
Muchos autores masónicos se hacen una
triple pregunta: ¿Cuándo, por qué y dónde se originó la francmasonería? Y en la
búsqueda de esas respuestas han llegado muchos –no todos– a conclusiones tan
bien intencionadas como oscurecidas, al menos desde el ángulo de la objetividad
histórica. Daremos algunas pinceladas poniendo de bulto algunos hechos
culturales que nos permitan hacernos una idea al tiempo que profundicemos en
algunos puntos de interés y de esta forma llegar, cada uno de nosotros, a
nuestras propias conclusiones.
Comenzaremos
nuestro tema acercándonos al oficio de cantero(1). La cantería es la faena y el
arte de desacoplar y labrar la piedra para su empleo en construcciones. Los
diferentes artesanos que participaban – y participan – en el proceso se
denominan: cabuqueros, entalladores, canteros y tallistas o labrantes. Vamos
observando que hay una división del trabajo en función de la especialización.
La
piedra es la materia prima de la cantería. Trabajar el canto exige una variedad
de técnicas y herramientas las que se aplican en función de su dureza,
fragilidad, composición geológica; dependiendo del tipo de grano, entre otras
variables.
El
primer paso es la extracción de la piedra en las canteras, el despiece de los
bloques, su labrado de acuerdo a una plantilla o aplantillado, para finalmente
proceder a labrar cada una de las piedras, por lo común en forma de
paralelepípedo rectángulo, que forma parte de una construcción de sillería.
Este
proceso consta de cuatro fases, interviniendo en cada una diferentes artesanos:
1)
Extracción del material, realizado por el cabuquero, siguiendo la veta, o
hebra, con diferentes herramientas.
2)
Troceado del bloque de piedra, realizado por el entallador.
3)
Regular las formas idóneas, realizado por el cantero, encargándose también de
diseñar el boceto a tamaño natural o a escala.
4)
Acabado final, realizado por el tallista o labrante, incluyendo a veces
detalles decorativos.
Como
podemos observar esta actividad tiene sus niveles de complejidad y situándonos
en la Antigüedad, tanto en Egipto como en la Creta minoica o la Grecia
micénica, encontramos que poseer este saber significa pertenecer a un grupo
diferenciado del resto de la sociedad.
En el
proceso de elaboración de la piedra se necesita un amplio número de utensilios
y herramientas, entre las que se encuentran:
Utensilios
de medición, como reglas, compases y escuadras;
Herramientas
de percusión, como cuñas, mazos, picos, cinceles entre otros;
Herramientas
de corte, como sierras;
Herramientas de acabado, como mazos,
cinceles, punzones, cepillos, nivel, reglas, escuadras, plomadas, entre otros.
La
historia registra a Imhotep como el primer arquitecto del que se tiene
conocimiento. Es el ejemplo típico de polimatía, o sea, sabio en una variada
gama de ciencias, entre otras: astronomía, matemáticas, geometría, medicina y,
por supuesto, arquitectura. Se cree vivió entre los años 2690 al 2610 a. C. El
significado de su nombre es “el que viene en paz”, según el estudio realizado
por Orlando Mejía Rivera(2)
Fue
sumo sacerdote de Heliópolis y diseñó el complejo de la Pirámide Escalonada de
Saqqara, durante la dinastía III. Los datos obtenidos indican que tenía los
conocimientos operativos de aritmética y geometría necesarios para manejar las
disciplinas tanto de arquitectura como de astronomía, entre otras.
El
complejo funerario de la Pirámide Escalonada de Saqqara, está ubicado cerca de
Menfis. Nos situamos en tiempos del rey Dyeser (2.650 a. C.). El monumento
necesitó la extracción, transporte y montaje de miles de toneladas de piedra
caliza, desafío notable ya que tal material nunca se había utilizado en grandes
construcciones, para las que se usaban ladrillos de adobe, fáciles de hacer y
baratos.

Complejo
funerario de Saqqarah.
Imhotep
solucionó el problema del peso de las piedras, en parte, usando bloques
relativamente pequeños, más fáciles de transportar y manejar. De su lado, las
columnas son decorativas o están adosadas a los muros, sin sustentar mucho
peso. Recordemos que en esta época el metal utilizado en herramientas era el
cobre, poco adecuado para estos trabajos.
Levantar
dicho complejo funerario exigió no solamente tecnología avanzada para su tiempo
en el área de la construcción, sino aplicar organización y método para
emprender todo el proceso de edificación, controlar el trabajo de cientos o
miles de obreros y elevar la primera ciudad funeraria, rodeada por una muralla
de unos mil quinientos metros de perímetro. Construyó diversas edificaciones
como decorado y, hacia el centro, erigió una pirámide de seis gradas con una
altura de sesenta metros. A su vez, se excavó en la roca del terreno, bajo la
pirámide, la que sería la tumba de Dyeser (Zoser) y un conjunto de galerías
para almacenar miles de vasijas funerarias, muchas grabadas con los nombres de
sus predecesores.(3)
Visto
el ejemplo egipcio, vamos acercarnos a la Grecia entre el tercer y el segundo
milenio a. C., para tener una idea forjada por el ejemplo de dos polos de la
cultura de ese período: una el Oriente Medio y la otra, el mundo griego.
Grecia(4)
fue una cultura marginal en la época del esplendor de Egipto y Mesopotamia. Su
puente con ese mundo centro de la civilización fue la isla de Creta: la cultura
Minoica, pasarela entre Oriente y Occidente, entre Egipto y lo que vendría a
ser Grecia. Estamos situados entre el tercer y el segundo milenio a. C.
Los
llamados aqueos construyeron sus ciudades montando inmensas moles de piedras
sobre piedras, edificando murallas, fortalezas y atalayas. Esa data nos permite
inferir cierta organización de especialistas en la técnica de construcción. Las
urbes aqueas de Micenas y Tarento, conjuntamente con Creta y Troya, componen el
centro político, cultural y comercial del Mediterráneo oriental, punto de
confluencia de dos mares: el Mar Egeo, que por el norte accede al mar Negro y
al mar de Mármara, conexión primero con los Hititas y luego con los Persas; y
el mar Interior, que separa tanto a Cirene (Libia) como a Egipto de Creta. O
sea, Micenas, Troya y Creta conforman un triangulo que recibe el influjo
cultural y comercial de Egipto y Mesopotamia, las grandes civilizaciones de la
época que le sirven de preámbulo a lo que sería posteriormente la cultura griega.(5)
En
este triangulo se forja la civilización europea y occidental. Las
investigaciones arqueológicas han expuesto a los ojos de nuestro tiempo
hermosos descubrimientos que nos hacen pensar que personajes parecidos a
Héctor, Aquiles, Ulises o Agamenón existieron. En el lugar donde se encontraba
Troya se ubicaron nueve ciudades, una encima de otra: la primera, se remonta a
la Edad de Piedra, la última, a los tiempos de Bizancio. Algunos hallazgos
permiten inferir que la “Troya VII” parece ser el escenario de la famosa
batalla inmortalizada por Homero en el poema la Ilíada. La Guerra de Troya es
de ésta época micénica según inferencia que se desprende por las construcciones
monumentales y la cantidad de pozos que hace suponer que fueron excavados para
abastecer de agua y soportar largos asedios.(6)
La
arquitectura de las antiguas ciudades griegas, de lo que se conoce como la
época del Bronce Antiguo o Heládico Inicial, se desarrolla en torno a la
acrópolis, la cual está ubicada en la parte más alta de la ciudad. Con la
intención de disponer de una mejor defensa, los pobladores originarios
instalaban sus asentamientos en elevaciones naturales del terreno,
preferiblemente con bordes escarpados. Al paso del tiempo esta zona elevada se
convertía en el núcleo a partir del cual iba desarrollándose el crecimiento
urbano. Así nacieron ciudades como Micenas, Atenas y otras en el Ática y el
Peloponeso. En la acrópolis vivían los mandatarios y servidores. En caso de
guerra los habitantes se refugiaban en sus muros. En la acrópolis de Micenas
había grandes depósitos para guardar alimentos y un acueducto excavado con
medidas de seguridad a fin de que proporcionase el vital liquido.(7)
Micenas: Puerta de los Leones (ca. 1885)
Todos
estos hallazgos nos muestran una civilización en plena evolución, se van
erigiendo nuevas edificaciones, se levantan tumbas que también se transforman
con el paso del tiempo, se secan pantanos, se abren caminos que facilitan el
comercio interno más allá del cabotaje, construyen puertos, almacenes de
mercancía, murallas, graneros, fortalezas, palacios, en fin, se urbaniza de
acuerdo a las exigencias de una comunidad que crece en población y
conocimiento.
Ante
esa realidad, cabe pensar que se organizaron los profesionales del oficio en
gremios donde enseñaban a sus aprendices y al mismo tiempo conservaban en
secreto sus experticias, ya que las mismas eran garantía de no aumentar la
oferta de mano de obra y especialistas calificados sobre la demanda de
constructores.
Los
dorios y otros grupos comenzaron a llegar por oleadas al Peloponeso; algunas
pacificas, otras no; alrededor del 1100 a. C. por el golfo de Corintio y otras
zonas. Algo que debemos destacar en la evolución de Grecia hacia lo que en la
historia se conoce como el Medioevo griego, es que durante el siglo XI a. C. se
localizan algunas innovaciones que parecieran ser una síntesis cultural entre
lo micénico y las ideas de los grupos invasores, que provenían de diferentes
partes de la Europa continental: se encuentra la cerámica geométrica, así como
nuevos útiles y armas donde el bronce cede el paso, poco a poco, al hierro, así
como transformaciones en el culto funerario. Estos cambios, aunque no muy
pronunciados, dan pie para tomar didácticamente el siglo XII a. C. como inicio
de esta Edad Media Griega.(8)
Alrededor
del siglo IX se desarrolla un alfabeto griego derivado del fenicio y para el
siglo VIII se utiliza ya con fines literarios. Este alfabeto ayuda a la
difusión del conocimiento y aunque las artes del oficio se seguirían trasmitiendo
oralmente y por medio de símbolos, no es menos cierto que el trazado de planos
y la inducción simbólica se facilitarían en alguna medida utilizando el
alfabeto de manera prudente.
Estas
invasiones tienen varias consecuencias, entre otras, que estimulan una nueva
oleada de emigraciones, fundando nuevos pueblos griegos en la llamada Magna
Grecia o el sur de Italia y en las propias costas del Asia Menor. Incluso
llegaron a las costas mediterráneas de lo que hoy es Francia y España. También
se asentaron grupos en ciudades establecidas como en Fenicia, produciéndose un
proceso de transculturización que se irá enriqueciendo en la medida que los
acontecimientos históricos promueven la movilidad de grande masas humanas y el
conocimiento se desarrolla aumentando en niveles de complejidad.
En
Fenicia comienza hacerse presente los helenos en ese tiempo. Fenicia llegará a
ser una potencia del comercio mundial y allí recalan constructores griegos,
jónicos particularmente, quienes desarrollan su arte y ciencia, siendo
utilizados sus descendientes, según se desprende de tradiciones, en la
construcción del Templo de Salomón en
Jerusalén. Homero nos habla de los mercaderes fenicios que visitaban
Grecia. No es descabellado que artesanos familiares de griegos hayan sido
enviados por el rey Hiram a colaborar con la magna obra de Salomón; testimonio
de ello es la semejanza entre la leyenda del dios griego Dionisos y la leyenda
de Hiram Abif, que se elabora tras su desaparición repentina de los textos
bíblicos, según argumenta Albert Mackey en su obra El Simbolismo francmasónico.(8)(9)
Todos
estos gremios que se fueron formando combinaban el arte del oficio con
prácticas religiosas propias de la época. Recordemos que imperaba el paganismo(*),
que en general, por ser politeístas, aceptaban tranquilamente la existencia de
los dioses y diosas de otras culturas. Así en un gremio donde los individuos
manejaban conocimientos que le eran de interés al grupo, aceptarían a miembros
de diferentes orígenes nacionales y, por ende, con dioses distintos a los del
sitio. El mundo antiguo hay pocos ejemplos acentuados de intolerancia
religiosa. Un caso aislado sería el del faraón egipcio Akenatón y su culto
solar de matices monoteístas, que pugnó con el poder clerical de los sacerdotes
tebanos y su variedad de dioses. Los paganos en general, por ser politeístas,
aceptaban tranquilamente la existencia de los dioses y diosas de otras
culturas. En los casos de Grecia y Roma se calificaban como “barbaros” a los
otros pueblos y a las sociedades sometidas más como un etnocentrismo, o sea una
discriminación cultural más que religiosa.
Inferimos
que en el mundo antiguo se practicaba la tolerancia dentro de los gremios del
oficio de constructores. Posiblemente con sus excepciones, esa práctica permeo
en los tiempos, incluso en paralelo al surgimiento de las religiones
monoteístas, en que se dieron, en general, los casos más sonados de
intolerancia religiosa.
Ya
durante la modernidad, luego de la escisión protestante y tras las guerras de
religiones, en las logias de constructores, logias masónicas operativas,
encontraban paz y la tolerancia todos cristianos: separados en el mundo profano
por las luchas entre las jerarquías eclesiásticas, unidos en la fraternidad
propia de la armonía de las logias donde el sentido de humanidad es tanto
fraterno como cosmopolita.
Las
luchas religiosas se han proyectado hasta nuestros días e igualmente la
tolerancia ha imperado a lo interno de las logias masónicas operativas e
igualmente en las especulativas, que aparecen en el siglo XVIII de manera
organizada con la Gran Logia de Inglaterra en 1717. He allí una de las
verdaderas razones del porqué el papado, según el historiador Jesús Antonio
Ferrer Benimelli(10), emprendió la lucha contra la masonería, ya que no concebía
un espacio de tolerancia y paz donde cristianos católicos y protestantes
pudiesen compartir como hermanos.
Notas:
*) Pagano. Del latín paganus,
que significa “habitante del campo”, “rústico” es un concepto que
se encuentra por primera vez en inscripciones cristianas de principios del
siglo IV en el ámbito cultural del Imperio romano para designar a quienes en
aquella época adoraban a los dioses y, por ende, rechazaban o desconocían la
creencia en un Dios único que, según la fe judía y cristiana, se habría
revelado en la Biblia.
1) Wikipedia
2) Orlando
Mejía Rivera Introducción
crítica a la historia de la Medicina. Universidad de Caldas, Colombia. 1999; pág. 447. Tomado
de Wikipedia.
3) Wikipedia
4) Toro Pampols, Isidro. Faros de la Antigüedad: Los Siete Sabios
de Grecia. Pág. 14
5) Ídem. Págs.
14-15
6) Ídem. Pág.
15
7) Ídem. Pág. 26
8) Ídem. Pág. 27
9)
Mackey, Albert G. El
Simbolismo Francmasónico. Edición digital.
10) Ferrer Benimeli, Josè Antonio. La masonería. Edición digital. Pàs
71-101
Foto: El Kotel es uno de los pocos vestigios
arquitectónicos del Templo de Jerusalén.
Los grandes bloques visibles en esta fotografía se remontan a la Antigüedad.
Los grandes bloques visibles en esta fotografía se remontan a la Antigüedad.
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