Momento de la sublevación militar de Jaca. / Francisco de las Heras |
Militares republicanos se aliaron en 1930 con el movimiento obrero para
derribar la monarquía de Alfonso XIII. Aunque el levantamiento de los
'mártires de la República' no prosperó, los sucesos influirían el
imaginario colectivo de republicanos y antimonárquicos
En 1956, la colección Temas Españoles, en su entrega 64, ofrecía un folleto sobre los sucesos de Jaca de diciembre de 1930.
Temas Españoles fue una colección impulsada por el franquismo entre
1952 y 1978 donde se ofreció la imagen del régimen en numerosas
cuestiones relacionadas con la historia, la cultura y el folklore en
España. Este cuadernillo lo escribió el comisario de policía Eduardo
Comín Colomer, una de las pocas personas que durante el franquismo
escribió sobre el movimiento obrero, evidentemente con
la visión propia del franquismo. Teniendo los archivos incautados a las
organizaciones obreras a su alcance, no le fue difícil acceder a ellos y
dar rienda suelta a su imaginación.
En dicho folleto, el comisario Comín Colomer habla de la sublevación de Jaca de diciembre de 1930 como una suerte de conspiración francmasónica y comunista en
un momento de caos político que antecedió a otro momento de más caos,
la Segunda República española. Ésta fue la visión que durante mucho
tiempo se mantuvo en el imaginario de una sociedad que el franquismo
absorbió. Hoy quizá, más que estas visiones estrambóticas, lo que queda
de Jaca es un manto de olvido. Cuando estamos en un momento de
aniversario del hecho, merece la pena rescatar el acontecimiento.
La oposición a la dictadura de Primo de Rivera
Cuando en septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera
Orbaneja dio un golpe de Estado con el beneplácito del rey Alfonso XIII e
instauró la dictadura, el futuro de aquellos que en los años
precedentes habían intentado dar un giro a la política española estaba
marcado. Aun así fueron distintas las actitudes. Mientras republicanos,
anarquistas y los escasos comunistas que existían fueron perseguidos y
sus centros clausurados, los socialistas se integraron en algunas estructuras de la dictadura,
como los Comités Paritarios (según los ugetistas siempre que estos
fueran elegidos democráticamente) y Francisco Largo Caballero llegó a
auparse a una consejería de Estado.
Las organizaciones perseguidas fueron protagonistas de numerosos
intentos de derrocamiento de la dictadura y de la monarquía. Los sucesos
de Vera de Bidasoa de 1924, la 'Sanjuanada' en 1926 y numerosas
conspiraciones que se fraguaban en el exilio pusieron como protagonistas
a republicanos y anarquistas que estaban a la cabeza
de dichas conspiraciones. Personajes como Marcelino Domingo, Miguel de
Unamuno, Santiago Ramón y Cajal, Manuel Buenacasa, Mauro Bajatierra,
Eduardo Barriobero, etc., pasaron a ser protagonistas del periodo.
Personalidades que luego jugaron un papel primordial en la Segunda
República.
A la altura de 1928, los socialistas comienzan a abandonar sus
posiciones colaboracionistas y se unen a la oposición antimonárquica.
Esto dio lugar a que el 17 de agosto de 1930 naciese el Pacto de San Sebastián,
inicio del proceso de la Segunda República. Participaron todas las
fuerzas menos los anarquistas, aunque estos siguieron el proceso muy de
cerca y participaron de acciones. Cuando Primo de Rivera dimitió y se
estableció la llamada 'Dictablanda' de Berenguer, la suerte de la
monarquía estaba echada. Sólo faltaba saber el precio que iba a costar
su proclamación.
La sublevación de Jaca
La unión de las fuerzas antimonárquicas posibilitan el empuje de
sectores que durante mucho tiempo buscaban un cambio de régimen. Los
militares españoles habían sido un colectivo que había aunado en su seno
desde sectores ultraconservadores hasta sectores progresistas. A pesar
de que desde 1907, la Ley de Jurisdicciones había puesto a los militares
en la política española como protagonistas, siendo el rey el cabeza de
ellos, siguieron existiendo en el ejército sectores de militares republicanos,
retomando una tradición iniciada en el siglo XIX, que no dudaban en la
conspiración para alcanzar sus objetivos. Alguno de esos militares
fueron francamente avanzados, como el caso de Fermín Galán (quièn era masòn desde 1925*), por sus
enormes conocimientos de la política española y su ideología política a
caballo entre el republicanismo y el anarquismo.
Esta efervescencia revolucionaria llevó a un grupo de militares en Jaca a sublevarse contra la monarquía.
Una sublevación en consonancia con el comité revolucionario surgido a
raíz del Pacto de San Sebastián. Entre esos militares estaban el propio
Fermín Galán, Ángel García Hernández, Salvador Sediles y Miguel Gallo.
Galán llevaba tiempo preparando el movimiento en contacto con
sindicalistas y anarquistas aragoneses, entre ellos el escultor Ramón
Acín (fusilado por los franquistas en 1936). El objetivo era una sublevación militar con el respaldo del movimiento obrero declarando huelga general para colapsar el régimen monárquico.
Pero los planes no salieron bien. El gobierno y la Dirección General
de Seguridad, encabezada por Emilio Mola, estaban al tanto de los
movimientos revolucionarios. El levantamiento antimonárquico se fue
aplazando y al final Galán y su grupo decidieron sublevarse el 12 de
diciembre de 1930. Casares Quiroga, integrante del Comité
Revolucionario, se desplazó hasta Jaca para persuadir a Galán que era
pronto para el levantamiento, pero, como dijo él mismo, “llegó a horas
intempestivas” y se quedó dormido, produciéndose la
sublevación que tuvo un desenlace fatal. La idea era una sublevación
general el 15 de diciembre, pues en Madrid había un entendimiento entre
militares como Ramón Franco, el Comité Revolucionario y el movimiento
anarquista. Galán decidió anticiparse unos días.
Una vez que se produce el movimiento, tomó todos los centros
neurálgicos de Jaca, proclamó la República, se nombró alcalde a Pío Díaz
Pradas y se izó la bandera tricolor confeccionada por el sastre Lucas
Biscós. El objetivo posterior era ir hacía Huesca, pero las tropas de
Galán fueron lentas a la hora de movilizarse y eso dio tiempo para
reaccionar al gobierno de Berenguer. Las columnas gubernamentales
salieron al encuentro de las tropas de Fermín Galán desde Zaragoza y
Huesca. Hubo enfrentamientos con la Guardia Civil y el día 13 de
diciembre, en el santuario de Cillas, se produce el encuentro entre las
tropas de Galán y las gubernamentales. Hay enfrentamiento y Galán mandó
el alto el fuego a sus tropas. Estas obedecieron pero las tropas
gubernamentales siguieron descargando fusilería. Los sublevados
comienzan a huir. Galán se negó. El golpe había fracasado. En el pueblo de Biscarrués, Fermin Galán y el resto de militares, se entregaron.
Consejo de Guerra
El domingo 14 de diciembre de 1930 se celebró el consejo de guerra
presidido por el general Arturo Lezcano. Duró tan solo 40 minutos.
Fermín Galán y Ángel García Hernández fueron condenados a muerte y ejecutados ese mismo día (a
pesar de ser domingo) en el polvorín de Fornillos (Huesca). El resto de
militares, como Salvador Sediles, fue también condenado a muerte, pero
con la proclamación de la República fueron indultados.
Desde ese momento las figuras de Galán y García Hernández pasaron al
imaginario colectivo del republicanismo y de los antimonárquicos. Cuando
el 14 de abril de 1931 se izó de forma oficial la bandera tricolor, ya
eran conocidos como “los mártires de las República”. Quedan
para la historia la idea y la acción de esos dos militares que
intentaron cambiar el curso de los acontecimientos con una idea de
libertad.
Fermín Galán, protagonista
Fermín Galán Rodríguez nació en San Fernando, Cádiz, en 1899. Creció
en un ambiente castrense. Con once años ingresó en el Colegio de
Huérfanos de Guerra de Guadalajara. Se licenció en la Academia de
Infantería de Toledo en 1918 y pronto fue destinado a Marruecos.
Allí vivió la guerra en primera persona y fue formándose una opinión
contraria a la dictadura de Primo de Rivera. Fruto de este desencuentro
fue La barbarie organizada, libro de protesta que escribió en 1925.
Su disconformidad con la dictadura se materializó en su intervención en la insurrección de la Noche de San Juan,
en 1926. Fue detenido por su implicación e internado en la cárcel de
Montjuic. Allí estableció contacto con militantes de extrema izquierda y
anarquistas. Aprovechó su encierro para documentarse ideológicamente y,
animado por sus amigos libertarios, escribió Nueva Creación, la síntesis de su pensamiento.
Galán basculaba entre el anarquismo y la extremas izquierda republicana. Reivindicaba una república federal y social
que tenía sus bases en el sindicato y el municipio. En su opinión, ésta
debía servir de transición hacia una nueva sociedad cuyos principios
serían la educación racional, la igualdad legal para ambos sexos y la
búsqueda del equilibrio entre el respeto a la libertad individual y el
bienestar general.
En diciembre de 1930 lideró el Levantamiento de Jaca y trató de
proclamar la República en aquella plaza. Su fracaso terminó con su
fusilamiento y el de su compañero Ángel García Hernández. Tras este
hecho surgió el mito de los 'Protohéroes de la República'. Durante el
Advenimiento de la II República, el recurso a su imagen fue recurrente
en el ámbito popular, pero no se consolidó como un verdadero referente
en el imaginario del nuevo régimen. En el escenario político, sus únicos
herederos eran las extremas izquierdas libertarias. Éstas monopolizaron
su memoria durante el primer bienio y la utilizaron para criticar la obra parlamentaria de un gobierno republicano-socialista
que apostaba por una “revolución legal” por encima de la idea de una
república social y sindical, por la que se había levantado Galán.
A partir de 1934 los nuevos gobiernos republicanos empezaron a
deshacer la obra reformadora de los años anteriores. Las izquierdas
republicanas y los socialistas –ahora en la oposición– se contagiaron de
la frustración de la extrema izquierda y comenzaron a
radicalizar sus posturas, como evidencia el movimiento de octubre de
1934. Paulatinamente, la imagen de los mártires volvió a un primer
plano. Perdidas las urnas, se volvía la mirada a la legitimidad del
recurso a la actuación revolucionaria violenta, de la que Galán era el
paradigma. Esto evidenciaría una falta generalizada de costumbres
democráticas en la España de los años 30, pero también la existencia de
una idea común en la izquierda en torno a la esperanza republicana. Un
símbolo de su unidad en la creencia de que la república era más que un
régimen político, un compromiso de transformación de la sociedad. Y esta esperanza comenzaba a reavivarse.
María Losada Urigüen, Julián Vadillo Muñoz, historiadores
* Nota de Malletes
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/saberes/28702-cuando-militares-se-sublevaron-por-la-libertad.html
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