Proverbio egipcio

“El reino de los cielos está dentro de ti; aquel que logre conocerse a sí mismo, lo encontrará” Proverbio egipcio

domingo, 4 de enero de 2015

Ricardo Fernández: "Una logia masónica es un 'think tank', una fábrica de ideas"



Ricardo Fernández la logia gijonesa Rosario de Acuña

Los masones no huelen a azufre, ni sacrifican pollos, ni desayunan niños crudos, ni se bañan todas las mañanas en sangre de vírgenes. Son, por lo general, hombres y mujeres (cada vez más mujeres) de una decepcionante normalidad. Ricardo Fernández Rodríguez es uno de ellos. Pertenece a la logia gijonesa Rosario de Acuña, que lleva el nombre de una gijonesa adoptiva excepcional y el 27 de noviembre pasado reunió en su modesto bajo de La Calzada a unas treinta personas en su tercera tenida blanca abierta, especie de jornada de puertas abiertas con que sus miembros buscan deshelar los tópicos y prejuicios que pesan todavía sobre esta asociación de librepensadores que defiende tres valores tan antiguos como, a veces, descorazonadoramente nuevos: libertad, igualdad y fraternidad. Transitando de lo particular a lo general encontramos a la logia adscrita a la obediencia (confederación de logias) del Gran Oriente de Francia, que nada a su vez en una de las dos grandes corrientes en las cuales se divide la masonería mundial: la liberal francesa, progresista, opuesta a la anglosajona, de tendencia conservadora y vocación más elitista.
Para clarificar estas a veces crípticas cuestiones organizativas y léxicas y saber qué responden los masones a los mitos e ideas más corrientes que pesan sobre ellos, desde el contubernio judeo-masónico-comunista hasta la conexión con las cúpulas del poder, Fernández nos recibe en Toma3.

Vayamos de lo general a lo particular y empecemos por el principio. ¿Qué es la masonería?

Una asociación. Una asociación que tiene unos tintes particulares. De hecho, quizás sea una de las primeras asociaciones al modo como las concebimos hoy que han existido en la historia. Nace en el siglo XVIII y tiene su punto de partida en la organización del primer movimiento ilustrado en Europa. Lo hace en las islas británicas, donde aparece con cierta simultaneidad en Irlanda, en Escocia y en Inglaterra. Aquellos primeros masones británicos construyen un sistema filosófico que permite formular la creación de una nueva sociedad, de un nuevo ser humano; una renovación de la persona y la sociedad, por decirlo de alguna manera, y toman como modelo para definir su identidad y sus características los gremios de trabajadores de la piedra que existían en ese país. Esos gremios les proporcionan toda una simbología que les sirve como referencia metafórica y que se ha ido transmitiendo a través del tiempo sin modificarse o modificándose muy poco. Los masones defendemos un conjunto de valores resumibles en los de libertad, igualdad y fraternidad desde un momento en que no existían y en el que no pasaban de una mera formulación teórica hasta la actualidad, en que, aunque podríamos imaginar cumplidos esos valores, seguimos proclamando la necesidad de guardarlos y defenderlos. Sintetizando, cuando hablamos de masonería hablamos de una asociación de librepensadores que tiene la peculiaridad de nacer en el siglo XVIII y mantenerse a lo largo del tiempo con la misma estructura o una muy parecida.

¿Qué es la masonería liberal?

Una de las dos grandes variantes o corrientes en que se divide la masonería como concepto global, y que surgen o aparecen con claridad a finales del siglo XIX. La masonería, desde su surgimiento en el siglo XVIII, hacía referencia a la existencia de un Gran Arquitecto del Universo, y en un determinado momento se imponía la obligación de creer en un Ser Supremo, una verdad revelada y la inmortalidad del alma, así como de que hubiera una Biblia en cada logia. En un momento dado a finales del siglo XIX, en Bélgica y Francia, concretamente en 1887 en el caso del Gran Oriente de Francia, se rompe ese principio que era una norma establecida y respetada por todo el conjunto de las organizaciones masónicas y se proclama el principio de libertad de conciencia: se dice que tan respetable es creer como no creer y que la creencia o la no creencia son un asunto íntimo. Esa posición marca el nacimiento de dos corrientes: la liberal —liberal en el sentido propio de los siglos XVIII y XIX, no en el de liberalismo económico— y la conservadora o, mejor dicho, dogmática. 

¿Qué es el Gran Oriente de Francia?

Una de las organizaciones de la masonería liberal que existen en el continente europeo y, de hecho, la organización masónica más antigua de la Europa continental. La masonería, como he dicho antes, proviene de las islas británicas, y pasa a Francia cuando el enfrentamiento entre los Orange y los estuardistas llega a su fin con la derrota de los segundos, que emigran y se asientan en Francia, donde a raíz de ello empiezan a aparecer logias. En torno a 1728 los franceses ya tienen su propia estructura y su propio gran maestro, aunque es todavía un británico, no un francés. Ése es el primer germen de una organización masónica En 1773 se crea el Gran Oriente de Francia, que más tarde se implanta en otros paísesindependiente francesa. Más tarde, por un proceso un tanto complicado, esa primera organización se refunda y en 1773 se crea el Gran Oriente de Francia, que más tarde va implantándose en otros países.

¿Dónde tiene presencia?

En varios países: Alemania, Italia, Israel, Estados Unidos... Tiene, digamos, vocación internacional. En algunos de esos países, los talleres que hay son un poco testimoniales, pero en otros casos hay estructuras más complejas. Es el caso de España, donde hay un grupo de talleres ya considerable. En cualquier caso, el noventa por ciento de las logias radica en Francia.

¿Cómo se organiza esa estructura internacional?

De una manera compleja podríamos decir que entre piramidal y asamblearia. Piramidal en cuanto a que hay un poder ejecutivo que tiene un mecanismo de elección participativa, un poder legislativo e incluso un poder judicial interno. La estructura también combina elementos territoriales: hay una centralidad ejecutiva parisina pero también una serie de regiones administrativas o demarcaciones territoriales. Por ejemplo, España está inscrita en la llamada Región 17, que abarca el sur de Francia y las logias que existen en España.

¿Existe alguna institución común que agrupe a toda la masonería liberal, o a toda la masonería?

No. Lo que hay son tratados de reconocimiento y colaboración entre distintas organizaciones. En el caso de España hay un llamado Espacio Masónico Español que agrupa a cuatro obediencias. Cuando hablamos de obediencias, hablamos de federaciones de varias de esas asociaciones que llamamos logias. El Gran Oriente de Francia es una obediencia, que federa a mil doscientas logias aproximadamente. Volviendo al tema que nos ocupa, podemos encontrar espacios de colaboración en el ámbito mediterráneo, en el continental, etcétera, pero no existe una gran organización internacional. Cada federación es independiente y soberana y lo que luego sí hay son espacios de colaboración para trabajar en común.

¿De dónde procede el nombre de Gran Oriente?

En la terminología masónica distinguimos entre gran logia y gran oriente. Hablamos de gran logia cuando se recurre específicamente a un sistema filosófico; cuando los trabajos de la organización se llevan a cabo siguiendo un determinado rito. En el caso de los grandes orientes, se trabaja con distintos sistemas filosóficos. El Gran Oriente de Francia trabaja prácticamente con todos los existentes, aunque esencialmente con cinco: el francés, el escocés antiguo y aceptado, el escocés rectificado, el de Memphis-Mizraím y el de York. El nombre de Gran Oriente hace referencia a eso, y la palabra oriente no es casual: hay una simbología derivada de que por el oriente nace el Sol, es decir, la Luz, y en la zona este de la logia es donde se ubica la presidencia.

La palabra rito tiene una fuerte connotación religiosa.

Uno puede pensar en eso al escucharla, pero el rito, la palabra rito, se refiere a que hay una pauta de organización de las reuniones, no a que haya un culto religioso. Se llama así porque se recoge la terminología propia del siglo XVIII, en el que aunque floreciera la Ilustración lo religioso, la imaginería religiosa, seguía teniendo un peso enorme. En el rito masónico hay muchos elementos de la filosofía clásica, pero también elementos bíblicos: era lo que aquellos primeros masones tenían a mano, lo que configuraba el paisaje cultural de su tiempo, pero lo que hicieron con esos elementos no fue reinterpretarlos para hacer con ellos un nuevo dogma de fe, sino utilizarlos como apoyos metafóricos para sus reflexiones y sus debates: la leyenda La leyenda de la construcción del Templo servía como metáfora de la construcción de un ser humano nuevode la construcción del Templo, igual que todos los elementos que tomaron de los gremios de constructores de catedrales, les servía como metáfora de la construcción de un ser humano y un orden nuevos que aspiraban a alumbrar. También como forma de deslizar valores, de camuflar un pensamiento ideológico nuevo y subversivo. La piedra bruta y la piedra cúbica, por ejemplo, simbolizan a grandes rasgos la imperfección de la que se parte y la perfección a la que se aspira a evolucionar mediante el libre intercambio del pensamiento, y otros símbolos filtran valores como la lealtad, el valor del trabajo, el voluntarismo... Tú puedes decir: menudo teatro, ¿no? Y sí, efectivamente hay un componente de teatralidad en ese rito, pero detrás de todo eso lo que hay es la filtración de una serie de valores que en su día no tenían más cabida o más campo de transmisión que la imaginería cristiana. Ésa es, por otro lado, una de las causas de que la religión reaccionara con tanta virulencia. Se les metía alguien en un terreno que era suyo.

Mencionaba antes cinco ritos como los elegibles en el Gran Oriente de Francia. ¿Con cuál de ellos trabajan en la logia Rosario de Acuña?

Nosotros seguimos la pauta más antigua de todas, la originaria, que es el rito francés. Antes no tenía nombre específico: era simplemente el rito. Luego surgió el escocés, que es el que se ha extendido más en España. Y más tarde aparecen nuevos ritos: en el siglo XIX, por ejemplo, aparece el rito egipcio; se forma un nuevo rito con elementos del Egipto antiguo en lugar de con elementos de los gremios medievales. Pero, insisto, eso no quiere decir que quienes adoptan ese rito rindan culto a los dioses egipcios, sino simplemente que toman la cosa egipcia como apoyo metafórico para sus reflexiones filosóficas en un momento en que la egiptología y lo egipcio están de moda.

En resumen: todos esos símbolos que forman el rito no tienen un significado fijo, sino que son maneras de favorecer la reflexión filosófica.

Exacto: no hay un catálogo interpretativo en el que se diga que este símbolo significa esto y éste aquéllo, y que uno se lo aprenda de memoria y se convierta en un masón súper. Lo que son los símbolos es un conjunto de apoyos para el masón o la masona a la hora de hacer sus reflexiones y de formular sus argumentos en los debates. No tienen por objeto ser adorados, sacralizados ni dogmatizados. El objeto nunca puede ser compacto. Yo puedo decir que el compás o que la escuadra representa una determinada idea, y otro hermano puede decir que representan otra cosa. Hay otros equívocos: los grados, por ejemplo, que no son jerarquías. Un grado superior no da más poderes o más derechos que un grado inferior, simplemente marcan el tiempo que un masón lleva siéndolo y la madurez que ha alcanzado en él. 

¿Es el de gran maestre el grado más alto?

Gran maestro, no gran maestre. Gran maestre es un error de traducción del francés grand maître. No es un grado, sino un cargo administrativo: el gran maestro es, simplemente, la cabeza del poder ejecutivo de todo el Gran Oriente de Francia. Después, cada logia está Cada logia está presidida por un venerable; cada obediencia, por un gran maestropresidida por un venerable, que se elige por sufragio de los miembros de la logia una vez al año y que puede repetir tres mandatos consecutivos, pero no más. Luego hay una estructura regional intermedia correspondiente a esas regiones administrativas que mencionaba antes, cada una de las cuales tiene también un presidente.

Sigamos descendiendo de lo general a lo particular. La masonería en España: cuénteme su historia y situación actual.

Bueno, es largo de explicar. El surgimiento de la masonería en España es difícil adscribirlo a fechas precisas, pero si seguimos al mayor experto en el tema, que es José Antonio Ferrer Benimeli, podríamos ubicarlo en torno a 1728, el mismo año que en Francia la masonería de allá, llegada algún tiempo antes desde Inglaterra, se organiza en torno a un gran maestro y una dirección propios. Aquí en España, el origen de esa primera masonería es también inglés, pero su desarrollo se detiene rápidamente, cuando topa con la Inquisición y con las primeras órdenes de persecución dictadas por Carlos III. Así que en realidad la masonería, con la salvedad de ese primer intento, tarda cien años más en llegar a nuestro país. Podría haber llegado al mismo tiempo que a otros países, pero esa represión que la hace prácticamente desaparecer retrasa la fecha de instalación definitiva. En esos más o menos cien años hay determinadas figuras ilustradas, especialmente en la época de Carlos III, de quienes se dice que eran masones, pero no hay pruebas documentales que lo avalen.

¿Jovellanos, por ejemplo?

No, Jovellanos no; no hay ningún indicio que lo vincule a la masonería. Sí a personas cercanas a él para las que sí lo hay: Pablo de Olavide en Sevilla, alguna amistad británica que intentó rescatarlo del castillo de Bellver... Pero nada más. A mí me parece poco probable que Jovellanos fuera masón, porque serlo suponía una oposición abierta a la doctrina católica que dudo mucho que le hubiera atraído, porque era un hombre de luces, pero católico y creyente. Esas convicciones no le desmerecen en nada, pero pienso que podrían echarle para atrás.

¿Cuándo regresa la masonería a España?

A principios del siglo XIX, cuando se produce el fenómeno del afrancesamiento. Los afrancesados crean su propia estructura asociada a la francesa pero teóricamente independiente. Además, durante la guerra de la Independencia también hay logias militares vinculadas al ejército napoleónico, que se establecen en plazas en las que hay cierta estabilidad en el frente bélico, como Madrid o Gerona.  Pero cuando acaba la guerra y regresa Fernando VII, vuelven las persecuciones. A partir de entonces se van alternando los periodos de persecución y permisividad hasta alrededor de 1850, cuando la masonería española se consolida definitivamente. El último tercio del siglo XIX es de florecimiento, con un proceso de creación de lo que llamamos obediencias o grandes orientes nacionales y un proceso de fusión vinculado a una figura muy interesante, que es la de Miguel Morayta. Morayta consigue la fusión del Gran Oriente Nacional de España y el Gran Oriente de España y crea el Gran Oriente Español.

¿Qué sucede en el siglo XX?

Hay un desarrollo tímido pero sostenido, con una nueva oleada de creación de talleres en los años diez y una conexión bastante estrecha con el crecimiento paralelo del republicanismo. No hay una identidad completa, pero sí una relación que se mantiene hasta la Segunda República. En el período republicano, la masonería es blanco de críticas cada vez más virulentas por parte de los enemigos de la República e incluso de una cierta persecución después de la revolución de 1934, y en 1936, nada más producirse el golpe de Estado, comienzan los fusilamientos. Hay una persecución muy sangrienta que se burocratiza cuando se consolida el régimen dictatorial. En 1940 se decreta una legislación específica que marca penas de inhabilitación y prisión para los masones y que permanece hasta el retorno de la democracia. Durante toda la dictadura siguen existiendo talleres en el exilio, fundamentalmente en Francia y México pero también en sitios como Cuba o Argentina, pero en España la desaparición de la estructura masónica fue total.

La represión de la masonería, ¿fue más dura en España que en ningún otro país, o hay algún caso comparable?

Quizás los haya comparables, como la Unión Soviética, la Alemania nazi o la Italia fascista, pero no superiores. La represión aquí fue tan dura que hizo desaparecer completamente a la institución.

Y la estigmatizó para siempre.

Sí, pero el estigma ya es muy antiguo y se da en todas partes, ya en los países protestantes en los que la masonería surge a principios del siglo XVIII. La primera medida de persecución se acuerda, si no me equivoco, en Holanda. Y la idea de contubernio es muy genuina de La idea de contubernio es muy genuina de España, pero también la encontramos en Holanda, Francia...España, pero tampoco exclusiva nuestra. La encontramos en la propia Holanda, en Francia... En Francia también hubo persecuciones, lo que pasa es que fueron diferentes a las nuestras de varias maneras y por varias causas. Por ejemplo, en Francia se conserva el informe de la intervención policial en una logia que se reunía en un local hostelero en París. Cuando la policía se acerca para hacer la redada, ve que en la puerta hay carruajes de la alta nobleza: en Francia, la masonería había causado un boom; estaba de moda. Al encontrarse con aquella situación, los policías se preguntan: “¿Cómo vamos a detener a esta gente?”. Lo que hacen para resolver la situación es multar al hostelero por acoger aquella actividad cerrándole el chigre durante seis meses. Bien, en España no se anduvo con aquellos miramientos. La represión fue mucho más virulenta, en parte porque la férrea cultura católica hizo que la masonería no entrase con la fuerza con que había entrado en Francia. En cuanto al siglo XX, en Francia la persecución de la masonería emprendida durante el periodo de Vichy fue comparable en virulencia a la del franquismo, pero aquel período duró solo cinco años frente a los cuarenta de nuestra dictadura, y la masonería estaba mucho más preparada para resistir los embates en Francia que en España, porque allí llevaba ya dos siglos de andadura interrumpidos por periodos muy cortos, mientras que aquí apenas uno y con altibajos mucho más fuertes.

¿Cómo se recuperó esa estructura después de la Transición?

Durante la Transición se lleva a cabo un proceso de legalización que fue bastante discutido, Rodolfo Martín Villa de por medio (risas). Después, van apareciendo tímidamente las dos corrientes, la anglosajona representada por la Gran Logia de España, que goza del patrocinio de la Gran Logia Unida de Inglaterra, y la liberal representada por obediencias de nuevo cuño, como la Gran Logia Simbólica Española, y otras que ya habían existido antes de la guerra civil y resurgen ahora, como la Federación Internacional de Derecho Humano. El Gran Oriente de Francia, que había estado presente en España desde la década de los setenta del siglo XIX, reaparece en torno a los años 1999 y 2000. El panorama actual es la convivencia de un grupo de obediencias bastante dispares pero de tamaño muy reducido en este momento. No tiene nada que ver con la situación de otro tiempo.

¿Dónde tiene implantación en España el Gran Oriente de Francia?

En 1999 comienza a haberla en Valencia, y poco después en Alicante. El orden temporal subsiguiente no lo tengo muy claro ahora mismo, pero puedo decirle que en Sevilla hay dos logias y que hay otra en Málaga, otra en Murcia, otra en Barcelona, otra en Las Palmas de Gran Canaria y otra, la nuestra, en Gijón. No sé si se me olvida alguna. El número de personas En Francia hay logias de 80, 90, 100 miembros. La nuestra tiene 30 y es una de las mayores de Españapara toda España ronda las trescientas, nada que ver con los alrededor de 53.000 miembros que tiene el Gran Oriente de Francia en la propia Francia. Las logias españolas son muy pequeñas: la nuestra es de las mayores y está casi en los treinta miembros, y la de Alicante y la de Valencia andan por ahí también, pero en Francia hay logias de ochenta, noventa, cien miembros. Sí que es verdad que, con ese volumen, el funcionamiento de las logias se hace más complicado. Yo creo que lo ideal son cincuenta miembros, pero la realidad es que en España cuesta mucho llegar a esas cifras. Son casos excepcionalísimos.

¿Cuál es la historia de la masonería en Asturias?

Aquí todo llega tarde, y la masonería no lo hace, siquiera embrionariamente, hasta 1850.

¿Ni siquiera durante la guerra de la Independencia?

Ni siquiera. No digo que un día no hubiera una tenida de campaña o dos (risas); quizás las hubiera, pero desde luego nada que ver con el caso de Gerona. En francés, Gérone se pronuncia muy parecido a Gijón, y a veces nos mandan alguna documentación de la época de allí pensando que era de aquí. Allí sí había un taller del Gran Oriente de Francia establecido, porque Gerona está cerca de la frontera y albergaba un establecimiento militar francés. Pero aquí la masonería no llega hasta 1850. Llega a Gijón y, curiosamente, vinculada al Gran Oriente de Francia. Lo hace por iniciativa de operarios de la Fábrica de Vidrio, en muchos casos franceses aunque también de aquí. Pero es un taller que dura muy poquito. Aparte de esos periodos alternos en que la masonería se permite o no se permite de los que hablábamos antes, lo hace desaparecer una relación epistolar complicada con el Gran Oriente de Francia y con la logia también vinculada al Gran Oriente que hay en Barcelona. No hay un buen entendimiento en muchos casos y surgen problemas internos relacionados con cuestiones como el pago de capitaciones. Y después, a raíz de una redada que se hace en Barcelona, se accede a la documentación de Gijón y caen varios miembros de la logia gijonesa. Algunos de ellos acaban en prisión y el taller desaparece.

¿Qué sucede después?

La masonería vuelve a Asturias en los años setenta del siglo XIX, nuevamente dentro del Gran Oriente de Francia, aunque pronto los talleres que se forman se desgajan de él y se unen a estructuras autóctonas que empiezan a surgir. Luego la masonería decae otra vez y aparece de nuevo en torno a 1911, cuando hay un pequeño triángulo en Gijón que después da lugar a una primera logia, la Jovellanos, que a su vez da lugar a una segunda, la logia Riego. En Gijón es donde hay la actividad masónica más dinámica durante todo ese período, pero hay también pequeños grupos en otras ciudades: hay logias en Oviedo, como la logia Argüelles o la Luz Ovetense, y talleres más chiquititos en lugares en los que hoy es impensable que pudiera existir actividad masónica, como Bimenes o Luarca. La logia de Bimenes incluso incorpora a una mujer.

¿En qué estado se encuentra actualmente la implantación de la masonería en Asturias?

Está implantada en Gijón y en Oviedo. La masonería asturiana arranca de nuevo en torno al año 1992. Empieza con un experimento que no fraguó; una iniciativa un poco alocada que se llamaba Gran Logia Masónica Asturiana y era una obediencia que se creó un poco por arte de magia y sin un respaldo organizativo serio. Pero aquello sirvió de caldo de cultivo para los proyectos que hubo posteriormente. Fue el germen de la primera logia Rosario de Acuña, que se fundó en Oviedo, no en Gijón, en torno al año 1996, y éste, a su vez, el de la actual logia Rosario de Acuña, a la que yo pertenezco. Nosotros aparecemos en 2004, aunque ya veníamos trabajando desde el año 2000. Después tienes la corriente anglosajona, cuya historia no conozco tan bien pero que empieza a trabajar a finales de los años noventa y hoy está representada por la logia Jovellanos de Gijón. Luego está la logia Progreso, que pertenece a la Federación de Derecho Humano y fue impulsada desde Gijón, pero está radicada en Oviedo. Actualmente es el único taller que hay en Oviedo. Y por último está la En Asturias, hay tres logias en Gijón y una en Oviedologia Estrella del Norte, que pertenece a la Gran Logia Femenina de España. De momento, esto es lo que hay: Rosario de Acuña, Jovellanos, Progreso y Estrella del Norte; tres talleres en Gijón y uno en Oviedo. La logia Jovellanos y la logia Estrella del Norte se reúnen en nuestros locales merced a un acuerdo.

Llegamos al nivel más pequeño. ¿Qué es la logia Rosario de Acuña?

Una logia gijonesa que surge, como decía antes, de un primer intento que tuvo su sede en Oviedo, en la calle Bermúdez de Castro. Aquello no cuajó y los que, digamos, sobrevivimos, un grupo muy pequeño de tres personas, valoramos fundar una nueva logia y debatimos a qué organización adscribirla. Buscábamos una masonería que tuviera una perspectiva social clara, que no rehuyera el debate de cuestiones sociales. Cuestiones sociales, no cuestiones políticas partidistas. No se trataba de apoyar a un partido político o de criticar a otro, sino de no rehuir ciertos debates sociales que la masonería de aquella época, en muchos casos, evitaba. Bueno, pues después de valorar varias opciones, escogimos el Gran Oriente de Francia. Yo tenía algo de contacto, y había otra persona que también lo tenía, y después de una serie de viajes a Francia y de conseguir sintonía con el Gran Oriente, y de ir incorporando gente poco a poco, con un crecimiento complicado y lleno de vaivenes porque dentro de un grupo humano es muy difícil mantener el común acuerdo continuamente, logramos salir adelante. La logia empezó con muy pocos miembros y ahora mismo es una de las más numerosas de España. Acabamos de cumplir los diez años, que no es nada en comparación con lo que a veces te encuentras en Francia: logias de doscientos o doscientos cincuenta años.

¿Cómo es la vida cotidiana en la logia? ¿Qué se hace?

La mejor expresión para resumir qué es una logia es eso del think tank: una fábrica de ideas. La actividad de una logia se desenvuelve, digamos, en dos planos: uno interior y otro exterior. El plano interior es eso que llamamos construirse a uno mismo. Los fundadores de la masonería buscaban construir una entidad capaz de alumbrar un ser humano nuevo que no se pelease por diferencias de credo religioso. En aquel momento, principios del siglo XVIII, aquellos hombres tenían muy presentes las guerras de religión que se habían producido en Europa durante los dos siglos anteriores. Querían que aquello no volviera a suceder, y querían también que hubiera un debate político pero no hasta el punto de arrojarse al cuello del otro. Se trataba, y se trata hoy, de ir formando la opinión propia sabiendo que esa opinión propia forma parte de una verdad, pero no es la verdad en sí. Por muy seguros que estemos de una convicción, el otro también puede estar muy seguro de la suya, y esa convicción suya puede ser contraria a la tuya, pero tiene que haber un marco de respeto que permita intentar aproximar esas posiciones. El plano interno de una logia consiste en eso, en llevar a cabo debates sobre determinadas cuestiones, unas más metafísicas y otras más terrenales, que permitan a los miembros de la logia formarse su opinión sobre esos temas. Y el plano externo es consecuencia del interno y es que la logia, una vez formados sus miembros sobre un tema debatido, por ejemplo el derecho a la muerte digna, trabaje en la medida de sus posibilidades para que se produzca un cambio en la sociedad, y coopere con otras organizaciones que están trabajando ese mismo tema para conseguirlo.

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¿Qué otras cuestiones sociales han debatido?

En estos diez años nos hemos metido en terrenos como la transexualidad y los derechos de las personas transexuales, la crisis económica, la laicidad constitucional... La reivindicación de la laicidad es una seña de identidad muy marcada del Gran Oriente de Francia. También hemos tocado el tema de la violencia de género. Sobre ello vino a hablarnos Charo Fernández Hevia en lo que llamamos una tenida blanca cerrada, que es una reunión en la logia con una persona no miembro que viene a darnos una charla sobre algún tema. Una tenida blanca abierta es una reunión abierta a amigos y conocidos a fin de mostrarles quiénes somos y qué hacemos. Tenidas blancas abiertas hemos hecho ya tres; tenidas blancas cerradas, hicimos otra con Paz Fernández Felgueroso, que vino a hablarnos del municipalismo del siglo XXI, otra con Luis Sepúlveda, que perteneció a los grupos de seguridad del presidente Allende, para hablar sobre el propio Allende...

Allende también era masón.

Lo era, sí, y en este caso está perfectamente acreditado. A veces se da una tendencia a buscar masones hasta debajo de las piedras como para darnos un timbre de calidad, a decir que Fulanito o Menganito eran masones cuando no lo eran, que es un poco absurda. Pero Allende sí era masón. Volviendo a las tenidas blancas cerradas, también hemos traído a Ferrer Benimeli, que para quien esté interesado en la historia de la masonería es una figura fundamental, porque es seguramente la persona que más ha trabajado por recuperar el patrimonio histórico masónico. Hoy hay muchos historiadores que trabajan en ello, pero Ferrer Benimeli fue el pionero y tiene una obra historiográfica inmensa sobre masonería.

El caso de Ferrer Benimeli es muy curioso, porque es jesuita.

Es jesuita, sí. Pero, y esto hay que recalcarlo, la masonería no es antirreligiosa.

Pero la religión sí es antimasónica.

Yo creo que no toda. Hay jerarquías que sí, y hay un punto de desencuentro inevitable que deriva de que, si una religión parte de determinados dogmas revelados, no puede consentir que haya una organización que no los admita, que diga que la búsqueda de la verdad no viene determinada por un credo determinado sino por la reflexión y el diálogo con los demás. De ahí vienen los problemas. Pero no todos los miembros de la jerarquía católica son antimasónicos, y el caso de Ferrer Benimeli es la mejor prueba de ello.

Volviendo al funcionamiento de la logia, todo parece muy armónico. ¿Lo es?

No siempre. Como sucede siempre, la teoría está clara, pero la práctica es difícil de llevar a cabo. La masonería no deja de ser una estructura humana: no está libre ni de los egos, ni de las envidias... Yo no quiero mitificar la masonería: está formada por personas llenas de defectos, y esos defectos se acaban transmitiendo al engranaje. Hay que hacer una labor de contención o de auto examen para evitar determinadas cosas que no siempre se hace.

¿Cuál es el orden del día de una reunión en la logia?

Hay una parte administrativa que puede resultar muy tediosa —a mí al menos me extenúa—, que consiste en leer el acta de la sesión anterior y leer correspondencia que llega de otras logias u obediencias. A veces también se debaten planes de acción externa: vamos a hacer una conferencia o vamos a hacer esto o lo otro. Y luego hay una parte que es el nudo central de la tenida o reunión y consiste en la exposición de un tema. Los temas son muy variables: puede ser una cuestión histórica, puede ser una cuestión filosófica, puede ser una cuestión política... Insisto, no desde la óptica de partidos, sino, por ejemplo, un análisis del momento. No se trata de apoyar a Podemos o al PP o al PSOE o de criticar a tal o cual partido, aunque es cierto que son cosas a veces difíciles de evitar. Cuando se debate una cuestión filosófica, se recurre a un símbolo a partir del cual la persona encargada de la exposición ofrece una interpretación o una reflexión en torno a un valor determinado. Otras veces hablamos de cuestiones de actualidad local, de historia de la masonería, de la familia, de la experiencia familiar personal de cada uno, de cuestiones más ligadas al plano sentimental de cada uno... El abanico no está restringido; es suficientemente amplio como para poder compartir cualquier cosa. No hay temas predefinidos. Bien, ése sería el mecanismo habitual de funcionamiento. Luego hay otros momentos más lúdicos. Tenemos tenidas donde se come, se hace un banquete. La masonería, sobre todo la francesa, está muy ligada a la gastronomía. El El componente peña gastronómica también existe en las logiascomponente peña gastronómica también existe en las logias. Hace poco me comentaba un compañero francés que allí los grandes follones se montan en torno a qué se va a comer o a cenar (risas). Las logias francesas, que ya tienen una consolidación, suelen tener cocina y un cocinero. Aquí como mucho llegamos al pincheo o a comprar la comida y arreglarlos; tenemos una pequeña cocina pero apenas la utilizamos. En Gran Bretaña la cultura es otra y es la de beber. En mayo organizamos en el Palacio de Valdecarzana de Avilés una exposición de patrimonio histórico masónico y nos llamó mucho la atención comprobar que había dos grandes grupos de objetos: los de comer, casi al cien por cien porcelanas francesas, y los de beber, normalmente cristalería inglesa. Lo del comer y el beber tiene su importancia: nos remite a la sociabilidad, a crear una piña de relaciones que vayan más allá de tener el carnet del Gran Oriente de Francia o de la logia tal. Lo importante no es tanto qué se come o qué se bebe como compartir la mesa.

El orden del día de cada tenida, ¿se decide en la anterior tenida?

No. Tenemos un reglamento que especifica cuáles son los puntos a tratar. Respecto a lo que se va a exponer, el presidente procura rotar entre todos y proponerle a alguien que el próximo día exponga algo relacionado con una cuestión de actualidad. La que quiera. El tema lo escoge la persona. Por otro lado, nuestra asamblea, donde se reúnen todas las logias del Gran Oriente de Francia, decide tocar todos los años cinco temas: la paridad, la paz en el mundo, política internacional, cuestiones de filosofía… Y se encarga a los talleres que elaboren algún tipo de síntesis sobre esos temas. Ése es el único caso en el que los temas pueden estar prefijados, pero es el resultado de un acuerdo de todas las logias. Todos los años se edita un libro con el trabajo de las logias, con las reflexiones.

MITOS SOBRE LA MASONERÍA

Exploremos algunos mitos corrientes sobre la masonería. Empecemos por el de que la masonería es una especie de Opus Dei de la izquierda en el que se traban contactos, se hacen negocios, se mueven hilos y se coloca a gente en las cúpulas del poder.

No hay tal, pero vamos, no lo hay ni por aproximación, por lo menos en el seno de la masonería adogmática europea. Sí que hay algún caso esporádico de negocietes gestados por grupúsculos del poder financiero o económico en el seno de logias, pero son la excepción a la norma y suelen tener lugar en la masonería anglosajona. En general, esa idea según la cual la masonería mueve determinados hilos responde más a mitos creados y generalizados No hay un elitismo ni clasista, ni intelectual, ni económicopor los opositores a la masonería. En una logia como la nuestra, y como la nuestra hay muchísimas, te encuentras a personas de lo más normal y corriente, con más formación académica, con menos, con una situación económica buena, con una situación económica mala... No hay un elitismo ni clasista, ni intelectual, ni económico: no rechazamos a una persona porque no tenga una carrera o por su situación socioeconómica. Lo único que le interesa a esta asociación a la hora de admitir a un nuevo miembro es lo que le interesa a cualquier otra: que el socio pueda pagar la cuota mensual, que en nuestro caso es de 40 euros.

Otra idea común sobre la masonería es que sus orígenes se remontan a la Edad Media o incluso al Antiguo Egipto, momentos desde los cuales habría mantenido una evolución continuada hasta hoy.

Sí, y en otro tiempo te podías encontrar incluso con quien defendía que la masonería se remontaba a Adán y Eva o atribuía a Jesucristo una militancia masónica. Es un mito muy antiguo y que sobrevive hoy en cierta corriente de pensamiento que defiende que los gremios medievales de construcción de catedrales fueron transformándose paulatinamente en logias, incorporando poco a poco a personas que no eran albañiles hasta el punto en que dejó de haber albañiles para haber sólo personas de una capacidad intelectual determinada que se reunían cada cierto tiempo para especular sobre filosofía. Pero no, no hay fondos documentales que permitan acreditar esa idea. La masonería es una entidad que nace a caballo entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. A finales del siglo XVII hay ya rastros de alguna logia de las que llamamos especulativas, es decir, las que se dedican a la reflexión intelectual, y en el siglo XVIII eso se estructura y se organiza dando nacimiento a la masonería moderna. La masonería moderna sólo tiene que ver con la medieval que aquélla toma prestadas de ésta determinadas referencias simbólicas y culturales. Más allá de eso, no hay una línea de continuidad entre una y otra. La masonería tal como la conocemos hoy es una creación ex novo.

Que existan estos dos mitos, ¿es, en parte, culpa de la propia masonería, que en alguna ocasión hiciese esa reivindicación de inmemorialidad y poder para darse a sí misma un timbre de prestigio?

Sí, sí. Entre los muchos problemas que pueda tener la masonería está el de caer en la tentación de buscar un origen mítico sin necesitarlo. Y hasta cierto punto se puede entender esa tentación, pero en ocasiones hay cosas que exceden lo racional. Otra tentación muy habitual es la de atribuir militancias, la de buscar francmasones o signos masónicos por todas partes. A esto ya aludí antes al hablar sobre Jovellanos, pero hay más casos: el de Aranda, por ejemplo, o el del general Riego, de quien se dice que incluso llegó a ser gran maestro sin que Ferrer Benimeli, que lleva décadas estudiando la masonería española, sepa de ningún fondo documental que atestigüe esa filiación masónica.

Otro caso típico de atribución de militancia masónica es el de Azaña.

Sí, pero este caso es diferente. Azaña llegó a iniciarse como masón, aunque parece ser que después de iniciarse no volvió por la logia. El de Azaña debió de ser el caso de un señor que se inicia porque a lo mejor tenía sus presiones en el entorno pero después, por la razón equis, no tuvo una participación activa. Está claro que no le tenía aversión ni ningún problema con la institución, pero quizá no encajaba con su perfil o con su manera de entender la política. Pero sí, te encuentras con multitud de personajes de los que se dice que eran masones sin que lo fueran. Ahora, por ejemplo, se especula con García Lorca, porque han aparecido ciertos indicios creo recordar que en Ceuta, pero no está demostrado fehacientemente. Entre estas adscripciones de militancia masónica, hay de todo: casos de personas que efectivamente eran masones, casos de personas que podrían haberlo sido pero no hay seguridad sobre ello y casos de personas que, directamente, está confirmado que no eran masones.

Existe, incluso, una teoría que sostiene que el mismísimo Franco quiso ser masón, pero fue rechazado y de ahí provendría su enconado odio a la masonería.

Sí, hay una, digamos, tesis en ese sentido. De sus hermanos Ramón Franco y Nicolás Franco está acreditado que lo eran, y en el caso de Francisco Franco se dice que intentó De Franco se dice que intentó entrar en una logia durante su época en Áfricaentrar en una logia de Larache durante su época en África, pero que el hecho de aceptar condecoraciones en un momento en el que la clase militar estaba enfrentada al Gobierno le supuso el rechazo de los miembros militares de la logia. A mí me cuesta creer que un personaje de una filiación católica tan férrea hubiera dado el paso, pero podría ser. Fondos documentales no hay, pero es evidente que, si hubiera habido alguno, Franco lo habría hecho desaparecer.

Esta costumbre de suponer filiación masónica a personajes poderosos es tan antigua como persistente. Hoy se dice de Zapatero; yo he llegado a ver una pintada en Torrelavega que decía: «ZP masón».

Sí, otro infundio. Hay un tal Manuel Guerra que es sacerdote y supuestamente estudioso de la masonería —supuestos estudiosos de la masonería hay muchos— al que yo he escuchado decir impunemente en una cadena de televisión que Zapatero era masón. Cuando le pidieron pruebas, aquello empezó a tambalearse. En el caso de Zapatero, además, se especuló con que era masón y con que era, concretamente, del Gran Oriente de Francia, por aquello de que era laicista. Que sobre ese laicismo habría mucho que decir, pero bueno, ése es otro tema (risas).

Otro mito es el que relaciona a la masonería con el difuso mundo de lo esotérico; con ese magma heterogéneo del que forman parte el rosacrucismo, la cábala, el tarot, los caballeros templarios o El código Da Vinci.

Sí, hay una tendencia a pensar que, por emplear una expresión coloquial, hay un rollo raro detrás de la masonería. A nosotros nos ha pasado que algunas personas se dirigen a nosotros pensando que manejamos unos poderes extraños o que estamos por encima de las leyes físicas. A veces te encuentras cosas realmente asombrosas. Nosotros recibimos en una ocasión, en nuestra página web, la solicitud de alguien que quería entrar en nuestra logia porque creía que nosotros teníamos acceso a no sé qué piedras mágicas de color negro que daban una serie de poderes, y en otra ocasión nos escribió un señor al que le iba lo egipcio y que se había configurado una imagen a lo egipcio: se había afeitado hasta las cejas. En fin, es cierto que dentro de la masonería hay muchas corrientes y variantes y que algunas de ellas le ponen mucho acento al desarrollo filosófico, tienen una manera más etérea de plantear la reflexión sobre la transformación del ser humano y caen en un hermetismo innecesario; y que a veces uno lee determinadas cosas por Internet y entiende que la gente piense eso, pero yo siempre respondo lo mismo: esto es una sociedad que lo que tiene de peculiar es que nace en el siglo XVIII y conserva los usos del siglo XVIII, pero nada más. Yo no me imagino a Ramón y Cajal o a Clara Campoamor en un rollo energético extraño.

¿De cuánto de este mito es responsable la propia masonería?

Desde luego, de una parte. Es cierto que hay masones y corrientes de la masonería que caen en, por así decirlo, regodearse en lo raro y en una idea de exclusividad, de formar parte de algo vedado a la mayoría de las personas. La francmasonería ha tenido muchos problemasLa masonería se ha creado sus propios problemas muchas vecesprovocados desde el exterior porque su planteamiento ha sido muy reivindicativo en algunos momentos en los que la masonería ha sido un enemigo a batir, pero también se ha creado sus propios problemas muchas veces. Regodearse en un esoterismo mal entendido y en cierta mitomanía de buscar símbolos masónicos por todas partes es uno de ellos. “En no sé dónde hay un edificio que tiene una piedra que debe de ser...”. No: es el símbolo del colegio de arquitectos, no le des más vueltas.

Otra idea es que en la masonería se rinde culto a un Gran Arquitecto del Universo, Ser Supremo o Diosa Razón. ¿Existe todavía hoy ese culto?

Existe en parte de la masonería, pero no en la liberal de la que nuestra logia forma parte. Los historiadores hablan de masonería, pero nosotros siempre decimos que preferimos el término masonerías. La realidad cambia mucho de una corriente a otra y éste es uno de los casos en los que la diferencia es mayor. Lo mencionaba brevemente al principio: la masonería nace en un mundo religioso en el que, aunque empiece la Ilustración, la razón, el atreverse a pensar de Kant, la religión, católica o protestante, sigue teniendo un peso enorme. El elemento Dios seguía siendo incuestionable, y la gran innovación de la masonería en aquel entonces es que permite reunirse a personas que no creen exactamente en el mismo Dios. Por eso se adopta la referencia al Gran Arquitecto del Universo, a un principio creador y a la inmortalidad del alma: para reunir bajo un mismo paraguas al judío que piensa que todo eso es de una determinada forma, al protestante que piensa que es de otra y al católico que es de otra. El ateísmo, la no creencia, no existía entonces: aunque hubiera algún ateo, el movimiento no había cobrado fuerza. La cobra cien años después, cuando entran en escena el racionalismo positivista, el materialismo marxista y toda una serie de concepciones totalmente nuevas. Y en el seno de la masonería surge en torno a 1877 una corriente, sobre todo francesa y belga, que aboga porque desaparezca la obligatoriedad de creer en un Gran Arquitecto. No por prohibir esa creencia, que mucha gente sigue manteniendo, sino por hacerla opcional, por que pase a entenderse en el espacio masónico que la creencia o la no creencia es una cuestión personal en la que no hay que entrar. Pero otra corriente se opone a ese cambio, y hoy seguimos conservando las dos variantes. La corriente primitiva, no quiero decir tradicional, o anglosajona sigue promulgando esa obligatoriedad de creer en un Gran Arquitecto y la inmortalidad del alma del mismo modo que mantiene el veto a la entrada de mujeres.

El mito por excelencia sobre la masonería, al menos en España, es su contubernio con el judaísmo o el comunismo, o con ambos.

Lo del comunismo es muy español, sí (risas). El mito del contubernio con el judaísmo es más antiguo y está más extendido: arranca en los países protestantes y se desarrolla con la intervención de la Inquisición, que mezcla a sus enemigos en uno solo. El contubernio con el comunismo es una aportación posterior y genuinamente nuestra a la antimasonería, y su causa es parecida: la Iglesia y el franquismo meten a todos sus enemigos en un mismo saco, lo cual explica que haya miles y miles de expedientes cuando en España el número de masones no podía cifrarse en más de tres mil o cuatro mil personas. Había logias muy activas, pero el número global de masones no era muy grande. Al franquismo le daba lo mismo: metía al socialista, al comunista y al miembro de la Estrella de Oriente de Krishnamurti en el mismo cajón de sastre. Eso del contubernio les sonó muy bien y lo utilizaron incluso en el último discurso de Franco, el 1 de octubre de 1975, cuando el dictador comienza hablando de la conspiración judeo-masónico-comunista. Una cosa delirante. Hay masones que han sido y que son gente de izquierdas, de derechas, de centro, más moderados y menos moderados.

¿También comunistas?

También comunistas. El movimiento obrero reaccionó con desconfianza frente a la masonería, El movimiento obrero desconfió de la masonería, considerándola burguesaporque desde el marxismo, o desde una determinada interpretación del marxismo, y desde el anarquismo se considera a la masonería una institución esencialmente burguesa y por lo tanto incompatible con la militancia obrera. Pero hubo casos de dobles militancias, y en algunos casos en que se prohibió la militancia en la masonería hubo gente que optó por el partido y gente que opró por la logia. En Asturias tenemos un ejemplo, que es el de José Loredo Aparicio, que forma parte de la logia Jovellanos y que evoluciona hacia el socialismo, pero empieza en el trotskismo y viaja dos veces a la Unión Soviética pagado por el diario El Noroeste de Gijón. Él, cuando debe elegir, opta por el partido, pero Eleuterio Quintanilla, uno de los mejores pensadores anarquistas que ha dado nuestro país y que, aunque sin tener una participación excesivamente activa, era masón, abogó por la pertenencia a la francmasonería y dejó la semilla sembrada: sus dos nietos son francmasones.

Otra idea corriente es la conexión íntima con el republicanismo. ¿Hasta qué punto es cierta? ¿Se debe ser republicano para ser masón?

No, no, no, no. Tú puedes ser monárquico y ser francmasón. Yo no soy monárquico, y me parece un contrasentido ser masón y ser monárquico, pero en mi logia hay monárquicos, qué le voy a hacer (risas). Sí que es verdad que hay una implicación histórica de la masonería con el republicanismo, y que el Gran Oriente de Francia tiene allí una vinculación directa con el ideal republicano. Pero la tiene porque en Francia hay una simbiosis, una sinonimia república-democracia que aquí, donde la historia es la que es y no hubo un 1789, no hay. En Francia, en el Gran Oriente, hay la tradición de, al finalizar las tenidas, gritar: “¡Viva la República!”, y aquí ya digo que algunos somos republicanos, pero el compromiso es con la democracia como sistema de convivencia y con los derechos que están implícitos en una democracia real. Establecido eso, la elección entre las formas monárquica y republicana del Estado se deja a la libre conciencia de cada cual. Y en la masonería inglesa, lo que encontramos es una vinculación directa a la Corona: de hecho, creo que el gran maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra es Felipe de Edimburgo, el marido de la reina, por aquello de que las mujeres, incluida la reina, tienen vetada la entrada.

¿Qué debe ser uno, y qué no debe ser, para ser masón?

No debe ser totalitario, no debe ser dogmático. En la masonería, el totalitarismo y el dogmatismo no tienen cabida. La masonería se basa, precisamente, en la pluralidad, en la diversidad, en la alteridad, en construir las cosas a partir de la conciencia clara de que cada uno tiene una opinión. En la masonería no cabe aquél que sólo admite su opinión y su verdad y que además cree que esa opinión y esa verdad es lo único que se puede utilizar para construir un orden social. Por eso la masonería choca con los totalitarismos económico, financiero, religioso, político, etcétera: porque lo que quiere un totalitarismo es imponer a los demás una determinada concepción de la realidad, aunque considere que es la más beneficiosa.

Otra idea es que la masonería es un mundo esencialmente masculino.

Eso, más que un mito, ha sido una realidad histórica. La fundación de la masonería moderna La primera masonería excluye a la mujer porque considera que no es un ser libreexcluye a la mujer porque considera que no es un ser libre, que no tiene capacidad de decisión propia, que depende del marido, del hermano, del sacerdote... No hay que olvidar que la sociedad del siglo XVIII es una sociedad machista. No obstante, algo chirriaba ya entonces, porque empiezan a buscarse subterfugios para facilitar la entrada de determinadas mujeres; entradas por la puerta de atrás como las logias de adopción, orientadas a mujeres pero controladas por hombres. Eso se mantiene hasta finales del siglo XIX, cuando empiezan a aparecer las primeras organizaciones femeninas y mixtas. Después, la mixtidad va calando poco a poco en todas las obediencias del arco liberal de una manera o de otra, aunque la realidad todavía dista mucho de ser la ideal en este sentido y sigue habiendo reticencias en algunos sectores. La situación actual es que conviven organizaciones estrictamente masculinas, estrictamente femeninas y mixtas.  

¿Cuál es la situación con respecto a la mujer en el Gran Oriente de Francia?

El Gran Oriente de Francia es ya una organización mixta, pero le costó mucho llegar a serlo, dar el paso hacia la mixtidad. Mixtidad es una palabra que no existe en castellano; nosotros la usamos porque estamos tan acostumbrados a debatir sobre esta cuestión en francés que acabamos por adaptar el término mixtité. Bien, el Gran Oriente de Francia fue inicialmente masculino, igual que prácticamente toda la masonería. Al poco tiempo de constituirse comienza a trabajar, eso sí, en la creación de logias de adopción, e incorpora mujeres a través de ellas, pero esas logias de adopción no dejaban de ser una puerta trasera. A finales del siglo XIX comienza a cobrar vigor el debate sobre la mixtidad, pero el Gran Oriente de Francia decide mantenerse como estructura masculina. Reconoce a la mujer como masona, apoya la existencia de organizaciones mixtas y femeninas y permite trabajos conjuntos y visitas, pero sigue sin reconocer a las mujeres como miembros de pleno derecho. De todas formas, el debate sigue cobrando fuerza a lo largo del siglo XX, pero no se resuelve hasta la década del 2000, cuando finalmente, en una votación muy ajustada, se reconoce a las logias la posibilidad de iniciar mujeres. Previamente había sucedido algo que fue lo que hizo insoslayable por más tiempo el debate...

¿Qué?

El caso de Olivia Chaumont, que había entrado en los años noventa en el Gran Oriente de Francia siendo un hombre, y había llegado a ser venerable de su logia, pero en un determinado momento abordó un proceso de cambio de sexo y ahora es una mujer transexual. Cuando llegó al Gran Oriente de Francia con los papeles en regla que consignaban que era una señora, planteó en el seno de una organización un problema jurídico de mucho calado. Algunos ya veíamos venir que aquello iba a pasar, y finalmente sucedió en el año 2010. Después del debate consiguiente, el Gran Oriente de Francia decidió que no se la podía excluir y al final aquello empujó de alguna manera a la organización a admitir definitivamente a las mujeres en su seno.

El argumento de que la mujer no era un ser libre, que podía tener cierto sentido en el siglo XVIII, ya no lo tiene hoy. ¿Cuál es en estos tiempos el argumento de los contrarios a la admisión de mujeres?

El problema es complejo y va más allá del machismo, aunque haya algo de machismo. Cuando digo algo no quiero decir poco, quiero decir que el machismo es un componente más de la cuestión, y el determinante para algunos. Pero había otro sector dentro de quienes no querían admitir mujeres que planteaba la cuestión de otra manera, y es que igual que hay masonerías liberales exclusivamente femeninas, puede haber también masonerías exclusivamente masculinas, y que del mismo modo que la feminidad da un valor distinto a la reflexión colectiva de la logia, la masculinidad también. Es un criterio que yo no comparto: a mí no me gusta la separación por razón de sexo, pero sí que había quien sostenía que la mujer ya tenía opciones para ser masona, tanto en forma de organizaciones mixtas como de organizaciones femeninas, y que no era necesario que el Gran Oriente de Francia diera el paso hacia la mixtidad.

La suya es, si no me equivoco, la única logia con nombre de mujer de todo el Gran Oriente de Francia.

Sí. En su momento el nombre se escogió adrede porque en la constitución teníamos muy clara la reivindicación. No hacemos, tampoco, gala de mixtidad; para nosotros la mixtidad entra dentro de la normalidad más absoluta, y lo que procuramos es referirnos a que admitimos personas sin ningún tipo de traba. Normalizar lo que en realidad es normal. También hay que decir que no es que antes no admitiéramos mujeres, ojo. En la masonería la incorporación de la mujer se hacía de la manera que te comentaba antes, mediante las logias de adopción y las femeninas. Estábamos en la misma situación que una obediencia femenina, que no admite hombres. Pero nadie se plantea tumbar la obediencia femenina. Sin embargo, la obediencia masculina sí recibía críticas. Y además, esto formaba parte de las piquillas entre obediencias. Es realmente complicado explicarlo.

Otra idea, ésta no necesariamente antimasónica, que puede existir sobre la masonería es que la masonería tuvo sentido en el pasado pero ya no en la actualidad, cuando los valores masónicos de libertad y democracia ya están cumplidos.

Pero no lo están. No lo están ni los valores masónicos ni los valores  u objetivos de ninguna Se ha avanzado, pero los valores masónicos no se han cumplido todavíaorganización que pretenda alcanzar un determinado bienestar para la humanidad. Se avanza, pero nunca se consiguen plenamente esos objetivos. Eso se ve muy claro en el momento actual: sigue estando pendiente, por ejemplo, la consecución de una estructura laica del Estado y de la sociedad, y seguimos teniendo problemas con el integrismo religioso. Y cuando no hay integrismo religioso, hay intentos permanentes desde diversos lugares de lograr el adoctrinamiento de la población de una forma de otra. Lo que sí ha cambiado, afortunadamente, es la exclusividad que la masonería tenía en esa lucha antes del surgimiento del asociacionismo moderno. Ahora hay más organizaciones que luchan por las cosas por las que nosotros luchamos, y los masones tenemos que entender y asimilar que la masonería, siendo perfectamente útil en el mundo moderno porque las necesidades son las mismas y la reflexión sobre el mundo en el que vivimos y sobre los seres que somos y queremos ser sigue siendo pertinente, ya no plantea sus propuestas a la sociedad en exclusiva. Aunque vivimos en un mundo en el que hay una gran parte de la población que se desentiende de la res pública, hay colectivos y entidades que trabajan en la misma dirección que nosotros. Insisto: afortunadamente. Por ejemplo, no somos la única organización que plantea el derecho al aborto y el derecho a la muerte digna. Hay organizaciones asociativas especializadas en trabajar en pos de esos derechos.

¿Qué aporta distintivo la masonería, entonces? ¿Por qué hacerse masón y no miembro de una oenegé?

Aporta esa vocación de construcción de uno mismo, ese espacio en el que compartir con otros seres humanos una serie de reflexiones generales sobre el propio ser humano. Una oenegé puede aportar una acción concreta para resolver un problema, mientras que la masonería no, pero la masonería convierte esa falta de especialización asociativa en una ventaja: esos diálogos que no tienen por objeto vencer y perder, sino escuchar con respeto posiciones distintas, permiten alcanzar una perspectiva más amplia, más global, de la condición humana. La masonería tiene esa dimensión de fábrica de pensamiento que mencionaba antes, ese desarrollo de respuestas a preguntas que surgen ante la realidad de Desde sus inicios la masonería se ha ocupado de cuestiones como la esclavitudcada momento. Desde el principio de su existencia la masonería se ha ocupado de cuestiones como la esclavitud. Aunque ha habido masones que en un determinado momento han defendido la esclavitud: el caso de Voltaire, por ejemplo. Voltaire hace una aportación enorme al pensamiento occidental, sobre todo en lo referente al ideal laico, pero por otro lado es esclavista; sin embargo, en otro determinado momento, Victor Schoelcher, que también es masón, es uno de los grandes teóricos del abolicionismo en Europa. La cuestión es que todos esos temas, todas esas cuestiones que van surgiendo en las logias, son objeto de una reflexión.

¿Por qué se hacen masones los masones? ¿Suelen pesar motivos familiares, transmisiones de padres a hijos?

En Francia hay casos de ésos, pero aquí no. Son casos excepcionalísimos debido al corte total que supusieron los cuarenta años de franquismo.

¿Cuáles son los motivos más habituales?

Muchas veces, yo creo que las personas que se hacen masonas buscan compartir determinadas inquietudes con otras personas; preguntas muy propias del ser humano como de dónde venimos, a dónde vamos, etcétera. A esa gente le atrae la idea de evolucionar en ese sentido, de mejorar como persona. Por otro lado hay gente que entiende que ésta es una organización que ha combatido por una serie de derechos y libertades y se incorporan por eso: gente, por ejemplo, muy reivindicativa en el plano del laicismo y que nos conoce a través de esa lucha. En fin, hay tantos motivos como masones.

¿Cuál fue su caso?

Mi caso fue el republicanismo. El plano filosófico no me atrajo inicialmente: fue el republicanismo lo que me llevó a la masonería. Me interesé por el republicanismo en la adolescencia y primera juventud y vi que muchos de los personajes que aparecían en los libros que leía, y que para mí podían ser en algunos casos una referencia importante, tenían una implicación paralela en esta organización. Eso hizo que la masonería empezara a llamarme la atención; después, en septiembre de 1991 coincidió que hubo una en la Casa Natal de Jovellanos una exposición, muy bien montada y muy bonita, de material masónico procedente del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.

En ese Archivo, hoy Centro Nacional de la Memoria Histórica, hay una reproducción visitable del interior de una logia masónica.

Sí, y todo el material expuesto era de Gijón. Pues bueno, me acerqué allí y coincidió que en la exposición estaba el jefe de estudios del Instituto Jovelanos, donde yo estudiaba, que a su vez me presentó al director del Instituto Juan Gil Albert, que a su vez me puso en contacto con alguien de París. Coincidía que, apenas unos días después, me iba de ERASMUS a Francia. Cuando llegué a París, adonde fui con un compañero de piso, aproveché para escaparme, dejando a mi amigo en el cementerio del Père Lachaise, y me fui a ver a este señor, que me hizo una especie de aplomación (es decir, una entrevista) exprés y una carta de recomendación que aún conservo.

¿Cuál es el proceso de afiliación? ¿Qué pasos se siguen?

Todas las obediencias tenemos un proceso muy similar. En primer lugar, se dirige una petición directa a la logia. La logia, entonces, designa a tres personas para que se encarguen de hacer al solicitante tres entrevistas. Previamente a esas tres entrevistas, tenemos la costumbre de hacer una informal para que nos pregunten lo que les dé la gana: sobre los mitos, sobre lo que no son mitos, sobre lo que sea. No hay ningún problema. No contestamos nunca con eso de: “No te lo puedo contar”. Bien, después se hacen esas tres entrevistas a través de las cuales intentamos conocer a la persona: su perfil biográfico, su perfil social, es decir, qué grado de compromiso social tiene, y su perfil filosófico. Esta última es, al menos en mi opinión, la entrevista más complicada: se trata de saber qué piensa el solicitante de la existencia humana, de su origen, de su final... Si el solicitante fuera Unamuno, respondería con aquello del sentimiento trágico de la vida. Es una entrevista muy complicada porque toca aspectos, por un lado, muy íntimos, y por otro muy difíciles de formular. Bueno, después esa persona entra ya en el siglo XVIII. Mantenemos las mismas fórmulas que se seguían entonces: pasa a la logia con los ojos vendados y se le somete a una especie de interrogatorio en el que la gente plantea preguntas intentando buscar un poco más allá de lo que ya ha contestado previamente. La persona contesta lo que le da la gana y posteriormente se vota. En función de la votación, pasa a formar parte de la logia mediante una ceremonia concreta que se llama iniciación masónica o su inclusión queda pospuesta para el año siguiente.

¿Suele haber rechazos?

No suele, pero hay rechazos.

¿Por qué se producen?

Por muchas razones. Por ejemplo, yo recuerdo alguno a candidatos que tenían una imagen malamente esotérica de lo que era una logia; ese esoterismo mal entendido del que hablábamos antes. En otros casos, detectamos ciertos componentes dogmáticos que vemos que pueden ser incompatibles con la logia. Rechazamos a esa gente no porque piense de una manera o de otra, sino por el hecho de pensar de una manera categórica, que suponga la exclusión del otro, la intolerancia del otro.

Fuente: -http://mas.asturias24.es/secciones/entrevistas-en-el-toma-3/noticias/una-logia-masonica-es-un-think-tank-una-fabrica-de-ideas/1418307656

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