Apolonio de Tiana (Tiana, Capadocia, 3 a. C. – Éfeso, ca. 97[1] ) fue un filósofo, matemático y místico griego de la escuela pitagórica.
Debió
de nacer Apolonio en Tiana (ciudad de la Capadocia, actualmente
llamada Kiz Hissar -Kemerhisar-, a 3 kms al sudoeste de Nigde), en los
primeros años de la era cristiana.[2] Pretendía descender de los
antiguos fundadores de Tiana; era un niño prodigio, y cuando, a la edad
de catorce años fue llevado a estudiar con Eutidemo, profesor de
retórica en Tarso, sintió tal disgusto al ver la relajación de
costumbres de aquella ciudad, que consiguió que su padre le permitiera
trasladarse a un pueblo vecino.
Siguiendo el ejemplo de la mística de Pitágoras, cuyas doctrinas había abrazado, sólo se alimentaba de legumbres, se abstenía del vino y de las mujeres, daba sus bienes a los pobres y vivía en los templos. Su género de vida y su lenguaje sentencioso y oscuro hicieron tal impresión que no tardó en verse rodeado de numerosos discípulos. Se dice que fue admirado por los brahmanes de la India, los magos de Persia y los sacerdotes de Egipto. En Hierápolis, en Éfeso, en Esmirna, en Atenas, en Corinto y en otras grandes poblaciones de Grecia, Apolonio apareció como preceptor del género humano, visitando los templos, corrigiendo las costumbres, por ejemplo los sacrificios de animales para los dioses, y predicando la reforma de todos los abusos.
Quiso ser admitido en los misterios de Eleusis,
pero a cambio fue tratado como un mago y se le prohibió la entrada en
ellos. Este interdicto no le fue levantado sino cuando ya estaba en los
últimos días de su vida. En Roma, a donde según su expresión había ido
para ver "qué especie de animal era un tirano",
condenó el uso de los baños públicos. También se dice que hizo
milagros. Al pasar delante de él el féretro de una doncella de una
familia consular, se acercó a ella, pronunció algunas palabras místicas
y la doncella se levantó y se fue caminando hacia la casa de sus
padres. Éstos le ofrecieron una crecida suma, pero él la aceptó sólo
para dársela como dote a la doncella. Un día, encontró una multitud que
aterrada miraba un eclipse de sol en medio de una fuerte tormenta.
Apolonio miró al cielo y dijo en tono profético: "Algo grande sucederá y
no sucederá". Tres días después cayó un rayo en el palacio de Nerón y
derribó la copa que el Emperador se llevaba a los labios. El pueblo
creyó ver en aquel incidente el cumplimiento de la profecía de Apolonio.
Vespasiano,
que le había conocido en Alejandría, le miraba como hombre divino y le
pedía consejo. Habiendo cantado un día Nerón en un teatro en los juegos
públicos, Tigelino preguntó a Apolonio qué pensaba del Emperador: "Le
hago mucho más favor que tú, respondió el filósofo; tú le crees digno de
cantar; yo de callarse". El rey de Babilonia
le pedía un medio de reinar con tranquilidad. Apolonio se limitó a
contestarle: "Ten muchos amigos y pocos confidentes". Luego habiendo
sorprendido a un esclavo eunuco con la
concubina de dicho rey, el príncipe preguntó a Apolonio cómo castigaría
al culpable. "Dejándole la vida"", contestó el filósofo. Y como el rey
se mostraba sorprendido, añadió: "Si vive, su amor será el mayor de los
suplicios".
En
el reinado de Domiciano, Apolonio fue acusado de magia, encerrado en
un calabozo, después de haberle hecho cortar el pelo y las barbas, y
allí cargado de grillos y cadenas. Desterrado después por el mismo
Emperador, murió al poco tiempo, lo cual no fue obstáculo para que a su
muerte se le erigieran estatuas y se le hicieran honores divinos.
Éfeso, Rodas y la isla de Creta pretenden poseer su tumba, y Tiana, que
le dedicó un templo, obtuvo en memoria suya el título de ciudad
sagrada, lo que le daba el derecho de elegir magistrados.
Lampridio
asegura que el emperador Alejandro Severo tenía en su oratorio entre
los retratos de Jesús, Abraham y Orfeo, el de Apolonio; Vopisco, en su
Vida de Aurelio, que hace de él grandes elogios, dice que debe
honrársele como ser superior.
Hasta el siglo V, la reputación de Apolonio se mantuvo viva aun entre los cristianos. Prueba de ello es que León, ministro del rey de los visigodos,
invitó a Sidonio Apolinar, obispo de Auvernia, a que le tradujera la
vida del filósofo escrita por Filóstrato. El obispo escogió el ejemplar
más correcto y sobre él hizo su traducción que remitió al ministro con
una carta en que ensalza las virtudes del filósofo; diciendo que para
ser perfecto sólo le faltaba haber sido cristiano. Al parecer, el
descrédito otorgado a él fue causado por sus mismos discípulos que,
queriendo realzar el mérito de su maestro, le han presentado como un
impostor atribuyéndole milagros y profecías que le colocan a la altura
de los embaucadores vulgares. La vida que posteriormente escribió
Filóstrato está tomada de otra debida a uno de los compañeros de
Apolonio, llamado Damis.
Jacques
Bergier , en su libro Les Livres Maudits, dice: "El lector podría
preguntarme de dónde he sacado la idea de que obras pertenecientes a
civilizaciones muy antiguas se encuentren en la India. Esta idea no es
nueva; fue introducida en Occidente por un personaje tan fantástico
como Apolonio de Tiana... Apolonio de Tiana impresionó mucho a sus
contemporáneos y a la posteridad. Se atribuyen a Apolonio poderes
sobrenaturales, que él mismo niega con la mayor energía. Es indudable
que viajó a la India. Murió a una edad muy avanzada, más de cien
años... Lo cierto es que Apolonio de Tiana afirmaba que existieron en
su época, o sea en el siglo I después de J.C., en la India, libros
extraordinarios y muy antiguos que contenían una sabiduría procedente
de edades extinguidas, de un pasado muy remoto. Al parecer, Apolonio de
Tiana trajo de la India alguno de estos libros, y conviene observar
que, gracias a él, encontramos en la literatura hermética pasajes enteros de Upanishads y de la Bhagavad Gita... Damis
habla, en lo que nos queda de sus notas, de reuniones secretas, de las
que él era excluido, entre Apolonio y los sabios hindúes... También
parece que éstos recibieron a Apolonio como un igual, que le
instruyeron y que le enseñaron más de lo que jamás habían enseñado a
ningún occidental".
Apolonio
escribió también una biografía sobre Pitágoras, que se cree fue usada
por Filóstrato para cualificarle a Apolonio lo que este atribuyó al Samio; aunque de sus escritos auténticos el único que nos queda es la Apología, conservada por Filóstrato.
Referencias
- ↑ Filostrato. Vida de Apolonio de Tiana. Introducción. Página 31. Madrid: Gredos.
- ↑ Filostrato. Vida de Apolonio de Tiana. Introducción. Página 17. Madrid: Gredos.
- «Apolonio de Tiana», Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes, 2, Barcelona: Montaner y Simón Editores (texto de dominio público), 1887–1910, http://www.e-torredebabel.com/Enciclopedia-Hispano-Americana/V2/Apolonio-Tiana-biografia-D-E-H-A.htm
Bibliografía
- Filóstrato, Flavio (1992). Vida de Apolonio de Tiana. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-3522-1.
- Sobre Apolonio de Tiana
- Macaluso, Giuseppe (1974). Apollonio di Tiana: Veggente e Taumaturgo. Roma: Pensiero e Azione.
- Mead, George Robert Stow (1906). Apollonius de Tyane le Philosophe Réformateur. París: Publications Théosophiques.
Fuente: http://es.wikipedia.org
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