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Antolín Jiménez, a la izquierda, y su nieto, Fernando Llanos |
…En Matria,
un guiño al lema de los charros Todo
por la patria, el propio autor narra cómo en 1920 Antolín Jiménez entró en la masonería,
junto con hombres como Benito Juárez, Vicente Guerrero y Lázaro Cárdenas, y
cómo llegó a Gran Maestro grado 33, el más alto…
En 1942, dos meses después de que México declarara la
guerra a Hitler y sus aliados del Eje, un tabasqueño llamado Antolín Jiménez
reunió un ejército de charros, máximo símbolo de los valores patrios, para
rechazar una posible, aunque improbable, invasión de la Alemania nazi. La
Legión de Guerrilleros Mexicanos, así lo bautizó, llegó a reunir a miles de
hombres a caballo, armados hasta los dientes, entrenados y organizados en 250
grupos alrededor de todo el país.
A pesar del corte surrealista, la historia es
completamente cierta, de aquellas que demuestran cómo a menudo la realidad
supera a la ficción. Así lo prueban recortes de periódicos, fotografías,
panfletos y otros materiales de la época que el artista Fernando Llanos ha
recopilado en un documental, Matria, que se presenta hoy en 22 x Don
Luis, el festival de cine de Calanda, pueblo natal de Buñuel, en Teruel, que
año tras año reúne películas que, presumiblemente, le habrían gustado al
director de Viridiana. Esta, desde luego, reúne muchos ingredientes.
Conocido hasta la fecha como artista visual,
dibujante, performer y, sobre todo, videoartista, Fernando Llanos
(México DF, 1974) se enfrenta por primera vez a un largometraje, poniéndose
detrás y delante de la cámara para contar la historia de Antolín Jiménez, quien
además de editor, político, masón y presidente de la Asociación Nacional de
Charros, el grupo más representativo de la mexicanidad, fue su abuelo.
Antolín Jiménez, a la izquierda, y su nieto, Fernando
Llanos, en una imagen cedida por el vídeoartista.
“Antolín Jiménez participó en los principales eventos
de su tiempo, la época dorada de México”, explica Llanos, quien al principio
encontró mucha resistencia por parte de su familia y especialmente de su madre,
la menor de los siete hijos de Antolín Jiménez. “Luchó al lado de Pancho Villa,
y el presidente Lázaro Cárdenas le apreciaba tanto que le regaló un caballo,
pero para mí durante muchos años fue sólo el abuelo que había muerto a los
nueve meses de nacer yo. Con la edad empecé a preguntarme por qué en casa se le
mencionaba raras veces, porque todo lo que le rodeaba era despampanante y a la
vez frío y misterioso”, agrega.
Al seguir las huellas de su abuelo, a través de su
archivo y de los recuerdos de quienes le conocieron, Llanos se dio cuenta de
que su vida estaba indisolublemente entrelazada con grandes eventos históricos
y sociales de México. “Es una historia fascinante, pero a la vez representa la
construcción de un sistema político de excesos que le ha costado mucho al
país”, admite Llanos. Matria ganó el premio al mejor documental en el
Festival de Cine de Morelia, el principal de México.
La película, que ha contado con financiación pública,
arranca con un jovencísimo Antolín, soldado de Villa, dinamitando trenes en
Chihuahua y participando en las principales batallas de la revolución, la
victoria de Torreón y las derrotas de Celaya y Agua Prieta.
“Tras el plomo revolucionario, se fue a la capital en
busca de pesos y besos, e inmediatamente entró en política. Fue tres veces
diputado por tres partidos diferentes y por un Estado donde no había nacido,
compartió cartel con Álvaro Obregón y fundó el partido que estaría en el poder
más de 70 años”, cuenta Llanos.
En Matria, un guiño al lema de los charros Todo
por la patria, el propio autor narra cómo en 1920 Antolín Jiménez entró en la masonería, junto con hombres
como Benito Juárez, Vicente Guerrero y Lázaro Cárdenas, y cómo llegó a Gran
Maestro grado 33, el más alto.
También abrió un despacho fiscal que convirtió en
editorial, negocio que mantuvo durante toda su vida. “Con el fin del
latifundio, los charros llegan a las ciudades y convierten sus actividades en
espectáculo y fiesta deportiva. A partir de los años cincuenta, el cine y la
literatura los encumbran como máximo símbolo de la mexicanidad. Antolín ya
tenía dinero, posición social, poder político y protagonismo nacional y vio una
manera de capitalizar y poner en valor la tradición de los hombres a caballo:
así nació el ejército de charros”, explica el director, que tampoco oculta la
leyenda negra de Antolín y las habladurías que le atribuyeron el asesinato de
su primera esposa.
“En realidad, mantuvo dos familias durante muchos años
y la mía tuvo siempre el estigma de ser la de la amante. Creo que su primera
esposa no murió en un accidente de coche provocado, así como no creo que su
familia hiciera magia negra a la mía”, concluye el artista, quien ha contado
con dos colaboradoras de excepción: su esposa, la artista Jessica Herreman, y
la cantante Lila Downs, que ha contribuido a la banda sonora de la película.
Roberta
Bosco Madrid 5 AGO 2015
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/08/05/actualidad/1438800549_592127.html
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