Andalucía
fue, desde mediado el siglo XIX hasta la Guerra Civil, la región
española de mayor implantación de la masonería, según un diccionario histórico que reúne referencias biográficas de casi 6.000 masones andaluces, publicado por las Universidades de Sevilla y Huelva.
Con
dos tomos y un total de más de 1.200 páginas, el diccionario biográfico
"Los masones andaluces de la República, la guerra y el exilio" da
cuenta de la práctica totalidad de los masones que actuaron en Andalucía
desde 1898 hasta la Guerra Civil, según ha dicho a Efe el catedrático
de Historia de la Universidad de Sevilla Leandro Álvarez Rey.
Álvarez
Rey, uno de los coordinadores de la obra en la que han trabajado
durante años 16 historiadores, también de las universidades de
Salamanca, Córdoba y Almería, ha dicho a Efe que estos casi 6.000
masones pertenecieron a las 160 logias existentes en la región entre
1898 y 1936.
La
implantación de la masonería en Andalucía fue mayoritaria en España
incluso contando las logias de obediencia española implantadas en países
como México, Argentina y Marruecos, y Andalucía también fue crucial en
el resurgimiento de la masonería durante la dictadura de Primo de
Rivera.
El historiador ha descartado que la proliferación
masónica en la región se debiera a un efecto de "irradiación" de
Gibraltar, aunque en la Roca siempre hubiera masones, en su mayoría
militares, ya que "la masonería inglesa y la española son como el agua
el aceite".
Mientras la masonería anglosajona, desde el XVIII,
"es una institución muy respetada y prestigiosa, integrada por
aristócratas, como un club filantrópico" la latina, además de
considerada anatema por la Iglesia, se distinguió por su falta de medios
y estuvo integrada por una clase media vinculada a valores burgueses y
liberales.
No obstante, hubo logias andaluzas integradas casi por
completo por extranjeros, como la denominada "Moralidad y Filantropía",
cuyos miembros eran comerciantes de Gibraltar.
Masones andaluces
lideraron la reorganización masónica en los años veinte además del Gran
Oriente Español o principal federación masónica, y en los años treinta
fue gran maestre el sevillano Diego Martínez Barrio, presidente de la
República en el exilio, y en los años veinte Demófilo de Buen,
catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Sevilla.
Según
Álvarez Rey, la masonería Andalucía en vísperas de la República suponía
el 50 por ciento de la masonería española, y ya en plena República entre
70 y 80 diputados andaluces habían sido masones, como lo fueron también
los alcaldes de las capitales y de las principales ciudades andaluzas.
El
historiador ha asegurado que fue "la política la que influyó en la
masonería" y no, como quiso la propaganda franquista, la masonería la
que influyó en la política, ya que el resurgimiento masónico de los años
veinte se tornó en una nueva decadencia en los años de la República.
Álvarez
Rey ha explicado esta circunstancia en el elevado absentismo registrado
en las logias, una vez que sus responsables ostentaron cargos políticos
y se dedicaron casi por entero a esa actividad política -por ejemplo,
Fernando de los Ríos, ministro de Justicia republicano no acudió a
ninguna reunión masónica desde proclamada la República hasta el año 34-.
"Las
diferencias políticas también tuvieron su trasunto en las logias,
haciendo la convivencia imposible y provocado que alguna se disolviera",
ha añadido sobre el panorama masónico en la República.
Aunque
desde 1921 los comunistas europeos prohibieron la pertenencia a la
masonería, los hubo en Andalucía, como Cayetano Bolívar, conocido como
"el médico de los pobres" y primer diputado comunista andaluz, que fue
fusilado.
Por el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y
el Comunismo pasaron la práctica totalidad de los masones, y la pena
más frecuente que hubieron de afrontar fue de doce años de cárcel, si
bien los que además de masones fueron dirigentes políticos de la
izquierda recibieron la de treinta años de reclusión mayor, por la
obsesión del franquismo de identificar masonería y comunismo, pese a lo
cual las penas fueron sobreseídas o atenuadas en muchos casos.
Sevilla.
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