Rubén Darío fue llamado "El príncipe de las letras castellanas" y "Padre del modernismo". |
No discutiré si Rubén Darío fue o no masón. El tema ha sido abordado
suficientemente por el español Manuel Mantero y el colombiano Ramiro
Lagos, ambos poetas y familiarizados con la sociedad secreta --hoy
discreta-- de la fracmasonería. Solo diré que nuestro Rubén tuvo muchos
amigos masones, especialmente en Hispanoamérica; y que la masonería
incidió en su vida y obra a través de tópicos y símbolos. Pero el poeta
mantuvo su independencia interior.
Si se afirma que Rubén podía ser, al mismo tiempo, católico y masón,
es lícito añadir que también fue pagano y cristiano, platónico y
panteísta, órfico y escéptico, atormentado e infantil, inteligente e
ingenuo, memorioso y olvidadizo, americano y europeo, español y francés.
Lo cierto es que si Rubén fue altísimo, no lo fue por masón ni por
católico --ni por ninguna de las dimensiones o vivencias señaladas--,
sino por su creación totalizadora, es decir, por “torre de Dios”. Léase:
Poeta.
Familiaridad masónica en su adolescencia
En La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (1915, cap. X), su
autor --refiriéndose a su adolescencia en León, cuando tenía trece años y
era redactor del periódico La Verdad--, consigna: “Cayó en mis manos un
libro de masonería y me dio por ser masón, y llegaron a serme
familiares Hiram, el Templo, los Caballeros Kadosh, el mandil, la
escuadra, el compás, las baterías y toda la endiablada y simbólica
liturgia de esos terribles ingenuos”. No podía ser masón oficialmente
por su edad, pero la cultura en León --donde Máximo Jerez había fundado
una Logia en los años cuarenta del siglo XIX--, gravitaba sobre él. No
se olvide que entonces vivía su breve periodo anticlerical, mejor dicho,
de enfant terrible.
José Leonard en León
El ilustrado y políglota polaco José Leonard y Bertholet --a quien
llama “mi profesor” en su autobiografía-- acrecentó el entusiasmo
masónico de Rubén. Así lo reconoce Edelberto Torres: “Su discípulo lee
mucho y con interés la atingencia que tiene el ritual masónico en el
mundo oculto, y porque los grandes liberales de la época pertenecen a la
secreta fraternidad. Como todo lo misterioso, el secreto masónico tuvo
para él un atractivo insinuante”. Se refiere el biógrafo a 1881 y 1882,
año en que Leonard fundó dos logias: una en Managua y otra en Granada.
(A la muerte del educador polaco, el poeta escribiría: “Más que
krausista, Leonard era un hegeliano. Su libre pensamiento tenía esos
visos. Creía en el progreso, en el inacabable perfeccionamiento humano. A
todos sus discípulos les comunicaba su fe y su fuego”).
Rafael Reyes en San Salvador
En 1883, durante su primera estadia en El Salvador, Rubén tuvo a otro
masón de amigo: el doctor Rafael Reyes, director del centro donde
enseñaba gramática. Pues bien, en 1889 recurrió a “la buena voluntad
masónica” de Reyes para que interviniera ante el improvisado presidente
que diera un golpe de Estado para poder salir hacia Guatemala desde San
Salvador, o sea, durante su segunda estada salvadoreña.
Ingreso formal: el 24 de enero de 1908
En su autobiografía, sin embargo, Darío omite su ingreso formal a la
masonería, ocurrida la noche del viernes 24 de enero de 1908 en Managua.
Un documento poco conocido es la fuente de este hecho. Su autor: el
español establecido en Nicaragua, Dionisio Martínez Sanz (1891-1970),
hacendado e industrial (tuvo una fábrica: “La Nutritiva”) y, sobre todo,
explorador de los volcanes de Nicaragua. Tres publicaciones dejó: Ríos
de oro, torrentes de lava (Managua, Tipografía Heuberger, 1951),
Montañas que arden (León, Editorial Hospicio, 1963), ambas crónicas; y
Setenta años por Nicaragua (Managua, Editorial Unión, 1970).
He aquí dicho documento que prueba el ingreso aludido, no sin antes
informar que si bien Leonard había sido su mentor para iniciarse en la
masonería, a Manuel Maldonado le correspondió apadrinarlo. Así fue
presentada su solicitud con la firma de los tres principales miembros de
la Logia Progreso Nº 1 del Oriente de Managua. De acuerdo con los
trámites de la votación de la Logia, Darío logró por unanimidad el
ingreso con bolas blancas. No hubo, pues, ninguna bola negra que
reprobara su conducta anterior de hombre bohemio, devoto del whisky y
del champán, y también “de los dorados faisanes femeninos”. Solo se tuvo
en cuenta la trascendencia del poeta ecuménico o más precisamente, del
mundo hispánico.
Crónica de Dionisio Martínez Sanz
Martínez Sanz, uno de los dignatarios de la Logia y encargado del
ceremonial, registró en su curiosa crónica: “Después de seguir una larga
información y pasar por todos los trámites de rigor, con algunas
discusiones en pro o inconveniencia de la admisión, sometidas a la
balanza, naturalmente que Rubén Darío salió triunfante. Pesaban mucho
más sus cualidades de genio y grandeza de espíritu, que sus debilidades
humanas. Efectuados los balotajes en diferentes sesiones, siempre salió
favorecido con solo bolas blancas, cosa indispensable para ser admitido
en la masonería; pues en esa institución no puede entrar quien las
obtenga negras, aunque sea una sola. La noche del 24 de enero de 1908,
día fijado para la ceremonia de iniciación, fue de gran pompa para la
masonería nicaragüense; se puede asegurar que en las Logias de Nicaragua
nunca se han juntado tantas personalidades como en esa noche. A la
iniciación de Darío concurrieron personalidades de todo Centroamérica.
De Guatemala, el eminente sabio y político don Juan Ponciano y el
candidato a la presidencia de esa República, general don José León
Castillo; de El Salvador, el doctor Fernando Cornejo; de Honduras, el ex
presidente doctor Policarpo Bonilla, y el general Guadalupe Reyes y los
doctores Ricardo Alduvín y Paulino Balladares; de Costa Rica, los
profesores don Virgilio Salazar y don Juan Bautista Jiménez”.
Martínez Sanz prosigue: “De Nicaragua, el fogoso periodista,
apasionado historiador y gran político, don José Dolores Gámez (que era
el representante del Supremo Consejo Centroamericano de la masonería en
el país), y los doctores Rodolfo Espinosa R., Juan Francisco Gutiérrez,
Manuel Maldonado, Rafael Zenón Rivera, Manuel Reyes Mayorga, Emilio
Espinosa (padre de Rodolfo), Francisco López Bravo, etc., y la mayor
parte de los miembros de las diferentes Logias de los departamentos de
la república. Hubo también masones de diferentes nacionalidades: don
Enrique Dreyfus y don Fernando Levy; don Ángel Caligaris y don Napoleón
Re, italianos; don Ricardo Susmann y don Francisco Brockmann, alemanes;
don Carlos Harding y Carlos Overand, ingleses; y don Nicolás Delaney,
norteamericano”.
Significativamente --añade Martínez Sanz-- “aquel sabio Leonard, bien conocido en Centroamérica y que en España fue íntimo de los primeros republicanos españoles Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón, Alonso y Emilio Castelar, estando en Nicaragua, enfermo, tullido y cercano a la muerte, se hizo transportar a la Logia en una silla de manos; quiso presenciar la iniciación de Rubén Darío en la masonería”. España también estuvo representada. Llegaron los que llaman “los dos Chentes” (el doctor Vicente Piñera Rubin y don Vicente Rodríguez), y “los tres Pepes” (los profesores don José Gómez, don José Robles y don José Blen), aparte del cronista Martínez Sanz, quien representaba a la gran Logia de Madrid.
Significativamente --añade Martínez Sanz-- “aquel sabio Leonard, bien conocido en Centroamérica y que en España fue íntimo de los primeros republicanos españoles Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón, Alonso y Emilio Castelar, estando en Nicaragua, enfermo, tullido y cercano a la muerte, se hizo transportar a la Logia en una silla de manos; quiso presenciar la iniciación de Rubén Darío en la masonería”. España también estuvo representada. Llegaron los que llaman “los dos Chentes” (el doctor Vicente Piñera Rubin y don Vicente Rodríguez), y “los tres Pepes” (los profesores don José Gómez, don José Robles y don José Blen), aparte del cronista Martínez Sanz, quien representaba a la gran Logia de Madrid.
La Logia Progreso Nº 1, fundada por Rafael Reyes en 1898, se había
instalado en Managua el 14 de diciembre de 1899. A ella siguieron más
logias en León, Rivas y Matagalpa. El 14 de diciembre de 1906 se decidió
constituir una Gran Logia con los representantes de la Logia Progreso
(Managua), Estrella Meridional (Rivas) y Luz (León). Esta Gran Logia fue
creada oficialmente el 23 de noviembre de 1907, con el doctor Rodolfo
Espinosa R. como Gran Maestro. En esa fecha había arribado Rubén a
Corinto y cuatro días después se hallaba en Managua. La crónica de
Martínez Sanz es más extensa e interesante. Bastan, de momento, los
anteriores párrafos para demostrar la iniciación masónica de nuestro
bardo, negada por varios autores.
El soneto a Maldonado
En cuanto a Manuel Maldonado, notable orador, y padrino en su
iniciación masónica, Darío le escribió un soneto cuyo primer cuarteto
decía: Manuel: el resplandor de tu palabra / ha iluminado la montaña
oscura, / en donde, hace ya tiempo, mi figura / vaga entre el cisne, el
sátiro y la cabra. Pero el último sustantivo (cabra), revelando su
ignorancia, Maldonado lo consideró un ripio. Rubén tuvo que aclararle,
sonriendo:
--No, Manuel. Ustedes sólo observan las distintas acepciones que el
diccionario da a los vocablos: no investigan su genealogía. Soy cisne
porque el poeta es de estirpe divina y esta ave sirvió de vehículo a
Júpiter en el Mito de Leda…; sátiro porque experimento las emociones,
pasiones y sensaciones del ser humano; también soy cabra porque soy
panida, y Pan va saltando tras las ninfas --las ilusiones-- por “la
montaña oscura”, sonando sus siete canas, con su cuerpo de hombre y sus
patas de cabra.
Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/suplementos/cultural/383676-ruben-dario-masoneria/
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