En el
siglo XVIII se presenta una variación del Mandil que usaban los Masones, sobre
el que no existen dudas de su uso a partir de el de los trabajadores de la
construcción en la Edad Media y el Renacimiento. Igualmente hay evidencias de
que el Mandil operativo estaba elaborado con la piel de un animal,
probablemente de oveja, y de que era lo bastante grande como para cubrir al
Masón de pies a cabeza.
Una
correa de cuero alrededor del cuello lo sostenía y a la altura de la cintura
otra permitía atarlo al cuerpo. Aunque el uso de este Mandil rústico continuó
por muchos siglos, el Mandil tejido y adornado usado por los Masones modernos
es comparativamente reciente. Data del siglo XVIII.
Probablemente,
la primera referencia oficial a la vestimenta Masónica se encuentra en la
séptima cláusula de las Regulaciones Generales sancionada por la Gran Logia de Londres
en 1721, pero hay que aclarar que allí no se mencionan Mandiles
específicamente.
Las
representaciones más lejanas en la Masonería moderna se encuentra en un grabado
de Antony Sayer, primer Gran Maestro de la Gran Logia de Londres en 1717, y en
la ilustración del frontispicio del primer libro de las Constituciones de 1723,
elaborado por John Pine. En el primero, solamente la parte superior del Mandil
es visible, y se observa levantada una especie de babeta. En el segundo caso un
ayudante está portando unos Mandiles grandes que tienen unas tiras largas que
parecen ser de cuero y capaces de cubrir a un hombre del pecho a los tobillos.
El modo de atarse de estos Mandiles es el de los Masones operativos, método que
continuó incluso cuando eran elaborados de seda y/o de lino.
El uso
del Mandil de cuero no desapareció tan fácilmente, a pesar de la utilización de
materiales más suaves –posiblemente a partir de 1740–. Sobrevivió hasta por lo
menos 1811. La evidencia de esto es la referencia al Mandil encontrada en las
actas de la Gran Logia de Londres del 17 de marzo de 1731: “el Gran Maestro y
los guardias de las Logias particulares pueden alinear sus Mandiles de cuero
blancos con la seda blanca, y pueden colgar sus joyas en las cintas blancas
sobre sus cuellos.” Esta regulación fue repetida en la reforma constitucional
inglesa de 1738 y en sus siguientes ediciones, incluida la de Noorthouck
(1784), que era la anterior a la de 1815.
No hay
consenso sobre cuándo los Mandiles largos comenzaron a dejar de usarse, pero
debió ser en la década de los 30 del siglo XVIII, a juzgar por las láminas y
retratos de la época. Al principio la babeta aparece en las ilustraciones
colocada hacia arriba pero pronto esta costumbre varió. La babeta fue cortada o
usada hacia abajo.
Sin
embargo, es evidente que en los primeros tiempos de la Masonería moderna los
Mandiles fueron diseñados para ser usados con la babeta hacia arriba, para que
esta fuera sujetada por medio de un ojal a un botón cosido en la capa o el
chaleco. Muchos de estos viejos Mandiles tienen un ojal en la babeta, pero
parece haber existido una tendencia entre los Masones más importantes a usar la
babeta hacia abajo o a dispensarla por completo.
En Francia,
los Compañeros llevaban la babeta flexible y al parecer abrochada a la chaqueta
(L’Ordre des Francos Maçons Trahi, 1745, pág., 116, y Les FrancoMaçons Ecrasés,
1747, pág. 221). En el acta de la ceremonia de Posesión de la Logia Parisina Salomón
en Toda Su Gloria, en 1766, el Venerable Maestro consignó: “… el Gran Maestro
deshizo el ala flexible de mi Mandil que estaba atado a uno de los botones de
mi chaleco, y me dijo que en calidad de Venerable Maestro, yo estaba en libertad
de permitir que se cayera…”
A
partir de 1731 el Mandil comenzó a asumir una forma más cortesana. El cuero fue
reemplazado por telas: seda, satén, terciopelo, lino y gamuza más suave. La
babeta, adquirió una forma triangular o semicircular.
La
parte inferior del Mandil fue cortada con cuidado, las esquinas fueron
arregladas generalmente para dar igualmente una forma semicircular, y las
correas de cuero fueron desplazadas por las cintas.
Algunos
Masones “Modernos”, oponiéndose al Mandil de trabajo de los operarios,
introdujeron un nuevo modo de usarlos: al revés, la pieza más grande se la
sujetaban al abdomen y la babeta se ubicaba hacia abajo, para dejar claro que
no eran Masones Operativos. Esta usanza duró poco.
Muchos
de los Mandiles tejidos, bordados y pintados eran hechos en casa, y adornados
con diseños simbólicos. A partir de 1760 aparecieron los Mandiles impresos y
grabados, muchos de ellos eran coloreados posteriormente a mano.
La
tendencia a adornar los Mandiles Masónicos con diseños simbólicos comenzó en
los 1730’s, y entre 1740 y 1790 esta práctica llegó a ser muy común. La tinta
india, la pintura y el bordado fueron utilizados comúnmente para esta
ornamentación. Los diseños más populares incluyeron generalmente un ojo, dos columnas,
el mosaico y el compás.
En
1892 H. Rylands, miembro de la Logia de Investigación Quatuor Coronati No.
2076, jurisdiccionada a la Gran Logia Unida e Inglaterra, publicó en Ars
Quatuor Coronatorum un ensayo resumiendo así la situación: “. . . alrededor de
1784 se presentó una gran reducción del tamaño del Mandil. . . había existido
durante mucho tiempo una laxitud considerable al respecto. . . y no había
ninguna disposición acerca de su uniformidad. Siempre y cuando el material
fuera blanco, su frente se permitió que se adornara con un gran número de
símbolos, a veces no Masónicos, con tal de que no se coincidiera con las
insignias y distintivos de los Grandes Oficiales, que utilizaban un ribete púrpura
en sus Mandiles. . . El tamaño se había reducido cada vez más haciéndose más
pequeño. . . estaba absolutamente dentro de la creatividad de cada Masón el
inventar para sí casi cualquier Mandil que le satisficiera.”
En el
Reino Unido, entre los “Antiguos” se convirtió en una práctica común dibujar o
pintar en sus Mandiles los emblemas de su Gran Logia, y en las vestimentas de
los “Modernos” se adoptó la misma costumbre; de hecho, estos hicieron gala de
mayor libertad en los diseños y el uso de adornos que sus rivales. La situación
llegó a tal extremo que el 2 de septiembre de 1772, el Gran Maestro de Londres
prescribió que “es de público conocimiento que varios Hermanos han aparecido
últimamente en público con el cordón y la franja de oro, junto con muchos
adornos en sus Mandiles, lo cual es contrario a la dignidad, la propiedad y las
antiguas costumbres de la Orden, por lo que resuelvo y pido que en el futuro
ningún Hermano, excepto las Grandes Dignidades, aparecerá con cordón de oro,
franja de oro, bordado de oro, o cualquier material que se asemeje al oro, en
sus vestimentas u ornamentos Masónicos”. Esta medida solo afectó la utilización
del oro pero no prescribió la uniformidad del diseño.
Al
extenderse la Orden por todos los continentes y florecer numerosos Ritos y
formas de Masonería, fueron apareciendo muchas clases de Mandiles, aunque todos
del tipo pequeño que se impuso a lo largo del siglo XVIII. Hoy los encontramos
cuadrados y redondeados, de fondo azul, verde, blanco, amarillo, morado, etc.;
con una joya distintiva del cargo que se ocupa en la Logia o con la decoración
propia de un Grado; con la babeta hacia arriba o abajo. Algunos son simplemente
decorativos (poseen cintas, borlas, rebordes coloreados, flecos, rosetones,
paisajes, lentejuelas), y otros muestran que sus dueños ostentan una gran
vanidad. También se pueden obtener a través de almacenes especializados,
comerciantes minoristas, mandados a elaborar y por Internet en tiendas
virtuales.
De
todos modos, hay consenso acerca de que de todos estos Mandiles representan,
simbolizan y son emblema del trabajo.
Fuente: http://www.diariomasonico.com/historia/el-mandil-no-siempre-fue-igual
hla
ResponderBorrar