Baruch
Spinoza es un filósofo holandés, de origen lusitano judío, cuyos ascendientes
huyeron de la península ibérica, por las persecuciones religiosas.
Su
formación le llevó por el Antiguo
Testamento, pero no dejó de explorar otros autores. Hay indicio que estudió
la Cábala y a los neoplatónicos, en quienes tanto las matemáticas como la
geometría, ocupan un lugar especial.
La
obra de Spinoza es extensa y controversial. En este trazado abordaremos un
punto importante de su pensamiento: El Orden
Geométrico del Universo. Spinoza (1632-1677) es un hombre del siglo XVII, tiempo de inicios de
la Ilustración. En el próximo siglo, el XVIII, es el de la francmasonería
moderna, la cual tiene sus raíces en tiempos pasado.
Desarrollo
Para
abordar este tema, debemos tener presente la idea de sustancia en Spinoza, la
que define como aquello que es en sí y se concibe por sí; aquello cuyo concepto no
necesita el concepto de otra cosa, por el que deba formarse. Para
nuestro personaje, no hay sino una sustancia única que es Dios. Las
demás cosas son atributos, no sustancias; el atributo es lo que el
entendimiento percibe de la sustancia como constituyente de su esencia.(1)
El conocimiento de Dios es el único verdadero, siendo la sustancia divina la
primera y única realidad.
Para el
filósofo existe una coincidencia entre la Naturaleza y Dios. Esta es una
evidente característica de la sustancia spinoziana, de allí que “las leyes
universales de la Naturaleza son únicamente decretos de Dios, que nacen de la
necesidad y perfección de la Naturaleza en Dios”. De lo anterior se deduce,
claramente, que no puede existir una suspensión de las leyes de la Naturaleza o
una corrección de las mismas, ya que significaría que Dios no hubiese sabido
créalas ordenadas y perfectas, para hacerlas servir a sus designios.(2)
De
la identidad de Naturaleza y Dios, deriva el concepto de orden necesario, cuyas
leyes no están restringidas a la razón humana, cuya legislación, la
humana, está referida solamente a la
utilidad y conservación de los hombres; la normativa de orden necesario es
infinita y referente al orden eterno de toda la Naturaleza, de la cual el
hombre es sólo una parte.
Para
Spinoza la sustancia no es la razón, ya que aquella tiene un campo restringido
al hombre, que es una parte de la Naturaleza; pero la sustancia, como orden
necesario, es norma de la razón y es principio para alcanzar el conocimiento
pleno y perfecto.
El
orden necesario, constitutivo de la sustancia, es el orden geométrico. Invoca las matemáticas para destruir
prejuicios. Incluso abre una nueva perspectiva en la doctrina de la emanación
neoplatónica, o la del naturalismo de Giordano Bruno. De la sustancia divina
brotan los modos específicos como de la geometría salen los teoremas
particulares y otras figuras exactas. Para Spinoza este orden matemático no es
imitación de un modelo desarrollado por Descarte u otro pensador; para él, el orden geométrico es la sustancia
misma de las cosas, es Dios. La necesidad intrínseca de la naturaleza divina es
una necesidad geométrica, tal como en la geometría se encadenan las
proposiciones y se unen unas a otras. La multiplicidad resultante de los modos
no contradice a la unidad, ya que la unidad es la conexión de los modos y los
modos realizan en su ser y en su obrar el orden unitario: “de cualquier modo
que concibamos la Naturaleza –dice Spinoza- o bajo el atributo de la extensión,
o bajo el atributo del pensamiento, o bajo cualquier otro, siempre
encontraremos un único y mismo orden, una única y misma conexión de las causas,
esto es, una sola e idéntica realidad”.(3) Este orden, esta conexión, esta realidad, es
el Deus
sive Natura, la Sustancia.
Schilling
nos explica este complejo sistema señalando que “el método de argumentación,
que establece axiomas y deduce todo lo demás de éstos y de sus combinaciones
con rigurosa lógica… tiene la ventaja de que tiene en cuenta muy cuidadosamente
la coherencia sistemática interna del sistema hasta el detalle”, para luego
criticarlo en cuanto a que “el sistema no se discute ni se demuestra, sino sólo
su desarrollo como estructura o coherencia geométrico-espiritual a partir de
axiomas y definiciones preestablecidas”.(4)
Estamos
en pleno siglo XVII, un tiempo en que muchos autores más que renovar, trabajan
como si tratarán de fundar la filosofía por primera vez; siendo el caso del
autor que nos ocupa, un estudioso que creció en la cultura del Antiguo Testamento, entre los que
sometían las «Sagradas Escrituras» al examen crítico. Particularmente le
gustaba las obras de Abraham ibn Ezra, Gersónides y el neoplatónico León
Hebreo, entre otros. Estos autores despertaron en Spinoza la duda de la «verdad
bíblica» y lo inclinaron hacia la investigación para encontrar la solución
propia de los problemas que no le satisfacían. Por otro lado, Spinoza -según Frére Guide Aciereux-, se relacionó
con el francmasón Juan de Prado, eminente maestro y luchador contra el
fanatismo religioso, el que lo inició en una Logia de Ámsterdam, donde se
enseñaba la filosofía de Francisco Bacón y de otros notables filósofos
francmasónicos.(5)
Para
Spinoza los axiomas sobre los que basa su planteamiento, no deben ni pueden
apenas ser demostrados. Son metafísicos. Ahora bien, la propuesta de elevar
este sistema a certeza absoluta mediante un método axiomático, plantea la duda,
según sus críticos, del dogmatismo. Spinoza funda su sistema en el concepto de
Dios, llevándolo a igualar a Dios y a la Naturaleza, o sea, un panteísmo. Su
ilación matemática parece tomada de los neoplatónicos llegando, bien podría
decirse, a naturalizar a Dios, más que espiritualizar la Naturaleza. En la
Naturaleza todo lo que acontecer es estrictamente necesario y determinado, no
hay libre albedrio. La misma Naturaleza en cuanto Dios no es libre, pues no es pensada como autónoma y
trascendente, sino solamente como soporte del individuo (6) El
hombre si goza de libre albedrio, de libertad de pensamiento.
El
sistema de Spinoza no comienza con el hombre, como en otros filósofos de
distintas épocas, buscando el camino hacia Dios. El hombre, el mundo y la vida
son vistos, en Spinoza, desde el punto de vista de Dios. De tal manera, que
para el hombre resulta imposible alcanzar ese punto de vista, por lo que el
planteamiento, insisten sus calificadores, se torna dogmático.
Conclusión
Estudiar a Spinoza desde la óptica del libre pensamiento,
no dogmático, de la masonería, es ganar en cultura y salario. A pesar de las
críticas que le hacen reconocidos pensadores cristianos, quienes aunados a
Leibniz, Kant y especialmente Fichte; a pesar de ello, su planteamiento tiene
mucho que aportar en cuanto a la utilización de la geometría en el desarrollo
de su idea de orden de la Naturaleza y su emanación desde Dios. Hay mucho de
Cábala.
Tras leer textos para burilar esta plancha, sentí
vivencias que me proporcionan los símbolos en general y geométricos en
particular. La evolución histórica del Universo graficada en esferas y líneas
de conexión. Como es arriba es abajo.
Es la instrucción masónica que te transfiere el
significado real del símbolo, que sólo lo captas tras la formación iniciática.
Tildar de dogmatico a Spinoza bien puede ser desde el punto de vista profano.
Pero al avanzar hacia el Or.·., teniendo presente la formación masónica, pone
en duda tildar a rajatablas de dogmatico a nuestro personaje. Hay que explorar
su conexión intelectual con pensadores masónicos del siglo XVIII, además de
revisar a sus críticos. Es fuente que nos aportará un buen salario.
Es todo V.·. M.·.
S.·.
F.·. U.·.
Isidro
Toro
M.·.
M.·. R.·.E.·.A.·.A.·.
Notas y bibliografía
1) Martinez Echeverri, Leonor y Hugo. Diccionario de Filosofía. Editorial
Panamericana. Bogotá. Colombia. 1997. Pág. 527
2) Abbagnano,
Nicolás. Historia de la Filosofía.
Tomo II. Montaner y Simons, S.A. Barcelona, España. 1964. pág. 208Ídem, pág.
208
3) Idem. Pàg
210
4) Schilling,
Kurt. Desde el Renacimiento hasta Kant. 1ra
edición en español. UTEHA. México 1965. Pág. 139
5) Guide
Acierux, Frère. Historia de la Filosofía de la Francmasonería
Universal. Edita Revista Hiram Abif con el auspicio de Logia RED.
Colección CUADERNILLOS. Edición 2004
6)
Schilling. Ob cit. pags 141/142
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