Proverbio egipcio

“El reino de los cielos está dentro de ti; aquel que logre conocerse a sí mismo, lo encontrará” Proverbio egipcio

domingo, 6 de marzo de 2016

Respuesta de la masonería española al cardenal Ravasi

(Gran Inspección de Comunicación, Gran Inspección de Relaciones Institucionales, V.B. Gran Maestro, Gran Logia de España).- Hace unas semanas, el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Colegio Pontificio para la Cultura, publicaba un artículo titulado “Queridos Hermanos Masones” en el que invitaba al diálogo entre la Masonería y la Iglesia Católica basado en los valores comunes de ambas instituciones.
El gesto es de una enorme valentía. El reconocimiento desde el corazón de la Curia Romana de una intersección de principios en el sentido comunitario, la beneficencia, la lucha contra el materialismo o la defensa de la dignidad humana encierra el reconocimiento implícito de la bondad de nuestros principios. La Masonería arrastra dos grandes leyendas negras, las del contubernio en nuestros fines y la rareza en nuestros ritos, generadas respectivamente por las dos masofobias que hemos conocido, las del totalitarismo político y el integrismo religioso. En ese contexto, las palabras del cardenal suponen un reconocimiento a la nobleza de nuestros fines, sin entrar en el segundo asunto.

El diálogo entre la Iglesia Católica y la Masonería Española es un hecho desde hace varios años. En torno a 25 personas participaron en el último encuentro de tres días, celebrado en la Hospedería del Monasterio de Poblet, en un formato que permite profundizar en el mutuo conocimiento de dos instituciones que comparten su preocupación acerca de algunos de los desafíos que plantea el siglo XXI. Pero ese diálogo no puede limitarse a celebrar lo que nos une sino a explorar lo que nos hace distintos: la Iglesia Católica es una religión, la Masonería una escuela iniciática de virtud y sabiduría sin revelación alguna.
Sin duda, existe un “problema masónico” en la Iglesia Católica pero no existe un “problema católico” en la Masonería Universal, que insta a todos sus miembros a practicar con celo la religión que profesen. Nuestro Querido Hermano Kipling tiene un poema maravilloso, “My Mother Lodge”, en el que recuerda con nostalgia sus primeras tenidas masónicas en la India. El poema recorre uno por uno a sus Queridos Hermanos entre los que cita a “Castro, del taller de reparaciones que, por cierto, era católico romano”.
Castro, como millones de Queridos Hermanos antes y después, no sintió oposición alguna entre su Fe y la vivencia fraternal con todos los hombres que le propuso la Masonería. Cualquiera que quiera entender qué hacía Castro en aquellas reuniones debería leer el poema de Kipling. “Cada mes después de la Tenida nos reuníamos para fumar. No nos atrevíamos a hacer banquetes por miedo a forzar alguna norma de cualquier Hermano. Y hablábamos a fondo de Religión y de otras cosas. Cada uno se refería al Dios que conocía mejor, los Hermanos tomaban la palabra uno tras otro y nadie se inquietaba”.
La Masonería surgió en una Europa desangrada por guerras de religión como un espacio en el que superar los enfrentamientos que provocan nuestras diferencias religiosas o políticas para abrirnos a principios comunes capaces de construir otro mundo: la igualdad de todos los hombres, la fraternidad que nos debemos los unos a los otros y la mutua tolerancia al librepensamiento y la creencia. Hacerse masón es sumergirse en aquel espíritu tricentenario de la Ilustración que en el siglo XVIII nos trajo innumerables problemas con Roma, pero no debería ser un problema para la Roma del siglo XXI, que promueve su propio diálogo con otras religiones desde el respeto. La masonería no es otra religión con la que conversar sino el espíritu mismo de ese diálogo entre religiones que hoy es un valor para las distintas iglesias y ha sido siempre para nosotros un principio fundacional.
El cardenal extendió su mano fraterna llamándonos Queridos Hermanos, una condición que alcanza todo ser humano cuando entra en nuestra Orden. El Querido Hermano aprendiz, como en cualquier otra escuela iniciática, aspira a la virtud que reside en la maestría. Las escuelas iniciáticas promueven una auto transformación de quien ya desea ser mejor. Cuando aquel aprendiz sea reconocido maestro de maestros, elegido para dirigir los trabajos en la Logia a la que todos acuden, dejará de ser Querido Hermano. Su nuevo tratamiento, Venerable Hermano, significa lo mismo para la Iglesia que para la Masonería: alguien de una bondad blanca y sin mácula. Ese es el ideal masónico. Venerable Hermano Gianfranco, gracias por un gesto valiente que abre un espacio de posible concordia fraterna. Como todo Venerable, convocad los trabajos.”

Fuente: http://infovaticana.com/blog/el-olivo/bucolica-respuesta-de-la-masoneria-espanola-al-cardenal-ravasi/

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