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Hoy,
mientras pasean o recorren sus calles en coche, o toman el metro en la
estación que lleva su nombre, pocos vecinos de la capital saben que este
distrito madrileño se llama así a raíz del sueño urbanístico ideado por
Soria, quien aspiraba a eliminar los problemas de hacinamiento, higiene y transporte que sufrían las ciudades europeas de aquella época.
Aquel sueño no era únicamente de carácter práctico y racional,
sino que, según las propias palabras de Soria, pretendía cambiar la
mentalidad de la gente por medio de su creación urbanística. Un diseño y
proyecto que –esto es lo más sorprendente–, estaban estrechamente vinculados con los ideales masónicos de igualdad y fraternidad, pues Arturo Soria perteneció a esta Hermandad y quiso aplicar parte de sus preceptos en su trabajo.
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Imagen de la Fiesta del Árbol en la Ciudad Lineal a comienzos del siglo XX |
En
la actualidad las calles de este distrito están integradas en el
entramado urbano de la capital, pero en su origen la zona se encontraba
en las afueras de la ciudad, en pleno campo, en una época en la que la
burguesía adinerada se alojaba en pleno centro o en palacetes que se
levantaban en el paseo de la Castellana. Su “Proyecto de Ciudad Lineal
alrededor de Madrid” vio la luz en 1892, aunque en realidad llevaba
trabajando en él más de seis años, inspirado por diseños urbanísticos
como los de Spencer o Cerdá.
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Ubicación en un plano de la Ciudad Lineal diseñada por Arturo Soria |
Básicamente, la Ciudad Lineal de Soria consistía en una “ciudad” alargada que se extendía por varios kilómetros, con un eje principal de gran anchura –unos 50 metros–, por el que circulaba el tranvía y a cuyos lados se levantaban casas y equipamientos en solares del mismo tamaño.
Dichos solares dedicaban una quinta parte de su superficie a la
construcción de viviendas de planta cuadrada, mientras el resto del
espacio se destinaba a tierras de cultivo.
El
proyecto de Arturo Soria estaba concebido inicialmente para rodear por
completo la ciudad de Madrid –en un anillo de unos 48 kilómetros–,
aunque finalmente sólo se pudo completar un tramo de unos cinco kilómetros,
prácticamente el recorrido que coincide hoy con la calle que lleva el
nombre del urbanista, y su prolongación en la calle Hermanos García
Noblejas.
Soria se inició en la masonería el 21 de julio de 1870, fecha en la ingresó en la logia Herculina nº 10 de La Coruña, ciudad en la que en aquel entonces trabajaba como secretario del Gobierno Civil. En la Hermandad, Soria empleaba el nombre simbólico de Solón, el sabio griego que logró engrandecer la polis de Atenas.
No fue esta la única inquietud filosófica y filantrópica del urbanista. Soria fue también un destacado miembro de la teosofía, colaborador habitual en la revista Sophia,
y al mismo tiempo “devoto” seguidor de las ideas pitagóricas, en sus
vertientes matemáticas y herméticas. Todas estas ideas influyeron
notablemente en su concepción del urbanismo, y de hecho intentó
plasmarlas en lo posible en su proyecto de la Ciudad Lineal.
Para Soria, la Ciudad Lineal no era sólo un nuevo barrio en las
afueras de la capital, sino una declaración de intenciones de lo que él
entendía como la forma ideal de vida en sociedad. Era la ciudad
perfecta para quienes deseaban vivir en contacto con la naturaleza, pero
al mismo tiempo un espacio bien comunicado por medio del tranvía, y
sobre todo una herramienta para cambiar la forma de pensar de
sus habitantes, un medio para cambiar la sociedad misma a través de la
manera en que se vivía.
Estos ideales, que pretendían igualar a los ciudadanos de toda clase social y condición en una misma ciudad sin zonas diferenciadas
–Soria buscaba acabar con caciques y explotadores–, lógicamente no
fueron bien vistos por los círculos más conservadores de la época, y
Soria tuvo que enfrentarse a no pocas críticas a su proyecto.
Pero pese a los impedimentos y los problemas, Soria consiguió
poner en marcha la Compañía Madrileña de Urbanización, que convirtió en
realidad –al menos en parte y durante varias décadas– el sueño
visionario del urbanista. Poco a poco, y durante años, la Ciudad Lineal
fue cobrando forma. En los solares regularmente dispuestos se levantaron
viviendas muy variadas –desde pequeños palacetes ocupados por nuevos
ricos pasando por casas de estilo racionalista, hasta viviendas más
modestas propiedad de obreros humildes–, pero no había distinción entre
vecinos de la nueva ciudad.
Todos ellos podían disfrutar por igual de los espacios comunes
que se construyeron con el paso de los años, como el Velódromo, el
Teatro al aire libre y el cubierto, el Parque de Diversiones de estilo
modernista o el kursaal dedicado a conciertos y espectáculos. Y es que
Soria veía el entretenimiento y el desarrollo de la cultura como partes
indispensables en su Ciudad Lineal.
Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/blogs/arte-secreto/ciudad-lineal--el-proyecto-mas%C3%B3nico-de-arturo-soria-121326838.html
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