Ricardo Fernández la logia gijonesa Rosario de Acuña |
Los masones no huelen a azufre, ni sacrifican pollos, ni
desayunan niños crudos, ni se bañan todas las mañanas en sangre de vírgenes.
Son, por lo general, hombres y mujeres (cada vez más mujeres) de una
decepcionante normalidad. Ricardo
Fernández Rodríguez es uno de ellos. Pertenece a la logia
gijonesa Rosario de Acuña, que lleva el nombre de una gijonesa adoptiva
excepcional y el 27 de noviembre pasado reunió en su modesto bajo de La Calzada
a unas treinta personas en su tercera tenida
blanca abierta, especie de jornada de puertas abiertas con que sus
miembros buscan deshelar los tópicos y prejuicios que pesan todavía sobre esta
asociación de librepensadores que defiende tres valores tan antiguos como, a
veces, descorazonadoramente nuevos: libertad, igualdad y fraternidad.
Transitando de lo particular a lo general encontramos a la logia adscrita a la
obediencia (confederación de logias) del Gran Oriente de Francia, que nada a su
vez en una de las dos grandes corrientes en las cuales se divide la masonería
mundial: la liberal francesa, progresista, opuesta a la anglosajona, de
tendencia conservadora y vocación más elitista.
Para clarificar estas a veces
crípticas cuestiones organizativas y léxicas y saber qué responden los masones
a los mitos e ideas más corrientes que pesan sobre ellos, desde el contubernio
judeo-masónico-comunista hasta la conexión con las cúpulas del poder, Fernández
nos recibe en Toma3.
Vayamos
de lo general a lo particular y empecemos por el principio. ¿Qué es la
masonería?
Una asociación. Una asociación que tiene unos tintes
particulares. De hecho, quizás sea una de las primeras asociaciones al modo
como las concebimos hoy que han existido en la historia. Nace en el siglo XVIII
y tiene su punto de partida en la organización del primer movimiento ilustrado
en Europa. Lo hace en las islas británicas, donde aparece con cierta
simultaneidad en Irlanda, en Escocia y en Inglaterra. Aquellos primeros masones
británicos construyen un sistema filosófico que permite formular la creación de
una nueva sociedad, de un nuevo ser humano; una renovación de la persona y la
sociedad, por decirlo de alguna manera, y toman como modelo para definir su
identidad y sus características los gremios de trabajadores de la piedra que
existían en ese país. Esos gremios les proporcionan toda una simbología que les
sirve como referencia metafórica y que se ha ido transmitiendo a través del
tiempo sin modificarse o modificándose muy poco. Los masones defendemos un
conjunto de valores resumibles en los de libertad, igualdad y fraternidad desde
un momento en que no existían y en el que no pasaban de una mera formulación
teórica hasta la actualidad, en que, aunque podríamos imaginar cumplidos esos
valores, seguimos proclamando la necesidad de guardarlos y defenderlos.
Sintetizando, cuando hablamos de masonería hablamos de una asociación de
librepensadores que tiene la peculiaridad de nacer en el siglo XVIII y
mantenerse a lo largo del tiempo con la misma estructura o una muy parecida.
¿Qué
es la masonería liberal?
Una de las dos grandes variantes o corrientes en que se
divide la masonería como concepto global, y que surgen o aparecen con claridad
a finales del siglo XIX. La masonería, desde su surgimiento en el siglo XVIII,
hacía referencia a la existencia de un Gran Arquitecto del Universo, y en un
determinado momento se imponía la obligación de creer en un Ser Supremo, una
verdad revelada y la inmortalidad del alma, así como de que hubiera una Biblia
en cada logia. En un momento dado a finales del siglo XIX, en Bélgica y
Francia, concretamente en 1887 en el caso del Gran Oriente de Francia, se rompe
ese principio que era una norma establecida y respetada por todo el conjunto de
las organizaciones masónicas y se proclama el principio de libertad de
conciencia: se dice que tan respetable es creer como no creer y que la creencia
o la no creencia son un asunto íntimo. Esa posición marca el nacimiento de dos
corrientes: la liberal —liberal en el sentido propio de los siglos XVIII y XIX,
no en el de liberalismo económico— y la conservadora o, mejor dicho,
dogmática.
¿Qué
es el Gran Oriente de Francia?
Una de las organizaciones de la masonería liberal que existen
en el continente europeo y, de hecho, la organización masónica más antigua de
la Europa continental. La masonería, como he dicho antes, proviene de las islas
británicas, y pasa a Francia cuando el enfrentamiento entre los Orange y los
estuardistas llega a su fin con la derrota de los segundos, que emigran y se
asientan en Francia, donde a raíz de ello empiezan a aparecer logias. En torno
a 1728 los franceses ya tienen su propia estructura y su propio gran maestro,
aunque es todavía un británico, no un francés. Ése es el primer germen de una
organización masónica En 1773 se crea el Gran Oriente de
Francia, que más tarde se implanta en otros paísesindependiente
francesa. Más tarde, por un proceso un tanto complicado, esa primera
organización se refunda y en 1773 se crea el Gran Oriente de Francia, que más
tarde va implantándose en otros países.
¿Dónde
tiene presencia?
En varios países: Alemania, Italia, Israel, Estados Unidos...
Tiene, digamos, vocación internacional. En algunos de esos países, los talleres
que hay son un poco testimoniales, pero en otros casos hay estructuras más
complejas. Es el caso de España, donde hay un grupo de talleres ya
considerable. En cualquier caso, el noventa por ciento de las logias radica en
Francia.
¿Cómo
se organiza esa estructura internacional?
De una manera compleja podríamos decir que entre piramidal y
asamblearia. Piramidal en cuanto a que hay un poder ejecutivo que tiene un
mecanismo de elección participativa, un poder legislativo e incluso un poder
judicial interno. La estructura también combina elementos territoriales: hay
una centralidad ejecutiva parisina pero también una serie de regiones
administrativas o demarcaciones territoriales. Por ejemplo, España está
inscrita en la llamada Región 17, que abarca el sur de Francia y las logias que
existen en España.
¿Existe
alguna institución común que agrupe a toda la masonería liberal, o a toda la
masonería?
No. Lo que hay son tratados de reconocimiento y colaboración
entre distintas organizaciones. En el caso de España hay un llamado Espacio
Masónico Español que agrupa a cuatro obediencias. Cuando hablamos de
obediencias, hablamos de federaciones de varias de esas asociaciones que
llamamos logias. El Gran Oriente de Francia es una obediencia, que federa a mil
doscientas logias aproximadamente. Volviendo al tema que nos ocupa, podemos
encontrar espacios de colaboración en el ámbito mediterráneo, en el
continental, etcétera, pero no existe una gran organización internacional. Cada
federación es independiente y soberana y lo que luego sí hay son espacios de
colaboración para trabajar en común.
¿De
dónde procede el nombre de Gran Oriente?
En la terminología masónica distinguimos entre gran logia y gran oriente. Hablamos de
gran logia cuando se recurre específicamente a un sistema filosófico; cuando
los trabajos de la organización se llevan a cabo siguiendo un determinado rito.
En el caso de los grandes orientes, se trabaja con distintos sistemas
filosóficos. El Gran Oriente de Francia trabaja prácticamente con todos los
existentes, aunque esencialmente con cinco: el francés, el escocés antiguo y
aceptado, el escocés rectificado, el de Memphis-Mizraím y el de York. El nombre
de Gran Oriente hace referencia a eso, y la palabra oriente no es casual: hay una simbología
derivada de que por el oriente nace el Sol, es decir, la Luz, y en la zona este
de la logia es donde se ubica la presidencia.
La
palabra rito tiene una fuerte connotación
religiosa.
Uno puede pensar en eso al escucharla, pero el rito, la
palabra rito, se
refiere a que hay una pauta de organización de las reuniones, no a que haya un
culto religioso. Se llama así porque se recoge la terminología propia del siglo
XVIII, en el que aunque floreciera la Ilustración lo religioso, la imaginería
religiosa, seguía teniendo un peso enorme. En el rito masónico hay muchos
elementos de la filosofía clásica, pero también elementos bíblicos: era lo que
aquellos primeros masones tenían a mano, lo que configuraba el paisaje cultural
de su tiempo, pero lo que hicieron con esos elementos no fue reinterpretarlos
para hacer con ellos un nuevo dogma de fe, sino utilizarlos como apoyos
metafóricos para sus reflexiones y sus debates: la leyenda La
leyenda de la construcción del Templo servía como metáfora de la construcción
de un ser humano nuevode la construcción del Templo, igual que todos los
elementos que tomaron de los gremios de constructores de catedrales, les servía
como metáfora de la construcción de un ser humano y un orden nuevos que
aspiraban a alumbrar. También como forma de deslizar valores, de camuflar un pensamiento
ideológico nuevo y subversivo. La piedra bruta y la piedra cúbica, por ejemplo,
simbolizan a grandes rasgos la imperfección de la que se parte y la perfección
a la que se aspira a evolucionar mediante el libre intercambio del pensamiento,
y otros símbolos filtran valores como la lealtad, el valor del trabajo, el
voluntarismo... Tú puedes decir: menudo teatro, ¿no? Y sí, efectivamente hay un
componente de teatralidad en ese rito, pero detrás de todo eso lo que hay es la
filtración de una serie de valores que en su día no tenían más cabida o más
campo de transmisión que la imaginería cristiana. Ésa es, por otro lado, una de
las causas de que la religión reaccionara con tanta virulencia. Se les metía
alguien en un terreno que era suyo.
Mencionaba
antes cinco ritos como los elegibles en el Gran Oriente de Francia. ¿Con cuál
de ellos trabajan en la logia Rosario de Acuña?
Nosotros seguimos la pauta más antigua de todas, la
originaria, que es el rito francés. Antes no tenía nombre específico: era
simplemente el rito.
Luego surgió el escocés, que es el que se ha extendido más en España. Y más
tarde aparecen nuevos ritos: en el siglo XIX, por ejemplo, aparece el rito
egipcio; se forma un nuevo rito con elementos del Egipto antiguo en lugar de
con elementos de los gremios medievales. Pero, insisto, eso no quiere decir que
quienes adoptan ese rito rindan culto a los dioses egipcios, sino simplemente
que toman la cosa egipcia como apoyo metafórico para sus reflexiones
filosóficas en un momento en que la egiptología y lo egipcio están de moda.
En
resumen: todos esos símbolos que forman el rito no tienen un significado fijo,
sino que son maneras de favorecer la reflexión filosófica.
Exacto: no hay un catálogo interpretativo en el que se diga
que este símbolo significa esto y éste aquéllo, y que uno se lo aprenda de
memoria y se convierta en un masón súper. Lo que son los símbolos es un
conjunto de apoyos para el masón o la masona a la hora de hacer sus reflexiones
y de formular sus argumentos en los debates. No tienen por objeto ser adorados,
sacralizados ni dogmatizados. El objeto nunca puede ser compacto. Yo puedo
decir que el compás o que la escuadra representa una determinada idea, y otro
hermano puede decir que representan otra cosa. Hay otros equívocos: los grados,
por ejemplo, que no son jerarquías. Un grado superior no da más poderes o más
derechos que un grado inferior, simplemente marcan el tiempo que un masón lleva
siéndolo y la madurez que ha alcanzado en él.
¿Es el
de gran maestre el grado más alto?
Gran maestro, no gran maestre. Gran maestre es un error de
traducción del francés grand
maître. No es un grado, sino un cargo administrativo: el gran
maestro es, simplemente, la cabeza del poder ejecutivo de todo el Gran Oriente
de Francia. Después, cada logia está Cada logia está
presidida por un venerable; cada obediencia, por un gran maestropresidida
por un venerable, que se elige por sufragio de los miembros de la logia una vez
al año y que puede repetir tres mandatos consecutivos, pero no más. Luego hay
una estructura regional intermedia correspondiente a esas regiones
administrativas que mencionaba antes, cada una de las cuales tiene también un
presidente.
Sigamos
descendiendo de lo general a lo particular. La masonería en España: cuénteme su
historia y situación actual.
Bueno, es largo de explicar. El surgimiento de la masonería
en España es difícil adscribirlo a fechas precisas, pero si seguimos al mayor
experto en el tema, que es José
Antonio Ferrer Benimeli, podríamos ubicarlo en torno a 1728, el
mismo año que en Francia la masonería de allá, llegada algún tiempo antes desde
Inglaterra, se organiza en torno a un gran maestro y una dirección propios.
Aquí en España, el origen de esa primera masonería es también inglés, pero su
desarrollo se detiene rápidamente, cuando topa con la Inquisición y con las
primeras órdenes de persecución dictadas por Carlos III. Así que en realidad la
masonería, con la salvedad de ese primer intento, tarda cien años más en llegar
a nuestro país. Podría haber llegado al mismo tiempo que a otros países, pero
esa represión que la hace prácticamente desaparecer retrasa la fecha de
instalación definitiva. En esos más o menos cien años hay determinadas figuras
ilustradas, especialmente en la época de Carlos III, de quienes se dice que eran
masones, pero no hay pruebas documentales que lo avalen.
¿Jovellanos,
por ejemplo?
No, Jovellanos
no; no hay ningún indicio que lo vincule a la masonería. Sí a
personas cercanas a él para las que sí lo hay: Pablo de Olavide en Sevilla, alguna
amistad británica que intentó rescatarlo del castillo de Bellver... Pero nada
más. A mí me parece poco probable que Jovellanos fuera masón, porque serlo
suponía una oposición abierta a la doctrina católica que dudo mucho que le
hubiera atraído, porque era un hombre de luces, pero católico y creyente. Esas
convicciones no le desmerecen en nada, pero pienso que podrían echarle para
atrás.
¿Cuándo
regresa la masonería a España?
A principios del siglo XIX, cuando se produce el fenómeno del
afrancesamiento. Los afrancesados crean su propia estructura asociada a la
francesa pero teóricamente independiente. Además, durante la guerra de la
Independencia también hay logias militares vinculadas al ejército napoleónico,
que se establecen en plazas en las que hay cierta estabilidad en el frente
bélico, como Madrid o Gerona. Pero cuando acaba la guerra y regresa Fernando VII, vuelven
las persecuciones. A partir de entonces se van alternando los periodos de
persecución y permisividad hasta alrededor de 1850, cuando la masonería española
se consolida definitivamente. El último tercio del siglo XIX es de
florecimiento, con un proceso de creación de lo que llamamos obediencias o
grandes orientes nacionales y un proceso de fusión vinculado a una figura muy
interesante, que es la de Miguel
Morayta. Morayta consigue la fusión del Gran Oriente Nacional
de España y el Gran Oriente de España y crea el Gran Oriente Español.
¿Qué
sucede en el siglo XX?
Hay un desarrollo tímido pero sostenido, con una nueva oleada
de creación de talleres en los años diez y una conexión bastante estrecha con
el crecimiento paralelo del republicanismo. No hay una identidad completa, pero
sí una relación que se mantiene hasta la Segunda República. En el período
republicano, la masonería es blanco de críticas cada vez más virulentas por
parte de los enemigos de la República e incluso de una cierta persecución
después de la revolución de 1934, y en 1936, nada más producirse el golpe de
Estado, comienzan los fusilamientos. Hay una persecución muy sangrienta que se
burocratiza cuando se consolida el régimen dictatorial. En 1940 se decreta una
legislación específica que marca penas de inhabilitación y prisión para los
masones y que permanece hasta el retorno de la democracia. Durante toda la dictadura
siguen existiendo talleres en el exilio, fundamentalmente en Francia y México
pero también en sitios como Cuba o Argentina, pero en España la desaparición de
la estructura masónica fue total.
La
represión de la masonería, ¿fue más dura en España que en ningún otro país, o
hay algún caso comparable?
Quizás los haya comparables, como la Unión Soviética, la
Alemania nazi o la Italia fascista, pero no superiores. La represión aquí fue
tan dura que hizo desaparecer completamente a la institución.
Y la
estigmatizó para siempre.
Sí, pero el estigma ya es muy antiguo y se da en todas
partes, ya en los países protestantes en los que la masonería surge a
principios del siglo XVIII. La primera medida de persecución se acuerda, si no
me equivoco, en Holanda. Y la idea de contubernio es muy genuina de La idea de contubernio es muy genuina de España, pero también la
encontramos en Holanda, Francia...España, pero tampoco exclusiva
nuestra. La encontramos en la propia Holanda, en Francia... En Francia también
hubo persecuciones, lo que pasa es que fueron diferentes a las nuestras de
varias maneras y por varias causas. Por ejemplo, en Francia se conserva el
informe de la intervención policial en una logia que se reunía en un local
hostelero en París. Cuando la policía se acerca para hacer la redada, ve que en
la puerta hay carruajes de la alta nobleza: en Francia, la masonería había
causado un boom;
estaba de moda. Al encontrarse con aquella situación, los policías se
preguntan: “¿Cómo vamos a detener a esta gente?”. Lo que hacen para resolver la
situación es multar al hostelero por acoger aquella actividad cerrándole el
chigre durante seis meses. Bien, en España no se anduvo con aquellos
miramientos. La represión fue mucho más virulenta, en parte porque la férrea
cultura católica hizo que la masonería no entrase con la fuerza con que había
entrado en Francia. En cuanto al siglo XX, en Francia la persecución de la
masonería emprendida durante el periodo de Vichy fue comparable en virulencia a
la del franquismo, pero aquel período duró solo cinco años frente a los
cuarenta de nuestra dictadura, y la masonería estaba mucho más preparada para
resistir los embates en Francia que en España, porque allí llevaba ya dos
siglos de andadura interrumpidos por periodos muy cortos, mientras que aquí
apenas uno y con altibajos mucho más fuertes.
¿Cómo
se recuperó esa estructura después de la Transición?
Durante la Transición se lleva a cabo un proceso de
legalización que fue bastante discutido, Rodolfo
Martín Villa de por medio (risas). Después, van apareciendo
tímidamente las dos corrientes, la anglosajona representada por la Gran Logia
de España, que goza del patrocinio de la Gran Logia Unida de Inglaterra, y la
liberal representada por obediencias de nuevo cuño, como la Gran Logia Simbólica
Española, y otras que ya habían existido antes de la guerra civil y resurgen
ahora, como la Federación Internacional de Derecho Humano. El Gran Oriente de
Francia, que había estado presente en España desde la década de los setenta del
siglo XIX, reaparece en torno a los años 1999 y 2000. El panorama actual es la
convivencia de un grupo de obediencias bastante dispares pero de tamaño muy
reducido en este momento. No tiene nada que ver con la situación de otro
tiempo.
¿Dónde
tiene implantación en España el Gran Oriente de Francia?
En 1999 comienza a haberla en Valencia, y poco después en
Alicante. El orden temporal subsiguiente no lo tengo muy claro ahora mismo,
pero puedo decirle que en Sevilla hay dos logias y que hay otra en Málaga, otra
en Murcia, otra en Barcelona, otra en Las Palmas de Gran Canaria y otra, la
nuestra, en Gijón. No sé si se me olvida alguna. El número de personas En Francia hay logias de 80, 90, 100 miembros. La nuestra tiene
30 y es una de las mayores de Españapara toda España ronda las
trescientas, nada que ver con los alrededor de 53.000 miembros que tiene el
Gran Oriente de Francia en la propia Francia. Las logias españolas son muy
pequeñas: la nuestra es de las mayores y está casi en los treinta miembros, y
la de Alicante y la de Valencia andan por ahí también, pero en Francia hay
logias de ochenta, noventa, cien miembros. Sí que es verdad que, con ese
volumen, el funcionamiento de las logias se hace más complicado. Yo creo que lo
ideal son cincuenta miembros, pero la realidad es que en España cuesta mucho
llegar a esas cifras. Son casos excepcionalísimos.
¿Cuál
es la historia de la masonería en Asturias?
Aquí todo llega tarde, y la masonería no lo hace, siquiera
embrionariamente, hasta 1850.
¿Ni
siquiera durante la guerra de la Independencia?
Ni siquiera. No digo que un día no hubiera una tenida de
campaña o dos (risas); quizás las hubiera, pero desde luego nada que ver con el
caso de Gerona. En francés, Gérone
se pronuncia muy parecido a Gijón, y a veces nos mandan alguna
documentación de la época de allí pensando que era de aquí. Allí sí había un
taller del Gran Oriente de Francia establecido, porque Gerona está cerca de la
frontera y albergaba un establecimiento militar francés. Pero aquí la masonería
no llega hasta 1850. Llega a Gijón y, curiosamente, vinculada al Gran Oriente
de Francia. Lo hace por iniciativa de operarios de la Fábrica de Vidrio, en
muchos casos franceses aunque también de aquí. Pero es un taller que dura muy
poquito. Aparte de esos periodos alternos en que la masonería se permite o no
se permite de los que hablábamos antes, lo hace desaparecer una relación
epistolar complicada con el Gran Oriente de Francia y con la logia también
vinculada al Gran Oriente que hay en Barcelona. No hay un buen entendimiento en
muchos casos y surgen problemas internos relacionados con cuestiones como el
pago de capitaciones. Y después, a raíz de una redada que se hace en Barcelona,
se accede a la documentación de Gijón y caen varios miembros de la logia
gijonesa. Algunos de ellos acaban en prisión y el taller desaparece.
¿Qué
sucede después?
La masonería vuelve a Asturias en los años setenta del siglo
XIX, nuevamente dentro del Gran Oriente de Francia, aunque pronto los talleres
que se forman se desgajan de él y se unen a estructuras autóctonas que empiezan
a surgir. Luego la masonería decae otra vez y aparece de nuevo en torno a 1911,
cuando hay un pequeño triángulo en Gijón que después da lugar a una primera
logia, la Jovellanos, que a su vez da lugar a una segunda, la logia Riego. En
Gijón es donde hay la actividad masónica más dinámica durante todo ese período,
pero hay también pequeños grupos en otras ciudades: hay logias en Oviedo, como
la logia Argüelles o la Luz Ovetense, y talleres más chiquititos en lugares en
los que hoy es impensable que pudiera existir actividad masónica, como Bimenes
o Luarca. La logia de Bimenes incluso incorpora a una mujer.
¿En
qué estado se encuentra actualmente la implantación de la masonería en
Asturias?
Está implantada en Gijón y en Oviedo. La masonería asturiana
arranca de nuevo en torno al año 1992. Empieza con un experimento que no
fraguó; una iniciativa un poco alocada que se llamaba Gran Logia Masónica
Asturiana y era una obediencia que se creó un poco por arte de magia y sin un
respaldo organizativo serio. Pero aquello sirvió de caldo de cultivo para los
proyectos que hubo posteriormente. Fue el germen de la primera logia Rosario de
Acuña, que se fundó en Oviedo, no en Gijón, en torno al año 1996, y éste, a su
vez, el de la actual logia Rosario de Acuña, a la que yo pertenezco. Nosotros
aparecemos en 2004, aunque ya veníamos trabajando desde el año 2000. Después
tienes la corriente anglosajona, cuya historia no conozco tan bien pero que
empieza a trabajar a finales de los años noventa y hoy está representada por la
logia Jovellanos de Gijón. Luego está la logia Progreso, que pertenece a la
Federación de Derecho Humano y fue impulsada desde Gijón, pero está radicada en
Oviedo. Actualmente es el único taller que hay en Oviedo. Y por último está la En Asturias, hay tres logias en Gijón y una en Oviedologia
Estrella del Norte, que pertenece a la Gran Logia Femenina de España. De
momento, esto es lo que hay: Rosario de Acuña, Jovellanos, Progreso y Estrella
del Norte; tres talleres en Gijón y uno en Oviedo. La logia Jovellanos y la
logia Estrella del Norte se reúnen en nuestros locales merced a un acuerdo.
Llegamos
al nivel más pequeño. ¿Qué es la logia Rosario de Acuña?
Una logia gijonesa que surge, como decía antes, de un primer
intento que tuvo su sede en Oviedo, en la calle Bermúdez de Castro. Aquello no
cuajó y los que, digamos, sobrevivimos, un grupo muy pequeño de tres personas,
valoramos fundar una nueva logia y debatimos a qué organización adscribirla.
Buscábamos una masonería que tuviera una perspectiva social clara, que no
rehuyera el debate de cuestiones sociales. Cuestiones sociales, no cuestiones
políticas partidistas. No se trataba de apoyar a un partido político o de
criticar a otro, sino de no rehuir ciertos debates sociales que la masonería de
aquella época, en muchos casos, evitaba. Bueno, pues después de valorar varias
opciones, escogimos el Gran Oriente de Francia. Yo tenía algo de contacto, y
había otra persona que también lo tenía, y después de una serie de viajes a
Francia y de conseguir sintonía con el Gran Oriente, y de ir incorporando gente
poco a poco, con un crecimiento complicado y lleno de vaivenes porque dentro de
un grupo humano es muy difícil mantener el común acuerdo continuamente,
logramos salir adelante. La logia empezó con muy pocos miembros y ahora mismo
es una de las más numerosas de España. Acabamos de cumplir los diez años, que
no es nada en comparación con lo que a veces te encuentras en Francia: logias
de doscientos o doscientos cincuenta años.
¿Cómo
es la vida cotidiana en la logia? ¿Qué se hace?
La mejor expresión para resumir qué es una logia es eso del think tank: una fábrica de
ideas. La actividad de una logia se desenvuelve, digamos, en dos planos: uno
interior y otro exterior. El plano interior es eso que llamamos construirse a
uno mismo. Los fundadores de la masonería buscaban construir una entidad capaz
de alumbrar un ser humano nuevo que no se pelease por diferencias de credo
religioso. En aquel momento, principios del siglo XVIII, aquellos hombres
tenían muy presentes las guerras de religión que se habían producido en Europa
durante los dos siglos anteriores. Querían que aquello no volviera a suceder, y
querían también que hubiera un debate político pero no hasta el punto de
arrojarse al cuello del otro. Se trataba, y se trata hoy, de ir formando la
opinión propia sabiendo que esa opinión propia forma parte de una verdad, pero
no es la verdad en sí. Por muy seguros que estemos de una convicción, el otro
también puede estar muy seguro de la suya, y esa convicción suya puede ser
contraria a la tuya, pero tiene que haber un marco de respeto que permita
intentar aproximar esas posiciones. El plano interno de una logia consiste en
eso, en llevar a cabo debates sobre determinadas cuestiones, unas más
metafísicas y otras más terrenales, que permitan a los miembros de la logia
formarse su opinión sobre esos temas. Y el plano externo es consecuencia del
interno y es que la logia, una vez formados sus miembros sobre un tema
debatido, por ejemplo el derecho a la muerte digna, trabaje en la medida de sus
posibilidades para que se produzca un cambio en la sociedad, y coopere con
otras organizaciones que están trabajando ese mismo tema para conseguirlo.
+
¿Qué
otras cuestiones sociales han debatido?
En estos diez años nos hemos metido en terrenos como la
transexualidad y los derechos de las personas transexuales, la crisis
económica, la laicidad constitucional... La reivindicación de la laicidad es
una seña de identidad muy marcada del Gran Oriente de Francia. También hemos
tocado el tema de la violencia de género. Sobre ello vino a hablarnos Charo Fernández Hevia
en lo que llamamos una tenida
blanca cerrada, que es una reunión en la logia con una persona no
miembro que viene a darnos una charla sobre algún tema. Una tenida blanca abierta es
una reunión abierta a amigos y conocidos a fin de mostrarles quiénes somos y
qué hacemos. Tenidas blancas abiertas hemos hecho ya tres; tenidas blancas
cerradas, hicimos otra con Paz
Fernández Felgueroso, que vino a hablarnos del municipalismo
del siglo XXI, otra con Luis
Sepúlveda, que perteneció a los grupos de seguridad del
presidente Allende,
para hablar sobre el propio Allende...
Allende
también era masón.
Lo era, sí, y en este caso está perfectamente acreditado. A
veces se da una tendencia a buscar masones hasta debajo de las piedras como
para darnos un timbre de calidad, a decir que Fulanito o Menganito eran masones
cuando no lo eran, que es un poco absurda. Pero Allende sí era masón. Volviendo
a las tenidas blancas cerradas, también hemos traído a Ferrer Benimeli, que
para quien esté interesado en la historia de la masonería es una figura
fundamental, porque es seguramente la persona que más ha trabajado por
recuperar el patrimonio histórico masónico. Hoy hay muchos historiadores que
trabajan en ello, pero Ferrer Benimeli fue el pionero y tiene una obra
historiográfica inmensa sobre masonería.
El
caso de Ferrer Benimeli es muy curioso, porque es jesuita.
Es jesuita, sí. Pero, y esto hay que recalcarlo, la masonería
no es antirreligiosa.
Pero
la religión sí es antimasónica.
Yo creo que no toda. Hay jerarquías que sí, y hay un punto de
desencuentro inevitable que deriva de que, si una religión parte de
determinados dogmas revelados, no puede consentir que haya una organización que
no los admita, que diga que la búsqueda de la verdad no viene determinada por
un credo determinado sino por la reflexión y el diálogo con los demás. De ahí
vienen los problemas. Pero no todos los miembros de la jerarquía católica son
antimasónicos, y el caso de Ferrer Benimeli es la mejor prueba de ello.
Volviendo
al funcionamiento de la logia, todo parece muy armónico. ¿Lo es?
No siempre. Como sucede siempre, la teoría está clara, pero
la práctica es difícil de llevar a cabo. La masonería no deja de ser una
estructura humana: no está libre ni de los egos, ni de las envidias... Yo no
quiero mitificar la masonería: está formada por personas llenas de defectos, y
esos defectos se acaban transmitiendo al engranaje. Hay que hacer una labor de
contención o de auto examen para evitar determinadas cosas que no siempre se
hace.
¿Cuál
es el orden del día de una reunión en la logia?
Hay una parte administrativa que puede resultar muy tediosa
—a mí al menos me extenúa—, que consiste en leer el acta de la sesión anterior
y leer correspondencia que llega de otras logias u obediencias. A veces también
se debaten planes de acción externa: vamos a hacer una conferencia o vamos a
hacer esto o lo otro. Y luego hay una parte que es el nudo central de la tenida
o reunión y consiste en la exposición de un tema. Los temas son muy variables:
puede ser una cuestión histórica, puede ser una cuestión filosófica, puede ser
una cuestión política... Insisto, no desde la óptica de partidos, sino, por
ejemplo, un análisis del momento. No se trata de apoyar a Podemos o al PP o al
PSOE o de criticar a tal o cual partido, aunque es cierto que son cosas a veces
difíciles de evitar. Cuando se debate una cuestión filosófica, se recurre a un
símbolo a partir del cual la persona encargada de la exposición ofrece una
interpretación o una reflexión en torno a un valor determinado. Otras veces
hablamos de cuestiones de actualidad local, de historia de la masonería, de la
familia, de la experiencia familiar personal de cada uno, de cuestiones más
ligadas al plano sentimental de cada uno... El abanico no está restringido; es
suficientemente amplio como para poder compartir cualquier cosa. No hay temas
predefinidos. Bien, ése sería el mecanismo habitual de funcionamiento. Luego
hay otros momentos más lúdicos. Tenemos tenidas donde se come, se hace un
banquete. La masonería, sobre todo la francesa, está muy ligada a la
gastronomía. El El componente peña gastronómica también
existe en las logiascomponente peña gastronómica también existe en las
logias. Hace poco me comentaba un compañero francés que allí los grandes
follones se montan en torno a qué se va a comer o a cenar (risas). Las logias
francesas, que ya tienen una consolidación, suelen tener cocina y un cocinero.
Aquí como mucho llegamos al pincheo o a comprar la comida y arreglarlos;
tenemos una pequeña cocina pero apenas la utilizamos. En Gran Bretaña la
cultura es otra y es la de beber. En mayo organizamos en el Palacio de
Valdecarzana de Avilés una exposición de patrimonio histórico masónico y nos
llamó mucho la atención comprobar que había dos grandes grupos de objetos: los
de comer, casi al cien por cien porcelanas francesas, y los de beber,
normalmente cristalería inglesa. Lo del comer y el beber tiene su importancia:
nos remite a la sociabilidad, a crear una piña de relaciones que vayan más allá
de tener el carnet del Gran Oriente de Francia o de la logia tal. Lo importante
no es tanto qué se come o qué se bebe como compartir la mesa.
El
orden del día de cada tenida, ¿se decide en la anterior tenida?
No. Tenemos un reglamento que especifica cuáles son los
puntos a tratar. Respecto a lo que se va a exponer, el presidente procura rotar
entre todos y proponerle a alguien que el próximo día exponga algo relacionado
con una cuestión de actualidad. La que quiera. El tema lo escoge la persona.
Por otro lado, nuestra asamblea, donde se reúnen todas las logias del Gran
Oriente de Francia, decide tocar todos los años cinco temas: la paridad, la paz
en el mundo, política internacional, cuestiones de filosofía… Y se encarga a
los talleres que elaboren algún tipo de síntesis sobre esos temas. Ése es el
único caso en el que los temas pueden estar prefijados, pero es el resultado de
un acuerdo de todas las logias. Todos los años se edita un libro con el trabajo
de las logias, con las reflexiones.
MITOS SOBRE LA MASONERÍA
Exploremos
algunos mitos corrientes sobre la masonería. Empecemos por el de que la
masonería es una especie de Opus Dei de la izquierda en el que se traban
contactos, se hacen negocios, se mueven hilos y se coloca a gente en las
cúpulas del poder.
No hay tal, pero vamos, no lo hay ni por aproximación, por lo
menos en el seno de la masonería adogmática europea. Sí que hay algún caso
esporádico de negocietes gestados por grupúsculos del poder financiero o
económico en el seno de logias, pero son la excepción a la norma y suelen tener
lugar en la masonería anglosajona. En general, esa idea según la cual la
masonería mueve determinados hilos responde más a mitos creados y generalizados
No hay un elitismo ni clasista, ni intelectual, ni
económicopor los opositores a la masonería. En una logia como la
nuestra, y como la nuestra hay muchísimas, te encuentras a personas de lo más
normal y corriente, con más formación académica, con menos, con una situación
económica buena, con una situación económica mala... No hay un elitismo ni
clasista, ni intelectual, ni económico: no rechazamos a una persona porque no
tenga una carrera o por su situación socioeconómica. Lo único que le interesa a
esta asociación a la hora de admitir a un nuevo miembro es lo que le interesa a
cualquier otra: que el socio pueda pagar la cuota mensual, que en nuestro caso
es de 40 euros.
Otra
idea común sobre la masonería es que sus orígenes se remontan a la Edad Media o
incluso al Antiguo Egipto, momentos desde los cuales habría mantenido una
evolución continuada hasta hoy.
Sí, y en otro tiempo te podías encontrar incluso con quien
defendía que la masonería se remontaba a Adán y Eva o atribuía a Jesucristo una
militancia masónica. Es un mito muy antiguo y que sobrevive hoy en cierta
corriente de pensamiento que defiende que los gremios medievales de
construcción de catedrales fueron transformándose paulatinamente en logias,
incorporando poco a poco a personas que no eran albañiles hasta el punto en que
dejó de haber albañiles para haber sólo personas de una capacidad intelectual
determinada que se reunían cada cierto tiempo para especular sobre filosofía.
Pero no, no hay fondos documentales que permitan acreditar esa idea. La
masonería es una entidad que nace a caballo entre finales del siglo XVII y
principios del siglo XVIII. A finales del siglo XVII hay ya rastros de alguna
logia de las que llamamos especulativas, es decir, las que se dedican a la
reflexión intelectual, y en el siglo XVIII eso se estructura y se organiza
dando nacimiento a la masonería moderna. La masonería moderna sólo tiene que
ver con la medieval que aquélla toma prestadas de ésta determinadas referencias
simbólicas y culturales. Más allá de eso, no hay una línea de continuidad entre
una y otra. La masonería tal como la conocemos hoy es una creación ex novo.
Que
existan estos dos mitos, ¿es, en parte, culpa de la propia masonería, que en
alguna ocasión hiciese esa reivindicación de inmemorialidad y poder para darse
a sí misma un timbre de prestigio?
Sí, sí. Entre los muchos problemas que pueda tener la
masonería está el de caer en la tentación de buscar un origen mítico sin
necesitarlo. Y hasta cierto punto se puede entender esa tentación, pero en
ocasiones hay cosas que exceden lo racional. Otra tentación muy habitual es la
de atribuir militancias, la de buscar francmasones o signos masónicos por todas
partes. A esto ya aludí antes al hablar sobre Jovellanos, pero hay más casos:
el de Aranda,
por ejemplo, o el del general Riego,
de quien se dice que incluso llegó a ser gran maestro sin que Ferrer Benimeli,
que lleva décadas estudiando la masonería española, sepa de ningún fondo
documental que atestigüe esa filiación masónica.
Otro
caso típico de atribución de militancia masónica es el de Azaña.
Sí, pero este caso es diferente. Azaña llegó a iniciarse
como masón, aunque parece ser que después de iniciarse no volvió por la logia.
El de Azaña debió de ser el caso de un señor que se inicia porque a lo mejor
tenía sus presiones en el entorno pero después, por la razón equis, no tuvo una
participación activa. Está claro que no le tenía aversión ni ningún problema
con la institución, pero quizá no encajaba con su perfil o con su manera de
entender la política. Pero sí, te encuentras con multitud de personajes de los
que se dice que eran masones sin que lo fueran. Ahora, por ejemplo, se especula
con García Lorca,
porque han aparecido ciertos indicios creo recordar que en Ceuta, pero no está
demostrado fehacientemente. Entre estas adscripciones de militancia masónica,
hay de todo: casos de personas que efectivamente eran masones, casos de
personas que podrían haberlo sido pero no hay seguridad sobre ello y casos de
personas que, directamente, está confirmado que no eran masones.
Existe,
incluso, una teoría que sostiene que el mismísimo Franco quiso ser masón, pero
fue rechazado y de ahí provendría su enconado odio a la masonería.
Sí, hay una, digamos, tesis en ese sentido. De sus hermanos Ramón Franco y Nicolás Franco está
acreditado que lo eran, y en el caso de Francisco
Franco se dice que intentó De Franco se
dice que intentó entrar en una logia durante su época en Áfricaentrar en
una logia de Larache durante su época en África, pero que el hecho de aceptar
condecoraciones en un momento en el que la clase militar estaba enfrentada al
Gobierno le supuso el rechazo de los miembros militares de la logia. A mí me
cuesta creer que un personaje de una filiación católica tan férrea hubiera dado
el paso, pero podría ser. Fondos documentales no hay, pero es evidente que, si
hubiera habido alguno, Franco lo habría hecho desaparecer.
Esta
costumbre de suponer filiación masónica a personajes poderosos es tan antigua
como persistente. Hoy se dice de Zapatero; yo he llegado a ver una pintada en
Torrelavega que decía: «ZP masón».
Sí, otro infundio. Hay un tal Manuel Guerra que es sacerdote y
supuestamente estudioso de la masonería —supuestos estudiosos de la masonería
hay muchos— al que yo he escuchado decir impunemente en una cadena de
televisión que Zapatero era
masón. Cuando le pidieron pruebas, aquello empezó a tambalearse. En el caso de
Zapatero, además, se especuló con que era masón y con que era, concretamente,
del Gran Oriente de Francia, por aquello de que era laicista. Que sobre ese
laicismo habría mucho que decir, pero bueno, ése es otro tema (risas).
Otro
mito es el que relaciona a la masonería con el difuso mundo de lo esotérico;
con ese magma heterogéneo del que forman parte el rosacrucismo, la cábala, el
tarot, los caballeros templarios o El código Da Vinci.
Sí, hay una tendencia a pensar que, por emplear una expresión
coloquial, hay un rollo raro detrás de la masonería. A nosotros nos ha pasado
que algunas personas se dirigen a nosotros pensando que manejamos unos poderes
extraños o que estamos por encima de las leyes físicas. A veces te encuentras
cosas realmente asombrosas. Nosotros recibimos en una ocasión, en nuestra
página web, la solicitud de alguien que quería entrar en nuestra logia porque
creía que nosotros teníamos acceso a no sé qué piedras mágicas de color negro
que daban una serie de poderes, y en otra ocasión nos escribió un señor al que
le iba lo egipcio y que se había configurado una imagen a lo egipcio: se había
afeitado hasta las cejas. En fin, es cierto que dentro de la masonería hay
muchas corrientes y variantes y que algunas de ellas le ponen mucho acento al
desarrollo filosófico, tienen una manera más etérea de plantear la reflexión
sobre la transformación del ser humano y caen en un hermetismo innecesario; y
que a veces uno lee determinadas cosas por Internet y entiende que la gente
piense eso, pero yo siempre respondo lo mismo: esto es una sociedad que lo que
tiene de peculiar es que nace en el siglo XVIII y conserva los usos del siglo
XVIII, pero nada más. Yo no me imagino a Ramón
y Cajal o a Clara
Campoamor en un rollo energético extraño.
¿De
cuánto de este mito es responsable la propia masonería?
Desde luego, de una parte. Es cierto que hay masones y
corrientes de la masonería que caen en, por así decirlo, regodearse en lo raro
y en una idea de exclusividad, de formar parte de algo vedado a la mayoría de
las personas. La francmasonería ha tenido muchos problemasLa
masonería se ha creado sus propios problemas muchas vecesprovocados
desde el exterior porque su planteamiento ha sido muy reivindicativo en algunos
momentos en los que la masonería ha sido un enemigo a batir, pero también se ha
creado sus propios problemas muchas veces. Regodearse en un esoterismo mal
entendido y en cierta mitomanía de buscar símbolos masónicos por todas partes
es uno de ellos. “En no sé dónde hay un edificio que tiene una piedra que debe
de ser...”. No: es el símbolo del colegio de arquitectos, no le des más
vueltas.
Otra
idea es que en la masonería se rinde culto a un Gran Arquitecto del Universo,
Ser Supremo o Diosa Razón. ¿Existe todavía hoy ese culto?
Existe en parte de la masonería, pero no en la liberal de la
que nuestra logia forma parte. Los historiadores hablan de masonería, pero nosotros
siempre decimos que preferimos el término masonerías.
La realidad cambia mucho de una corriente a otra y éste es uno de los casos en
los que la diferencia es mayor. Lo mencionaba brevemente al principio: la
masonería nace en un mundo religioso en el que, aunque empiece la Ilustración,
la razón, el atreverse a pensar de Kant,
la religión, católica o protestante, sigue teniendo un peso enorme. El elemento
Dios seguía siendo incuestionable, y la gran innovación de la masonería en
aquel entonces es que permite reunirse a personas que no creen exactamente en
el mismo Dios. Por eso se adopta la referencia al Gran Arquitecto del Universo,
a un principio creador y a la inmortalidad del alma: para reunir bajo un mismo
paraguas al judío que piensa que todo eso es de una determinada forma, al
protestante que piensa que es de otra y al católico que es de otra. El ateísmo,
la no creencia, no existía entonces: aunque hubiera algún ateo, el movimiento
no había cobrado fuerza. La cobra cien años después, cuando entran en escena el
racionalismo positivista, el materialismo marxista y toda una serie de
concepciones totalmente nuevas. Y en el seno de la masonería surge en torno a
1877 una corriente, sobre todo francesa y belga, que aboga porque desaparezca
la obligatoriedad de creer en un Gran Arquitecto. No por prohibir esa creencia,
que mucha gente sigue manteniendo, sino por hacerla opcional, por que pase a
entenderse en el espacio masónico que la creencia o la no creencia es una
cuestión personal en la que no hay que entrar. Pero otra corriente se opone a
ese cambio, y hoy seguimos conservando las dos variantes. La corriente
primitiva, no quiero decir tradicional, o anglosajona sigue promulgando esa
obligatoriedad de creer en un Gran Arquitecto y la inmortalidad del alma del
mismo modo que mantiene el veto a la entrada de mujeres.
El
mito por excelencia sobre la masonería, al menos en España, es su contubernio
con el judaísmo o el comunismo, o con ambos.
Lo del comunismo es muy español, sí (risas). El mito del
contubernio con el judaísmo es más antiguo y está más extendido: arranca en los
países protestantes y se desarrolla con la intervención de la Inquisición, que
mezcla a sus enemigos en uno solo. El contubernio con el comunismo es una
aportación posterior y genuinamente nuestra a la antimasonería, y su causa es
parecida: la Iglesia y el franquismo meten a todos sus enemigos en un mismo
saco, lo cual explica que haya miles y miles de expedientes cuando en España el
número de masones no podía cifrarse en más de tres mil o cuatro mil personas.
Había logias muy activas, pero el número global de masones no era muy grande.
Al franquismo le daba lo mismo: metía al socialista, al comunista y al miembro
de la Estrella de Oriente de Krishnamurti
en el mismo cajón de sastre. Eso del contubernio les sonó muy
bien y lo utilizaron incluso en el último discurso de Franco, el 1 de octubre
de 1975, cuando el dictador comienza hablando de la conspiración
judeo-masónico-comunista. Una cosa delirante. Hay masones que han sido y que
son gente de izquierdas, de derechas, de centro, más moderados y menos
moderados.
¿También
comunistas?
También comunistas. El movimiento obrero reaccionó con
desconfianza frente a la masonería, El movimiento obrero
desconfió de la masonería, considerándola burguesaporque desde el
marxismo, o desde una determinada interpretación del marxismo, y desde el anarquismo
se considera a la masonería una institución esencialmente burguesa y por lo
tanto incompatible con la militancia obrera. Pero hubo casos de dobles
militancias, y en algunos casos en que se prohibió la militancia en la
masonería hubo gente que optó por el partido y gente que opró por la logia. En
Asturias tenemos un ejemplo, que es el de José Loredo Aparicio, que forma parte de
la logia Jovellanos y que evoluciona hacia el socialismo, pero empieza en el
trotskismo y viaja dos veces a la Unión Soviética pagado por el diario El Noroeste de Gijón. Él,
cuando debe elegir, opta por el partido, pero Eleuterio Quintanilla, uno de los mejores
pensadores anarquistas que ha dado nuestro país y que, aunque sin tener una
participación excesivamente activa, era masón, abogó por la pertenencia a la
francmasonería y dejó la semilla sembrada: sus dos nietos son francmasones.
Otra
idea corriente es la conexión íntima con el republicanismo. ¿Hasta qué punto es
cierta? ¿Se debe ser republicano para ser masón?
No, no, no, no. Tú puedes ser monárquico y ser francmasón. Yo
no soy monárquico, y me parece un contrasentido ser masón y ser monárquico,
pero en mi logia hay monárquicos, qué le voy a hacer (risas). Sí que es verdad
que hay una implicación histórica de la masonería con el republicanismo, y que
el Gran Oriente de Francia tiene allí una vinculación directa con el ideal
republicano. Pero la tiene porque en Francia hay una simbiosis, una sinonimia
república-democracia que aquí, donde la historia es la que es y no hubo un 1789,
no hay. En Francia, en el Gran Oriente, hay la tradición de, al finalizar las tenidas, gritar: “¡Viva la
República!”, y aquí ya digo que algunos somos republicanos, pero el compromiso
es con la democracia como sistema de convivencia y con los derechos que están
implícitos en una democracia real. Establecido eso, la elección entre las
formas monárquica y republicana del Estado se deja a la libre conciencia de
cada cual. Y en la masonería inglesa, lo que encontramos es una vinculación
directa a la Corona: de hecho, creo que el gran maestro de la Gran Logia Unida
de Inglaterra es Felipe
de Edimburgo, el marido de la reina, por aquello de que las
mujeres, incluida la reina, tienen vetada la entrada.
¿Qué
debe ser uno, y qué no debe ser, para ser masón?
No debe ser totalitario, no debe ser dogmático. En la
masonería, el totalitarismo y el dogmatismo no tienen cabida. La masonería se
basa, precisamente, en la pluralidad, en la diversidad, en la alteridad, en
construir las cosas a partir de la conciencia clara de que cada uno tiene una
opinión. En la masonería no cabe aquél que sólo admite su opinión y su verdad y
que además cree que esa opinión y esa verdad es lo único que se puede utilizar
para construir un orden social. Por eso la masonería choca con los totalitarismos
económico, financiero, religioso, político, etcétera: porque lo que quiere un
totalitarismo es imponer a los demás una determinada concepción de la realidad,
aunque considere que es la más beneficiosa.
Otra
idea es que la masonería es un mundo esencialmente masculino.
Eso, más que un mito, ha sido una realidad histórica. La
fundación de la masonería moderna La primera masonería
excluye a la mujer porque considera que no es un ser libreexcluye a la
mujer porque considera que no es un ser libre, que no tiene capacidad de
decisión propia, que depende del marido, del hermano, del sacerdote... No hay
que olvidar que la sociedad del siglo XVIII es una sociedad machista. No
obstante, algo chirriaba ya entonces, porque empiezan a buscarse subterfugios para
facilitar la entrada de determinadas mujeres; entradas por la puerta de atrás
como las logias de adopción, orientadas a mujeres pero controladas por hombres.
Eso se mantiene hasta finales del siglo XIX, cuando empiezan a aparecer las
primeras organizaciones femeninas y mixtas. Después, la mixtidad va calando
poco a poco en todas las obediencias del arco liberal de una manera o de otra,
aunque la realidad todavía dista mucho de ser la ideal en este sentido y sigue
habiendo reticencias en algunos sectores. La situación actual es que conviven
organizaciones estrictamente masculinas, estrictamente femeninas y mixtas.
¿Cuál
es la situación con respecto a la mujer en el Gran Oriente de Francia?
El Gran Oriente de Francia es ya una organización mixta, pero
le costó mucho llegar a serlo, dar el paso hacia la mixtidad. Mixtidad es una
palabra que no existe en castellano; nosotros la usamos porque estamos tan
acostumbrados a debatir sobre esta cuestión en francés que acabamos por adaptar
el término mixtité.
Bien, el Gran Oriente de Francia fue inicialmente masculino, igual que
prácticamente toda la masonería. Al poco tiempo de constituirse comienza a
trabajar, eso sí, en la creación de logias de adopción, e incorpora mujeres a
través de ellas, pero esas logias de adopción no dejaban de ser una puerta
trasera. A finales del siglo XIX comienza a cobrar vigor el debate sobre la
mixtidad, pero el Gran Oriente de Francia decide mantenerse como estructura
masculina. Reconoce a la mujer como masona, apoya la existencia de organizaciones
mixtas y femeninas y permite trabajos conjuntos y visitas, pero sigue sin
reconocer a las mujeres como miembros de pleno derecho. De todas formas, el
debate sigue cobrando fuerza a lo largo del siglo XX, pero no se resuelve hasta
la década del 2000, cuando finalmente, en una votación muy ajustada, se
reconoce a las logias la posibilidad de iniciar mujeres. Previamente había
sucedido algo que fue lo que hizo insoslayable por más tiempo el debate...
¿Qué?
El caso de Olivia
Chaumont, que había entrado en los años noventa en el Gran
Oriente de Francia siendo un hombre, y había llegado a ser venerable de su
logia, pero en un determinado momento abordó un proceso de cambio de sexo y
ahora es una mujer transexual. Cuando llegó al Gran Oriente de Francia con los
papeles en regla que consignaban que era una señora, planteó en el seno de una
organización un problema jurídico de mucho calado. Algunos ya veíamos venir que
aquello iba a pasar, y finalmente sucedió en el año 2010. Después del debate
consiguiente, el Gran Oriente de Francia decidió que no se la podía excluir y
al final aquello empujó de alguna manera a la organización a admitir
definitivamente a las mujeres en su seno.
El
argumento de que la mujer no era un ser libre, que podía tener cierto sentido
en el siglo XVIII, ya no lo tiene hoy. ¿Cuál es en estos tiempos el argumento
de los contrarios a la admisión de mujeres?
El problema es complejo y va más allá del machismo, aunque
haya algo de machismo. Cuando digo algo no quiero decir poco, quiero decir que
el machismo es un componente más de la cuestión, y el determinante para
algunos. Pero había otro sector dentro de quienes no querían admitir mujeres
que planteaba la cuestión de otra manera, y es que igual que hay masonerías
liberales exclusivamente femeninas, puede haber también masonerías
exclusivamente masculinas, y que del mismo modo que la feminidad da un valor
distinto a la reflexión colectiva de la logia, la masculinidad también. Es un
criterio que yo no comparto: a mí no me gusta la separación por razón de sexo,
pero sí que había quien sostenía que la mujer ya tenía opciones para ser
masona, tanto en forma de organizaciones mixtas como de organizaciones
femeninas, y que no era necesario que el Gran Oriente de Francia diera el paso
hacia la mixtidad.
La
suya es, si no me equivoco, la única logia con nombre de mujer de todo el Gran
Oriente de Francia.
Sí. En su momento el nombre se escogió adrede porque en la
constitución teníamos muy clara la reivindicación. No hacemos, tampoco, gala de
mixtidad; para nosotros la mixtidad entra dentro de la normalidad más absoluta,
y lo que procuramos es referirnos a que admitimos personas sin ningún tipo de
traba. Normalizar lo que en realidad es normal. También hay que decir que no es
que antes no admitiéramos mujeres, ojo. En la masonería la incorporación de la
mujer se hacía de la manera que te comentaba antes, mediante las logias de
adopción y las femeninas. Estábamos en la misma situación que una obediencia
femenina, que no admite hombres. Pero nadie se plantea tumbar la obediencia
femenina. Sin embargo, la obediencia masculina sí recibía críticas. Y además,
esto formaba parte de las piquillas entre obediencias. Es realmente complicado
explicarlo.
Otra
idea, ésta no necesariamente antimasónica, que puede existir sobre la masonería
es que la masonería tuvo sentido en el pasado pero ya no en la actualidad,
cuando los valores masónicos de libertad y democracia ya están cumplidos.
Pero no lo están. No lo están ni los valores masónicos ni los
valores u objetivos de ninguna Se ha avanzado, pero
los valores masónicos no se han cumplido todavíaorganización que
pretenda alcanzar un determinado bienestar para la humanidad. Se avanza, pero
nunca se consiguen plenamente esos objetivos. Eso se ve muy claro en el momento
actual: sigue estando pendiente, por ejemplo, la consecución de una estructura
laica del Estado y de la sociedad, y seguimos teniendo problemas con el
integrismo religioso. Y cuando no hay integrismo religioso, hay intentos
permanentes desde diversos lugares de lograr el adoctrinamiento de la población
de una forma de otra. Lo que sí ha cambiado, afortunadamente, es la
exclusividad que la masonería tenía en esa lucha antes del surgimiento del
asociacionismo moderno. Ahora hay más organizaciones que luchan por las cosas
por las que nosotros luchamos, y los masones tenemos que entender y asimilar
que la masonería, siendo perfectamente útil en el mundo moderno porque las
necesidades son las mismas y la reflexión sobre el mundo en el que vivimos y
sobre los seres que somos y queremos ser sigue siendo pertinente, ya no plantea
sus propuestas a la sociedad en exclusiva. Aunque vivimos en un mundo en el que
hay una gran parte de la población que se desentiende de la res pública, hay
colectivos y entidades que trabajan en la misma dirección que nosotros.
Insisto: afortunadamente. Por ejemplo, no somos la única organización que
plantea el derecho al aborto y el derecho a la muerte digna. Hay organizaciones
asociativas especializadas en trabajar en pos de esos derechos.
¿Qué
aporta distintivo la masonería, entonces? ¿Por qué hacerse masón y no miembro
de una oenegé?
Aporta esa vocación de construcción de uno mismo, ese espacio
en el que compartir con otros seres humanos una serie de reflexiones generales
sobre el propio ser humano. Una oenegé puede aportar una acción concreta para
resolver un problema, mientras que la masonería no, pero la masonería convierte
esa falta de especialización asociativa en una ventaja: esos diálogos que no
tienen por objeto vencer y perder, sino escuchar con respeto posiciones
distintas, permiten alcanzar una perspectiva más amplia, más global, de la
condición humana. La masonería tiene esa dimensión de fábrica de pensamiento
que mencionaba antes, ese desarrollo de respuestas a preguntas que surgen ante
la realidad de Desde sus inicios la masonería se ha ocupado
de cuestiones como la esclavitudcada momento. Desde el principio de su
existencia la masonería se ha ocupado de cuestiones como la esclavitud. Aunque
ha habido masones que en un determinado momento han defendido la esclavitud: el
caso de Voltaire,
por ejemplo. Voltaire hace una aportación enorme al pensamiento occidental,
sobre todo en lo referente al ideal laico, pero por otro lado es esclavista;
sin embargo, en otro determinado momento, Victor Schoelcher, que también es masón,
es uno de los grandes teóricos del abolicionismo en Europa. La cuestión es que
todos esos temas, todas esas cuestiones que van surgiendo en las logias, son
objeto de una reflexión.
¿Por
qué se hacen masones los masones? ¿Suelen pesar motivos familiares,
transmisiones de padres a hijos?
En Francia hay casos de ésos, pero aquí no. Son casos
excepcionalísimos debido al corte total que supusieron los cuarenta años de
franquismo.
¿Cuáles
son los motivos más habituales?
Muchas veces, yo creo que las personas que se hacen masonas
buscan compartir determinadas inquietudes con otras personas; preguntas muy
propias del ser humano como de dónde venimos, a dónde vamos, etcétera. A esa
gente le atrae la idea de evolucionar en ese sentido, de mejorar como persona.
Por otro lado hay gente que entiende que ésta es una organización que ha
combatido por una serie de derechos y libertades y se incorporan por eso:
gente, por ejemplo, muy reivindicativa en el plano del laicismo y que nos
conoce a través de esa lucha. En fin, hay tantos motivos como masones.
¿Cuál
fue su caso?
Mi caso fue el republicanismo. El plano filosófico no me
atrajo inicialmente: fue el republicanismo lo que me llevó a la masonería. Me
interesé por el republicanismo en la adolescencia y primera juventud y vi que
muchos de los personajes que aparecían en los libros que leía, y que para mí
podían ser en algunos casos una referencia importante, tenían una implicación
paralela en esta organización. Eso hizo que la masonería empezara a llamarme la
atención; después, en septiembre de 1991 coincidió que hubo una en la Casa
Natal de Jovellanos una exposición, muy bien montada y muy bonita, de material
masónico procedente del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.
En ese
Archivo, hoy Centro Nacional de la Memoria Histórica, hay una reproducción
visitable del interior de una logia masónica.
Sí, y todo el material expuesto era de Gijón. Pues bueno, me
acerqué allí y coincidió que en la exposición estaba el jefe de estudios del
Instituto Jovelanos, donde yo estudiaba, que a su vez me presentó al director
del Instituto Juan Gil Albert, que a su vez me puso en contacto con alguien de
París. Coincidía que, apenas unos días después, me iba de ERASMUS a Francia.
Cuando llegué a París, adonde fui con un compañero de piso, aproveché para
escaparme, dejando a mi amigo en el cementerio del Père Lachaise, y me fui a
ver a este señor, que me hizo una especie de aplomación
(es decir, una entrevista) exprés y una carta de recomendación que aún
conservo.
¿Cuál
es el proceso de afiliación? ¿Qué pasos se siguen?
Todas las obediencias tenemos un proceso muy similar. En
primer lugar, se dirige una petición directa a la logia. La logia, entonces,
designa a tres personas para que se encarguen de hacer al solicitante tres
entrevistas. Previamente a esas tres entrevistas, tenemos la costumbre de hacer
una informal para que nos pregunten lo que les dé la gana: sobre los mitos,
sobre lo que no son mitos, sobre lo que sea. No hay ningún problema. No
contestamos nunca con eso de: “No te lo puedo contar”. Bien, después se hacen
esas tres entrevistas a través de las cuales intentamos conocer a la persona:
su perfil biográfico, su perfil social, es decir, qué grado de compromiso
social tiene, y su perfil filosófico. Esta última es, al menos en mi opinión,
la entrevista más complicada: se trata de saber qué piensa el solicitante de la
existencia humana, de su origen, de su final... Si el solicitante fuera Unamuno, respondería
con aquello del sentimiento trágico de la vida. Es una entrevista muy
complicada porque toca aspectos, por un lado, muy íntimos, y por otro muy
difíciles de formular. Bueno, después esa persona entra ya en el siglo XVIII.
Mantenemos las mismas fórmulas que se seguían entonces: pasa a la logia con los
ojos vendados y se le somete a una especie de interrogatorio en el que la gente
plantea preguntas intentando buscar un poco más allá de lo que ya ha contestado
previamente. La persona contesta lo que le da la gana y posteriormente se vota.
En función de la votación, pasa a formar parte de la logia mediante una
ceremonia concreta que se llama iniciación masónica o su inclusión queda
pospuesta para el año siguiente.
¿Suele
haber rechazos?
No suele, pero hay rechazos.
¿Por
qué se producen?
Por muchas razones. Por ejemplo, yo recuerdo alguno a
candidatos que tenían una imagen malamente esotérica de lo que era una logia;
ese esoterismo mal entendido del que hablábamos antes. En otros casos,
detectamos ciertos componentes dogmáticos que vemos que pueden ser
incompatibles con la logia. Rechazamos a esa gente no porque piense de una
manera o de otra, sino por el hecho de pensar de una manera categórica, que
suponga la exclusión del otro, la intolerancia del otro.
Fuente: -http://mas.asturias24.es/secciones/entrevistas-en-el-toma-3/noticias/una-logia-masonica-es-un-think-tank-una-fabrica-de-ideas/1418307656
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