
El 5 de febrero (2013), el mismo día que cumplía 88 años, falleció en Madrid
el filósofo y teólogo jesuita José Gómez Caffarena. Con su muerte, la
metafísica y la filosofía de la religión y la teología pierden a una de
las personalidades de mayor reconocimiento en España y América Latina.
Esos fueron sus campos de estudio, investigación, docencia y
publicaciones a lo largo de más de 60 años. Doctor en Filosofía por la
Universidad Gregoriana de Roma en 1956, inició al año siguiente la
docencia como profesor de Metafísica en la Facultad de Filosofía de
Alcalá de Henares, de la Compañía de Jesús. Posteriormente pasó a la
Universidad de Comillas donde enseñó Metafísica, Filosofía de la
Religión y Filosofía del Lenguaje. También fue profesor en la
Universidad Autónoma de Madrid y de la Universidad Gregoriana. En el
Instituto de Filosofía, del CSIC, dirigió durante varios lustros un
seminario de Filosofía de la Religión.
De 1969 a 1973 publicó la trilogía Metafísica fundamental, Metafísica trascendental y Metafísica religiosa
(esta en colaboración con Juan Martín Velasco), que le convirtió en uno
de los principales referentes de la renovación de dicha disciplina.
Conocedor de las críticas hacia ella, sitúa el punto de partida de la
reflexión metafísica en nuestra vida como realidad radical. El resultado
es una “metafísica de sentido”, que subraya la doble dimensión de la
razón, teórica y práctica, al tiempo que reconoce el primado de la
segunda.
Incómodo con el papel auxiliar que la neoescolástica atribuía a la
filosofía en relación con la teología, emprendió el largo y tortuoso
viaje de la filosofía de la religión, que exigía reconocer autonomía a
la filosofía y establecer un diálogo fecundo con la religión. Su
aportación más relevante es El enigma y el misterio. Una filosofía de la religión,
su obra cumbre, muy esperada por sus discípulos y seguidores,
felizmente terminada a los 82 años y publicada por Trotta en una edición
muy cuidada. “En este tema”, afirma, “he dedicado mucho tiempo de mi
vida, por mi dedicación como docente de filosofía y, más, por
concernimiento personal”. Enigma, misterio, sentido, religiones y
esperanza son las claves hermenéuticas de esta magna obra, que retratan
la personalidad intelectual y religiosa del autor: “El enigma que somos
puede tener en el Misterio al que abren las religiones una clave para
una esperanza fundada que puede dar sentido a las vidas humanas y
alentar su quehacer en los complejos avatares del vivir en la tierra”.
Caffarena contribuyó a la creación del Instituto Fe y Secularidad,
del que fue director de 1972 a 1986, espacio privilegiado de diálogo
interdisciplinar, crítico y autocrítico, con la Ilustración, la
secularización y las formas de increencia, donde se encontraban
filósofos, psicólogos, sociólogos, científicos o teólogos. En ese
contexto surgió unos años después el Foro del Hecho Religioso, que
Caffarena dirigió con el filósofo José Luis López Aranguren, donde se
daban cita anualmente intelectuales interesados por la significación
ética, cultural y sociopolítica del fenómeno religioso. Especial empeño
puso en el estudio de las Ciencias de las Religiones con la puesta de
marcha de un máster muy prestigioso en la Universidad de Comillas.
La teología fue otro de sus centros de interés intelectual. El
concilio Vaticano II fue un acontecimiento decisivo en su vida y en su
pensamiento, que le puso en el brete de evolucionar, según confesó. Su
reflexión teológica se orientó hacia la búsqueda del “verdadero
cristianismo” caracterizado por la recuperación de su entraña humanista y
de la dimensión “ético-agápica del Evangelio”, por utilizar sus propias
palabras. Fue esa orientación del cristianismo la que supo infundir en
la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, en cuya fundación
intervino y de la que fue secretario.
Kant le ayudó a filosofar con libertad y desde la humanidad. De él
aprendió una importante lección: no se enseña “filosofía”, sino a
“filosofar”, que puso en práctica enseñando a varias generaciones de
estudiantes y profesores. Bloch le invitó a transitar por las sendas de
la razón utópica y la filosofía de la esperanza a sabiendas de que “la
razón no puede florecer sin esperanza; la esperanza no puede hablar sin
razón”.
Intelectual no dogmático, hombre de diálogo, filósofo del sentido,
cristiano ilustrado, Caffarena defendió la plausibilidad filosófica de
la fe en Dios, al tiempo que hizo una crítica racional de la religión no
con voluntad iconoclasta sino con intención purificadora de sus
elementos espurios. ¡Excelente contribución a la religión y a la
religión!
Juan José Tamayo
11 FEB 2013 - http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/02/11/actualidad/1360539670_172384.html
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