios, Cobán y
Chiquimula. En Brasil hay 350 mil masones.
¿Cómo se comporta un masón?
Debe observar una conducta irreprochable, ser un hombre honrado,
honesto, ser ejemplo en su comunidad, creer en la existencia de Dios y
en la inmortalidad del alma.
Los masones no discuten de temas de religión ni política
sectaria, aunque tengan su opinión propia, mucho menos en el templo,
porque eso contribuye al fanatismo y tenemos experiencia histórica que
el fanático lo único que hace es crear caos. Por el contrario todos los
miembros deben tener presente que pertenecen a un movimiento de
fraternidad universal.
¿Se les castiga?
Los seres humanos no somos perfectos, sino perfectibles,
podemos cometer errores y el que comete un error está sujeto a que se le
juzgue, tanto a la luz de una constitución exclusiva para masones, como
por estatutos legales.
Se han dado pocos casos porque los masones están claros de qué hacer y qué no hacer.
Recuerdo una ocasión en la que un hermano cometió una serie de errores y los tribunales lo condenaron a cárcel por asesinato, automáticamente se le separó en definitiva de nuestra institución porque el asesino y el ladrón no pueden pertenecer a la masonería.
Recuerdo una ocasión en la que un hermano cometió una serie de errores y los tribunales lo condenaron a cárcel por asesinato, automáticamente se le separó en definitiva de nuestra institución porque el asesino y el ladrón no pueden pertenecer a la masonería.
¿Qué hacen con los corruptos?
La masonería da lineamientos para que los hombres se comporten
adecuadamente en sus responsabilidades, cargos y desempeñen su función
con honestidad.
Muchos masones han ocupado cargos públicos y otros han sido
protagonistas de la historia de Guatemala. El masón por propia
convicción personal tratará de no caer en errores, pero si se comprueba
la falta, la institución lo llamaría a la reflexión durante una sesión
interna, pero eso representaría una muerte civil y ningún hermano se
expondrá a eso.
¿Por qué no hay mujeres en la masonería?
Ha sido así desde el principio. La masonería regular que sigue
el rito de la logia madre de Inglaterra desde 1717, dicta que los
varones y las mujeres no pueden trabajar juntos, por ello las mujeres
están al lado o junto a los hombres, pero no dentro de la institución.
¿Se les relega?
Por el contrario, reconocemos el valor de la mujer en la sociedad
moderna, por eso existen asociaciones integradas por hermanas,
esposas, hijas o amigas de masones, a las que se les orienta en esta
filosofía.
La presencia femenina se refleja en el funcionamiento de centros
femeninos llamados Hijas de la Acacia, en la capital, Mazatenango,
Quetzaltenango, San Marcos, Huehuetenango.
En la masonería desde 1940:
De Cuba a Guatemala
De Cuba a Guatemala
Jesús
Joaquín Álvarez de Oviedo, respetable y gran maestro de la masonería
guatemalteca y presidente de la Muy Respetable Gran Logia de Guatemala,
es abogado y doctor en Derecho por la Universidad de La Habana, Cuba.
Nació el 6 de agosto de 1925, en la localidad de Encrucijada, provincia de la Villa, Cuba.
Vino a Guatemala el 18 de octubre de 1955 y se nacionalizó
guatemalteco en 1964. Está casado desde 1959 con una guatemalteca que
vivía cerca del lugar en donde ahora está la Gran Logia, en el Barrio
San Pedrito, de la zona 5 de la capital.
“Nos fuimos (con su esposa) a vivir a Cuba, pero el proceso
revolucionario no funcionaba para mi profesión y entonces decidimos
volver a Guatemala”, recuerda.
El 2 de diciembre de 1940, a los 15 años de edad, ingresó a la
Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AGEF), de la juventud
masona, en donde llegó a ocupar los cargos de Hermano Elocuente
(orador), Perfecto Guía, cargo equivalente al de presidente de la
agrupación, para después ser instructor de juventudes.
La influencia de la masonería la recibió de unos tíos en Cuba, que
pertenecían a la Orden y también eran Orfeos y Caballeros de la luz,
grupos que no existen en nuestro país, y son muy afines a la masonería.
Ha llegado al grado 33, el último en la prep aración de la
filosofía masónica. “A mí no me causa ningún problema decir que soy
masón porque he tenido la honra de pertenecer a la Orden por más de
medio siglo, pero otras personas prefieren mantenerlo en reserva, es su
criterio personal y hay que respetarlo”, dice Álvarez.
Recientemente, Álvarez coordinó la 47 reunión de la
Confederación Masónica Centroamericana (Comaca), que se celebró en un
hotel de la capital guatemalteca; a ella asistieron unos 200 masones de
Centroamérica para compartir temas de interés común.
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