Josè Ferrer Buñol
«Una de las más diversas, singulares y excepcionales de toda la
Comunitat Valenciana, España, Europa y resto del mundo, ejemplo de
convivencia, de respeto de un pueblo y de su gente». Así define el
cementerio de Buñol, más concretamente su parte civil donde existen
importantes pruebas de la presencia de la masonería en la localidad y en
la comarca, Rafael Casero Alcañiz, autor de una guía rápida sobre la
simbología masónica en el camposanto buñolero.
Son muchos los
artículos de prensa y ediciones digitales que han hablado sobre la
idiosincrasia de los habitantes de Buñol sobre la muerte, reflejada en
numerosos enterramientos de la zona civil y religiosa. Pero muy poco se
ha escrito hasta ahora sobre la presencia de simbología masónica en
numerosas sepulturas que van desde finales del siglo XIX hasta la
actualidad.
El trabajo de Rafael Casero es el primer libro que se
publica sobre este cementerio y la única publicación que ha profundizado
en la simbología masona existente. Según el autor, fue un masón y
alcalde de Buñol, Joaquín Ballester, el fundador en 1886 de esta
instalación y su tumba la más antigua con simbología masónica entre
rodas las existentes.
Más de 40 maestros enterrados
La guía desvela la existencia de gran cantidad de simbología masónica en 435 tumbas, más de cuarenta pertenecientes a maestros masones. «Hacen único a este cementerio, diferente a otros con simbología de este tipo como puede ser el de Valencia».
La guía desvela la existencia de gran cantidad de simbología masónica en 435 tumbas, más de cuarenta pertenecientes a maestros masones. «Hacen único a este cementerio, diferente a otros con simbología de este tipo como puede ser el de Valencia».
Casero asegura que la simbología
existente en Buñol «es muy particular y compleja. Ni los mismos masones
conocen toda su simbología, que aprenden según asciende en la escala que
les lleva a conseguir el grado de maestros». Esta particularidad viene
definida por la presencia de símbolos como la «Torre Jakin», «uno de los
tótem masónicos por excelencia, y a su vez gran desconocido para los no
muy iniciados. Una rareza de gran belleza y significación».
Bajo
la existente en Buñol está sepultado un matrimonio, ambos maestros con
grado 20 de los 33 contemplados dentro del rito «Escocés y Gran
Oriente», que siguieron las logias buñoleras.
A lo largo de la
publicación el autor explica los significados de símbolos como: Columna
de talle roto, la Rosa-Cruz, la escuadra, el compás, el gorro frigio, la
rama de acacia, el triangulo delta, la flor del pensamiento, la cruz en
equis, la plomada, la amapola, el sol, el libro, el dragón, la rama de
olivo, la lechuza, el laurel, la mariposa, la palma de bambú, el
pentáculo, la rosa, , la adelfa, las manos entrelazadas, la libertad o
la espada. Toda presentes en la necrópolis.
Casero hace mención
especial al monolito piramidal existente, erigido el 1 de noviembre de
1995 con motivo del homenaje realizado en el camposanto por las logias
en este espacio funerario. Es este sentido explicó que existe la
posibilidad «que se sigan realizando ritos en el camposanto de forma
discreta».
La logia de los Once Hermanos
Para Rafael Casero la creación de la logia de los Once Hermanos provoca una fuerte implantación de esta corriente en la comarca y en Buñol. Fue fundada por 11 vecinos en 1891 según aparece en el boletín del Gran Oriente Español de Madrid del 20 de abril de ese año.
Para Rafael Casero la creación de la logia de los Once Hermanos provoca una fuerte implantación de esta corriente en la comarca y en Buñol. Fue fundada por 11 vecinos en 1891 según aparece en el boletín del Gran Oriente Español de Madrid del 20 de abril de ese año.
Su primer maestro venerable fue Vicente Nacher Igón y no Francisco Perelló, que fue cofundador.
La
logia de los Once Hermanos número 12o de Buñol creo instituciones como
el Casino Republicano de Chiva, una sociedad de Socorros Mutuos y una
escuela laica además de desarrollar la cartilla y asistencia médica y
ofertar pequeños préstamos a pequeños agricultores en la zona de Buñol,
Chiva y Cheste.
Otra de las particularidades del cementerio de
Buñol, según el autor, es que durante la dictadura continuaron
enterrándose masones y grabando simbología en la lápidas de sus
sepulturas, burlando a los servicios de inteligencia del régimen que
persiguió con saña a los masones.
Casero ve en esta instalación
una herramienta para añadir al catálogo turístico de la población e
insta a visitarlo y a buscar la simbología masónica en sus sepulturas.
No obstante alerta del mal estado de muchas de ellas y critica que se
tiren a la basura las lápidas que se caen y se rompen «destruyendo así
parte de la historia de Buñol».
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