El ser humano tiene miedo aqueróntico,
propio del inframundo, frente a lo amenazador, a lo insólito. Ese temor
lo comparte con los animales. Es el llamado mysterium tremendum.
Pero a diferencia de otras especies, el hombre siente necesidad de
comprender lo inexplicable, lo terrorífico, lo metafísico; es el llamado
mysterium fascinosum. En este segundo misterio, está el motor de la investigación: la filosofía, la religión.
El hombre se sabe inserto en la ordenación del Ser. El mysterium fascinosum
lo convoca a una aproximación al conocimiento y da inicio a la ciencia
del hombre. Desde tiempos arcanos con los mitos y luego, con la
religión.