
La proporción dorada suele asociarse a 
una relación visual óptima del aspecto arquitectónico o artístico de un 
objeto, y su presencia numérica en las piezas funciona a veces como una 
especie de “garantía estética” de su belleza. Según los adeptos, la 
dorada proporción es otra de esas grandes ideas de los griegos que fue 
adoptada por Leonardo da Vinci, y se encuentra presente en los cuadros 
de Dalí y en los muebles de Le Corbusier.
Pero según una investigación de John Brownlee se
 trata de un efecto placebo (incluso un “efecto Mozart”), una tradición 
bien intencionada, como la Navidad, que es finalmente una ficción y un 
consenso.
Qué es y cómo funciona
La proporción fue descrita por primera 
vez hace más de 2 mil años por el matemático Euclides, y desde entonces 
ha recibido nombres como número áureo, número de oro, razón 
extrema/media/áurea/dorada, etc. Se trata de un número irracional 
que surge de la división en 2 de un segmento guardando las siguientes 
proporciones: la longitud total a+b es al segmento más largo a como a es al segmento más corto b y cuya ecuación se expresa de la siguiente manera:
La proporción supuestamente está 
incorporada en el Partenón, las pirámides de Guiza, la pintura 
renacentista y el logotipo de Apple pero, según sus críticos, se trata 
de una leyenda urbana del diseño porque el número áureo, al igual que 
pi, debe redondearse para ser usado, o dicho de otra forma, el número 
indica una tendencia que permanece necesariamente imprecisa. Según el 
profesor de matemáticas Keith Devlin, de la Universidad Stanford, 
“estrictamente hablando, es imposible que nada del mundo real caiga 
dentro de la proporción áurea, porque se trata de un número irracional”.
El aspecto 3:2 del iPad o el 16:9 caen 
dentro del espectro del divino rectángulo que se deja dividir en un 
rectángulo y un cuadrado perfectos… o casi perfectos. Lo mismo podría 
aplicarse a pi, fórmula que describe el trazo de un círculo, a pesar de que en el mundo real sea imposible encontrar un círculo perfecto. Lo real siempre se aleja un poco (un decimal, pero infinitamente) de su proyección numérica.
El origen del malentendido
Luca Pacioli era un monje franciscano que escribió un libro llamado De Divina Proportione en
 1509, nombrado a partir del número áureo. Pero de manera curiosa, el 
libro no retrata la supuesta teoría estética sino que expone el sistema 
vitruviano de proporciones racionales, nombrado así según el arquitecto 
Vitruvio. Debido a que el libro de Pacioli fue ilustrado por su famoso amigo, Leonardo da Vinci,
 se creyó que era un descubrimiento suyo. Mario Livio le atribuyó la 
teoría a Pacioli en un libro escrito en 1799 y difundió la historia de 
que Da Vinci dibujaba utilizando matemáticas secretas.
Pero la reputación casi mística del 
número áureo se debe a Adolf Zeising, un psicólogo alemán que creía en 
una ley universal de “belleza y completud en los reinos tanto de la 
naturaleza como del arte”, cuyo ideal espiritual de “estructuras, formas
 y proporciones, ya fueran cósmicas o individuales, orgánicas o 
inorgánicas, acústicas u ópticas” estaba expresado en dicha fórmula.
Según Brown y otros críticos, el error 
de Zeising es uno que se explica fácilmente: los seres humanos tendemos a
 encontrar patrones en todas partes (de hecho, nuestra supervivencia 
depende de eso). El problema con Zeising fue que basó una teoría 
estética en un número arbitrario, cuya fama desproporcionada refleja 
nuestra necesidad de encontrar una explicación lógica y duradera al 
misterio de la belleza.
Fuente: v 
 


 
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