¿Por qué el hombre siente necesidad de formular conjeturas esotéricas o
paranormales para explicarse fenómenos que no comprende, por ejemplo,
las espirales de Nazca? ¿Por qué no espera a que la historia y la
ciencia indaguen y averigüen? ¿Por qué no aguarda a que alguien formule
una propuesta lógica y sensata?
Las preguntas que Usted formula encajan perfectamente en el ámbito
en el que el ser humano se ha cuestionado siempre y lo ha formulado en
ciertas preguntas fundamentales acerca de su existencia en la tierra,
tan limitada, tan sujeta a constantes peligros, tan inestable,
necesitada de ayuda… lo que le lleva a buscar la seguridad en alguna
fuerza superior a él que le proporcione cobijo. Esta búsqueda de la
seguridad y del cobijo, y en concreto la respuesta al miedo a la muerte y
a lo que pueda haber detrás de ella lleva –según opiniones de muchos
expertos, como Edward Burnett Tylor, el miedo a la muerte está en el
origen de la religión (véase la obra de Gonzalo Puente Ojea, Crítica
antropológica de la religión. Las sendas equivocadas del conocimiento
humano, editado por Signifer Libros, colección Thema, Mundi/4, Salamanca
- Madrid 2013. Segunda edición revisada y ampliada por el autor; 258
pp. ISBN 978-84-941137-6-5).
Y una vez que el hombre religioso acepta –sobre todo por la
observación de fenómenos incomprensibles y aterrorizadores de la
naturaleza–¬ la existencia de una fuerza superior a él, incluso
todopoderosa, está perfectamente equipado mentalmente para formularse
estas preguntas que Usted ha recogido. El homo religiosus opina que los
fenómenos paranormales exigen respuestas paranormales y no
“científicas”.
En ese sentido no tiene por qué esperar a que le respondan a ellas
los “científicos” que estén a su lado, entre otras razones porque en el
fondo los cree ignorantes de esa o esas fuerzas superiores que tienen
las verdaderas respuestas a los interrogantes que le angustian. Opina,
por lo general, que el científico solo sabe responder, y poco, de las
fuerzas de “acá abajo”, pero nada de lo de “arriba”, de lo sustancial,
de lo que verdaderamente preocupa. Esas preguntas deben ser respondidas
por los que están en contacto con lo de “arriba”.
De este modo, el sacerdote, el chamán o el gurú religioso, que le ponen en contacto con esas fuerzas superiores, es decir, hacen de intermediario e intercesor ante ellas, le ofrecen la respuesta totalmente a mano sin necesidad de esperar a la lenta observación científica: seres superiores a nosotros son los causantes de lo que veo; “ellos han hecho eso”. Y su necesidad lógica de formularse preguntas y respuestas ha sido satisfecha con ese proceso. ¿Para qué esperar a los científicos, a veces tan presuntuosos y que tanto se equivocan?
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Fuente: http://www.tendencias21.net/crist/Fenomenos-anormales-esoterismo-y-religion-Compartir-205-de-26-de-abril-de-2016-Preguntas-y-respuestas_a2032.html
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